Calles

Todos los edificios de Grimmauld Place se encuentran frente a una plaza. Las calles no son grandes y tampoco hay mucha gente por lo general.

Salí de la casa para pasear un rato por allí, ya que la casa se sentía extremadamente sola. Estaba sin compañía, extrañando como loca y lo peor, sin trabajo por hacer. Me había dedicado a leer un par de libros y dominar nuevos hechizos, pero eso no llenaba en absoluto el vacío que sentía. También había querido escribirle a Sophie, pero no tenía lechuza para hacerlo y además, no quería agobiarla con mis cartas. Finalmente había decidido salir a la luz del sol hasta que este desapareciera en el horizonte. Todavía hacía frío por lo que había tomado un saco y me cubría con él, y antes de cruzar el umbral había agregado al atuendo una bufanda. Paseé en silencio por la plaza sin reparar que allí había otro hombre, y al hacerlo, me volví hacia el otro lado porque aunque me sentía sola, tampoco quería estar con desconocidos. Mi humor era raro aquel día y ni siquiera yo lo comprendía bien.

El hombre que yo había esquivado se me acercó, y estaba demasiado cerca como para echar a andar fingiendo que no lo había visto, por lo que le estreché la mano - Hola, David. Yo soy Heather, un placer. ¿Qué te trae por aquí? - le pregunté extrañada, nunca veía gente que paseara por aquellas calles y por eso había decidido salir ese día. ¿Por qué justo cuándo yo salgo tiene que aparecer alguien?, me lamenté. No podía creer la mala suerte que había tenido. Me miré las uñas cuando halagó mi manicura y descubrí que todavía estaban perfectamente pintadas. Recordé que me la había hecho un día antes de la desgracia porque habían organizado una fiesta para el fin de semana, a la cual claro no había asistido finalmente. Me sorprendió que hubiera durado tanto, no lo había notado nunca en las pocas semanas que habían pasado desde entonces - Gracias - murmuré.

Entendí a la perfección su explicación y esbocé una especie de sonrisa por la coincidencia - A mí me pasa algo parecido - le dije con franqueza. Él me devolvió la pregunta y titubeé unos segundos, intentando elegir las palabras correctas sin delatar demasiado, porque no tenía ganas de que la gente se compadeciera de mí aquellos días - Hace unas semanas que vivo sola y aún no me acostumbro a no tener compañía, es por eso que cuando no trabajo siempre intento distraerme con algo, y hoy tocó el turno de un paseo - contesté finalmente - Ése no es el problema, es que no sé, tengo el ánimo un poco alicaído. Encima que todavía es invierno y por lo tanto me muero de frío... - le aseguré. Él no tenía nada que ver en mi humor. Es más, al menos me proporcionaba una charla un poco interesante para matar el tiempo - ¿Vives por aquí o viniste a conocer? - le pregunté para continuar la conversación.

Estaba de visita, por lo que me pareció un poco grosero de mi parte haber sido tan apática con él. Reuní alegría de donde no había y le sonreí - Sí, es lindo. Además, hasta donde he llegado a comprobar es un barrio tranquilo, sin incidentes dignos de mencionar. Y mis vecinos están bastante cuerdos, que yo sepa - dije y solté una breve carcajada. Él miró su reloj, y yo hice lo mismo para fingir que estaba ocupada en algo, aunque tenía toda la tarde libre. Eran cerca de las cinco de la tarde. Suspiré, me aburriría un par de horas más. Tendría que leer algún libro o algo así. Tal vez podía ir a una tienda muggle y comprar una televisión, porque no aguantaba más el estar allí sola sin nada que hacer. Escribiría a Sophie para saber cuando sería la próxima excursión a Hogsmeade, cenaría y me dormiría temprano. Era el mejor plan que podía imaginar, y eso indicaba lo pobre que era mi vida entonces - Claro, hasta luego. Igualmente - me despedí y le estreché la mano. Paseé un rato más por allí y luego me fui a comprar la televisión.