Casa Fouine

Muy bien, ya estábamos en casa. Al llegar abrí la puerta para que las chicas pudieran pasar con sus valijas. Para mí, habían traído mucho más de lo que podrían necesitar para una semana pero no dije nada. - Bienvenidas - Comenté finalmente. - Dejen las valijas a un costado del sillón - Dije señalándolo. Una vez que nos acomodamos dije: - ¿Les apetece comer o tomar algo? Tenemos mucho que hablar y un vaso de agua nos les vendría nada mal. – Y les guiñe un ojo. Luego pensé que tal vez estuvieran cansadas así que agregué: - En caso de que tengan sueño, suban a sus habitaciones y descansen por un rato - Me detuve un segundo a pensar - Ah, Kath, ¿Recuerdas que antes de que te fueras le habíamos hecho unas modificaciones a tu habitación? Bueno, ya esta lista. ¿Te gustaría verla?

Llegamos a casa y lancé un suspiro de mezcla entre cansancio y alivio (por no tener que caminar más). Dejé el bolso sobre el sillón, prometiéndome a mí misma que lo subiría a mi cuarto más tarde. Amaba mi nueva casa ya que tenía el aspecto por fuera del típico hogar londinense, pero por dentro era muy francesa. Combinaba a la perfección mis dos nacionalidades. Reí para mis adentros por aquel pensamiento y me dejé caer en uno de los asientitos - ¡Sí, por favor! - pedí algo exageradamente cuando nos ofreció comida y bebida.
- No, no tengo sueño, mamá - le aseguré y dirigí mi vista a Katherine para ver que decía ella. Más que nada yo quería charlar y tomar el té, un hábito de los ingleses que se me había impregnado. Me puse de pie mientras mi madre hablaba con mi prima y comencé a hacerme el té yo misma, para no molestarlas. Terminé justo cuando mamá le ofrecía ir a conocer su nueva habitación. Tomé la taza para no perderme de nada y me acerqué a Kath - ¡Sí! ¡Vamos a verla! - exclamé entusiasmada mientras le daba un empujoncito con la mano para animarla a que subiera.

Cuando llegué, estaba algo agotada, pero resistía. La tía Elisabeth nos dio la bienvenida y nos ofreció comer algo. -No gracias, tía Elisabeth- le respondí. Luego, volví a pensarlo, y me corregí; -Bueno, pensandolo bien, si- y reí. Nos ofreció también que si teníamos sueño irnos a dormir. -No, no tengo sueño- le aclaré y me senté en el sillón. Luego, con una pocas palabras que dijo, que me alegraron mucho, salí disparada hacia mi cuarto, a verlo. Cuando llegué, me quedé contemplando su belleza. -Es genial- me dije a mí misma. En eso, fui hasta el living otra vez, y con una sonrisa gigantesca le dije; -¡Me encanta la habitación! Muy linda en verdad, ¡gracias!-. Estaba muy feliz, además, ahora no tendría que dormir en un colchón en el piso, porque tenía una linda y grande cama para acostarme.

Cuando entraron dejaron sus valijas en donde les había indicado. Ahora que estaban aquí, sentía que la casa tenía más vida, ya no era tan solitaria. Luego vi como una tras otra caía sobre el sillón. Al preguntarles si querían comer algo ambas dijeron que si y Jane fue directo a la cocina. No tuve ni tiempo para preguntarle si necesitaba mi ayuda, que ya estaba de vuelta con unas tazas de té para todas. - Muchas, gracias cariño. Deja la bandeja sobre la mesa, por favor. - Cuando le conté a Kath de su habitación, salió disparada para verla. O las chicas son demasiado rápidas o me estoy volviendo vieja, pensé. Ya que en un abrir y cerrar de ojos Kath estaba de vuelta en el Salón - Me alegro que te guste tanto, ya no tendrás que dormir en el piso. - Bromeé. Antes de sentarme, fui a la cocina y busqué unas galletas, era yo la que tenía hambre. Luego tomé un sorbo de mi té y les pregunté: - Bueno, ¿Qué tal la escuela?

- De nada, mamá - respondí mientras depositaba la bandeja en donde me había indicado. Me dejé caer en el sillón y cerré los ojos unos segundos, descansando el cuerpo - Se siente taaaaaan bien no tener que preocuparse por nada esta semana - comenté y abrí los ojos. Solté un suspiro de satisfacción y dio otro sorbo a mi té. Vi como Kath subía como una flecha en dirección a su habitación y como medio segundo después ya estaba con nosotras de nuevo. Me eché a reír por su prisa y luego esbocé una sonrisa enorme - ¡Qué suerte que te gustó! Cuando quiere, mamá sabe como hacer las cosas sin su estilo francés - dije y la miré divertida. Tomé una de las galletas que había traído mamá y la mordí, tenía un sabor delicioso.
- Bien, nada fuera de lo normal. Llega un punto que es agotadora, excepto tus clases, claro - solté una carcajada - ¿Y a ti? ¿Alumnos muy complicados?

Jane y la tía Elisabeth se había puesto muy feliz porque me había gustado mi cuarto. Reí un poco, ya que no sabía por qué pero me daba gracia. Nos había preguntado cómo nos había ido en la escuela. -Pues, bien, casi igual que a Jane- le respondí, aunque no me había ido tan parecido a Jane como traté de decirle a mi tía. Recordé todas las materias, y me agarró dolor de cabeza. También, me había dado un poco de sueño, pero me lo aguanté completamente. Estaba alegre por mi cuarto. Adoraba tener un cuarto propio, porque antes, cuando mi cuarto no estaba terminado, dormía con Jane es su cuarto. Odiaba dormir con ella.

Una vez que Jane se sentó en el sillón dijo que se sentía bien no tener que preocuparse de nada por una semana. - Ya lo creo - Convine - Disfrútenla a pleno, se la merecen. - Dije guiñándole un ojo. Cuando Kath volvió de su nueva habitación y yo volví de la cocina con las galletas, comenzamos a charlar - ¿Debería creerme ese comentario, Jane? - Bromeé - Claro todos, son encantadores. Hasta ahora nunca tuve que mandar a nadie con la directora, eso es una buena señal. - Dije sonriendo. Por otro lado, Kath dijo que le había ido bien - ¿Casi tan bien como a Jane? ¿Ocurrió algo, cariño? Sabes que puedes contármelo. - Dije con dulzura ya que sabía que sus palabras tenían doble sentido.

- Tú también, mamá - repliqué. Ella había trabajado tanto o más que nosotras.
- Sí, mejor que te lo creas - seguí la broma y comí un pedazo de mi galletita. Tomé un sorbo de té y luego escuché lo que decía mi madre - ¿Ah, sí? ¿A ninguno? - me sorprendí - Hay algunos Slytherins que son de terror... - comenté, y luego me tapé la boca avergonzada porque recordé que mi prima pertenecía a esa casa - No me refiero a los que son como tú, Kath, pero en algunas clases mías hay una chica que hace locuras. Para mí que es para llamar la atención - les conté.
Observé con curiosidad a mi prima por el comentario que había hecho. Me quedé en silencio, prestando atención, y después de un ratito pregunté a mi mamá - ¿Y? ¿Cómo te sienta Gran Bretaña? ¿Se te hace raro no hablar en francés? - le pregunté y solté una carcajada.

NdA: Violeta es francés.

Escuché una parte de la conversación entre Jane y Elisabeth. Mi tía había dicho que por ahora no tuvo que mandar a la dirección a nadie. Luego, me preguntó que estaba pasando con mis notas. Se había dado cuenta de que no me estaba llendo muy bien. Sonreí tímidamente, como si le fuera a decir algo terriblemente malo, que no me interesaba mucho a mí, pero de seguro no le iba a agradar nada. -Pues...- hice una pausa, -Tal vez...- le dije entrecortado, -No me fue muy bien en Historia de la Magia- le comenté, miré hacia abajo y le dije -Me saqué un desastroso- le confesé, y comencé a reír, sin razón alguna. No quería que me rete, y menos que me castigara, aunque no creía que lo fuera a hacer. Luego, Jane dijo que había algunos Slytherins de terror. Le lancé una mirada envenenada. -¿Perdón?- le pregunté retóricamente. Luego, inmediatamente ella dijo que no se refería a mí. -Ahh, mejor así, Jane- le dije, y reí entre dientes. Tenía bastante sueño, así que comencé a ir hacia mi nuevo cuarto. -Me voy a dormir.- avisé

- Gracias, cariño - Le agradecí a Jane. Aunque la que en realidad se las merecía era ella, me habían llegado noticias de que le estaba yendo muy bien en las asignaturas. Para ser sincera, no sabía nada de las notas de Kath, algo que realmente me preocupaba. - ¡UN DESAS... Que voy a hacer contigo! - Dije. Al principio me sorprendí de mi misma elevando tanto la voz, luego me controlé - Espero que te pongas las pilas, señorita. Y descuida, solo por ser la primera nota no estás castigada. Sólo espera a que llegue la segunda... - Comenté ya imaginándomela. Reí un poco por el chiste de Jane y tomé un sorbo de té antes de que se me enfriara. Se sorprendió al escuchar que no tenía alumnos traviesos. También comentó que lo Slytherin eran de terror y no puede evitar soltar una pequeña risita que sabía que le molestaría un poco a Kath - Lo siento, pero tienes que admitir que es verdad, ¿A qué no? - Bromeé. Jane también se disculpó y me contó acerca de una compañera suya en las clases. - Lo más probable es que así sea. Detesto esos alumnos, los padres deberían enseñarle cómo comportarse. - Esperaba que no me dijera que no tenía padres porque podía morir de la vergüenza en ese instante. Kath comentó que tenía sueño. - Claro, descansa. Luego hablamos. - Se me hacía que tenía muchas cosas por contarme aún. Una vez con Jane, me preguntó por mí - Gran Bretaña me parece un lugar hermoso, ya lo considero como mío. Aunque le falta algo... no es Paris - Afirmé con melancolía.

Solté una risita por el comentario de mi madre sobre las notas de Kath y rápidamente la convertí en tos para intentar disimularla. Me quedé callada mientras la regañaba y recién volví a hablar cuando cambiaron de tema - Totalmente de acuerdo, aunque seguro que están abstraídos por el trabajo - dije con respecto a los padres y sacudí la cabeza como fingiendo decepción.
Kath se retiró a dormir y mi madre contestó a mi pregunta. Me alegró mucho saber que ya se había adaptado al país - Te entiendo. Al principio, cuando nos mudamos, me costó muchísimo adaptarme aquí. Eran vacaciones y la extrema humedad de Londres me volvía loca. Tener que hablar inglés, aunque dominaba perfectamente el idioma por papá, me resultaba extraño. A veces incluso me confundía y contestaba en francés - reí - Con papá no pasaba nada, porque claro, él lo entendía a la perfección. Pero el resto de la gente me miraba como si hubiera perdido la cabeza - dijo, en francés ya que Katherine se había retirado - Y ahora por las dudas, para no perder mi manejo del francés, siempre que puedo lo hablo - le contó, y sonrió - ¿Querrás viajar a Francia en las vacaciones de verano? - pregunté con curiosidad.

Me dio un poco de gracia el disimulo de risa de Jane, aunque me contuve. Luego hablamos un poco más sobre los padres de su compañera y me dijo que estaba de acuerdo - Probablemente no le presten mucha atención, debe ser por eso que se comporta como se comporta. - Dije dudando - ¿Es así todo el tiempo? ¿La conoces personalmente? - Para ser sincera, quería enterarme de un poco de chismerío del colegio.
Jane empezó a contarme acerca de su experiencia en Gran Bretaña. Dijo que al principio era difícil especialmente en la parte del inglés, pero que ya se estaba acostumbrando. - Créeme, se cómo te sientes. Toda mi vida hablando francés y de un momento a otro tener que cambiar tu idioma natal, no es cosa fácil. - Dije con una sonrisa. Luego me habló un poco sobre su padre. Edward... pensé. Esto me sirvió para hacerme acordar de algo - Casi me olvido de contarte: Tu padre me envió una carta hace unos días. No te dije nada porque quería que fuera una sorpresa, pero... dentro de poco vendrá a visitarlas. - Con más claridad según sus palabras: "Si me lo permites Lizzy, me gustaría visitar a nuestra hija..." Al menos dijo nuestra, pensé.
Luego me preguntó si me quería ir de vacaciones a Francia - Jane, me encanta que seas tan motivada por los viajes, te admiro, pero recuerda que no somos millonarios. No puedes decirme un día, nos vamos de vacaciones, armar las maletas y listo. - Comenté riéndome un poco por su repentino cambio de idea. - Tomémoslo con calma, por ahora queda en un tal vez. - Dije convenciéndola.

- En realidad, no. La conozco sólo porque somos compañeras de curso, y tampoco me interesa demasiado hacerme amiga - contesté, y sonreí un poco avergonzada por mi comentario - Quien sabe, tal vez sea agradable cuando la conoces, pero la verdad es que no da esa primera impresión - comenté. No quería mencionar el nombre por miedo a que Katherine, que era de la misma casa, la conociera.
- Sí, es horrible. Por eso aunque el inglés me gusta, contigo prefiero hablar francés para no perderlo. Me niego completamente a que eso ocurra, y pienso enseñarle el idioma a mis hijos si es que tengo - dije, y sonreí ampliamente. Sabía que eso le encantaría a mi madre. Escuché con atención lo que dijo mamá a continuación sobre mi padre. Casi pego un saltito de la emoción, no lo veía hacía mucho y a pesar de que vivir con mamá me fascinaba, lo extrañaba muchísimo a él porque me había acostumbrado a verlo más seguido - ¡¡Genial!! - aplaudí, festejando - ¿A visitar a quiénes? - pregunté extrañada, ya que había usado plural.
- No, no. Me has malentendido. Me refiero a que quiero ir pero lo que te preguntaba era si ibas a querer visitar tu país en las vacaciones. Si tú querías ir. Eso me interesaba, nada más - le expliqué con sinceridad. No era mentira, lo había preguntado realmente con esa intención - Sé que no somos millonarios, pero falta mucho. Y pienso tomar un trabajo de verano en vacaciones - le conté - Bueno, yo también tengo sueñito - dije con un bostezo - Me voy a la cama.

[Sucedido el 16 de Julio de 2013]*

Me desperté alrededor de las diez de la mañana aquel día, con un muy buen humor. Era mi cumpleaños. Me calcé unas pantuflas, me cepillé los dientes y bajé rápidamente los escalones mientras me peinaba el cabello. Ya quería ver a mi familia y comenzar los festejos. No podía creer que estaba cumpliendo 17 años, lo que significaba que a partir de ese día era mayor de edad y podía hacer magia fuera del colegio. La nostalgia y la felicidad se mezclaban en mi interior haciéndome sentir algo extraña, pero en absoluto triste. Por un lado me encantaba ser grande, pero por otro solo quería retroceder el tiempo y volver a ser la niña que se mudaba a Inglaterra con su padre y se enfrentaba a un mundo completamente desconocido sin la compañía de su madre. Deseché esos pensamientos nostálgicos y esbocé una sonrisa. 17 años, pensé, a disfrutarlos.
Bajé velozmente al piso inferior, saltéandome incluso algunos escalones, y entré en la cocina donde suponía encontraría a mi madre. Así fue. Me ubiqué detrás de ella silenciosamente con la intención de hacerle una pequeña broma y asustarla. No estaba segura de lograrlo, pero no perdía nada con intentar.
- ¡Bu! - exclamé, y luego reí.

Esa mañana me desperté más temprano de lo habitual, era un día especial: El cumpleaños número diecisiete de mi querida Jane. Parecía que fuese unos días antes cuando la tenía en mis brazos acurrucándola y cantándole para que pudiera dormir en las noches. Estaba tan grande, ya era una adulta. Esos eran los momentos en los que deseaba plenamente volver el tiempo atrás y revivir tantos hermosos recuerdos una y otra vez. 

Luego de un pequeño entresueño, por fin decidí levantarme. Me acerqué al cuarto de mi pequeña y noté que aún seguía dormida. Mmm, pensé, creo que un desayuno sorpresa es una buena forma de empezar un cumpleaños. Rápidamente me lavé y cambié para comenzar con mis planes secretos en la cocina. Al llegar, tomé los ingredientes necesarios y comencé a preparar los wafles. 

Mientras los cocinaba, me acordé de su regalo.  – Voy a revisar que esté bien. – Dije para mí. Rápidamente fui al sótano y comprobé, que al igual que su futura dueña, el pequeño gatito gris seguía durmiendo.  Aún le quedaba leche en su pequeño plato por lo que supuse que no necesitaría de mí. Para cuando estaba de vuelta en la cocina, los wafles ya estaban listos. Preparé el café y me acerqué a la ventana. Tomé un jazmín de la pequeña planta que había allí para luego ponerlo en un pequeño florero. Acomodé todo prolijamente en una bandeja y me dispuse a llevar el desayuno hasta su cama cuando oí que mi estómago rugía. Después de oler tanta comida deliciosa, yo también había empezado a sentir hambre.

Empecé a preparar mi té cuando sentí unas manos sobre mi espalda.  - ¡Me asustaste pequeña traviesa!  - Jane se encontraba detrás de mí.  - ¡Bon Anniversaire, ma ciel!  - Dije abrazándola y dándole un beso en su mejilla – Como verás, planeaba llevarte el desayuno a la cama, pero fuiste más rápida que yo. El lado bueno de esto, es que podremos desayunar juntas, ¿qué te parece? – Comenté sonriente.

Mamá se llevó un susto por mi pequeña broma, lo que significaba que había logrado mi cometido. Me deseó un muy feliz cumpleaños en francés y me abrazó. Le devolví el gesto y sonreí ampliamente. Adoraba a mi madre, y estaba más que contenta de que se hubiera mudado a Londres el año anterior.
- ¡Merci beaucoup! - exclamé sin perder la sonrisa - Me encantaría desayunar contigo - respondí, y tomé asiento en la mesa de la cocina.
Mi estómago emitió un leve rugido, haciéndome recordar lo hambrienta que estaba. Apenas pude comencé a comer los deliciosos waffles que mi madre había preparado para mí - ¡Están riquísimos! - le dije, pues era verdad. Siempre le salían exquisitos, pero esta vez aún más. O quizás era que yo veía todo con el optimismo propio de mi día de cumpleaños. Me tomó solo unos minutos terminar de engullir el que tenía en el plato y rápidamente me serví otro - ¿Qué tal dormiste? - pregunté a mamá para entablar una conversación mientras desayunábamos.

Jane me agradeció por mi saludo y aceptó mi propuesta. - Muy bien, a sentarse - Dije mientras tomaba la bandeja y me dirigía a la mesa. Empezamos a desayunar y Jane comentó que los Waffles estaban ricos - Me alegro que te hayan gustado, cariño - Respondí con una sonrisa. 

En el momento en el que me disponía a darle un sorbo a mi té podría jurar que había oído un leve ruido. Seguro fue mi imaginación, pensé. Pero allí estaba de nuevo, por segunda vez. Agudicé el oído y finalmente lo distinguí: Parecía el sonido de garritas contra una puerta... Y venían de sótano. Creo que un pequeño bandido se ha despertado, dije para mí misma sin poder evitar exteriorizar una sonrisa. Tenía la esperanza de que Jane no lo notaría, quería esperar a que terminara su desayuno para entregarle su gatito. 

En eso, ella siguió con la conversación - Bastante bien la verdad - Aunque hubo alguien que se puso a maullar en medio de la noche porque tenía hambre - ¿y tú?  - Pregunté - Imagino que estuviste ansiosa. Y hablando de eso, ¿tienes algún plan para hoy? ¿Te verás con alguien? 

Continuamos conversando mientras yo engullía un segundo plato del desayuno, realmente estaban muy ricos - Dormí perfecto - respondí, sonriente - Me costó un poco conciliar el sueño, pero una vez que lo logré no me desperté hasta hace un ratito - añadí, y luego me llevé otro pedacito de waffle a la boca. Reí y asentí con la cabeza respecto a su comentario sobre la ansiedad - No te haces una idea de cuánto estaba esperando que fuera 16 de Julio - comenté, soltando una carcajada.
Me tomé unos segundos para contestar a su siguiente pregunta, mientras daba un sorbo a mi café. Mi mente comenzó a imaginarse miles de actividades posibles para festejar mi cumpleaños número diecisiete, pero ninguna me convencía. Quería ver a mis amigos, de eso estaba segura. Extrañaba muchísimo a Fabián, e incluso a Sabino, a pesar de que me sacaba de quicio bastante seguido. Sonreí al recordar todos esos momentos que había pasado con ellos en Hogwarts el año anterior, y finalmente me decidí a darle una respuesta a mi madre - No tengo nada planeado aún, pero me gustaría encontrarme con Fabián y Sabino. ¿Crees que podrían venir aquí un rato por la tarde? Y una vez que estén aquí decidimos bien qué hacer - contesté, esbozando una cálida sonrisa. Hablar de los planes para festejar mi cumpleaños me ponía muy contenta - Oh, y también me gustaría ver a papá, si te parece bien - agregué en un tono de voz algo más bajo. No sabía cómo se tomaría aquello mamá, aunque suponía (y esperaba) que no sería para mal.

Comentó que había dormido perfecto exceptuando el hecho que de que le había costado dormirse - Me alegra oír eso, nos garantiza que estarás con todas las pilas para hoy. - Dije alegremente. Agregó también que estuvo esperando a que ese día llegara con muchas ganas - Lo creas o no, yo también. Después de todo, es el primero de tus cumpleaños que pasamos juntas en mucho tiempo. - No quería ponerme sentimental, pero la verdad es que ese día lo consideraba aún más especial de lo que era. Mi hija ya podía considerarse una mujer joven, aunque en mi corazón siempre sería mi niñita.

Le tomó unos segundos responder a mi pregunta, supuse que en su cabeza estaba haciendo planes. En el ínterin, aproveché a darle un sorbo a mi té, que por cierto se estaba enfriando. Seguramente Jane extrañaba a sus amigos ya que no se había reunido con ellos hacia bastante. Y así fue. - ¡Por supuesto que sí! Pueden quedarse aquí todo el tiempo que quieran. - Comenté una sonrisa - ¿Serán ellos dos solos? Pregunto para calcular de que tamaño tendré que hacer el pastel - Solté una risita al final. Pero no fue todo, también quería invitar a su padre. Edward, pensé. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo había visto. Específicamente, la vez que me había reencontrado con Jane. Ya casi un año había pasado desde aquello. - Seguro, puede venir. - Traté de esbozar una sonrisa, aunque no sabía si había salido bien. La verdad no guardaba rencor con mi anterior esposo, pero tener que compartir un tiempo juntos desde de varios años, me ponía un poco... nerviosa. 

- Es verdad - exclamé con sorpresa. Hacía mucho tiempo que no pasaba un cumpleaños con mi madre - Me alegra mucho que hayas venido a vivir aquí el año pasado- dije, sonriéndole a mamá. Quizás yo no era la persona más demostrativa del mundo en el día a día, pero en el interior apreciaba muchísimo su presencia. Estar alrededor de mi madre me hacía sentir seguridad y calidez. Probablemente no se lo hacía saber muy seguido y tampoco de forma tan efusiva por haberme contagiado de la actitud inglesa, más reservada. Sin embargo, aún conservaba algunos rasgos más extranjeros, como el de parlotear todo el día.

Se me iluminaron los ojos cuando me comunicó que Sabino y Fabian podía quedarse aquí todo el tiempo que quisieran - ¿En serio? - pregunté, emocionada - Sí, sí, no tengo muchos más amigos cercanos que invitar, no quiero nada demasiado grande. Prefiero pasarlo con los más íntimos y listo - respondí. Me puso muy contenta también que no tuviera problema en que viniera papá, pues podría pasar el día con los dos al mismo tiempo, en lugar de dividirme el tiempo para estar un rato con cada uno. Eso me hizo recordar también que faltaba otra personita - Bueno, también está Kath incluida, por supuesto, y papá - añadí, sonriendo. Terminé mi café de un trago y comí el último bocado de waffle que me quedaba - Estuvo delicioso el desayuno, gracias, mamá.

- A mi también me alegra mucho haber venido aquí. Puedo pasar mucho más tiempo contigo, y con Kath, por supuesto. - Le dije con una sonrisa. Estaba orgullosa de la hija que tenía y quería aprovechar cada momento que pudiera con ella, en cierto modo para recuperar el tiempo perdido. 

Pareció contenta cuando le permití dejar a sus amigos quedarse en casa - Pueden quedarse cuanto tiempo quieran, eso sí, deberás ayudar a acomodar todo. La casa debe estar perfecta. - Nunca había visto antes al tal Fabián y a Sabino. Me gustaba el nombre Sabino, tenía la impresión de que ese chico sería muy agradable. Estaba ansiosa por conocer a los amigos de Jane, aunque sabía que debía actuar con naturalidad. - Me parece una buena idea. Los más cercanos para pasarla de maravilla. Seremos pocos, pero te aseguro que lo pasaremos muy bien. - Acordé -  Prometo no hacerte pasar vergüenza delante de tus amigos. - Dije dejando salir una pequeña risita al final. - Katherine estaba en la lista de invitados de mi cabeza desde un principio - Reí un poco - Claro, por supuesto tu padre también. - Por algún motivo que desconocía, mi subconsciente tenía muchas ganas de volver a verlo.

Finalmente, me agradeció por mi desayuno, a lo que respondí que no había de qué y dije: - Antes de que te vayas a disfrutar de tu día, tengo que entregarte algo muy especial. Cierra los ojos. - esbocé una pequeña sonrisa - Enseguida vuelvo, no mires - Le advertí. Rápidamente descendí las escaleras hacía el sótano donde el pequeño minino se hallaba. Lo tomé en mis manos y lo coloqué en una caja, especialmente adornada, que actuarían como el envoltorio del regalo. Me aseguré que tuviera dos pequeños agujeros para que el gatito pudiera respirar; regresé a la cocina, con la caja en mis manos - ¡Feliz cumpleaños, cariño!  - Volví a decir - Espero que lo disfrutes. Cuídalo muy bien. - Dije mientras le daba la caja. Moría por ver su reacción. Deseaba con toda el alma que el obsequio le gustara. 

Mi día de cumpleaños estaba yendo de maravillas, y en gran parte era gracias a mi madre. Ella me había preparado un desayuno delicioso, así como había permitido sin problemas que vinieran a festejar mis 17 años todas aquellas personas que yo había querido. Estaba ansiosa porque conociera a mis amigos, aunque a Fab ya lo había visto un par de veces, especialmente en el castillo, y también porque se reencontrara con mi padre después de tantos años separados. Aunque no quería admitirlo, tenía una leve esperanza de que forjaran nuevamente una buena relación, si no amorosa, al menos de amistad - Te ayudaré a acomodar todo, lo prometo - acordé de inmediato. Si esa era la única condición para que vinieran Fabian y Sabino pudieran quedarse en casa, la cumpliría con gusto. Además, la casa ya estaba bastante ordenada de por sí, aunque mi madre al parecer creyera que no. Siempre había sido un poco obsesiva en ese aspecto, como todas las madres. Reí cuando me aseguró que no me haría pasar vergüenza - Sé que no lo harás, mamá. Garde votre calme* - dije, rozándole el brazo con mi mano suavemente.

Antes de dejarme marchar mi madre dijo que tenía una sorpresa para mí. Cerré los ojos, tal y como ella me decía, y oí el sonido de sus pisadas alejarse hasta que desapareció completamente. Me moría por saber qué era aquello que ocultaba, pero obedecí y no espié al escucharla regresar. Mantuve mis párpados cerrados firmemente mientras aguardaba, y los abrí recién cuando me deseó feliz cumpleaños. Me entregó una caja al tiempo que yo farfullaba un corto 'gracias', concentrada en realidad en mi regalo. Quité la tapa con rapidez, preguntándome qué podría llegar a hallar dentro. Ahogué un grito de sorpresa al ver el contenido. Un hermoso gatito color gris claro me miraba desde dentro con unos bellos ojos celeste grisáceo. Definivitamente, no me esperaba aquello. Una radiante sonrisa iluminó mi rostro al tiempo que lo cogía con delicadeza, y lo acunaba contra mi pecho. Era realmente precioso. Me deshice en frases de agradecimiento dirigidas a mi madre mientras dejaba al gatito nuevamente en la caja para darle un fuerte abrazo - ¡¡No lo puedo creer!! ¡Es el mejor regalo que podrías haberme dado! - afirmé, contentísima.

Pasado un minuto me aparté de ella y observé a mi nueva mascota con aire pensativo - ¿Cómo lo puedo llamar? - me pregunté, dudosa. Exprimí mi cerebro en busca del nombre ideal, intentando recordar todos aquellos que me habían llamado la atención alguna vez - Libatius, Oliver, Albus... - mascullé, pero ninguno me convencía - ¡Eddard! - exclamé al fin - Le queda perfecto - confirmé luego de echarle una mirada - Y podré decirle Ed, o Eddie también - añadí y volví a tomar en brazos a mi gatito. Estaba que no cabía en mí de la felicidad - ¡¡Muchas gracias, mamá!! - dije nuevamente, sin poder contenerme. Le di un abrazo de vuelta, más corto que el anterior, y con cuidado para no aplastar a Eddard - Es el gato más hermoso del mundo - comenté, rascándole la parte de atrás de las orejitas.