Campo de Quidditch (En los entrenamientos)

En este tema dejarán los roles de los entrenamientos.

Di una última vuelta a la cancha antes de bajar de mi escoba y entrar en contacto nuevamente con el suelo. Odiaba terminar entrenamientos tan buenos como lo había sido éste. Eran los primeros después de las vacaciones de invierno, y las fechas de los partidos se acercaban cada vez más, por lo que eran intensos y trabajábamos bastante, intentando aprovechar cada minuto. Aunque a veces podía ser agotador, me divertía muchísimo.
Todos se habían ido ya en dirección a los vestuarios, pero yo esperé a que Fab terminara para irme. Por lo general, siempre volvíamos juntos al castillo. Me quedé unos minutos en silencio, mientras el nivel de adrenalina en mi cuerpo y mi respiración se normalizaban. - ¡Eh, capitán! - lo llamé, bromeando - ¿Qué te ha parecido el entrenamiento? - pregunté con una sonrisa - Me parece que no nos irá del todo mal en el próximo partido. Espero ganar, empezar con una victoria siempre es alentador y me ayuda a suavizar un poco los nervios, ¿tú que dices? - continué hablando, charlatana como siempre. Di un par de pasos en dirección a los vestuarios, pero luego paré y me volví para esperar a que Fab me alcanzara.

Volar en mi escoba era una de las cosas que más disfrutaba hacer en el mundo. Además de estar con mis amigos y familia, obviamente. Aunque el entrenamiento había terminado hace un rato, yo preferí dar unas vueltas alrededor de la cancha antes de aterrizar y cambiarme. Divisé a Jane a lo lejos, que bajaba de su escoba. Cuando terminé la vuelta, decidí impresionar a Jane (de broma) y pasé a toda velocidad por en frente suyo. Ella me llamó luego. Bajé de la escoba a unos pasos de ella y me adelanté para quedar a su lado. - Estuvo bien, yo creo. Valerie entendió cómo funciona esto y que YO mando - dije enfatizando mis palabras. Reí luego. - Seguro ganamos, al menos seamos optimistas al respecto que siempre ayuda - concordé con ella. Se veía muy atractiva con el uniforme de Quidditch. Noté que se detuvo en frente de los vestuarios, así que supuse que iba a cambiarse. - Nos vemos fuera del campo - le comenté y me fui a cambiar por mi túnica de Hogwarts.
Una vez que salí estuve esperando a Jane como por 30 minutos y llegué a preguntarme si estaría bien y si debía entrar para asegurarme de que no había muerto, hasta que al fin salió ella también de los vestuarios. Mujeres, resoplé. - Creí que habías muerto - confesé y reí a continuación. Nos encaminamos a Hogwarts juntos, como solíamos hacerlo. - ¿Sabes dónde está Sabino? - le pregunté.

Antes de bajarse de su escoba, Fabian pasó a toda velocidad a pocos centímetros de donde me hallaba yo, por lo que solté una carcajada y sacudí la cabeza. No tenía remedio - O que tú crees que mandas - repliqué, riendo, sólo para molestarlo - Fuera de broma, me parece que entendió bien. Ya le tomará el gusto, estoy segura. Tiene pinta de ser buena jugadora - comenté, sonriente. Quería ganar la copa de Quidditch aquel año al menos, el último. El año anterior no habíamos podido terminar el campeonato por problemas que nos excedían, pero este deseaba dar lo mejor de mí y divertirme como nunca, sabiendo que nunca más podría hacerlo. Y, si con aquellas vivencias venía la victoria, tanto mejor - Sí, yo creo que tenemos muchas chances. Tendríamos que ver como es el equipo de Ravenclaw, que es nuestro primer partido, ¿verdad? - dije, haciendo una mueca. El año anterior las águilas habían tenido una muy buena participación, pero este año dos de sus mejores jugadoras, Anne Evans y Emma Winthrop-Scott, ya no estaban en el equipo. Llegamos a los vestuarios, por lo que Fab me despidió y entré en uno a cambiarme. Me saqué la ropa de Quidditch, algo sucia, y me puse nuevamente el uniforme del colegio. Me arreglé el cabello y comprobé como tres veces que todo estuviera en orden. Sonreí al escuchar un maullido. Me agaché y recogí a mi hermoso gatito, Eddard, que me había regalado mi madre por mi último cumpleaños. Lo había dejado allí mientras entrenaba. Le rasqué detrás de las orejas y cogí mis cosas para salir del vestuario. Por supuesto, mi amigo me esperaba con un comentario que hacía referencia a mi tardanza - Lamentablemente para ti, sigo viva, y Ed también - le dije con una risita, balanceando suavemente a mi mascota frente a su rostro. Emprendimos nuestro camino de vuelta al castillo - Mmm, no lo sé. Perdido como siempre, supongo. ¿Por qué preguntas? - quise saber. Hacía días que no veía a nuestro querido amigo, ni siquiera por la Sala Común; esta vez sí que estaba completamente desaparecido.

Jane hizo algunos comentarios sobre que yo no mandaba, solo que creía eso y otras cosas más. - Espero que sea buena - finalicé el tema. Este era mi último año de quidditch y de capitán, y esperaba disfrutarlo al máximo. Ya me había leído "Quidditch a través de los tiempos" y tenía que decir que era muy bueno, y decidí que me equipo favorito eran las Arpías de Holyhead. No sabía cuál era el equipo favorito de Jane, así que había decidido preguntárselo, pero como tardé demasiado en decirlo ya había cambiado de tema. - Si, creo que el equipo está bien, al menos el año pasado jugaron bien. -opiné sin saber realmente de qué estaba hablando. Jane se veía muy linda este día. Deseaba poder decírselo sin sonar extraño. Luego de esperar una eternidad Jane salió de los cambiadores y me respondió mi comentario. Noté que llevaba a su maldito gato Edward o como sea que se llamaba. Lo odiaba y creía que el sentimiento era mutuo. Desde que se lo dieron por su cumpleaños lo único que estuvo haciendo era arañarme o gruñirme. Ya me estaba hartando. Quería lanzarle un maleficio imperdonable con mi varita, pero eso implicaría ir a Azkaban cosa que no haría solamente por un gato. Acto seguido Jane acercó al maldito a mi cara y yo lo miré con los ojos muy abiertos, paralizado por miedo a que me mordiera, como solía hacerlo. Yo intentaba ser bueno con él pero siempre me rechazaba. - Por ti no lo lamento, por Edward si. - y luego fingí que le gruñía yo al gato. - No, quería saber, lo ví esta mañana en el cuarto pero después no más... -

Miré intrigada a Fabian por su comentario sin mucho sentido acerca de lo que supuse que sería el equipo de Quidditch de Ravenclaw. Siempre tan distraído, pensé con una sonrisa. Después de tantos años, ya me había acostumbrado por completo.
Cuando salí de los vestuarios, mi amigo, como todos los últimos meses, demostró su odio hacia mi pobre gatito. Éste le bufó en respuesta al gruñido de Fabian. Puse los ojos en blanco y sacudí levemente la cabeza - No seas malo con él, Fab. Si es la cosa más hermosa del planeta - dije, sonriéndole ampliamente a mi mascotita y haciéndole cosquillas. Como respuesta, se retorció un poco y luego se quedó observándome. Le hice caricias detrás de la oreja - No tengo idea - respondí, zanjando el tema de Sabino. Siendo él, podría estar en cualquier lado del castillo. No me sorprendería incluso encontrarlo durmiendo en algún escobero. La idea me hizo gracia.
De repente, mientras caminábamos tranquilamente hacia el castillo, se me vino un recuerdo del año anterior a la mente - ¿Al final sabes qué ocurrió con la fantasma que te cruzaste el año anterior? ¿La has vuelto a ver? - le pregunté, intrigada. Me acordaba que yo me había revisado todos los periódicos viejos de la biblioteca y bastantes libros en busca de información sobre ella, sin haber encontrado nada al final.

No entendía por qué Jane llamaba a su gato la cosa más linda del planeta. Era horrible y mortífero. No tenía ni un pelo de tierno. Y por ahora es cachorro, cuando crezca va a ser más hábil y muchísimo más temible. Sólo le faltaba conseguirse una capa y sería todo un mortífago. Decidí poner la varita en mi bolsillo por si el gato hacía otra de sus jugadas. - ¿La cosa más linda del mundo? - repetí - Ese no es más que un tonto gato que solo te quiere a tí, y tiene un disfraz de bueno y tierno, pero cuando no te das cuenta te clava sus apestosas uñas por la espalda - le dije y luego reí. Me refería al gato como si fuera el mismísimo Voldemort reencarnado. No me extrañaría que si el señor tenebroso fuera un felino, este animal sería su descendiente. Ya tenía una colección de rasguños en la mano por tratar de acariciarlo cuando era apenas un bebé. ¿Por qué los gatos no me quieren? me cuestioné en la mente. De tanto volar en mis pensamientos me tropecé con una rama que había de camino a hogwarts y estuve a punto de caer. Me sentí un fracasado. Reí avergonzado y luego continué. Esperé que Jane no lo haya notado. Todo por su estúpido gato.
Me recordó un tema del que no había pensado en meses. La fantasma Madeleine. - No, no la he visto. Y me había olvidado de ella. Tendría que volver a buscarla y preguntarle qué pasó con su muerte. La intriga sigue vigente. -

Escuché a Fabian insultar a mi gato con una larga frase y cuando finalizó, lo acurruqué contra mi pecho con fuerza. El gatito ronroneó, contento - ¿Lo ves? Es más que bueno. De seguro le haces algo para que te trate así - le dije, pero luego le sonreí - Lo que pasa es que es algo tímido y asustadizo, le cuesta hacer amigos - expliqué, intentando excusar a mi hermoso Eddard de su comportamiento no muy amigable - Además, es obvio que tiene que quererme a mí más que nada del mundo. Porque yo lo amo y soy su cariñosa y dulce dueña - añadí con la voz cargada de dulzura, sonriéndole a la preciosidad que era mi mascotita - Y estás exagerando, ni que fuera el ser más malvado del mundo - finalicé la defensa de Ned. Reí un poquito al ver a Fabian tropezarse - ¿Eso también ha sido culpa de mi gato, verdad? - bromeé entre risitas.
El tema de Madeleine pareció activar algo en los pensamientos de mi amigo - A mí también me quedó la intriga, por eso te preguntaba - respondí, torciendo para un costado mis labios y alzando las cejas en un gesto que dejaba ver mi desconocimiento sobre el tema - Si quieres puedo ayudarte a buscar más información, aunque recuerdo que me había revisado la biblioteca del castillo de arriba a abajo y no había hallado absolutamente nada - fruncí el ceño al acordarme de la frustración que había sentido - Quizás debas intentar buscarla para hablar con ella nuevamente y sonsacarle algún dato más - propuse. No pensaba darme por vencida.

Era gracioso, porque Jane hablaba de su gato como si fuera una persona, pensara y fuera tímido. - Jane, los gatos no guardan rencores. Me odia porque odia a todo el mundo excepto a ti, ¿no ves que es obvio? - le dije y a continuación reí ya que mi comentario sonó muy desquiciado y sin sentido. - Jane, los gatos no son como las personas - aclaré - No puede ser tímido, y menos que le cueste hacer amigos ya que él no tiene amigos excepto tú. - sabía que no era tímido porque no le daba vergüenza lastimarme cada vez que nos veíamos. - Entiendo que te quiera, ¡pero podría tratar de ser amigable conmigo! - dije, enfurecido en broma. No me molestaba que el gato no me quisiera, pero sí que me rasguñara. Después de todo, los gatos nunca fueron lo que más me gustaron, por su comportamiento traicionero. Se burló de mi caída y yo me sentí algo apenado. Como respuesta lancé una risita, aunque en verdad estaba cargada de vergüenza.
- Sí, pero no sé nada al respecto. Ya ni me acordaba de ella. Tal vez tendría que volver a los pasillos en donde la encontré, a ver si vuelve a estar por ahí. - comenté esperanzado. Realmente quería saber qué pasaba con ella y que nos ayude a resolver lo de los misteriosos vidrios, aunque estaba casi seguro de que era un niño estúpido tratando de molestarnos. Además, ya no ocurría más. Este año no había visto ningún vidrio de color atravesar la ventana, o cualquier otro cristal. - Sí, eso es lo que voy a hacer, hablar con ella. - confirmé, y cuando me quise dar cuenta, ya estábamos por entrar al castillo. - Bueno Jane, yo me voy para los baños de hombres a ducharme, te veo en la sala común. - la saludé y me dirigí hacia las escaleras.

- No odia a todo el mundo - repliqué automáticamente, a la defensiva, pero luego hasta mis propios pensamientos me contradijeron - Bueno, quizás es un poco resentido, pero no es malo. Nunca le haría daños graves a nadie - rectifiqué - Bueno, entonces él no es como los otros gatos. Salta a la vista que es desconfiado y no sabe hacer amigos - dije. Desconfiado era una palabra mucho más adecuada que tímido. Abracé a mi gatito con fuerza, para demostrarle que conmigo estaba protegido de los insultos de Fab, medio en broma, medio en serio. Él también fingió estar enojado en chiste, lo sabía porque su voz tenía un tono ligeramente diferente cuando se enojaba - A decir verdad, no entiendo por qué lo odias tanto. No mide más de 30 centímetros y no te ha lastimado mucho. Además de ser la cosa más tierna del mundo, claro. ¡Ni siquiera es un gato completamente adulto! - le dije, poniendo énfasis en mi última exclamación. Quería que se llevaran bien, pero me parecía medio imposible. Le rasqué detrás de las orejas a Eddard y él ronroneó. Sonreí.
- Podrías probar volver allí, sí - acordé, asintiendo - Genial - mascullé, entusiasmada, cuando me dijo que hablaría con ella - Inmediatamente después me cuentas cómo te fue, ¿de acuerdo? - le exigí con una sonrisa. Ahora que había sacado el tema a colación, la intriga me estaba empezando a carcomer por dentro nuevamente. Fabian me dijo que se iba para ir a bañarse, por lo que agité la mano en señal de despedida - Nos vemos - lo saludé, y luego me dirigí a la Sala Común de Gryffindor con mi mascota aún en brazos, acariciándola.