Calles

Se enojo mucho cuando le dije cerdito, pero era lo que él me había dicho- ¿Servinito?, ¿te llamas a ti mismo como una bebida alcohólica mezclado con idioma indio?, Yo ser Lindsay. No te entiendo, te enojas porque te digo Cerbito y me dices que te llamas Cedito, y te vuelves a enojar y me vuelves a corregir diciendo que te llamas Servinito, creo que te queda muchísimo mejor Cerdito, como también tierno- Le agarre los cachetes, por cierto asquerosos con mis manos.-Hay que cosita tierna- Le dije como hablándole a un bebé. Cuando el chico asintió que yo era Sexy, Cerdito lo negó, diciéndome que no tenía nada de Sexy y que el mundo no giraba al rededor mío. Lo tome de su capa acercándome lo más que pude a él y poniendo mi cara a milímetros de la suya- ¿Que yo no soy que?- Pregunté con mi voz más atractiva, estaba casi segura que lo haría tartamudear al hablar. No puedo creer que esté haciendo esto con este viejo para sucia, tiene un olor insoportable, ¿Hace cuanto no se baña?, lo único que me complace es que lo molesto hasta tal punto que se pone bordo. Volví a alejarme un paso del cerdo y le volví a preguntar sobre el museo- Pero, debe de haber un museo de dinosaurios por aquí, estoy segura.- Lo dije en tono muy serio como si fuese verdad.- Por preguntar nada más, pero... ¿Hace cuanto que usted no se baña?, creo que le haría bien un poco de jabón, o a lo sumo perfume.- La estaba pasando fenomenal, y no me importaba lo que los demás pensaran de mí, muchas veces me habían dicho ramera otras chicas, pero no le dí nunca importancia.

Ella se estaba haciendo la estúpida y la que escuchaba mal. Cada vez venía con un nombre diferente. Ya iban Cerbito, Cerdito, y ahora Servinito. ¿Se creía que era un acohólico ó qué? Era obvio que no entendía a las mujeres con Lindsay. Me dijo unas cosas estúpidas, como siempre lo hacía. -No me gusta el alcohol. Y además, yo siempre te dije que me llamaba Cerberus. Nada de Servinito, Cerdito o Cerbito. ¿Podrías dejar de inventar nombres falsos para mí? Gracias. Eso me molesta mucho. Es lo mismo que te llame a ti Morza. ¿Te gustaría? Yo creo que no.- exploté en su cara, casi gritándole. Me daba muchísimo enojo que me tome del pelo. Ella se creía muy canchera haciendo todo eso, pero en realidad, se veía como una inútil sin cerebro. Toda la gente ha de pensar que estamos locos. O al menos que ella lo está. Ya que yo no había hecho ninguna locura. Ella pregunta sobre museos de dinosaurios y le pregunta a alguien cualquiera si le parece sexy. ¿Quién se cree que es? Estaba rojo de la furia. Agarró mis cachetes y los estrujó con fuerza. Casi la pateo al ver que hizo eso. También mencionó algo que mejor no repetir. Pareció sorprendida cuando yo le dije que no era atractiva. -No, no lo eres. Además, si vienes a molestarme a mí, además de no ser atractiva parecerás una inútil- le respondí. Ella parecía algo divertida, como si estuviera jugando conmigo. Eso me molestaba. De seguro estaba bromenado cuando decía que había un museo de dinosaurios. No podía ser tan estúpida y descerebrada para pensar que realmente había uno. Ella ya era tonta de por si, pero pregunta eso la iba a hacer parecer peor. -No hay ningún museo aquí- volví a explicarle, aunque parecía que no entendía. Dijo algo muy maleducado después de insistir con el museo. Me preguntó hace cuánto que no me bañaba, cuando me había bañado hoy a la mañana. Era todo un invento de ella. -Me bañé hoy a la mañana, así que me parecería mejor que se aleje de mí, no quiero que me saque lo limpio- impuse, y seguí caminando, tratando de que ella no me siguiera.

Ella fingió entender mal. Me enojé mucho con ella. Ya casi no podía reprimir las ganas de explotar en su cara y gritarle de todo. -No, te equivocas. Me llamo Cerberus y quiero que me digan así. Ningún apodo.- le dejé en claro, para que no me sacara la paciencia. Tenía que contener la postura. No podía de la nada comenzar a patearla. También dijo que no le molestaría que la llame Morza. Comentó que eran muy tiernas. -Entonces, si quieres, te llamo Mamut- le propuse sarcásticamente. ¿A ver qué dices ahora? Pensé maliciosamente. Ella también propuso que yo la llamara Morza y ella a mí Pony rosa. -¿Qué te parece si no Lindsay?- acoté con maldad. Ella se creía lo más, así que yo la iba a poner en su lugar. ¿A ver si se creía tan inteligente ahora? Ella no se comparaba conmigo. Era una vagabunda de por ahí. De seguro no tenía ni empleo ni casa. Deduje que estaba viviendo sola en las calles, y cada tanto encontraba una presa para molestar. La odiaba con el alma. Y se hacía la terca. Estaba seguro de que ella no buscaba realmente un museo de dinosaurios. Nadie con cerebro podía buscar uno. -No hay nada aquí, en el Callejón Diagon. Pero, ¿te digo dónde hay uno? En tu imaginación... Allí hay todos los animales que quieras.- le expliqué, sarcásticamente, y con una voz como si le estuviera explicando la tabla del dos. Hizo que me 'recomendaba' cambiar de shampoo. Dijo que parecía que me acababan de sacar de una cloaca. Yo no le presté atención. -Gracias por la "recomendación". Pero estoy bien- le agradecí muy falsamente. Cuando al fin me estaba alejando de ella, pasó algo muy sorprendente. Ella se aferró a mi pierna, mientras que me decía cosas ridículas. Yo sacudí la pierna, hasta que se desprendiera de ella, y seguí caminando muy rápido entre la gente, cuando al fin la perdí de vista. Entré muy rápido al lugar de los calderos, y compré lo que quería. Por suerte no tuve que seguir hablando con ella. Ya estaba muy estresado.

Estaba paseando por el Callejón Diagon, cuando de repente veo una cabellera marrón muy particular frente a la vitrina de Artículos de Calidad para Quidditch. Inmediatamente me paré, aunque sin entender bien por qué. Sentía que conocía a la persona cuyo pelo yo había visto, pero no estaba segura de dónde. Me acerqué al lugar, aún un poco confundida respecto a la muchacha. Pretendí observar las escobas en exhibición durante unos minutos, pero en un momento giré la cabeza para fingir buscar algo en la calle. El movimiento me permitió ver a la chica mejor, y un recuerdo se me vino a la memoria. ¡Mis vacaciones por Estados Unidos! ¡De ahí la conocía! Sonreí ampliamente y me volví hacia ella.
- ¡Paula! ¡Qué sorpresa verte por aquí! ¿Cómo has estado? - le dije mientras le daba un beso en la mejilla, a modo de saludo. Sabía que en su país esa era la costumbre - Todavía no puedo creer que nos hayamos encontrado aquí...

Apenas la saludé, ella dijo mi nombre. Me alivió saber que ella también me recordaba a mí, pues hubiera sido de lo más vergonzoso si hubiera tenido que explicarle de dónde nos conocíamos - ¡Oh! ¿Beauxbatons? Es una muy buena escuela... Entonces saber hablar francés a la perfección ahora, ¿eh? - comenté con una risita.
- ¿De mi vida? Han pasado tantas cosas desde que nos vimos por última vez... No sé si sabías o no, pero me enviaron una carta que me invitaba a estudiar en Hogwarts, así que fui y cursé los últimos 7 años allí. Pertenezco a la casa de Ravenclaw - le conté. Luego recordé un pequeño detalle - En realidad, pertenecía a Ravenclaw. Me acabo de graduar, ¡este año! - me corregí, aumentando el tono de voz al final de la oración a causa de la emoción. Aún no podía creer que hubiera terminado el colegio, que debía trabajar y mantenerme por mi cuenta - Pero claro, todavía tengo que recibir las notas y comprobar que no he repetido curso... Aunque lo dudo, pues no recuerdo haber desaprobado nada - agregué - Y también las de los EXTASIS, para así saber qué empleos puedo solicitar y cuáles no. Va a ser una decisión difícil, no estoy segura de lo que quiero.

- ¡Gracias! - comenté. Luego escuché que había suspendido absolutamente todas las asignaturas y me tapé la boca con la mano a modo de sorpresa - ¿Necesitas ayuda? Podría explicarte algo si no entiendes - le sonreí, para que no se sintiera mal - Le puede pasar a cualquiera, no te preocupes - le aseguré - Pero, ¿fue por alguna razón en especial? ¿Te ha ocurrido algo? - pregunté, consternada, pensando que tal vez algún acontecimiento reciente malo en su vida la había llevado a desconectarse del estudio - Sí, estoy segura de que lograrás pasar de curso - le dije con una sonrisa - Tampoco es tan complicado... Y siempre está la opción de dejar de estudiar alguna que otra materia que no te guste y por eso te cueste - añadí, dándole unas palmadas en el hombro a modo de apoyo. Me preguntó por el futuro, algo que no tenía demasiado definido aún - Bueno, la verdad es que no lo tengo del todo decidido, pero creo que seré profesora. Ya sabes, siempre fue mi sueño. La otra opción era desmemorizadora, pero he oído que la plaza de Aritmancia está libre... - dejé la frase en el aire, con tono pensativo. Realmente tenía que ponerme a pensar que quería hacer de mi vida - Podría probar un tiempo, y si no llega a gustarme, cambiar de empleo. ¡Soy joven aún! - exclamé y solté una carcajada. Miré al cielo, ya era media tarde - ¿Te parece si vienes a mi casa y tomamos el té? Así podemos conversar un rato más - ofrecí.

Luego de terminar mi jornada de trabajo, decidí tomarme un descanso y recorrer las tiendas del Callejón Diagon. Últimamente las compras se me daban mucho. Tendría que volverme más estricta conmigo misma en ese sentido o terminaría en banca rota por ser una compradora compulsiva. Sin embargo esta ocasión estaba justificada. Dentro de una semana sería el cumpleaños de mi padre y harían una reunión para celebrarlo. Necesitaba un vestido nuevo que llevar, aunque la verdad es que estaba un poco perdida. Nunca había sido muy buena para elegir vestidos yo sola. Podía probarme un armario entero, pero siempre tendría la duda de cuál debía ser el indicado. 

Finalmente llegué a Twilfitt y Tatting. Me detuve en la vidriera a contemplar las prendas. Había un bonito vestido turquesa en una esquina, y otro color hueso a la derecha... Esto iba a ser complicado. 

Caminaba por el Callejón Diagon, aburrido, en busca de un par de túnicas nuevas. Comprar ropa no era mi actividad favorita, pero varias prendas mías ya estaban pidiendo a gritos un recambio: tenían los bordes desgastados y la tela empezaba a tener un aspecto levemente raído, y yo no tenía intención de ir a trabajar vestido como un indigente. Quizás tendría que haberle pedido a mi amigo Elliot que me acompañara, pero no se me había ocurrido en el momento.

Estaba cerca de Twilfitt y Tatting cuando divisé una bella cabellera castaña, y mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Podría ser ella? Me acerqué disimuladamente para comprobarlo antes de hablarle. ¡Es ella!, pensé con alegría. No podía creer la suerte que tenía, hacía meses que no la veía.

- ¡Eh, Bonnie! ¿Eres tú?- la llamé mientras me paraba a su lado - ¿Cómo has estado? No te veo hace meses - me interesé, sonriéndole. Nos habíamos visto un par de veces en el pasado y siempre me había caído de maravillas. Era atractiva, amable e interesante; no podía alardear de conocer demasiadas mujeres así - Nunca se me hubiera ocurrido cruzarte aquí, ¿qué te trae al Callejón?

Mientas observaba la vitrina, noté una presencia a mi lado. Me giré cuando oí que me llamaban por mi nombre. Era el chico que había conocido unos meses atrás en el Caldero Chorreante. Encontrarlo me había producido alegría repentina.

- ¡Will! - Dije a modo de saludo. Me quedé observándolo unos segundos y luego me acerqué para darle un pequeño abrazo. Una parte de mi se sintió pequeña ante esa pequeña muestra de afecto. ¿Acaso me sentía intimidada por este chico? No lo sabía. - Estoy muy bien, ¿y tú? - Respondí a su pregunta.  - Ya lo creo. - coincidí con lo del tiempo sin vernos. Estaba igual que como lo recordaba: alto, de hombros anchos, rubio y con sonrisa encantadora. - ¿No? Y eso que frecuento bastante en el lugar - Comenté dejando ver una sonrisa - Digamos que tengo una reunión dentro de poco y necesito vestido para la ocasión.  - Solté una risita - ¿y tú que haces por aquí? No creo que mirando vidrieras, precisamente. - Era agradable tener un poco de compañía, sobretodo si era inesperada.

Me alegró que me reconociera al instante, después de tantos meses, temía levemente que no se acordara demasiado de mí. Afortunadamente no era el caso. Le devolví el pequeño abrazo de inmediato, con una linda sensación de satisfacción - Muy bien también, gracias - respondí con una sonrisa. La imagen mental que había tenido de ella todos estos meses luego de conocerla no le había hecho justicia; en mis recuerdos era bella, pero en persona era más que bellísima.

- ¡Tienes razón! Trabajas en el Ministerio, ¿cómo no ibas a pasar por aquí con frecuencia? Qué tonto soy - dije al tiempo que me golpeaba la frente con la palma de la mano y luego reí un poco. Me contó por qué estaba allí y descubrí que era un motivo ligeramente parecido al mío - Pues lo creas o no, también vine a comprar ropa. Mis túnicas se están poniendo algo viejas y necesito obtener algunas nuevas para trabajar. Ya sabes, no quiero parecer un linyera enfrente de mi clase, los cuatro fundadores de Hogwarts se levantarían de sus tumbas y me matarían si continúo usándolas - respondí, bromeando al final - De todas formas, debo admitir que no es mi actividad favorita en el mundo. ¿Cómo va tu búsqueda de vestidos? - pregunté para dirigir la atención hacia ella.

- Me alegro -Respondí cuando dijo que había estado bien últimamente. 

 - Claro, es mi camino de vuelta a casa. Y debo admitir que me encanta que forme parte de él.  - Fue lindo que se acordaba de ese detalle. Pensé que ya lo habría olvidado. O por ahí yo lo estaba exagerando todo. - Pero... ¿no deberías estar en Hogwarts en este momento? - Sabía que había habido un receso por navidad y demás, y hasta donde tenía entendido los profesores no salían del castillo, salvo en ocasiones. - ¡Qué coincidencia!  Me parece bien, no sería lindo que te confundieran con alguien así, ni que te mataran por usarlas. - reí un poco con su broma de las túnicas gastadas.

- Hasta ahora no conozco ningún hombre que tenga las compras como actividad favorita. - Solté una risita - Pero si le ves el lado positivo, es solo por hoy y luego te olvidas de volver a pisar una tienda de estas por un tiempo. - Y guiño un ojo con complicidad.  - Si quieres puedo ayudarte con eso, después de todo a mi encanta. - Sugerí en tono amable. - Además de que se me da muy bien. - Dije fingiendo falta modestia. De paso podría aprovechar a pasar un poco más de tiempo con él, que hacía mucho que no lo veía.  - Y si no te molesta, podrías darme algún que otro consejo a mí porque no se por donde empezar.  - Contesté a su pregunta - Después de todo la opinión de un hombre es la que más vale.  - Dije sonriendo, expectante por su respuesta. Esperaba que dijera que sí. 

- Es un lindo recorrido de vuelta a casa - coincidí. En mi caso, cuando salía de trabajar me iba derecho a mi despacho en el castillo, no tenía que cruzar ninguna calle o siquiera aparecerme en otro lugar. Lo que sí hacía de vez en cuando era visitar Hogsmeade después de las clases - Bueno, sí, pero ya a esta hora he terminado mis clases y necesitaba con urgencia hacerme esta escapada. Además, era el mejor día para venir - respondí, encogiéndome de hombros - La verdad que sí, no me gustaría morir tan joven y hermoso. Sería un desperdicio - bromeé. Aunque yo no era engreído, en ocasiones solía decir ese tipo de cosas, medio en chiste.

- No debe haber muchos - reí - Tienes razón, compraré la suficiente ropa como para no tener que volver en mínimo un año - repliqué, con una breve carcajada. Cuando se ofreció a ayudarme, se transformó automáticamente en la mejor persona del mundo - ¿De verdad harías eso? Te estaría muy, muy agradecido. Con la compra de ropa muggle más o menos me arreglo, pero para las túnicas soy un verdadero desastre - confesé - Claro, me encantaría ayudarte - acepté de inmediato. De esa forma, podríamos pasar algo más de tiempo juntos. Disfrutaba estar con ella y así nos conoceríamos aún mejor - Creo que me irá mejor en eso que en la elección de mi propia ropa - dije y luego solté una risotada. Era más que obvio que se me haría más fácil opinar qué vestido le quedaba más bonito que elegir qué túnicas me serían más útiles para trabajar. Y, además, también sería mucho más divertido.

- Me parece bien, es bueno tomar un descanso de la rutina. - Hogwarts me parecía un lugar increíble. Siempre dije que si no hubiera estudiado en Beauxbatons, hubiera sido allí. Pero tampoco podría permanecer nueve meses del año encerrada en un castillo. Solté una risa por su comentario petulante, aunque era más que obvio de que se traba de una broma. - Ya lo creo.  - Dije en tono sarcástico, siguiendo el chiste. Aunque... sí que sería un desperdicio. ¡Ya basta!

- Es una gran idea. - coincidí, riendo un poco. Después de eso, me agradeció por ayudarlo con las compras. - Por supuesto, además no tengo nada más que hacer. Va a ser divertido. - Sabía que la pasaríamos bien. Además, de esta manera podría conocerlo un poco mejor. Si bien parecía que lo conocía desde hace tiempo, ¿cuántas veces nos habíamos visto? ¿tres? Pero la verdad era que había disfrutado cada una de ellas. - ¿En serio? Qué extraño. A mí siempre me pareció más difícil comprar ropa muggle. Es tan diversa, varia tanto, que siempre tengo problemas a la hora de elegir algo.  - A veces era algo frustrante. Aceptó ayudarme con mi vestido. - Gracias - Dije sonriendo. Agregó que sería más fácil para él que comprar túnicas. - Pero ten por sentado que tomará mucho más tiempo. Después de todo, sigo siendo una chica. - Solté una risa - ¿Listo para el reto? - Lo desafié. 

De reojo miré el horizonte y vi como el sol muy lentamente empezaba a ocultarse. Sería mejor que entráramos, no quería volver muy tarde a mi casa. - Ven - Dije haciéndole una seña con la mano - Entremos. - Avancé hasta la puerta, y al abrirla, unas campanillas anunciaron nuestra llegada.