Las Tres Escobas

Llegué temprano al lugar con tal de tranquilizarme y estar perfecta para cuando él llegara. Había elegido para la ocasión un vestido corto de color gris, con algunos detalles a la altura de la cintura*. No era nada del otro mundo, pero me quedaba genial y combinaba perfectamente con el color de mi cabello, el cual no me había molestado en atar. Prefería como me quedaba suelto y con su movimiento natural. En la cara tenía un poco de maquillaje en los ojos, que los hacía sobresalir, pero no demasiado. Saqué un brillito de labios y mirándome al espejo me lo puse cuidadosamente. Me gustaba mi aspecto, por lo que lo cerré y lo guardé en la cartera, esperando a que Elliot llegara de una vez. Empecé a pensar que sentía en realidad por él. ¿Era sólo un juego, para divertirme? ¿Ó lo quería de verdad? Esas preguntas rondaban en mi cabeza sin encontrar respuesta, por lo que me decidí a averiguarlo aquella noche. Escuché un ruido de que la puerta se abría y me giré para ver quien era, pero rápidamente volví la vista nuevamente al frente para no parecer desesperada. No quería que surgieran locas ideas en su cabeza, no más de las que ya tenía. Reí para mis adentros por ese pensamiento.

- ¿Camberlain? - repetí sorprendida. Elliot Camberlain, pensé. Es... original.
Al contarle que Estados Unidos era mi país de origen, abrió desmesuradamente los suyos, lo cual me sorprendió muchísimo - ¿Es qué es raro? - pregunté extrañada, pero contestó a mi pregunta tan rápidamente que creí que me había leído la mente, o más bien, iba a contármelo sin necesidad de que yo preguntara - ¿Charlotte? Es una ciudad... - hice una pausa pensando que decir y completé - acogedora, aunque algo pequeña. Yo soy de la gran, magnífica e iluminada Nueva York, en el estado de Nueva York - sonreí burlona por la tonta aclaración que había hecho.
- ¿Lo mismo que yo? - Este hombre cada vez me extrañaba más - ¿Conoces la sopa de zanahoria al curry? - indagué, incrédula. ¿Sería tan sólo para no contrariarme?, sopesé la idea en mi mente. De paso, me contradijo no permitiéndome pagar la cuenta - ¿Cuál es el problema de que yo pague? - cuestioné - Esta vez va a ser distinto a lo impuesto por las películas, yo pagaré, sin importar lo que digas. Tú pagaste la otra vez, no puedo dejar que pagues siempre tú - Aunque no me había invitado mi parte, sólo iba pagar la suya, pero no importa. Me mantendré firme, decidí - Además, no tengo ningún problema de dinero.
- ¿De mi vida? Bueno, si te da tanta curiosidad... - reflexioné sobre que decir y por donde empezar - Mi familia es una antigua y adinerada familia de magos. Me consintieron toda mi infancia, y yo era muy feliz. Luego entré a Hogwarts, me seleccionaron para Slytherin... - me corté en mitad de la frase, era muy íntimo lo que venía a continuación y no sabía si compartirlo con alguien a quien recién estaba conociendo - Bueno, y aquí estoy. Estudié algo que los muggles llamarían Relaciones Públicas unos poquitos años. Mi mayor ambición era llegar a mi puesto actual y lo logré - Respiré hondo para recuperar el aliento, y di rienda suelta a mi curiosidad - ¿Y tú?

Incómoda porque Elliot parecía algo triste y dudoso de contarlo, terminé mi sopa y comencé la ensalada. Finalmente se decidió a contarme. Escuché atentamente y para intentar levantarle el ánimo, bromee:
- ¿Tan hermosa como yo? ¡Imposible! - reí suavemente para distender el ambiente. Iba a parecer que tenía un ego gigante, pero lo prefería antes de que se pusiera demasiado melancólico. Continuó contando su historia, y que a las dos semanas de conocerse se casaron. Eso había sido una total irresponsabilidad, y abrí la boca para comentárselo pero luego decidí que sería mejor callarme. No le caería nada bien un comentario así. Me metí tanto en la historia que sin darme cuenta susurré - Es increíble como la gente puede engañar... - Me puse a reflexionar sobre mí misma. Por el contrario de aquella mujer, yo al principio era fría, burlona y precavida con la gente que conocía, pero luego cuando comenzaba a quererlos me volvía más buena y cariñosa. Esa maldita mujer había hecho al revés, o tal vez nunca había sido buena y sólo había estado fingiendo. Elliot empezó a llorar desconsoladamente y al no saber que hacer, saqué mi pañuelo de seda de mi cartera y le limpié las lágrimas mientras le pasaba un brazo por el hombro - Me imagino que ya no la amas, ¿verdad? Porque no vale la pena amar a gente así. El amor debe darte felicidad, y no tristeza, aunque a veces tengas algún que otro tropezón. Esa mujer no se merece que la ames - sonreí intentando consolarlo.

Sonreí con suficiencia cuando mencionó que yo era más bella. ¿Más bella y más buena? ¡Una combinación perfecta!, pensé y quería reír, pero reprimí la risa porque no era el momento. Por suerte para mí, no parecía haber prestado atención a lo que había dicho por lo bajini. Me alegré muchísimo cuando me dijo que ya no la amaba. Primero que nada, no quería salir con alguien que estuviera enamorado de otra, y segundo, no me parecía que fuera sano para él.
- Mejor, como te dije antes, no vale la pena amar a alguien así - El me abrazó más fuerte y le devolví el abrazo. Ahora sentía que éramos más cercanos. Tal vez lo nuestro sí iba en serio, no serían más que unas pocas salidas. Terminé mi ensalada y de un trago el hidromiel y miré la hora. ¡Era tardísimo! Por ello, me levanté lentamente de mi asiento para no sacar mi brazo del hombro de Elliot y lo ayudé a bajarse a él también de la silla. Fuimos así hasta la puerta y una vez allí, tomamos caminos separados, él hacia Hogwarts y yo hacia la estación de Hogsmeade, para tomarme un tren y luego un traslador a casa.

~ Gringotts actualizado ~

Llegué al lugar con Paul y me senté en una de las mesas. Ya había bastantes alumnos allí por lo que tuve que elegir una de las que estaban contra la pared. Era increíble como se llenaba siempre de alumnos aquel lugar. Pero claro, la cerveza de manteca de Las Tres Escobas era de las mejores. Le sonreí a mi acompañante.
- Voy por las bebidas y vuelvo, ¿tú qué quieres? - le pregunté. Me levanté de mi asiento y me dirigí a la barra, donde el asistente me tomó el pedido y se fue. Esperé unos segundos allí a que reapareciera y luego llevé los dos vasos a la mesa en la que estábamos.
- ¿Algo interesante te ha pasado estos días? - me interesé y le sonreí ampliamente. No podía creer que estaba en una cita, era la primera que tenía en toda mi vida. Nunca antes había tenido novio, ni siquiera había salido con chicos.

Compras:

- No hay de que - le sonreí al tiempo que daba un sorbo a mi bebida - Sí, estos días no hay tiempo para hacer casi nada... - me lamenté - Las clases llenan casi toda mi agenda, así que tampoco me ha pasado nada interesante. Tampoco es que estén tan mal, pero los TIMOs están cada vez más cerca y eso me asusta. Tendré que ponerme las pilas - dije e hice una mueca. Siempre era responsable en el tema del colegio, pero eso no significaba que me gustara y sabía que tendría que esforzarme para aprobar los temidos exámenes.
- ¿De mis amigos? - pregunté sorprendida - Bueno, básicamente se reducen a Alice y Ethan, no sé si los conoces. Alice es mi mejor amiga y la adoro con todo mi corazón, siempre me divierte pasar tiempo con ella y contarnos chismes - reí - Ethan es como mi hermano mayor, lo quiero muchísimo y siempre nos quedamos hablando cuando nos cruzamos en algún pasillo. Como es de otra casa no lo veo tan seguido, pues no nos encontramos en la Sala Común como con Al. También soy amiga de Anne Evans, una chica de Ravenclaw, y Siwon Hyun, de Hufflepuff. No puedo decir que conozco a demasiada gente... - esbocé una sonrisa de oreja a oreja al recordarlos a todos - ¿Y tú?