Vestíbulo

Entre corriendo consiente de que Ethan me seguía y mientras pasaba de pasillo a pasillo me daba vuelta a ver si aun estaba detrás mio y le hacia señas con una sonrisa para que me siguiese, al entrar al vestíbulo, vi a un chico de Ravenclaw, me acerqué a él y pase mis brazos por su cuellos mientras presionaba mis labios a los suyos esperando que Ethan estuviese mirando todo- ¡Te extrañé!- Dije a propósito por más de que no conocía al chico o por lo menos no me acordaba de él. Lo abrace y me separé de él para observar si Ethan estaba observando o nunca había llegado y mi actuación había sido en vano.

Salí del Gran Salón después del almuerzo, ensimismada en mis pensamientos. Todavía se me venían a la mente los momentos geniales que había pasado con mis amigos aquella Navidad, ya que ambos, Ethan y Alice, habían venido a pasar las vacaciones a mi casa en Bournemouth. Así de distraída camine en dirección a las escaleritas que llevaban al pasillo por el que acceder a la Sala Común de Hufflepuff, con los libros de las clases de la mañana en mis manos. De repente, algo se apareció en mi visión y frené de golpe para intentar evitar chocarme con la persona con la que me había cruzado. Como consecuencia, un par de pergaminos se me cayeron al suelo, junto con la pluma que utilizaba para escribir. Afortunadamente no había sido la tinta, o nos hubiéramos manchado todo el uniforme ambas - ¡Lo siento, no te había visto! - me disculpé, apenada - Venía pensando en otra cosa, siempre tan en mi mundo... - agregué - En serio, lo siento mucho - continué, a pesar de que no había llegado a chocarla. Me agaché y recogí lo que se me había caído. Volví a ponerme en pie - ¡Oh! A propósito, soy Charlotte, pero todos me dicen Charlie - me presenté con una sonrisa - De Hufflepuff, 6to curso, ¿y tú? - quise saber.

- Encantada - respondí cuando la chica desconocida se presentó. Me sentía algo mal por casi haberla arrollado - ¿En serio? ¿Eres más chica? ¡Nunca me lo hubiera imaginado! - exclamé, sorprendida - Pareces más grande que yo, eso seguro - dije - Aunque tampoco es muy difícil, ¿no? Soy medio infantil - reí, y luego me obligué a hacer un poco de silencio. Las palabras brotaban de mí casi sin mi consentimiento.
Paseé la mirada por la estancia unos segundos antes de volver a dirigir mi atención a Valerie - Mi apellido es Brandon, por cierto. Creo que olvidé mencionarlo - recordé con una risita - ¿Qué te traía por aquí? - quise saber, sólo para entablar conversación. Tenía ganas de hacer nuevos amigos - ¿Te parece si nos sentamos por allí? - ofrecí, dirigiéndome al pie de la escalinata que llevaba a las escaleras movedizas. Tomé asiento en el tercer escalón, del lado izquierdo para no molestar a nadie. A esa hora, recién pasado el mediodía, había bastante tránsito de alumnos que se dirigían a sus clases e incluso algún que otro profesor pasaba por allí - ¿Tienes alguna clase ahora o puedes charlar un rato? - pregunté, por si acaso estaba llegando tarde a una clase por mi culpa y no sabía cómo safarse de la conversación. La idea se me había ocurrido de repente al pensar en los chicos y chicas que pasaban a mi lado en dirección a las aulas.

Luego de un silencio incomodo, ella me comento que a primera vista, yo parecía mas grande, y luego dijo que a veces solía ser medio infantil. Quise decirle algo, pero mi confianza se había ido volando. “mi apellido es Brandon, por cierto”, me dijo. Creí haberlo escuchado antes...Ya me acordaría en algún momento. Me pregunto que me traía por ahí y le dije: -He estado estudiando toda la mañana y he pensado que tal vez podría caminar un rato por el vestíbulo para despejar mi mente. Eso no tuvo mucho sentido, me sentí tonta. Me ofreció de sentarnos y con una sonrisa le dije un sonoro SI. Me senté junto a ella dejando un espacio por si algún alumno quería pasar. Me pregunto si tenía algo que hacer ahora o si quería charlar un rato con ella, por supuesto que prefiero charlar pensé. No podía creerlo, yo, siempre tan agrandada, siempre con confianza, ahora estaba titubeando y casi tartamudeando. La mire y le dije: -Claro, podemos charlar un rato…-no sabia que decirle.- y… ¿De donde eres Charlie?¿Puedo llamarte así?-le pregunte.

- Me pasa lo mismo, las clases de la mañana me han dejado exhausta. Sólo quería charlar un rato con alguien y descansar, tengo unas horas libres hasta la próxima asignatura - concordé, riendo - De todas formas lamento haberte casi atropellado a la salida del Gran Salón. De veras - añadí, no quería que pensara que la había chocado a propósito.
Aceptó sentarse conmigo y nos ubicamos en un rincón de las escaleras, ocupando el mínimo espacio posible para no estorbar el paso a las personas que subían y bajaban - Qué bueno - mascullé. Afortunadamente, Valerie podía quedarse un rato hablando - Sí, no hay problema. Llámame Charlie - contesté, dedicándole una sonrisa para que se sintiera más cómoda - De hecho, lo prefiero a que me digan Charlotte - aclaré - Soy de Bournemouth, un pequeño pueblo costero al sur de Inglaterra. ¿Y tú? - quise saber - ¿Tienes hermanos? - pregunté además, para continuar la conversación - Oh, por cierto, tienes el cabello de un color precioso, y luce espectacular - la halagué - Qué envidia - bromeé, entre risas. En verdad Valerie era una chica de belleza envidiable. Ahora que recordaba, me parecía haberla cruzado por los pasillos y haber escuchado algún que otro rumor sobre ella en los años anteriores, pero nunca nos habíamos dirigido la palabra. Parecía ser una buena chica.

Luego de sentarnos me pidió perdón por casi atropellarme, pero la verdad es que gracias a ello, conocí posiblemente a una futura amiga mía. Charlie, que lindo apodo, pensé.  Sus sonrisas me hacían sentir más confiada, más cómoda, era como si supiera que estaba nerviosa. Bournemouth…Allí es donde ella vivía. La mire y le dije: -Que extraño, nunca oí hablar de ese lugar. ¿Yo? Soy de Londres, supongo que debes conocer… -me pregunto si tenía hermanos… Solo el hecho de nombrar a mis familiares hacía que algo se removiera en mi interior, no quería hablarle sobre eso, pero no podía ser irrespetuosa y cambiar de tema, así que le dije: -No, no tengo hermanos, mi madre murió cuando me daba a luz y mi padre falleció cuando yo tenía once. Tampoco tengo hermanastros, aunque me hubiera gustado, ¿sabes? ¿Y tú que me dices? ¿Tienes hermanos o hermanas?-pregunté un poco nostálgica, la verdad es que extrañaba a mi familia, no podía evitarlo. Pero tenía que ser fuerte y seguir adelante así que volví a prestarle atención. No se como pero de un momento a otro, la conversación giraba entorno a mi cabello, ella me halagaba y yo quería decirle lo mismo, digamos que su color morocho me fascinaba. Reí y le dije: -En mi familia ha habido veelas, así que yo, por lo tanto, soy una semiveela.  Aunque parezca genial, la verdad no lo es, ya que cuando estoy con un chico, no se si me quieren por lo exterior o por lo interior. Y para ser sinceras, tu también eres muy bella. –No podía creer lo que había dicho, Valerie Clapton halagando a una chica, eso no se veía todos los días. No se porque, pero Charlotte tenía algo que me hacía sentir segura. “Ojala seamos buenas amigas en un futuro” pensé.

- Sí, sí, conozco. Es una ciudad muy linda, pero donde yo vivo es un poco más tirando a campo digamos. No es que crío vacas, pero mi casa tiene un jardín grande, conozco a toda la gente de mi barrio y tengo un caballo. Me refiero a ese tipo de cosas - le conté, sonriendo al pensar en Oliver, mi caballo. Ethan y Alice habían montado en él aquellas vacaciones varias veces, y siempre se había portado excelentemente. Empezamos a hablar de las familias, y cuando escuché su respuesta tuve que reprimir una mueca de arrepentimiento. No tendría que haber tocado ese tema, pensé, apenada por haberla hecho revivir semejantes sucesos - Oh, no sabes cuánto lo siento. Lamento mucho tus pérdidas - balbuceé, aún algo shockeada por lo que acababa de confesarme - Siento haberte preguntado al respecto - agregué, sabiendo que de todas formas unas pocas palabras no compensarían la falta de sus padres ni mucho menos. De todas formas, era lo mínimo que podía hacer - Te entiendo, a mí también me hubiera gustado tener hermanos. Soy hija única - respondí a su pregunta - Me adoptaron a los pocos días de nacer. Para colmo, nací el día de Navidad, un poco molesto - dije, con una breve carcajada para relajar las tensiones y hacerla olvidar el tema anterior. Por suerte, ella parecía haberse recompuesto bastante rápido y pronto estábamos hablando de su apariencia y su ascendencia veela - ¿En serio? ¡Qué increíble! Nunca había conocido a una semiveela antes. Es un placer, señorita - bromeé, fingiendo una reverencia a la cual siguieron unas risas - Ahora, en serio, eres la primera que conozco. Igual entiendo lo que quieres decir, debe ser complicado - comenté, haciendo un mohín - Al menos no eres una veela completa, porque esas sí que vuelven locas a los hombres sólo con mirarlas. Quizás tu ejerzas una atracción mayor a la normal, pero al final, estoy segura de que te querrán por tu personalidad más que por tu apariencia - le dije. No era sólo para consolarla, sino que lo pensaba de verdad. No se podía vivir enamorado de una cara bonita toda la vida, después de un tiempo el aspecto dejaba de ser la cualidad principal.

Luego de unos momentos de charla, ella comenzó a disculparse por haber tocado el tema de mi familia. Estaba cansada de que las personas dijeran “lo lamento o siento haberte preguntado o no debería haber tocado el tema”. ¿No entienden que ellos no tienen la culpa? Pensé. Viví un tercio de mi vida culpándome por la muerte de mi mamá y otro tercio culpándome por la de mi papá. ¿Y el resto? Escuchando los lamentos de las personas a mi alrededor. -Cuentame algo sobre tu hogar, por favor.-le dije con ojos esperanzados. Estaba impresionada, ella vivía en un campo, con un gran jardín y en sima tenía un caballo. Se que suena tonto, pero la verdad es que yo siempre viví en departamentos o en casas pequeñas, así que para mí, eso de tener un jardín y mascotas era algo del otro mundo. Quería saber todo lo que pudiera sobre ese lugar. Charlie me contó que ella también es hija única y le hubiera gustado mucho tener hermanos con los quien compartir buenos momentos. Me sentí identificada con ella, yo no soy adoptada, pero siempre me sentí como una. Después de un rato comenzamos a hablar de mi herencia veela. Largue una sonora carcajada cuando hizo una reverencia hacía mi. Toda una bromista, pensé.Charlotte me contó que nunca había conocido a una, así que pare ella era algo "nuevo". Al contarle sobre mi problema con los chicos, ella me dedico unas palabras que me conmovieron. -Y tu chica lista? ¿Cómo te va con el amor?-dije con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Sobre mi hogar? - repetí, pensativa - Bueno, durante las vacaciones siempre salgo a caminar con un par de amigas muggles que viven cerca y vamos hasta la misma placita todos los paseos, una pequeña y muy linda con algunos juegos infantiles. Las conocí en la escuela primaria, ya sabes, y siempre nos subíamos a aquellos juegos y pasábamos un gran rato - le conté, en respuesta a su pregunta - Aun nos subimos de vez en cuando, para recordar los viejos tiempos, pero más que nada nos sentamos en el pasto y hablamos, con el sol bañándonos con su calidez - continué - Claro que, si hace mucho calor se vuelve insoportable. Esos son los días en que suelo ir a la playa, es decir, la mayor parte del verano - reí - Mis padres tienen un restaurante y trabajo allí como mesera unas horas en los veranos, aunque el último también conseguí un trabajo del mundo mágico aquí en Londres - dije, sonriendo. ¡Qué lindos veranos que había pasado en mi vida! La realidad era que no podía quejarme en lo absoluto de mi vida, y a decir verdad, rara vez lo hacía - ¿Y tú? ¿Qué haces durante las vacaciones? - pregunté, sabiendo que la expresión de mi rostro probablemente delataba la gran curiosidad que sentía. Yo siempre tan chismosa, pensé divertida.
Hice una mueca cuando me preguntó por el amor, pero luego solté una breve carcajada - Bueno, digamos que no soy muy experta en el tema novios. Tuve uno el año pasado, pero no terminó muy bien... - respondí - Me engañó con otra chica, pero no me enteré por él. No sé cuál fue la peor parte - confesé. Mi madre siempre me había advertido que yo confiaba demasiado en las personas que quizás no lo merecían tanto - Pero bueno, ya pasó hace mucho tiempo y no me pone mal hablar de ello. Aprendí algo, o espero - dije riendo - De todas formas, no soy de esas chicas que odian el amor o demás. Simplemente por ahora estoy sola pero igualmente muy feliz - finalicé mi respuesta.

¿Caminar con amigas? ¿Plazas muggles? ¿Juegos? ¿Playa? Ella si que tenía una buena vida. Ella en verano también solía trabajar en el bar de sus padres. Trabajar… Esa palabra resonaba en mi cabeza. Yo nunca había tenido un trabajo, obviamente mis abuelos siempre me habían pagado las cosas y nunca me sentí mal por no hacer nada para ayudarlos, pero ellos están viejitos y la verdad es que yo debería empezar a ahorrar para un futuro no muy lejano, ellos no van a estar siempre para mí. Luego de su fascinante charla sobre su verano me pregunto a mi. Oh Merlín, ¿qué le digo ahora? Pensé. –Yo emmm, en mis veranos leo mucho y salgo por las noches a bailar en lugares muggles. Son más divertidos de lo que seguramente estas pensando –La verdad es que yo nunca salía en verano, digamos que no tenía muchas amigas cerca de casa y me pasaba escribiéndoles cartas y respondiendo las de ellas- A veces acompaño a mi abuela a hacer las compras… Nada muy genial. Suelo aburrirme mucho en verano, lo único que me mantiene feliz es la pequeña pileta que hay en la casa de mi abuela.-dije un poco aburrida. El tema cambió y ahora ella respondía a mi pregunta sobre sus encuentros amorosos. Me contó que un chico la había engañado, pobre Charlotte. Una chica tan buena…Nose porque los hombres hacen eso, cambian a las de linda personalidad por chicas huecas. Me sorprendió que dijera todo riendo, como si ya lo hubiera superado hace mucho. Debo aprender mucho de ella, pensé. Supe que la conversación había finalisado, así que decidí preguntarle otra cosa, solo para seguir hablando con ella, me agradaba mucho esta chica. –Así que dime, ¿Cuál es tu materia favorita? La mía es transformaciones, siempre quise ser animaga, sueño con ser una. Si tu fueras una, ¿qué animal crees que serías? Yo creo que yo sería un lindo Perro SIberiano, por el color de mis ojos, es muy parecido al de esa raza –espero no haberla asustado con tantas preguntas.

- En mi mente se veía divertido, creéme - le dije, riendo - Tenía la imagen de un lugar espacioso, con muchas luces de colores y buena música muy fuerte - le conté. Nunca había ido a bailar a ninguno de esos locales muggles, pero sabía que muchos adolescentes lo hacían para divertirse y que había un par de lugares en el centro de mi pueblo. Sin embargo, no era el tipo de actividad al que yo estaba acostumbrada - Algún día me gustaría probar ir a alguno. Si estoy por Londres te aviso - bromeé, aunque la verdad era que no me hubiera molestado en absoluto encontrarme en algún momento fuera de Hogwarts con Valerie. Era muy simpática. Me sorprendió lo que me contó sobre su abuela, que la acompañaba al supermercado y utilizaba la pileta de su casa, aunque me resultaba muy dulce - ¿Te llevas muy bien con tu abuela? ¿Vives con ella? - pregunté, curiosa. Esperaba que no me considerara muy metida y había intentado hacer la pregunta sin hacerle acordar de forma directa a sus padres.
- Mmm, Encantamientos es mi asignatura preferida. Me encantan los hechizos para que las teteras dancen, o para levitar plumas. Son geniales - respondí con una risita - Astronomía también me resulta interesante, aunque yo no soy de esas chicas súper intelectuales - finalicé, encogiéndome de hombros - ¡Es cierto! Nunca lo había pensado... Debe ser genial ser animago, y es verdad que tus ojos son muy parecidos... Los siberianos son realmente preciosos - comenté. Su siguiente pregunta me dejó un poco pensativa. No se me venía a la cabeza ningún animal con el que me sintiera identificada - Supongo que sería un ratoncito, o algo por el estilo - contesté finalmente. En mi mente estaba imaginando a los simpáticos ratones de la película muggle La Cenicienta, siempre me habían caído de maravillas, tan divertidos y ocurrentes.

Creo que a ella le gustó la idea de ir a bailar, así que ya planearía invitarla algún día a mi casa, bueno, la de mi abuela para que fuera conmigo a un boliche muggle. Nunca fue una de mis actividades preferidas, pero estaba buena para conocer gente y pasar el rato. Me comento que si algún día se paseaba por Londres, me avisaría. –Sí, claro –le dije. La verdad es que me encantaría gozar de su compañía en vacaciones. Iba todo bien hasta que cometió el pequeño error de preguntarme sobre donde vivía. Charlotte me caía bien, parecía ser alegre y por esas razones no debía contestarle de mala manera. Suspire lentamente y le dije: -Si, vivo con mi abuela, ella vendría a ser algo parecido a una tutora legal. Nuestra relación es bastante buena, pero ella está un poco vieja y a veces no recuerda que vivo con ella, o mi nombre, siempre lo olvida.-no quería llorar, no quería mostrarme vulnerable frente a ella. Desde que mis padres y mi tía murieron, jure que jamás derramaría una lágrima, jamás sentiría esa tristeza de nuevo. Que suerte que ella cambió de tema, sino, tendría que haberme ido corriendo. Me dijo que mis ojos eran parecidos a los de un siberiano, nunca lo había pensado, y tenía razón. Siempre me identifiqué con esos animales, ¿el por qué? No lo sé, pero siempre lo sentí así. Cuando le pregunté que animal sería si pudiera transformarse ella me dijo que un ratón. No pude comprenderlo mucho porque normalmente un ratón era un animal pequeño, escurridizo y miedoso. No quería contradecirla, pero yo siempre decía lo que pensaba y así fue: –Yo creo que más bien, tú serías un hermoso gorrión. Pequeño pero lindo. Es un animal libre al que le gustan los lugares como el campo. Sí, serías un bello gorrión.-le dije sonriendo. Ojala no se haya asustado, pensé.

- Oh, qué lástima - mascullé cuando ella me contó sobre su abuela. Le puse una mano en el hombro a modo de apoyo, y luego cambiamos de tema con rapidez. Valerie se animó mucho más con el tema de las transformaciones y los animagos, lo cual me arrancó una sonrisa. No soportaba ver a la gente triste, sobre todo si no tenía forma de ayudarla o consolarla.
Valerie desacordó con mi idea de un ratón, creía que sería más bien un gorrión. Me encogí de hombros y sonreí - Nunca se me había ocurrido, pero no lo veo tan improbable. Me gustan los gorriones y me encantaría volar. Había dicho ratones porque siempre me parecieron pequeñitos y muy simpáticos, pero los pajaritos tienen esas mismas características - respondí. Esta vez, no se me vinieron a la cabeza los ratones de Cenicienta sino los pajaritos celestes que también eran sus amigos. Salta a la vista que soy hija de muggles, pensé, divertida. Para mí aquel tipo de películas y demás era lo más común del mundo, pero para los hijos de magos no tanto - Además, sería absolutamente genial volar - comenté, con un brillo soñador en los ojos - Poder tener semejante vista del mundo, y el viento...
En ese momento, vi que varios grupos de alumnos volvían a cruzar el vestíbulo, esta vez en dirección a los jardines. Antes la circulación había parado bastante, y el que se volviera a reanudar me hizo imaginar que ya sería la hora de inicio de las clases. Abracé rápidamente a la chica y me puse en pie - Fue un placer hablar contigo, Valerie. Mi clase de Herbología está por empezar, según parece - solté una risita - Espero verte algún otro día, ¡adiós! - me despedí mientras me echaba el bolso al hombre y me dirigía con una sonrisa a las grandes puertas para salir del castillo e ir a los invernaderos.