Tanner Andersen

DATOS PERSONALES
Nombres: Nils Tanner
Apellidos: Andersen
Apodos: Me hago llamar Tanner, ya que Nils es el nombre de mi padre y no quiero ni por asomo parecerme a él.
Edad: 16
Fecha de nacimiento: 1 de Agosto de 1996
Lugar de nacimiento: Bergen, Noruega.
Lugar de residencia: Oslo, Noruega.
Estatus de sangre: Sangre Impura.

Foto:

Spoiler:

Descripción física: Soy un chico alto y de contextura delgada pero aún así con músculos marcados. Mi tez es muy clara llegando a parecer pálida en ocasiones. Mi pelo es negro, muy oscuro y sin tintes azules; es lacio, largo y con un flequillo espeso. Mis ojos son celestes medios verdes pero a contra luz se ven muy oscuros, casi negros. En cuanto a vello facial, me rasuro cada vez que veo que comienza a crecerme la barba. En la cabeza aveces uso sombreros pero la mayoría del tiempo no. Tengo perforadas las orejas, llevo aros. También uso un aro en el labio inferior, pero no se me ve todos los días con él. Alrededor del cuello uso una cadena, me gusta y la tengo desde hace mucho por lo que me ha acompañado en las buenas y en las malas.
La ropa que uso es moderna, ya que me gusta verme bien pero no busco impresionar a nadie. Suelo usar ropa oscura ya que me gusta como queda con mi color de cabello. A veces suelo ir bastante abrigado, ya que me siento reconfortado cuando siento calor, aunque estoy acostumbrado al frío y no me disgusta.
Tengo algunos tatuajes, los que más se ven son el que tengo en el cuello, que es una letra '&' en negro. Después, en los dedos de las manos y en los brazos. Uno de ellos es una especie de rasguño, otro es un corazón rojo y simple.

Descripción psicológica: Es difícil de entenderme en un principio. También es difícil describirme. Soy muy cerrado, no dejo que nadie se me acerque demasiado ni trato de hacer amigos. La soledad me hace pensar con mayor claridad y por ello mismo no me disgusta, aunque a veces pensar demasiado tortura y recordar duele. He vivido con eso desde el principio de mi existencia así que me he acostumbrado. No hablo mucho, soy de decir sólo monosílabos cuando me preguntan cosas. Es difícil que te hable por cuenta propia, a menos que necesite algo con urgencia. Me deprimo bastante fácil pero nunca lloro enfrente de otras personas, tampoco lloro demasiado, reprimo las ganas y me angustio por dentro. Porque a pesar de la apariencia, soy sentimental en el interior, hasta poético en algún sentido. También soy inseguro pero perfeccionista a la vez, algo tímido con las chicas. Trato de dar todo de mí cuando algo me importa y nada me frena. Si me tocas donde me duele, verás que no serás la misma persona nunca más. No busco problemas, pero cuando me provocan yo soy quien los termina, quizás violentamente o a los insultos. Odio que me desprecien y eso simplemente saca a flote toda la vergüenza y la bronca que siento y sentí a lo largo de mis dieciséis años. A pesar de tener pocos amigos, si llegas a lastimarlos, tendrás bastantes problemas ya que a veces le saco importancia a las cosas, y en esos momentos se me van las cosas de las manos.
Los animales suelen acercarse a mí, siempre he pensado que me comprenden o que les agrado. Ellos también me agradan, son una compañía especial, diferente. Ellos no hablan, pero con la mirada te dicen todo, en eso quizás nos parecemos. Soy sobreprotector siempre que encuentre a alguien que se haya ganado mi corazón y mi confianza. Pasó una vez, pero ya no más, ella ya no está con nosotros.

Varita: Todavía no la tengo.

Otro: Estoy comenzando a desarrollar una especie de doble personalidad.
 Me gusta mucho la música, mi banda favorita es Crystal Castles. Siento que sus canciones generan sentimientos y emociones muy especiales.
 Padre nunca, sólo Nils si necesito hablar de él.
 Me fascina el arte, todos los tipos de expresión, sobretodo los tatuajes.


FAMILIA
Padre: Nils Andersen, muerto.
Profesión del padre: No tenía.
Madre: Slije Vera
Profesión de la madre: Ejecutiva.
Abuelos/as: Synnove Vik y Ulrick Andersen, de parte paterna. Niclas Vera y Kristiane Kant, de parte materna.
Hermanos/as: Johanne Andersen, fallecida.
Otros familiares: No.
Cámara en Gringotts: Todavía no lo tengo.
Observaciones: Un bisabuelo mágico.

EDUCACIÓN
Estudios primarios: Una escuela primaria del Estado Noruego.
Casa en Hogwarts: Ravenclaw
Asignatura favorita: Cuidado de Criaturas Mágicas y Pociones.
Asignatura odiada:  Adivinación.
Otros: Las demás materias me parecen regulares.

OTROS DATOS
Mascota: No, quizás luego.
Boggart: Mi padre.
Patronus:
Profesión que quiere seguir: Todavía no lo tengo en claro.
Habilidades y Pertenencias Aquí

Historia:
Es una historia conocida por pocos. Me duele contarla en lo más profundo del alma. Todo empezó cuando mi padre perdió el trabajo, comenzó a recurrir a bares y todos esos lugares en los que van los vagos. Sus amistades cambiaron también, malas influencias tenía en ese entonces. Yo tenía unos seis años, pero poco entendía de lo que pasaba. Nils se hizo adicto al alcohol, era un desastre como padre, amigo y esposo. Él siempre había tenido carácter fuerte y mi madre era muy pasiva y no le discutía en nada, nunca quiso problemas.
Mi padre volvía a la madrugada alcoholizado y nos hacía pasar malos momentos a toda la familia. Mi madre debía mantenernos con su sueldo a mi hermana y a mí, además de también mantener a mi padre quien no merecía nada. El problema se tornó en violencia pasadas las semanas. Mi padre solía golpear a mi madre enfrente de nuestros ojos. Yo llevaba a mi hermana a mi habitación, cerraba la puerta con llave y la abrazaba mientras ambos llorábamos, eran tiempos realmente difíciles para nosotros. No quería que él la tocara a ella, yo debía protegerla, esa era mi misión, mi cometido. Con mi madre era más difícil, había intentado protegerla unas veces pero terminaba herido yo también. Trataba de no faltar al colegio, ya que ahí podía tener amigos y hablar con ellos, eso me relajaba mucho, ellos me querían aunque no sabían nada de lo de mi padre. Igualmente cabe destacar que la tarea y el estudio no son mi fuerte. Luego de un tiempo, me llegó la carta de Hogwarts y simplemente quería ir allí. Recuerdo querer buscar una solución para los problemas de violencia familiar. Simplemente pensaba que quizás un hechizo cambiaría todo. Tuve amigos allí hasta que absolutamente todo cambió, para mí y para todos.
Era de noche, la madrugada, las vacaciones. No quería dormirme, sólo para no dejar a mi madre sola con Nils. Yo tenía quince años, lo recuerdo perfectamente. Era un muchacho grande, de hombros anchos, bastante fuerte. Estaba sentado frente a la mesa de la cocina. La luz amarilla del techo se cortaba por unos pocos segundos pero luego volvía. Mi madre se notaba nerviosa. Tenía el cabello rubio, hasta los hombros, prolijamente arreglado. Los ojos celestes iban de un lado al otro, uno de ellos estaba bastante machucado, estaba aterrorizada. Esa noche le iba a comunicar a mi padre que pedía el divorcio. Ella me miró a los ojos, mientras se refregaba las manos nerviosamente.
-Nils, sube- me pidió con los ojos llorosos. Noté que se tocó uno de esos rasguños que tenía desde hacía unos días. Seguro le dolían mucho. Aún así no pude evitar molestarme.
-¡Mamá!- me quejé –Ya te he dicho que no quiero tener nada en común con ese, ese desgraciado- dije con repugnancia ya que me había llamado... Nils. Ella quería que yo subiera para que nada me pasara. Sabía que había una gran probabilidad que nos golpeara. Yo la entendía y eso me hacía apreciarla, ella no quería que yo también resultara herido. Ya me había quebrado una pierna en una ocasión. Era un sádico.
-¡Nils!- me ordenó aún llamándome como mi padre. Al instante, los pasos del desgraciado se escucharon fuera. Mi madre quedó helada. –Ma’- le susurré y traté de sonreírle. Estaba decidido, ese hombre no iba a tocar a mi madre. Si lo intentaba, ya vería. Abrió la puerta de la entrada con furia e hizo un ruido realmente ensordecedor. Dirigí mi mirada hacia él. Lo miré desafiante, le odiaba y pensaba que no se le podía odiar más, pero estaba equivocado.
-Amor- empezó mi madre, temerosa –Tengo que decirte algo importante- le dijo aún con los ojos húmedos. Yo odiaba que ella lo llamara ‘amor’, pues él no era capaz de sentirlo. Aunque, sabía que ella lo hacía para no hacerlo enojar desde el principio. El hombre se apoyó contra la mesa y la miró un rato. Mi madre esperó, pensando que él le diría algo. -¡Habla!- le gritó el enfermo con desdén a mi madre. Reprimí las ganas de golpear a ese asqueroso. Aunque mi padre era un hombre enorme también, fuerte como pocos, seguro me partía al medio. Mi madre empezó a contarle todo lo que debía, sobre el divorcio y que ella quería quedarse con nosotros ( mi hermana y yo ) y con la casa, como merecía. Nils se enojó mucho, comenzó a gritar y no escatimó en golpes, arruinó la mesa y yo me bajé de la silla y retrocedí unos pasos. Estaba loco. Él no quería quedarse sin casa ni comida, pero merecía sufrir sin esas cosas. Y lo peor que podía pasar pasó, mi hermana había bajado las escaleras, tenía puesto su pijama y en su mano llevaba el elefante de peluche con el cual dormía. Parecía asustada pero sin lograr entender lo que pasaba frente sus ojos. Al ver que el hombre golpeaba a mi madre y su labio comenzaba a sangrar, mi hermana se interpuso en el camino de él. Nils se enojó bastante y le pegó una patada en el pecho. Su corazón dejó de latir al instante. Nadie sabía que ella había perdido la vida. Me enojé como nunca antes. Mi madre lloraba y rápidamente se alejó con el cuerpo de mi hermana para ver cómo estaba ella. Quedé yo con mi padre. Él se dio la vuelta y me miró a los ojos. Estaba enojado lo sabía pero no más que yo. Había tocado a mi hermana, eso no se lo iba a perdonar. Le pegué bien duro, terminó en el piso. Él también me golpeó pero no me importó. Yo me subí sobre él y comencé a golpearle la cara, con fuerza, con odio, desquitándome por todos los horrorosos días que me había hecho pasar.
Todo quedó en silencio. Mi madre al abrir la puerta se sorprendió al verme contra una de las esquinas, tirado en el piso y con las manos ensangrentadas, yo estaba llorando. Ella ya había pedido una ambulancia para mi hermana.
-Lo maté- susurré mientras la miraba a los ojos. No podía creerlo. Aunque lo odiaba con el corazón, no podía creer que yo fuera un asesino. Me hacía llorar, tenía miedo, era una mala persona, había cometido un pecado. El cuerpo de mi padre estaba tirado en la cocina, la cara la tenía irreconocible, había perdido mucha sangre también pero nada de eso importaba. Nada importaba, lo único que me importaba era mi hermana, que dentro de mí sabía que no iba a volver a verla.
Ahora, vivo con mi madre pero en otra casa, en Oslo. Ninguno de los dos quiere recordar lo sucedido. A ambos nos duele, pero ella es mucho más fuerte que yo. Perdí a todos mis amigos de Bergen cuando se enteraron de lo sucedido. Nos mudamos porque no soportábamos que todos supieran lo que había pasado. Nadie me miraba de la misma manera, pero nadie tampoco me comprendía. Quizás si alguien hubiera entendido mi sufrimiento antes de que acabara con él, me hubiera comprendido pero no, nadie apareció. Como nadie me abrió su corazón, yo no pienso hacerlo. Abandoné poco a poco a mis amigos de Hogwarts. La soledad no es tan mala después de todo y aún tengo a mi madre, que me quiere como soy, un asesino después de todo.