El Caldero Chorreante

- Siempre me han dicho que Beauxbatons es un muy lindo lugar, y que la calidad educativa muy alta. De hecho, Hogwarts, Dursmtrang y Beauxbatons son los tres mejores colegios de magia de toda Europa, según los libros - comenté - Sí, estudié en Hogwarts. Pertenecía a Slytherin - Esperaba que no fuera de aquellas personas que tenían prejuicios por las casas, puesto que parecía muy buena y probablemente si los tenía serían contra Slytherin. La casa de los 'codiciosos, malos, traicioneros' según el resto de las casas. Para mí, solo éramos muy calculadores y sólo leales a quienes considerábamos amigos verdaderos - Podría ser, soy Jefa del Departamento de Cooperación Mágica Internacional en el Ministerio, por lo que si trabajas allí podríamos habernos visto - respondí. Aunque no desconfiaba tanto de la chica, sólo le daba datos de menor importancia - Sí, es una ciudad preciosa. De noche es increíble. Y no, no extraño, pues aun vivo allí - reí. No fue una carcajada demasiado larga, pero tampoco fue un intento de risa pobre - ¡Qué coincidencia! - exclamé por lo de la edad. Había estado encontrándome con mucha gente de mi misma edad estos últimos meses, algo un poco extraño.

- Si, es un lugar precioso y su nivel de educación es muy bueno. - Concordé - ¿De Slytherin? Genial. He oído rumores acerca de ustedes, pero en caso de que sean ciertos, la regla no parece aplicarse contigo. - Dije. Los egoístas, soberbios, fríos. Margaret no parecía así, tal vez por momentos daba la impresión de ser algo seria, pero nada más. Por un instante me pregunté en que casa hubiese quedado de haber estudiado en Hogwarts. Seguramente en Hufflepuff, pensé. Continuamos buscando lugares en los que podíamos habernos conocido con antelación. Sale el Ministerio y me cuenta que ella trabaja allí. Es la Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional. - Probablemente. Yo trabajo en la Oficina Contra El Uso Indebido De La Magia. - Contesté. Hablamos un poco de Nueva York. - Ya lo creo - Acordé con respecto a la belleza de la ciudad. - Oh, tomé por sentado que también vivías aquí. - Dije un poco avergonzada, pero reí por mi error. Tal vez era por eso que había pasado la noche aquí. Aunque pensándolo bien... Usando la Red Flu habría llegado a su hogar en un santiamén. - La verdad. - Respondí sonriente. Hasta ahora sólo había conocido gente de mi edad. Si mal no me acordaba el pobre de Ushna también tenía veintitrés, al cual le había calculado pésimamente los años.

Asentí en referencia a lo que Bonnie dijo sobre Beauxbatons, hasta donde sabía era tal cual ella lo había descrito. Reí brevemente por su comentario sobre Slytherin, y me alegró saber que realmente no estaba demostrando mi verdadera personalidad a Bonnie, sino estaba segura de que no hubiera hecho aquel comentario. Aunque, quizás, en algún momento ella sí llegara a conocerme y vería que soy bastante fiel al estilo de la que era mi casa - Bueno, supongo que me lo tomaré como un cumplido - bromeé. Realmente, no me molestaba mi personalidad en lo más absoluto - Mmm... no tengo mucha comunicación con tu oficina, aunque sí con el departamento. Tal vez me hayas visto cruzar, o puede que mi nombre escrito en algún lado. ¿Hace mucho que trabajas allí? - pregunté. Luego continuamos hablando sobre Nueva York, y ella confesó que su suposición había sido errada - Ya sé es extraño trabajar tan lejos de dónde vives, pero me gusta aquí. Supongo que en algún momento terminaré mudándome - admití - ¿Desde cuándo dijiste que vivías aquí?

Margaret rió con el comentario de los de Slytherin y le devolví una sonrisa. Cada vez me caía mejor. Parecía una chica sincera y muy amigable, además de que algo me decía que podía confiar en ella sin problema. Reí un poco por su broma. Luego comentó algo más con respecto al trabajo y me preguntó desde cuando trabajaba en el Ministerio. - Hace apenas unos meses, ¿Y tú? - Suponía que hacía bastante. Era sorprendente como desde tan joven ya era Jefa de uno de los Departamentos del Ministerio. ¡Qué sería de ella dentro de diez años! Me habló acerca de lo extraño que era trabajar lejos de su hogar y agregó que en un futuro podría llegar a mudarse aquí. - Puede ser, pero con el tiempo lo irás viendo. - Comenté - ¿Tienes algún pariente viviendo aquí? - Pregunté sólo por curiosidad. Tal vez ese fue el primer impulso que la hizo venir a trabajar aquí. - Prácticamente un año. - Respondí a su pregunta.

- Hace bastantes más años que tú, podríamos decir que unos cuantos meses después de graduarme de Hogwarts. Serían... - dudé un segundo, haciendo los cálculos mentales - Seis años - dije - ¿Es interesante tu trabajo? Siempre me pregunté de qué tipo de cosas se encargaban allí - comenté - Nunca pensé en cambiar de trabajo, es por eso que no conozco mucho de los otros. Siempre quise el mío - expliqué.
Hablamos sobre el hecho de que yo viviera en Nueva York y trabajara en Reino Unido, y me dijo que ya vería luego el tema de mudarme - Sí... Un par de meses atrás estaba segura que lo haría, ahora no tanto - dije secamente. No quería hablar del tema - No, nadie de mi familia vive aquí. Todos en Estados Unidos - respondí, luego de decidir que no era un dato importante de mi vida. El pensar en mi familia me recordó la última visita a la casa de mis padres, y lo mal que había salido. Bueno, parte del viaje había ido pésimo, la otra no - Ah, bueno, no es mucho. ¿Te gusta el ambiente londinense?

- ¿De veras? Estabas algo apurada por mudarte. - Bromeé. - ¿No fue algo difícil alejarte tan rápidamente de tu familia? - Al menos en lo que a mí respecta, había tardado un poco más en vivir lejos de mi seres queridos. Tal vez porque me consideraba una persona bastante familiera. - Podría decirse que sí. Nos encargamos de resolver los problemas que ocasionan los magos en el Mundo Muggle porque a veces se hacen los graciosos y hechizan cosas como cafeteras. - Río un poco por lo que acabo de decir, aunque sólo se trata de una risa leve. - Ser jefa debe ser difícil, pero debe tener su lado bueno, ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? - Pregunté con curiosidad. Seguramente debía disfrutar mucho de él, en especial teniendo a todo un Departamento bajo su cargo.
Me habló acerca de su idea de haberse mudado con anterioridad a la ciudad, pero ahora parece arrepentirse hasta de la simple idea. - ¿Por qué no? ¿Sucedió algo? - Nadie me aseguraba que no se tomara mi pregunta de una manera adecuada, pero valía la pena probar. Luego, me cuenta que todos sus familiares son de Estados Unidos. Estaba en la misma situación que yo, sola sin nadie en esta ciudad. - Si, me gusta mucho. Sin embargo, Londres puede ser una ciudad muy bella pero no se compara con Edimburgo. - El sólo hecho de que fuera mi ciudad natal, me hacía tenerle un cariño especial. Era mi hogar. - ¿Y a ti que te parece Londres? ¿Prefieres Nueva York?

- No sé si apurada... Simplemente tenía planes - comenté, evadiendo a la perfección el tema. No me pareció que sonara demasiado raro, tan solo una chica pensando en mudarse de país en el futuro... No tenía que ser necesariamente debido a una relación amorosa. Podía deberse a múltiples causas - No, no lo fue - zanjé el tema. Hablar de mi familia tampoco me apetecía demasiado. Solté una risita por lo que comentó acerca de su trabajo - Sí, digamos que en prácticamente todos los departamentos del Ministerio hay escuadrones que se encargan de arreglar los problemas entre magos y muggles, que generalmente son "accidentales" - dije, haciendo las comillas con los dedos - Sí, es difícil y a veces estresante, pero me encanta ser la que dirige todo. Nunca me gustó mucho actuar bajo el criterio de otro si difería del mío - respondí - Nunca podría ser militar - bromeé, e incluso reí. Me terminé el último sorbo de café (ya frío) que quedaba y continué charlando con Bonnie. Era una chica muy agradable. Me preguntó la razón por la cual había decidido finalmente no mudarme, y yo titubeé un segundo, sin saber si contarle o no la verdad. Decidí que aun no la conocía lo suficiente y abrirme así frente a un desconocido no era recomendable - Tan sólo cambié de parecer. Me refiero a que debe haber una razón importante para alejarme de mi ciudad natal, ¿no? Puedo seguir tal y como hasta ahora y llegaré igual de rápido del trabajo a casa que si viviera aquí. Los trasladores se aseguran de que sea así - dije.
- La verdad es que nunca estuve por Escocia, y tampoco nadie me ha hablado de ella. ¿Qué es lo que más te gusta de ella? - pregunté con curiosidad - Londres me parece una ciudad realmente fascinante, pero Nueva York también es sensacional. Además, el que haya nacido allí le suma varios puntos a su favor. No podría elegir entre las dos, prefiero quedarme como hasta ahora, ya que es como si viviera en las dos - respondí.

Hablamos un poco más sobre el motivo por el que no se mudaba aquí, pero esta vez sus respuestas fueron cortantes. Parecía que quería evitar el tema lo más que podía. Lo mismo ocurrió cuando le hablé de su familia, pero esto sonaba un poco más grave. Por unos momentos sentí que había arruinado todo. Había tocado un tema privado y algo personal. Tomé un sorbo de mi bebida antes de que terminara de enfriarse y me tranquilicé un poco al ver que reía respecto a lo del trabajo. - Sí, y vaya si esos accidentes causan problemas. Sin embargo, lo menos agradable de mi empleo es penalizar. Entiendo que es necesario, pero simplemente no me gusta. Especialmente si la persona es sentenciada a ir a Azkaban. - Con anterioridad, había presenciado casos injustos en los que una persona era inculpada, cuando en realidad era inocente, y terminaba haciendo trabajo comunitario o en Azkaban. Escuché con atención lo que me contaba acerca de su empleo. - Bueno, eso es un gusto que no puedo darme. En ocasiones me dejo influenciar por los demás. - Reí un poco con su broma - Ya lo creo - Contesté. No había pasado más de media hora, pero sentía que conocía a Margaret de todo la vida. Era extraño, pero hablar con ella era completamente normal, como si no necesitara reservarme nada, porque no tenía con que desconfiar de ella. Con respecto a lo de mudarse, me dijo que prefería quedarse como hasta ahora, viviendo en su ciudad natal. - Si, es duro alejarte de la ciudad en donde pasaste tu infancia, y donde te criaste. A mí me costó el cambio, pero con el tiempo te vas adaptando. Ahora, ya me acostumbré. - Comenté. Con el tiempo te das cuenta que ser independiente y tener tus propias reglas, es lo mejor, pensé.
Hablamos de Escocia y me dice que nunca estuvo allí. Me pregunta que es lo que más me gusta. - Algo que tiene, es la mezcla entre la ciudad y lo natural. Es muy histórica, el castillo de Edimburgo es precioso, por ejemplo, y además está la leyenda de Nessie. - Bromeé en lo último. - Es difícil elegir entre las dos - Concordé con ella.

- Bueno, a mí no me molestaría tanto. Si realmente se lo merecen... - comenté, pensativa. Al menos por el momento, nunca había tenido que castigar a alguien severamente. Tal vez sí descontarle un poco el sueldo a algún empleado porque no cumplía con su trabajo, e incluso echar a un par, pero nada como enviarlos a Azkaban. Suponía igual que de haber tenido que hacerlo, lo habría hecho sin demasiados problemas - ¿Ah, sí? No deberías... No toda la gente es buena, y podrían aprovecharse de ello para que hagas cosas que los favorezcan a ellos, y a ti no - le aconsejé. Parecía una buena chica y no quería que le ocurriera algo así. Tenía un poco de experiencia en el tema, pues yo misma lo había hecho un par de veces, aunque nada demasiado grave. Nunca le había arruinado la vida a nadie, a pesar de en algún momento haberlo deseado. Continuamos con el tema de las ciudades, sonreí - Claro que te puedes acostumbrar, y yo estoy segura de que lo haría en un abrir y cerrar de ojos, pues ya vengo bastante seguido. Nada cambiaría drásticamente, seguiría viendo a mi familia la misma cantidad de veces - Pocas, pensé - y tampoco es que salgo a recorrer Nueva York todas las tardes, generalmente estoy muy cansada por el trabajo. Pero no sé, no siento la necesidad de irme. Quiero mucho a mi ciudad y no me veo viviendo fuera de ella, a menos que sea por una razón especial - comenté. Me extrañaba hablar de sentimientos con Bonnie, pero igualmente no eran tan profundos ni de tanta importancia. No desconfiaba de mi acompañante, pero quería conocerla mejor antes de contarle nada privado. Yo era de andar por ahí gritándole mis secretos al mundo - Además, vivo sola. No dejaría a nadie atrás - agregué.
- Si es tan hermosa como dices, entonces supongo que algún día me pasaré por allí. Preguntaré por tu familia - bromeé, y reí un poco para que entendiera que no hablaba en serio - Y... ¿Qué haces en tu tiempo libre? Por ejemplo, ¿qué piensas hacer hoy? - pregunté. Me pareció que no le importaría contármelo, para charlar un rato.

- Qué suerte. Yo siempre siento lástima. - Agregué. Me consideraba una persona buena y a veces lo era en exceso, lo que me dificultaba tomar decisiones que perjudicaban a los demás. Parecían tan inocentes para mí... - Si, es mi punto débil. Lo sé, no me gustaría salir dañada, pero por momentos me sale del alma ser así. - Comenté. Escuché su consejo - Gracias, lo voy a tener en cuenta. - Y claro que lo haría. En el pasado no tenía ningún recuerdo fuerte de que algo así me hubiese ocurrido, tal vez fue por eso que nunca cambié mi forma de ser. Pero siempre podía haber una primera vez. Volviendo al tema de las ciudades: - Eres fiel a tu ciudad natal - Comenté. Luego agregó una frase que mostraba una indirecta en el fondo - Que raro, has pasado tanto tiempo aquí... ¿Y no has encontrado nada por lo que quedarte? ¿O alguien? - Pregunté. Esperaba no haberme desubicado con mi pregunta, pero si no quería responder yo lo entendería, después de todo era un tema bastante personal. Me sorprendería que Maggie no tuviera a nadie a su lado. Tal vez una de las razones por las que no había renunciado a Nueva York era porque alguien la esperaba allí.
- Sería magnífico. Yo en cuanto pueda viajaré a Nueva York para conocerla. - Reí por su broma y contesté: - Ya creo que lo harás - Me preguntó que hacía en mis días libres y que tenía planeado para hoy. - Bueno, me gusta leer, hacer compras, salir con amigos, ver películas... lo normal. ¿Y a ti? - Sonreí - Y para hoy no tengo nada planeado. Supongo que más tarde tendré que ir al Ministerio. - Dije con pocas ganas de que eso ocurriera.

- Mmm... yo no - me limité a responder. No iba a darle muchos detalles sobre mi personalidad, no tenía sentido. Es decir, ya me conocería con el tiempo si nos hacíamos amigas y además, podía tener una opinión distinta a la mía sobre mi forma de ser - Aprenderás - le aseguré, y sonreí. A medida que la charla avanzaba me daba cuenta de que éramos muy diferentes, pero eso no hacía que Bonnie me cayera mal en absoluto - No es nada.
Reí por su broma sobre la ciudad natal y me encogí de hombros - Supongo - respondí entre risas - Puede que haya pequeñas cosas por las que quedarme, como mi trabajo, pero nada importante - contesté a su pregunta, intentando evitar mencionar el tema 'Elliot'. Sonreí satisfecha con mi respuesta, ya que no había dejado entrever ningún tema. Estaba segura de que ni siquiera se me había notado en el semblante que era un tema delicado. En realidad, no contárselo era puro capricho y una costumbre, pues nunca contaba cosas personales a la gente al conocerla. Quizá no tenía sentido, pero no me sentía cómoda. Además, todo había sucedido el día anterior y necesitaba tiempo para reflexionar sobre ello. Igualmente ya sabía lo que haría: olvidarlo y seguir. No me permitiría dejar de disfrutar de mi vida - Te lo recomiendo de todo corazón - dije.
- Parecido a lo mío, aunque supongo que en realidad a lo de todo el mundo. Me divierto mirando algunas comedias muggles a veces, y también disfruto mucho de la lectura. También me gustan el cine y la música, y la paso bien tanto estando con amigos como sin ellos. Aunque claro, siempre es preferible la buena compañía - comenté - Me gusta mucho pasear también, y sobre todo caminar por lugares con muchos árboles, como los parques. Mi favorito es Central Park, pero nunca fui a ninguno de aquí. ¿Tienes alguno para recomendarme?

Rió un poco por mi broma de la ciudad. Sin embargo cuando le pregunté si había alguna razón en particular por la cual quedarse, algo que la incitara a quedarse en donde estaba, simplemente respondió que era por el trabajo. - Ajá - Esa respuesta me defraudó un poco, pero no me iba a quedar con ganas de saber algo más. Después de todo, comenzaba a tomarle confianza a mi acompañante y esperaba que a ella le ocurriera lo mismo con respecto a mi. - Eso quiere decir... que no tienes a nadie por quien quedarte, ¿cierto? - La interrogué. No quería forzarla pero tal vez me contaba algo... Aunque tampoco pretendía quedar como una chusma. - Si tú lo dices entonces no duraré en hacerlo. - Respondí con una sonrisa. - Tal vez podría pasar a visitarte en ese entonces.
- ¿Comedias? Las adoro. En realidad, amo películas de cualquier género menos las de terror. - Comenté - Debo admitir que me dan un poco de miedo. - Sonreí un poco al pesar que una grandulona como yo pudiera asustarse de cosas así. - ¿Cuál es tu favorita? - Pregunté para sacar tema. Además era un tema que captaba mi atención, las películas muggles eran excelentes. - La mejor compañía sin duda. - Dije respecto a lo de los amigos. - Si tanto te gusta Central Park, sin duda te recomiendo el Hyde Park. Yo fui algunas veces y es precioso. Seguro te gustará.

Continuó preguntándome sobre la razón por la que tal vez querría quedarme aquí. Suspiré y dudé unos segundos en contarle o no. Por un lado no me agradaba la idea de ponerme a hablar sobre ello cuando era tan reciente, y además, no estaba segura de que ayudara a olvidarlo. Aunque por otro lado, quizá me haría dejarlo atrás sin ningún remordimiento. ¿Quién sabe? Decidí que lo mejor sería una respuesta corta y directa - Absolutamente nadie. Ya no - dije finalmente, con voz firme. No pensaba llorar ni andarme lamentando, aunque sí me había dado pena que hubiera terminado una etapa de mi vida tan... feliz - Claro, allí nos veremos - le sonreí. Suponía que no iría ya mismo, y tal vez para entonces ya seríamos amigas si seguíamos viendo. La verdad era que necesitaba una, para pasarla bien y no preocuparme por nada de a ratos.
- Yo también disfruto mucho con ellas. Algunas son hilarantes, y otras muy creativas. En general, todas me gustan, pero es cierto que las de terror no son mis preferidas. No me dan miedo, pero simplemente no les encuentro el sentido - comenté - Si te asustan, es tonto mirarlas. Y si no lo hacen, la mayoría tiene un argumento muy pobre - agregué - No tengo una específica que sea mi favorita, pero las de época podrían decirse que me gustan más que el resto. Quizá Orgullo y Prejuicio, es preciosa. Me agrada el carácter de ella, no se deja llevar por la corriente - respondí - ¿Hyde Park? He ido un par de veces y me encanta. Yo quería conocer St. James' Park, ¿alguna vez has ido? Si no me equivoco, no está demasiado lejos de aquí. ¿Te gustaría ir? - ofrecí. Me estaba hartando un poco de este lugar encerrado. Necesitaba aire fresco. Además, de esta forma podría seguir conociendo a Bonnie y ver qué tal era. Hasta el momento, me había caído muy bien y aunque me había hecho alguna que otra pregunta personal, no era ni de lejos entrometida.

Después de lo último que le había dicho pareció tardar un poquito en responder. Pensé que estaba buscando las palabras exactas para contarme algo, pero me tomó por sorpresa con su respuesta tan firme diciendo que ya no había nadie. ¿Ya?, me quedé pensando. De todas formas no iba a insistirle más sobre el asunto, tal vez era algo demasiado personal como para contárselo a una extraña e iba a respetar su decisión. Con respecto a Nueva York, sonreí con su respuesta. - Seguro - Sólo se trataba de una especulación. Realmente no tenía pensando realizar ningún tipo de viaje, al menos no hasta las fiestas.
- A mí también me agradan las películas de época. Además de Orgullo y Prejuicio, he visto Sensatez y Sentimiento, pero no me gustó tanto como la primera. Sin embargo, las que más me atrapan son las comedias románticas. La mezcla justa de humor y amor. - Dije - Mi favorita es Un lugar llamando Notthing Hill. - Agregué - No, nunca. Pero sé que queda a unas pocas calles de aquí. - Confirmé - Claro, me encantaría. - Respondí amablemente. Era una linda oferta y no iba a rechazarla. Conocer un lugar nuevo con alguien que llevaba más tiempo aquí que yo era una buena idea. Además, me serviría para conocer mejor a Margaret. Ya de a poco iba tomándole confianza, incluso ya podía decir que una especie de afecto comenzaba a generarse en mi interior hacia mi acompañante. Caminé hasta la salida con ella a mi lado y partimos rumbo al parque.

Se quedó callada después de mi contestación, lo que generó una especie de confusión en mis sentimientos. ¿Quería que me preguntara algo al respecto, para poder contarle todo lo que había ocurrido, o prefería que no dijera nada para así poder guardarme la historia? Por primera vez en mi vida, no lo sabía. Supuse que era debido a que los acontecimientos eran recientes y todavía no terminaba de creérmelo. Después de todo, necesitaba un poco de tiempo para acostumbrarme nuevamente a mi condición de soltera. Había pasado la mayor parte de mi vida así, por lo que no tendría que suponer ningún problema. Continuamos hablando sobre las películas, lo cual desvió mis pensamientos sobre el tema.
- Sí, yo también prefiero la primera. La otra historia no es tan entretenida - acordé con Bonnie - Oh, sí, esas son más que divertidas. Las frases ingeniosas que sueltan a veces los personajes son muy graciosas - comenté. Asentí cuando me dijo su favorita, la conocía perfectamente - Sé cuál es, y me parece realmente brillante. Los actores son muy buenos también - respondí.
Me dijo que nunca había ido al parque, por lo que me puse de pie y dejé unas cuantas monedas sobre la barra para pagar mi café - Por suerte bajé mis cosas conmigo - mencioné. Le sonreí a Bonnie, estaba lista para irme. Me colgué el bolso del hombro. Aunque no dejaba de ser cartera, era lo suficientemente grande como para que el pijama cupiera dentro.

[Continúa en St. James' Park]

Gastos:

~ Gringotts actualizado ~

Empujé la puerta del Caldero Chorreante e ingresé al lugar, soltando un suspiro de alivio al ver lo cálido que estaba el ambiente allí. Froté mis manos con suavidad para alejar el frío y busqué con la vista una mesa que estuviera libre. Me dirigí a una ubicada en un rincón y antes de sentarme me aseguré de que estuviera limpia.
- ¡Fregotego! - susurré por las dudas, apuntándola con mi varita. Una ínfima capa de polvo desapareció y yo sonreí satisfecha. Finalmente tomé asiento y cuando el tabernero se acercó, me tomé unos momentos antes de indicarle mi orden - Quisiera un té de ortiga, por favor - decidí - Si es posible, bien caliente.
Me quedé allí sola esperando a que llegara mi pedido, y una vez lo hizo, saqué de mi bolso un pañuelo limpio y repasé el borde de la taza con él antes de dar un sorbo. El calor de la bebida me recorrió el cuerpo con el primer trago, y la sensación continuó por un rato. Aquello era justo lo que necesitaba para contrarrestar los efectos de las bajas temperaturas, afuera estaba nevando y por más abrigo que llevara encima, no podía evitar sentir frío. Terminé mi té y me puse de pie para ir a la barra y ordenar otro, pero en el camino tropecé con la pata de una silla ocupada por un joven un poco más grande que yo - Oh, lo siento - me disculpé, volviéndome hacia el hombre, y luego me di nuevamente la vuelta con la intención de seguir mi camino.

Estaba allí sentado hace como una hora tomando un cálido té, era lo único que se podía hacer en aquel momento ya que el frío arrasaba con todo. Estaba acostumbrado al friolento clima de allí pero ese día se sobrepasaba y el lugar estaba muy cálido por la calefacción lo que hacía que quieras quedarte a dormir allí. En eso, una chica tropezó con mi pie. ¿Por qué la gente era siempre tan descuidada y distraída? siempre me pasaba, ya era molesto que a donde vaya todos tuvieran un accidente conmigo. Se disculpó, era una jovencita de cabello rubio y ojos claros, la piel tan blanca que parecía de porcelana. Me dio algo de pena pensar así cuando se tropezó ya que sabía que no lo había hecho a propósito. - No... no hay problema - le dije con mis ojos abiertos bien blancos. Su voz era la más dulce y delicada de todas, daba ternura con solo verla. ¿Cuántos años tendría? ¿adulta, adolescente? no podía deducir su edad ya que tenía cara de muchachita pero al mismo tiempo tenía rasgos maduros en su rostro. Una rareza y una belleza indescriptible. Ella se dio vuelta y siguió su camino. Me froté la frente pensativo, que inútil era yo, quería hablar pero también quería estar solo. Sabía que luego iba a lamentarme si no le hablaba, ya que desde que trabajo en el restaurante siempre veo chicas bonitas y nunca les hablo, luego me insulto unas doscientas veces. Sin más rodeos, la seguí hasta la barra sentándome a su lado. Pedí una taza más de té. - Hace frío, ¿eh? - le digo algo seco y frío.

Luego de tropezar con la silla del chico, continué mi camino y encontré un lugar libre en la barra, donde luego de asegurarme que estuviera limpio, tomé asiento. Esperé a que el asistente estuviera libre y pedí otro té de ortiga. Realmente me encantaban, a pesar de que no eran muy populares entre los amigos. Bebí los primeros sorbos de mi taza cuando el chico con el que me había disculpado se sentó a mi lado y ordenó un té también. Hizo un comentario trivial, sobre el clima, pero me pareció que estaba haciendo un esfuerzo para entablar una conversación.
- Pues vaya que sí - respondí, riendo brevemente - Fui a hacer unas compras al Callejón y casi vuelvo convertida en un cubito de hielo - comenté - ¿Crees que me hubieran vendido de haber sido así? - pregunté unos segundos más tarde, en broma - Ya sabes, en plan: "Estatua de hielo de chica joven a color" - dije, imitando una voz grave y masculina como si fuera un vendedor de alguna de las tiendas. Me di cuenta de que había hablado demasiado en muy pocos minutos, por lo que decidí mantenerme en silencio y esperar a que él dijera algo. Mientras tanto, di unos cuantos tragos más de mi té, cuya calidez seguía reconfortándome, y escruté un poco su rostro, aunque con disimulación. No era feo, a decir verdad, y parecía un buen chico.

Esperé a que la señorita me respondiera mientras le daba otro sorbo a mi segundo té. El frío abundaba cada vez más. Ella me dio la razón a lo que le decía sobre la helada, por lo que asentí con la cabeza mientras tomaba otro sorbo de mi té. Me explicaba que se había congelado al salir a hacer unas compras. - Sí, creo que todos lo hemos experimentado - acordé. Su piel era blanca y parecía tan delicada, acompañada de un cabello rubio alvino y unos ojos azules despampanantes como dos luceros brillosos, era muy linda. - Que lindos ojos tienes - le hice un cumplido mientras intentaba esbozar una sonrisa agradable, - Ojalá podamos... ya sabes... vernos en algún otro lado, cruzarte sería muy agradable - intenté no ser tan directo. Luego hizo un chiste imitando una voz de hombre y haciendo un par de gestos, solté una risa pequeña sonriendole solo de un lado y aparté mi vista, mirando el techo, una vez más le di un sorbo a mi té, acabando con él. Me acordé que habría una función en el restaurante donde trabajo dentro de 15 minutos, - Lo siento, debo irme. Deséame suerte, debo atravezar toda esa nieve y el frío - dije mientras me colocaba mi gorro de lana y me acomodaba la bufanda - Nos vemos - dije y me fui rápido, debía apurarme si quería llegar a tiempo.

Continué hablando con el desconocido joven y cuando se agotó el tema del frío, me halagó diciendo que tenía bonitos ojos - Oh, gracias - respondí con una sonrisa humilde. Su siguiente frase me convenció de que me había seguido hasta allí y me había hablado porque le parecía una linda chica. Sin embargo, ese hecho no me enfadaba en absoluto. Por el contrario, me sentía halagada - Lo mismo digo - contesté, manteniendo una expresión afable en mi rostro. El chico, del cual todavía no sabía el nombre, rio con mi chiste, pero luego se puso en pie precipitadamente para marcharse. Lo miré ligeramente confundida, pero asentí y lo vi alejarse al tiempo que le deseaba suerte. Me quedé reflexionando acerca de él unos minutos, toda la situación había sido extremadamente rara. Apuré mi té y dejé los galeones correspondientes a mi consumo sobre la barra, en dos prolijas y estructuradas pilas. Me puse de pie con lentitud, colocándome todo el abrigo que tenía encima. No me apetecía demasiado volver al frío de las calles londinenses, pero no tenía mucha alternativa. Respiré profundamente y salí del bar.