Embarcadero

Hizo un comentario muy gracioso acerca de ‘mis sabidurías’. Solté una larga carcajada por esa frase. También, recibí un dulce beso en la mejilla. Me dijo que siempre la consolaba. –Para eso estoy ¿No?- dije y me encogí de hombros, no pude evitar reír porque mi imitación de cursilería me había salido muy mal. Igualmente, me dio un beso muy tierno en los labios, que le devolví con dulzura. Dijo que se comportaba como una drogada, reí y dije –Una drogada totalmente encantadora- con una sonrisa en los labios. Cuando le dije lo de tocarla, ella dijo que más me valía y que esperara. Solté un bufido y la abracé –Te espero todo lo que quieras- le dije con una sonrisa. En eso, llamó mi atención y me preguntó si sabía que ella me amaba. Me miró a los ojos con cariño –Claro que lo sé- dije sonriéndole. Soltó que si quería podía demostrármelo no pude responderle porque me dio EL beso. Se lo devolví con ganas, era muy íntimo, con pasión. Sólo le faltaba una cosa, que le di al instante. Comencé a besarla usando la lengua, eso sí que se sentía muchísimo más ‘estimulante’.

Cuando le dije que siempre me consolaba me respondió que esta para eso. - Claro que no - hice una pausa - estas para darme esos besitos sexys que tu das-, - mentira, estás para hacerme feliz, como yo para hacerte feliz a ti también - le dije besando sus labios, tiernamente.
En el momento que le dije que me parecía a una drogada, me dijo que era una "drogada encantadora". Solté una risa y respondí - una muy loca - reí - no te vas a aburrir conmigo - respondí con sonrisa pícara.
Al instante que le dije que tendría que esperar para " poder tocarme " me dijo que me esperaría todo lo que quiera. -así me gusta, te vas a cansar conmigo - bromeé atrevidamente.
Cuando le pregunté si sabía que lo amaba, me dijo que si - perfecto, porque así es - acaricié su rostro. Luego nos dimos el gran beso, el agregó su lengua. Casi río, pero me deje llevar y así fue nuestro gran beso. ¡Me encanto! debo admitir, los besos de Sabino eran los más sexys que uno pudiera imaginarse, así era el. No quería parar ese beso, era el más lindo que alguien pudiera darme. Dejé que nos besáramos un gran rato y luego paré de besarlo, reí y dije - Oye, me voy a atragantar - solté una carcajada. Volví a besarlo, me encantaba. Luego, sin dejar de besarlo, lo recosté suavemente en el piso y yo me acosté encima suyo. Seguí besandolo.

Cuando le dije que estaba para consolarla, ella me dijo que no era así, si no que estaba para darle ‘esos besitos sexys’ que le daba. Solté una carcajada y la escuché en lo que siguió diciendo. Dijo que era una mentira y que en realidad sí estaba para hacerla feliz y ella a mí, además, también me dio un beso muy tierno que le devolví dulcemente.
Después de que la llamara drogada encantadora, se rió y dijo que era una drogada muy loca, y contó que no me aburriría con ella –Estoy seguro de eso- dije en respuesta con una sonrisa atrevida –Tú tampoco te aburrirás conmigo- dije guiñándole el ojo.
Ella me dijo que le gustaba que la esperara, y que me terminaría cansando de esperar. –Va a valer todo el tiempo esperado- murmuré y le sonreí –Aunque no tengo problema de adelantar un poco la espera- solté con otra sonrisa, mucho más atrevida. –Somos muy atrevidos- dije divertido y solté una risa.
Nuestro beso fue el mejor lejos. Se sintió demasiado placentero y estimulante. De verdad que fue el mejor beso que alguien me hubiera dado jamás, Nicky era muy buena besando, era la mejor. Nos besamos por un rato largo hasta que ella dejó de hacerlo y se rió para luego decirme que se iba a atragantar. Solté una carcajada y reímos juntos. Inmediatamente, volvió a besarme. Sin duda sus besos eran los mejores. Ella me recostó sobre el piso, todavía no sé como hizo, y se subió sobre mí sin despegar sus labios de los míos. Era muy placentero, tengo que admitirlo. Pasé mis dedos por su cabello y comencé a jalar de él con suavidad, era una forma de incentivarla. Después de eso, comencé a tocarle la espalda mientras la besaba con más ganas.

Soltó una carcajada por lo de sus besitos sexys y reí junto a el. Sin duda, Sabino era el chico mas hermoso y dulce del mundo. Con el, no debía preocuparme por nada en este mundo. Él lo hace mucho más fácil.
Cuando le dije que no se iba a aburrir conmigo, me dijo que estaba seguro de eso. Solté una carcajada por su comentario, dijo que yo tampoco me aburriría con él. - De seguro, amor - sonreí dulcemente.
A lo que le dije que se cansaría de esperarme, me respondió que va a valer toda la espera. Luego, agregó que no le molestaría adelantar la espera. Solté una carcajada y respondí - pues, no podrás adelantarla. Pero no tengas ni una duda de que podrás - solté una carcajada sin poder creer lo que acababa de salir de mi boca. Él dijo una cosa más, que eramos muy atrevidos. - Lo sé, pero es gracioso. Acéptalo - respondí entre risas. - Además, ¿me vas a decir que no te encanta? - reí.
Cuando nos besamos, nos recostamos. el comenzó a juguetear con mi cabello, era muy lindo y tierno. Luego me comenzó a tocar la espalda, lo seguí besando y agarré su rostro con suavidad. No despegué mis labios de allí, ese beso era el mejor beso de todos, sin duda Sabino tiene "el don de besar" pensé en mi mente. Reí ante mi pensamiento.

Cuando le dije que no me molestaba acortar la espera, ella rió y dijo que no podría adelantarla la fecha, solté un bufido pero ella luego agregó que no dudara que lo haría con ella. La miré sorprendido y divertido a la vez, ella comenzó a reír y la acompañé riendo yo también, después de que dijera que éramos atrevidos ella dijo que era gracioso –Totalmente- acordé con una sonrisa divertida, luego, ella me dijo que no podía decirle que no me encantaba –Estoy de acuerdo, me encanta- confesé atrevido mientras una sonrisa de perverticidad se dibujaba en mi rostro.
Después, mientras nos besábamos, ella no se despegó sus labios de los míos. Nicole sí que besaba bien, además, ella era tan sexy que no puedo describirlo con palabras. Comencé a bajar mi mano de a poco y comencé a besarla con más ganas. Esperaba no recibir ninguna paliza por bajar tanto la mano. Yo no sabía si ella se enojaría conmigo, igualmente, lo hice y me alegro de ello.

Me miró sorprendido ante mi comentario, reí y me preocupé por dentro a ver si le había parecido descortés. - Oye, disculpa me pasé un poco - le dije riendo.
Él dijo que estaba de acuerdo en que le encantaba ser atrevido. Reí y dije - lo sabía - entre risas.
Mientras nos besábamos, comenzó a bajar su mano lentamente de mi espalda. Me besó con más ganas. Lo seguí besando con esas ganas pero agarré su mano, y la subí hasta el centro de mi espalda sin despegar sus labios de los míos. No pude evitar reír. Reí y luego seguí el beso.
Ya, terminé el beso, éste fue muy intenso. Me acosté a su lado mire hacia el techo y agarré su mano lentamente y tiernamente. Le sonreí con una sonrisa tierna. - Sabino Johnson, eres la persona más linda que he conocido - admití con una sonrisa. - Oye, dime - hice una pausa para aclarar mi garganta, - ¿a dónde quieres ir en nuestra "primera cita"? - le pregunté a sabino haciendo con mis dedos las "comillas" en la parte de primera cita. - A dónde tu quieras, si quieres ir a algún lado, iremos. Yo invito - le avisé.

Cuando la miré sorprendido ella pareció preocuparse, porque se disculpó diciendo que se había pasado, solté una carcajada –Te miré sorprendido porque no te imaginaba diciendo esas cosas- confesé con una sonrisa atrevida en los labios, la abracé suavemente y le pregunté en susurros –¿Prometes que lo haremos?- para luego sonreír divertido –Es que no me basta con que me digas que no tenga dudas en que lo haremos, quiero que me lo prometas- le dije atrevidamente, abrazándola con un poco más de fuerza.
Después, mientras nos besábamos, yo bajé mi mano un poco mucho y ella la movió de lugar, poniéndola en el centro de su espalda. Solté una carcajada y ella rió también, y luego comenzó a besarme de nuevo, le devolví el beso con ganas. No pude evitar pensar en si ella ya lo había hecho con otro chico. Eso me hizo sentir raro. En eso, dejamos de besarnos y ella se recostó a mi lado. Lentamente me tomó de la mano, la sostuve con cariño y firmeza. Me nombró la persona más linda que jamás había conocido. Le sonreí todavía dudando sobre lo del ‘otro chico’. Inmediatamente, llamó mi atención. La miré divertido y ella continuó hablando, me preguntó donde sería nuestra ‘primera cita’. Solté una risa –Vaya- exclamé –No tengo idea- solté con una sonrisa idiota. Además, agregó que ella misma invitaba –Ni lo pienses- le dije comenzando otra vez esa discusión interminable. –Esto- llamé su atención dudoso -¿Puedo preguntarte algo?- le dije para luego mirarla a los ojos con sinceridad -¿Ya lo has hecho antes?- solté de a poco para después sonreírle levemente. No sabía que me respondería. Quizás suene atrevido pero quería ser el primero en su lista.

Me dijo que me miró sorprendido porque no sabía que diría esas cosas, - créeme que yo tampoco - respondí sorprendida también.
Me abrazó, lo abracé también. En eso me preguntó algo que me hizo soltar una gran carcajada. Me preguntó si le prometía que lo haremos, ya que no le bastaba con que le diga que podrá. Solté una gran carcajada, no podía creerlo. No podía respirar ni contener la risa. - Oye - la pausa se me hizo automáticamente por la risa - no lo sé, no puedo prometer nada, si quieres que te lo prometa lo hago... pero no me hago responsable del futuro - seguí riendo.
Cuando le dije todo lo de que era el chico más lindo, le cambió la cara. Me asusté en el momento, lo miré extrañada y le pregunté - ¿todo en orden? - . En eso, hablábamos de la primera cita. Él dijo que no tenía idea de nada, y que ni piense que iba a invitar. - No sueñes con que volverás a ganar esta pelea de quien invita, ya te gané una vez y puedo hacer una segunda - dije riendo.
Ya, en ese momento me miró raro. Volví a asustarme, lo miré extrañada y me preguntó si me podía preguntar algo. - Claro - respondí sin quitar mi cara de extrañada. De repente me preguntó si lo había hecho con otro chico ya. Me acerqué más a él, acaricié su rostro y sin quitar mi mano de su cara, respondí - no, tontito tú tranquilo, espero seas el primero - besé sus labios tiernamente. Me agarró la curiosidad sobre él, no podía parar de pensar durante el beso en si ya lo hubiese hecho con otra chica. Paré de besarlo y pregunté - ¿Qué hay de ti? - nerviosa.

Me dijo que ella tampoco se creía capaz de decir esas cosas. Solté una carcajada y la miré divertido, me gustaba que fuera sincera y dijera lo que pensaba o lo que quería. –Me gusta que seas así- revelé con una sonrisa cariñosa. Esperaba que supiera a que me refería. Después, mientras nos abrazábamos y yo le pedí una promesa, ella comenzó a reír. Y continuó riendo, parecía que moriría de tanta risa. Yo la acompañé riendo también porque verla sin aire era totalmente increíble. Reí a carcajadas. Dijo que no podía prometer nada ya que no se hacía cargo de lo que sucedería en el futuro. Paré de reírme al instante, no sabía a que se refería con ello. No comprendí mucho y no reprimí preguntar -¿A qué te refieres con eso?- y sonreírle para que no pareciera que estaba enojado o algo por el estilo. No estaba enojado ni nada, sólo que me preocupaba de que pensara que era excesivamente atrevido. Otra cosa que no sabía si era cierta o no, era que si ella quería hacerlo o sólo eran histeriqueos. Quizás sólo me llevaba la corriente. No tenía idea de que pensaba ella sobre el tema, algún día se lo preguntaría, pero no ése. Pensaba que había sido demasiado atrevido ese día y que debía guardar atrevimiento para los siguientes.
Cuando intenté invitarla en la primera cita, ella comenzó a protestar otra vez y además, me refregó por la cara que había ganado la vez anterior. Solté una carcajada y le dije –Invito yo- tratando de ser serio –Yo invitaré y no me harás cambiar de opinión, por las buenas o por las malas invitaré- solté y la miré tratando de descifrar en que pensaba. Tenía pensada dos opciones: sobornarla o hacerme el pobresito. Estaba más seguro de que funcionaría el soborno aunque lo de la fingida tristeza quizás le llegaría directo al corazón y me dejaría invitarla.
Después, cuando llamé su atención, me miró raro. Me autorizó a que le preguntara lo que quisiera sin cambiar la cara. Cuando le pregunté lo que quería preguntarle, ella se me acarició con suavidad el rostro. La miré atentamente, tratando de descifrar que diría antes de que me llamara tontito y que estuviera tranquilo de que no lo había hecho antes. Sonreí divertido por lo del apodo, inmediatamente, la escuché decir que quería que fuese el primero -¡Que linda eres!- dije enternecido, era tan adorable que no podía creerlo -¿Me dejarías a mí, que soy tan mala influencia, ser el primero?- le pregunté sonriendo y soltando una risa –Obviamente que quiero ser tu primero- confesé con una sonrisa. Pensaría que era un idiota quizás o un atrevido abusador, luego ella me besó tiernamente. Bueno, sinceramente, había escuchado lo que quería escuchar. No podía imaginarla con otro chico y menos con el cual la había imaginado, no tenía idea de si ese joven existía o no, pero era una gran competencia. Solté una carcajada por eso, yo era tan raro que dudaba de la existencia de personas imaginarias. Reí ante esa frase también. Ya, estaba volviendo a ser el mismo idiota que hablaba en su mente, Reprimí la risa en ese instante, ya que observé que Nicky estaba algo nerviosa. En eso, me hizo la misma pregunta que yo a ella. Me quedé helado. No podía creer que era tan idiota como para no darme cuenta que era obvio que me preguntaría lo mismo. Traté de decírselo con la mirada pero no sabía si entendería el mensaje. Busqué las palabras más suaves para decírselo, pero antes debía estar seguro de que no se enojara -¿Prometes no enojarte ni nada?- pedí antes. Pasados unos segundos confesé –Sí- y miré hacia otro lado por la tensión enorme que me generaba decirlo. Nadie lo sabía, nadie, bueno excepto yo, ella y ahora Nicky. Esperé que dijera algo, quería saber que opinaba sobre eso.

Él dijo que le gustaba que sea así. Sonreí tiernamente y dije - gracias, a mí me encanta tu forma de ser también. -
Cuando le dije que no me haría cargo del futuro, me preguntó a que me refería con eso. Creí que se había enojado, - oye, no te enojes... obvio que te lo prometo - me preocupé en el momento.
Con el tema de quien invitaría en la primera cita, declaró que invitaría él, y no cambiaría su opinión. - ¿Ah, no? - le pregunté con mirada pícara, - ¿y si te beso con mis mejores besos? - pregunté nuevamente tratando de convencerlo.
En el momento que hablábamos de si ya había tenido mi primera vez, le contesté que no y me gustaría que él sea el primero. Él me dijo que era linda, sonreí ante ese comentario dulce de Sabi. Luego, me preguntó si lo dejaría ser el primero siendo mala influencia. -¿Mala influencia?- lo miré extrañada, - si eres el chico más tierno y dulce que he conocido - expliqué, - y claro que quiero que seas el primero y el único - dije sonriente. Después, el dijo que quería ser el primero. - Yo también quiero que lo seas - respondí de acuerdo con él.
Más tarde, le pregunté lo mismo que me había preguntado él a mi. Me preguntó si prometía que no me enojaría, en ese momento ya sabía la respuesta. La verdad, me incomodaba un poco que mi novio ya lo haya hecho, aún así lo amaría pero no era lo más deseado que una novia esperaría de su novio. Mi cara cambió, me puse seria aunque no quería mostrarme así, no podía evitarlo. La verdad... no soy una chica celosa, pero no podía parar de pensar en quien había sido la chica. La primera vez que sentía un poco de celos. Él me contestó lo que ya sabía que me contestaría. Miró hacia el otro lado, seguramente para evitar los nervios. Miré yo también hacia el otro lado, me aclaré la garganta me paré y dije - Am... - pausé para volver a aclararme la garganta, - ¿sabes?, debo irme a ponerme el pijama e irme a la cama - me rasqué la cabeza con gesto de nerviosismo - nos vemos mañana - lo saludé algo incómoda dándole un beso pequeño en su mejilla. No sabía cual era ese sentimiento el que estaba sintiendo, ¿celos?, ¿enojo?, ¿nervios tal vez?. Era muy raro, no entendía nada, pero lo único que quería era que no sea verdad. No me quería ir, me quedaría toda la vida al lado de Sabino, pero era mejor irme y evitar esos nervios y sentimientos raros que me comían viva.

Cuando le pedí que me explicara lo explicado, ella me pidió que no me enojara y que me lo prometía, sin siquiera dudarlo. –Nicky- la llamé serio, sentía que me tenía miedo o algo por el estilo, quizás temía que me enojara con ella y por eso me daba todos los gustos –No me he enojado- le avisé y sonreí levemente para no perder la seriedad del momento –Siento que me tienes miedo- confesé y la miré con más intensidad –No quiero que me tengas miedo- empecé y cerré los ojos, pensé mejor mis palabras y continué abriendo los ojos de nuevo –Es muy difícil que me enoje contigo, en un principio- sonreí y continué –Me siento como un patán obligándote a prometerme eso- confesé y la miré a los ojos con ternura –No me lo prometas, mejor- traté de arreglar las cosas –No quiero presionarte- continué y luego me di cuenta que ya había dicho suficiente y que no era necesario mostrar todos mis sentimientos y pensamientos.
En cuanto a la invitación, ella trató de hacerme perder con insinuaciones. –Suena tentador- dije y reí –Pero no perderé esta vez- me puse firme pero con una sonrisa en los labios. –Además, los hombres pagan- agregué con una risa –Y en nuestra anterior discusión ganaste tú- dije serio –Así que, gano yo en esta- acordé con una sonrisa magnífica.
Después de que yo me llamara ‘mala influencia’, ella me contestó que no era una mala influencia si no que el chico más dulce que ella había conocido. Solté una risa, halagado. Repitió que quería que sea el primero y el único. La miré sonriente y sorprendido para bien. Solté una risa y le dije –Me gusta que digas eso, me hace sentir tan...- empecé y finalicé–No encuentro palabras- terminé con una sonrisa y una carcajada.
Cuando confesé que ya lo había hecho, noté que estaba seria. Sin duda, la situación más difícil que había pasado, muy incómodo. Parecía que no le había gustado mucho la idea, aunque era casi obvio que no le gustaría. Insulté en mi mente mientras miraba hacia otro lado. Estaba molesto conmigo mismo, quizás si yo no le hubiera preguntado a ella, Nicky no me lo hubiera preguntado a mí. Me sentí un abusador malvado, porque, yo quería ser su primero pero ella no podía ser la mía. Bajé la cabeza confundido. Igualmente, no podría haber sabido que debería confesarlo. Además, no sabía que luego saldría con otra chica. Se aclaró la garganta por lo que volví mi mirada hacia ella, estaba de pie y me dijo que debía irse a la cama. Me saludó y yo a ella. Me pareció incómodo que me hubiera dado un beso en la mejilla pero no me quejé, era obvio que prefería rozar sus labios. Así que, me quedé solo. Suspiré y cerré los ojos. Estaba solo. Me sentí como un traidor, un infiel, aunque no lo era. No quería pararme, sabía que ella estaba ofendida o algo por el estilo. Debía hablar con ella, pero ahora se estaba yendo a dormir, así que decidí dejarlo para el otro día. Me paré y comencé a caminar hacia la Sala Común, el sueño había vuelto a mí y arrastraba los pies por todo el lugar. Me sentía tan abusador.

Cuando le dije que no se enojara, me llamó y dijo que no estaba enojado. Admitió que sentía como que yo le tenía miedo, lo miré extrañada. - No es así - negué su sentimiento. Dijo que no quería que le tuviera miedo, - oye, te he dicho que no te tengo miedo - dije entre risas, - soy una chica fuerte, yo no tengo miedo - dije firme y orgullosa. Él dijo que era muy difícil que se enojara conmigo, sonreí tiernamente - eres tan dulce- acaricié su rostro nuevamente. Confesó que se sentía un patán obligándome a prometerle eso, - Oye, tu no me obligas a nada... te lo prometo enserio, yo quiero - le dije con toda la sinceridad. Dijo que mejor no se lo prometa, no quería presionarme. - No me presionas, tontito enserio, te lo prometo por mi cuenta... tú no me estás obligando a nada. - respondí tratando de sacarle la preocupación.
En lo de que con mis besos me dejaría invitar la cita, me dijo que era tentador pero no ganaría esta vez. - No te vas a poder resistir, te lo advierto - avisé pícara sonriendo. Sabino acordó que como yo invitaba en el recital que queríamos ir, él invitaría esta cita. - No podrás, soy buena en esto de las peleas. - reí por mi "habilidad", - siempre gano-
Sabino me dijo que le gustaba lo que le había dicho de que quería que sea el primero y único. - A mi me gusta pensar que lo serás - respondí con una sonrisa. Dijo que lo hacía sentir tan... no encontraba las palabras, reí ante eso.
Con el tema de su primera vez, nos habíamos incomodado mucho. Yo, por mi parte me levanté, lo saludé y me fui. - Adiós - me despedí con mi cabeza mirando hacia abajo, ocultando los nervios y mi cara de tristeza. Me fui de allí, no podía creer lo que había escuchado, me hizo sentir algo en el pecho muy raro. Noté que el seguía allí, me dio mucha lastima pero no podíamos seguir en el mismo lugar con eso, nos haría sentir peor a los dos. Miré hacia delante y me fui, aunque no era exactamente lo que yo deseaba.