Casa Parker

Llegamos a casa de mis padres alrededor de las once de la mañana del día de Navidad. Tenía el cuerpo tenso por los nervios y las dudas de como nos recibirían mis padres me taladraban la cabeza. Abrí la puerta de la casa, ya que sabía que no estaba cerrada con llave y penetré en el gran Hall de entrada. Estaba exactamente igual a como lo recordaba. Traspasé el arco que conducía al salón con rapidez, intuyendo que allí estarían mis padres. No me equivocaba. Caminé hasta ellos y me quedé a medio metro, examinando el lugar. Nada había cambiado.
- Hola, mamá - saludé impasible - Hola, papá
Mi padre asintió una vez en señal de que me había escuchado y mi madre se acercó y me dio un frío beso en la mejilla. Luego ambos dirigieron la mirada a Elliot, evaluando su aspecto. Esbozaron algo parecido a una sonrisa, al parecer su aspecto les había agradado. Me aclaré la garganta y lo presenté.
- Él es Elliot Camberlain, mi novio - anuncié y le dediqué una sonrisa - ¿Les molesta sí le muestro la casa? Luego nos reuniremos para el almuerzo - quería salir lo más rápido posible de allí y era la mejor huida.
Mi madre volvió a acercarse, esta vez para besarlo a él en la mejilla y mi padre le tendió la mano para que la estrechara - Es un placer, Elliot, estamos agradecidos de que hayas venido - dijo mi padre en representación de los dos. Dirigió su mirada a mí - Claro, Margaret. Nos veremos a la una en el comedor.
Otra cualidad de mis padres que yo había heredado a medias, ¡la puntualidad! Tomé la mano de mi novio con delicadeza y tiré de él en dirección a las escaleras. La planta baja la conoceríamos después. Subí arriba y pasé de largo el cuarto de mis hermanas y me detuve en frente del mío - Mi cuarto - aclaré. Entré y me quedé allí esperando a que le echara un vistazo - Y aquel es el baño que comparto con mis hermanas - dije mientras señalaba con el dedo la única puerta que había además de por la que habíamos entrado.

Cuando estaba a punto de traspasar el umbral de la casa, Elliot me detuvo, dándome un susto. Lo miré sorprendida, ya que no comprendía por que hacía aquello, ya que él se había mostrado muy contento porque fuéramos a visitar a mis padres las veces que habíamos hablado. Suspiré aliviada en cuanto escuché sus preguntas, medio en broma - Créeme, no deseo nada más en este mundo que huir, pero no hay nada que podamos hacer. Nuestra relación reclama a gritos que hagamos esto para que sea aún más formal de lo que es - dije forzando una sonrisa.
Mis padres recibieron mejor a Elliot que a mí, y en vez de enfadarme, me tranquilizó. Parecía caerles bien. Aunque claro, tendría que esperar a estar a solas con mi madre para asegurarme. A pesar de que parecía imposible que eso sucediera, yo estaba segura de que si ella quería, encontraría la oportunidad.
- Oh, olvidamos presentarnos - recordó mi madre, y apreté la mandíbula. Era como si el mundo estuviera intentando prolongar el momento. Esperé pacientemente, con la mano de Elliot ya enlazada con la mía - Yo soy Clarisse, y él es Balthazar. Ya pueden irse ahora - sonrió amablemente. En cuanto lo dijo, salí rápidamente, pero no tanto como para que fuera descortés, de la habitación y subí a la mía. Rodé los ojos cuando Elliot se asombró y pensó que era gótica - Los góticos usan negro, ¿sabes? Y mi madre amuebló la habitación, no tuve mucha oportunidad de elegir. Tampoco me interesaba demasiado - me encogí de hombros. Esquivé el tema de mis hermanas por unos momentos y comenté - Este baño era uno de mis lugares preferidos, junto con mi cuarto. Pese a que lo compartía con mis hermanas, podía encerrarme ahí a leer o cualquier otra cosa sin que nadie me molestara. Lo mismo que aquí - En mi voz no había ni una pizca de nostalgia. Lo único que había extrañado de verdad eran los jardines y la piscina - No se cuando vendrán mis hermanas - farfullé en respuesta a su pregunta - Espero que no sea pronto - agregué bajito, sin estar segura de si quería que lo oyera o no. No tenía claro cuando le confesaría mis problemas familiares.

Elliot fue muy bondadoso y amigable con mis padres. Me pareció bien por su parte intentar caerles bien, a pesar de que no me agradaba del todo la idea. Probablemente, por la forma en que le hablaban, en un futuro lejano le querrían ver más que a mí.
- Eso sería más punk que gótico - discrepé - Además, esto es un azul océano, no parece tan maligno - comenté y añadí - Es una habitación al estilo de Luis XVI, un rey de Francia de hace muchísimo tiempo. A mi madre le encanta, por eso.
Al terminar de mostrarle mi antiguo cuarto, le tomé nuevamente de la mano con dulzura - Ven, te mostraré donde vas a dormir - dije mientras lo conducía hasta la puerta frente a la mía. La abrí y me puse a un costado de la habitación, esperando a que la evaluara. También tenía curiosidad por ver cual sería su reacción al enterarse de que dormiríamos separados - Lamento decirte que no tienes baño aquí, y tendrás que usar el de abajo - le comuniqué mientras una sonrisa burlona se extendía por mi cara. Entonces miré el reloj y vi que ya era la una menos diez - Mejor bajamos a comer, o mis padres nos matarán. De paso te muestro donde está el baño. Y ya conocerás el comedor.
Salí y bajé grácilmente las escaleras, rapidez, ya que estaba acostumbrada a ellas. Le mostré el camino y luego me dirigí al comedor, tirando de su mano para que me siguiera. Había abandonado el tono burlón y una sonrisa de felicidad se extendía por mi rostro en aquellos momentos, y estaba poco dispuesta a que se borrara, sin importar lo que hicieran mis padres. De todas formas, ya me estaban invitando a que fuera a su casa. Ese era un gran paso en nuestra hostil relación. Cuando llegamos, ellos ya estaban sentados a la mesa, por supuesto. Pero también había otra persona más. Y yo estaba segura de que no era una mucama, a pesar de que no la veía desde que tenía dieciséis años. La sonrisa desapareció de mi rostro en el acto y saludé con frialdad - Hola, hermana - Ni siquiera estaba segura de si era Hannah o Nicole, ya que eran gemelas - Él es Elliot Camberlain, mi novio - Esta vez ni siquiera fui capaz de dirigirle ni una mirada a él, tenía los ojos clavados en mi querida hermanita.
En ese instante, mi madre nos comunicó que se quedarían los mismos días que nosotros. Asentí contrariada y luego ella me indicó donde sentarme - Ve del otro lado y siéntate enfrente mío - indiqué a Elliot en voz bajita, para que sólo él me escuchara. No me gustaba que se sentara al lado de mi hermana, pero sabía que mis padres no lo permitirían de otra manera. Yo me sentaba junto a mi madre, quien a su vez se sentaba al lado de mi padre, que estaba en la cabecera. Volví a mirar a mi hermana y pregunté con indiferencia - ¿Dónde está nuestra otra hermana?
Entonces trajeron la entrada, que eran unos canapés. Tomé uno y aparté la mirada de mi hermana para no parecer tan grosera. Mi madre intervino en aquél momento, levantando su copa con champán - ¡Feliz Navidad! - dijo con una sonrisa al tiempo que se ponía de pie. La imité al mismo tiempo que mi padre y también me esforcé por esbozar una sonrisa convincente. Ya no estaba tensa con respecto a ellos, ya que me querían un poquito y Elliot les había caído bien, pero la que me preocupaba ahora era mi hermana. Con ella siempre me había llevado mal.

Como no me había quedado en vacaciones de Navidad en la escuela, me vine para la casa de mis padres, donde anteriormente vivíamos yo y Nicole. Cuando entré a la casa, Margaret ya estaba adentro, en el piso de arriba, enseñándole la casa a su novio.
Estaba en el comedor, con mis padres. Yo estaba sentada en la mesa, esperando a que mi hermana le terminara de enseñar el piso de arriba a su novio. Ella ya se los había presentado a mamá y a papá, pero a no a mí a Nicky, no tenía muy en claro si ella quería que lo conocieramos, pero yo lo iba a conocer de todas formas. Estaba algo aburrida, sentada pensando en cómo sería el rostro de su novio, cuando se escuchan pasos viniendo hacia acá, debe ser ella, supuse. Nicky estaba en nuestra casa, en Londres, ya que tenía muchas cosas que hacer ahí, entonces la tendría que recibir yo sola con mis padres. Ella entró al comedor , con su novio atras, no le vi bien el rostro porque estaba tapado con el cabello de Margaret. Ella, me saludó con una fría mirada, yo le respondí con malicia -Hola Margaret, ¿con un juguete nuevo?- la burlé. Riéndo entre dientes por la burla, me di cuenta de que su querido novio, era mi "querido" profesor de Trasformaciones., Margaret me presentó con él, y yo inmediatamente, antes de que termine la frase, miré a Elliot, y le dije -Buenos días profesor Camberlain, ¿cómo está usted?-. Era muy raro pensar que mi profesor era su novio, me sentiría incómoda en las clases, ya que su novia me odiaba.
Un rato despues, nos sentamos todos en la mesa, y Margaret me preguntó dónde estaba nuestra hermana Nicky, yo le respondí -Está en casa, porque se quedó haciéndo algunas cosas- un momento despues, mi madre brindó levantando la copa y diciéndo feliz navidad, yo la acompañé levantando mi copa y chocándola con la del resto, exepto con la de Margaret. Hubo un silencio prolongado y luego le pregunté a Maggie, cómo le había ido en este tiempo. Yo esperé anciosamente su respuesta, ya que quería ver en qué clase de miseria vivía.

- Tampoco sé demasiado sobre eso. Sólo puedo asegurarte que no soy gótica - reí.
Cuando en su cuarto exageró sobre la magnificencia del lugar, sólo pude poner los ojos en blanco - No digas eso, tu casa es muy linda. Pero no tiene las cosas de lujo que le gustan a mis padres - le reconforté - Ellos son exagerados.
Cuando me abrazó tiernamente, me di la vuelta y lo besé con dulzura. Cuando nos separamos, murmuré - Entre tú y mi familia me van a volver loca. Cambio de humor cada tres minutos. Alegre, tensa, alegre, tensa - canturreé y reí.
Ya abajo, Elliot sonrió al conocer a mi hermana. Miré a uno y a otro cautelosa y cuando mi hermana lo llamó profesor Camberlain, caí en la cuenta de que él le enseñaba Transformaciones. Ay, ay, ay. Apreté los dientes iracunda. ¿Encima eso? ¿No bastaba con mi hermana me odiara, sino que lo vería a él más que yo? Eso no importa, me dije. Es menor y sabe que es tu novio. Era lo más parecido al alivio que sentiría. Los miré a ambos, y para colmo mi hermana se burló de mí.
- ¡No digas eso! Nunca te presenté a nadie, así que no puedes decir eso - exclamé intentando controlar la voz. No quería que se filtraran ni mis celos ni mi enojo. Después de brindar, me preguntó descaradamente como me había ido.
- Bien, gracias. ¿Y a ustedes?
Mi madre, de una manera rara, notó que estaba tensa y se dirigió a mí - Margaret, hija, relájate. Estás en familia, no en la cárcel - dijo con desfachatez. No sé que es peor, me lamenté. Asentí y le sonreí como pude para que no se enfadara conmigo. Ya tenía suficientes problemas.
- ¿Qué quieres hacer después de cenar, Elliot? - pregunté para cambiar de tema.

- Bueno, supongo que Ravenclaw con Gryffindor se llevan mejor que Ravenclaw con Slytherin - dije con sorna, a pesar de que eso era lo que más me preocupaba de todo. ¿Y sí le caían mejor mis hermanas que yo? ¿Y sí por la amabilidad de mis padres él se daba cuenta de que yo no era así y me despreciaba? Eran posibilidades remotas, y yo lo sabía, ya que Elliot había confesado muchas veces su adoración por mí, pero aún así existían - Ya les caes bien, tontín. Mi padre te estrechó la mano. ¿No te diste cuenta de que a mí ni siquiera me saludó? - dije de forma inconsciente, pero me mordí el labio al darme cuenta de que había revelado demasiada información y que él probablemente notaría que era extraño. Tendría que contarle algún día, pero no quería arruinar ningún pensamiento bueno que tuviera. Me alegré por unos minutos de tener que bajar al almuerzo. Pero antes, mascullé - No es eso justamente lo que me preocupa - y salí de la habitación, sin siquiera saber si lo había oído o no.
- Bueno, podemos pasar el día en el parque. Está muy lindo y hasta tal vez podamos nadar un rato - sugerí y de mala gana, pero no tanto como si me hubiera dirigido a Hannah, ofrecí a mis padres que nos acompañaran. Habían estado en silencio hasta ese momento y se negaron, ya que preferían estar adentro y leer un libro. Asentí y les pregunté por el trabajo a ambos, ya que Elliot no me hablaba, sino que charlaba animadamente con mi hermana. Me ponía los pelos de punta. Ellos contestaron que todo muy bien y me preguntaron sobre el mío. Les conté que ahora era jefa y me felicitaron con mayor cordialidad de la que me esperaba. Les sonreí, esta vez sin fingir. Parecían aceptarme cada vez más y más, al contrario de mi hermana. A los pocos minutos Elliot se dignó a redirigir su atención a mí. Estaba dividida entre la alegría por el nuevo comportamiento de mis padres y el enojo por el de mi hermana, y sabía que no debía agarrármelas con el pobre de mi novio, que no sabía absolutamente nada. Respiré hondo y le sonreí con franqueza - Bueno, se ha quedado en casa. Le di de comer lo suficiente para todo el tiempo que estemos aquí - conté. Había olvidado que mis padres no sabían nada de ella por lo que les comuniqué la noticia de mi nueva (para ellos) mascotita. Entonces él se dirigió a ellos, alabándoles. Le guiñé el ojo, sabía que a mamá le gustaría.
- Muchas gracias, querido - respondió con una sonrisa - Estás invitado a venir cuando quieras. Si Maggie no puede por reciente trabajo que adquirió, ven solo. Serás bienvenido - miró la hora en su reloj y se puso de pie - Bueno, tenemos que irnos a encontrarnos con unos amigos. Volveremos para la merienda - anunció y se marchó junto con mi padre, dejándonos solos a Elliot, Hannah y a mí. Como ya habían servido el plato principal, trajeron el postre. Lo comí con rapidez y me puse de pie, dispuesta a irme también - Esto... - titubeé, no quería llevarme a Elliot contra su voluntad, pero tampoco era prudente dejarlo con mi hermana. No sabía que era capaz de contarle ella - Creo que me retiro. Estaré en el jardín si me necesitan - Mi cuerpo y mi mente pedían a gritos aire fresco. Salí de comedor y me dirigí directamente al living, y luego al patio. Me senté en el suelo bajo un árbol y me abracé las rodillas. Apoyé la cabeza, que ya me dolía. Intenté pensar que él ya era lo suficientemente adulto como para dejarse engañar por jovencitas. Recé para que fuera así.

- Ya sé que no te importan las casas - suspiré - Gracias - sonreí y le di un beso en los labios- ¿Me querrás sin importar lo que pase hoy? - pregunté con un hilo de voz. Luego bajamos al comedor.
Le hice una mueca a mi hermana y comenté a regañadientes - No te va a decir nada en específico. Para él, es normal querer que las personas hablen de ellas mismas sin que se les haga ninguna pregunta. Lo hace siempre - le dediqué una sonrisa con poca energía a Elliot. Mis padres se retiraron y yo también, pero nadie me siguió. Me quedé allí sentada bajo el árbol con la cabeza escondida en mis rodillas, sin saber que pensar. ¿Debía llorar? Ni loca demostraría debilidad frente a mi hermana, y no podía permitirme el lujo de hacerlo y que ella me sorprendiera. Tampoco podía ir a buscarlo, ya que evidenciaría mi descontento. Por lo que permanecí allí, sin siquiera prestar atención a mi alrededor. Dejé que mi mente volara en torno al trabajo, o mi casa, temas que no eran complicados. Pero evité cuidadosamente cualquier cosa que se relacionara con Amy, quien había archivado cuidadosamente en mi memoria, o con lo que estaba teniendo lugar hoy.

No podía creer que mi profesor de Transformaciones sea tan buena onda., me sentía algo rara, pero como Elliot era tan encantador, no podía parar de hablar con él.
No sabía que contarle, porque en mi vida pasaron muchísimas cosas, y tampoco sabía a qué se refería con que le cuente algo, porque una parte de mi historia está basada en Margaret, y mis padres., y no le podía decir que tenía mascota, porque no era asi, entonces decidí contarle -Como verás, no me llevo de maravilla con Margaret- sonreí -Pero si con mi hermana Nicole, tal vez la conoscas, tu otra alumna que es igual a mi- emití una leve risa -Y ahora cuéntame de tí, lo que quieras-
Nos habíamos quedado los dos solos, y él hizo un comentario sobre eso, yo reí entre dientes., luego me preguntó algo y yo le respondí con gusto -No, no es necesario, Maggie está acostumbrada.- agité la mano para quitar la importancia. Luego, le volví a contestar -¡Claro! Me encanta la pareja que hacen- sonreí. Maggie debe estar muy enfadada pensé.

- Bien - sonreí yo también y fui a la planta baja.
Me quedé callada en la mesa luego de que mis padres se fueran, escuchando con atención lo que ellos hablaban mientras comía el postre. Le hice una mueca a Hannah cuando comentó que no nos llevábamos bien - No creo que sea específicamente mi culpa - dije en susurros, pero lo suficientemente alto para que lo oyera. Elliot le contó cosas triviales de su vida, pero una captó mi atención - ¿Por qué dices que tienes conocimientos suficientes como para enseñar Herbología? - pregunté extrañada. ¿Le estaba contando a mi hermana cosas que yo no sabía? Esto iba de mal en peor. Se estaban llevando demasiado bien.
Una vez que salí afuera, me pasé alrededor de diez minutos sin hacer nada, hasta que la impaciencia me ganó y subí como un rayo las escaleras hasta llegar a mi habitación. Me cambié de ropa y me puse una malla de dos piezas con la intención de nadar un poco. A pesar de que era invierno, mis padres en esta época del año techaban la piscina y la climatizaban. También caldeaban el ambiente con la calefacción para que no hiciera frío dentro. Me puse un vestido playero arriba y atravesé el jardín con rapidez por el frío. Había traído un libro conmigo. Me tiré en una de las reposeras a la espera de sentir calor mientras leía. Mi cabeza tampoco daba para eso, por lo que dejé el libro a un lado y cerré los ojos con la intención de descansar un poco, sabiendo que no podría dormirme.

Margaret se había burlado de mí, yo no lo podía creer, entonces le respondí -Tampoco la mía, señorita Slytherin- dije con malicia, sonriéndo.
No puedo gustar de mi profesor de Transformaciones, pensé angustiada, pero no podía parar de ver sus ojos tan hermosos. Reí con el comentario que hizo sobre mí y Nicole, -Suelen hacerlo- le comenté con una sonrisa en mi rostro. Él me respondió con gusto lo que le había pedido que me cuente, comentándome en donde había nacido, y que edad tenía, luego me hizo una pregunta, yo la respondí felizmente -Tengo 17- reí entre dientes -Tal vez necesite un tutor en Herbología, no lo sé, yo solo digo...- comenté. Elliot me caía demasiado bien, estaba muy contenta de que Margaret esté con él, pero a la vez me encantaría estar con él, ya que era tan lindo y encantador. -De nada- le respondí a su agradecimiento -Mmm, no hacemos mucho, no vengo acá desde que tenía dieciséis años, entonces no recuerdo muy bien lo que hacíamos, pero generalmente, cuando era chica, jugábamos a las escondidas con mi hermana, ya que la casa era tan grande que teníamos lugar de sobra para escondernos- reí -El que limpia la casa es nuestro elfo doméstico, Arthur es su nombre, él es muy bueno, y no es amargado como la mayoría, siempre está haciendo cumplidos-.
Él era el novio perfecto, iba muy bien con mi personalidad, ojalá que tenga un hermano, pensé y suspiré muy levemente.

Margaret nos había interrumpido para criticar a Elliot, yo me quedé callada para no empeorar nuestra relación, y esperé unos segundos hasta poder volver a hablar con Ellie. A mí no me iba bien en Herbología, entonces quería un tutor realmente, y Elliot se ofreció, -Gracias, cuando te necesite te llamo- le dije sonriendo. Nunca había sonreído tanto en la vida, es que hablar con Ellie me encantaba, él era tan bueno conmigo, y tan gracioso que la sonrisa se me ponía inconscientemente. Nunca me había sentido tan feliz. -Le digo- fue lo que le respondí a Elllie., él hizo una pregunta algo extraña, yo le respondí decidida -¡No! ¿Por qué iba a estarlo?- reí -Alto, creo que tu te estás aburriendo, ¿no es así?- le pregunté. Creo que él prefiere estar con su novia , pensé entristecida.

- Eso es lo que tú dices - fruncí el ceño. ¿En serio iba a hacerse la inocente? Sin saberlo, ella cada vez hacía que la despreciara más. Escuché atenta lo que me contaba Elliot. Nunca me lo hubiera imaginado - ¡No me lo habías dicho nunca! Te hubiera regalado otra cosa para Navidad - me lamenté.
Mientras que estaba tumbada en la reposera, mi mente, incontrolable, dirigió mis pensamientos a Elliot y mi hermana, tanto que estuve a punto de pararme y poner en práctica mi plan. Consistía en sentarme en uno de los sillones del salón que estaban tapados por la pared y fingir que leía, cuando en realidad escuchaba a escondidas su conversación. Sacudí la cabeza para ahuyentar tales ideas.¡Margaret! ¿Dónde está la Slytherin que no se dejaba intimidar por sus tontas hermanas leonas?, me dije a mí misma, y me avergoncé de siquiera haberlo pensado. Siempre debes mantener tu autoestima alto y estar orgullosa de ti misma, no dejes que alguien como ella te haga sentir mal. Ya relajada por mis pensamientos, me sumí en un liviano sopor, del que sabía que despertaría al primer ruido.

Margaret me sacaba de quicio, con cada palabra suya, mi cabeza explotaba, yo adoraba burlarla, -Magg, no es lo que yo creo, es lo que es- le dije en tono burlón. En verdad no me caía bien esa chica, y más cuando me gritaba, Hayy es lo peor, pensé con mucha bronca. No se que locura se le iba a ocurrir para decirme a la "pequeña" Maggie.
En cuanto a Elliot, el pobre tenía que quedarse sentado a escuchar nuestras peleas. Me alivié al escuchar que no estaba aburrido, entonces me relajé un poco más, y le respondí -No siento que seas mi profesor de Transformaciones, ya que eres diferente a los otros profesores- sonreí. Ya no se me hacía raro ver al profesor en mi casa. Se me habían acabado las palabras, no sabía que decir, entonces dejé que Ellie tomara las riendas de la conversación.