Casa Camberlain

Cocina

Salón

Baño

Dormitorio

Jardín

Llegué a tiempo a casa de Elliot. Intenté poner mi mejor cara de alegría y toqué el timbre. Me moría por conocer el interior de su casa. No me había arreglado tanto como otras veces ya que había estado con el ánimo alicaído últimamente por la reciente muerte de mi amiga, y además, no sabía bien por qué Elliot me había invitado, aunque sospechaba que era por mi cumpleaños. Tal vez me proponga que seamos novios oficialmente, me esperancé. Quería que tuvieran lugar cosas muy felices en mi vida para de así poder olvidar la tristeza que me invadía por la pérdida de Amy. Mi rostro se había ensombrecido, por lo que lo recompuse, no con el éxito que hubiera deseado, pero sí bastante bien, y esperé a que me abrieran la puerta.

Llegué con algo de retraso, pero sabía que a la cumpleañera no le importaría ya que estaría divirtiéndose con su novio y amado Elliot. Hasta donde sabía, ya habían avanzado un montón en su relación. Estaba muy feliz por ellos, en especial por mi amigo, ya que se lo veía alegre. Toqué el timbre y aguardé, con mi regalo en la mano. No era gran cosa, pero creí que le gustaría. Sonreí. Esperaba que hubiera invitado a alguien más, ya que tenía miedo de sentirme incómodo si solamente estaban los dos tortolitos.

Llegué un poco tarde a la fiesta, se me había hecho difícil encontrar la dirección de la casa y además tuve que pasar por una tienda para comprar el regalo de Maggie. Espero que le guste, pensé. Estaba muy sorprendida pero a la vez encantada de la amabilidad que había tenido Elliot en invitarme a una fiesta de cumpleaños sorpresa para su novia. Los había conocido en el banquete de Halloween en Hogwarts y para ser honesta no habíamos conversado demasiado. Espero que vaya Will, rogué. Al llegar toqué timbre y esperé a que me atendieran. No se escuchaba nada desde afuera. Tal vez no había nadie.

Me besó en el cuello, algo que solo él haría a modo de saludo. Reí entre dientes por su originalidad, y penetré en la casa cuando terminó de abrazarme. Me moría por conocerla. Era la primera vez que reía, aunque fuera poquito, en los últimos días.
- No es tan humilde - lo reconforté mientras le daba un leve empujoncito juguetón.
Me la mostró tan rápidamente que apenas pude examinar las habitaciones. Me pareció bonita, aunque era más modesta que la mía. Sonreí divertida, comprendiendo por fin la razón de su vergüenza, a pesar de que me costaba hacerlo porque aún estaba triste, lo hice por Elliot y todo el esfuerzo que él había puesto en organizar esta fiesta.
En ese momento volvimos a la entrada y llegó el amigo con el que Elliot estaba cuando nos conocimos. Según él, su nombre era William. Le sonreí aparentando entusiasmo.
- Un placer, soy Margaret. Aunque creo que eso ya lo sabes - le tendí la mano y miré de soslayo a Elliot con picardía.
Luego nos abrazó a todos juntos, aplastándolos, y no pude evitar soltar una carcajada. Era tan propio de él. Alguien tocó la puerta en ese momento y me sobresalté, además de esperar intrigada para ver quien era.

Elliot se alegraba mucho de verme, al igual que yo de verlo. Entramos a la casa y me presentó a su novia. Margaret estaba tal cual al recordaba. No pude evitara reír al rememorar el día en que se habían conocido. Era realmente sorprendente que hubieran llegado tan lejos en su relación luego de aquel estrepitoso comienzo, especialmente por parte de Elliot.
- Encantado, Margaret - dije mientras reía entre dientes - Sí, siento como si te conociera de toda la vida. Elliot me ha hablado mucho de ti - agregué mientras miraba yo también a mi amigo, divertido.
- Bueno, ¿qué tienen planeado para hoy? ¿Comemos y pasamos el rato? - pregunté interesado. Pretendía ayudar a Elliot en todo lo que pudiera para que Margaret no tuviera ni que hacer algo ni que esperar.
Me sorprendí con el abrazo grupal que nos dio, pero luego comprendí que cabía esperarse de él ese tipo de cosas. Volví a reír.
Sonó el timbre dos veces seguidas, con un pequeño intervalo entre ambas. Primero entró Elisabeth y luego Emily.
- ¡Hola, chicas! - saludé entusiasmado. Esto parecía ponerse cada vez mejor - ¿Así que somos los dos únicos hombres en esta fiestecita? - bromee y le pegué una piña despacito a Elliot en el antebrazo.
- Esto... ¿te importaría darnos un recorrido por la casa, Ellie? Así no tenemos que preguntar cada dos por tres dónde está el baño y ese tipo de cosas - pedí divertido. Tenía el presentimiento de que nos la íbamos a pasar bárbaro.

- Ay, dios. Este Elliot es increíble - comenté divertida mientras le daba un beso en la mejilla y dejaba que me abrazara por detrás.
- Mmm... en realidad no lo sé. Esto es tan sorpresa para mí como para ti - volví el rostro hacia Elliot y pregunté interesada - ¿Qué planeas que hagamos hoy, cariño?
En ese instante llegaron Elisabeth y Emily, una después de la otra.
- Buenas, Elisabeth - le sonreí intentando parecer entusiasta - ¿Cómo estás? La última y única vez que nos vimos fue hace ya más de un mes - dije mientras hacía la cuenta mentalmente. Sí nos habíamos visto el 31 de Octubre por primera vez y estábamos a 7 de Diciembre, había pasado un mes y algunos días. Yo estaba en lo correcto.
Emily rebosaba alegría. Se acercó a mí resuelta y me sorprendió cuando me dio un beso en la mejilla. No estaba acostumbrada a que los británicos fueran tan efusivos, bueno, a excepción de Elliot, aunque en realidad él era más cariñoso en palabras que otra cosa. Le dediqué la mejor sonrisa que pude y tomé el regalo.
- Muy bien, gracias. Me sorprende que Elliot haya invitado a tanta gente. A parte de él, no conozco a ninguno de los presentes aquí demasiado. Pero de todas formas agradezco de corazón su presencia. Me siento a gusto aquí - pronuncié el largo discurso mientras rasgaba el papel y abría la caja. Dentro había unos hermosos zapatos de taco - ¡Me encantan! ¡Muchísimas gracias, Emily! - dije, más animada que antes. Pero entonces, los zapatos me recordaron mucho a Amy y desee que ella pudiera estar allí. Noté como se me humedecían los ojos y decidí que sería mejor ir al baño para que no se me corriera el maquillaje.
- Voy al baño - anuncié con voz clara y esbozando una sonrisa.
Me dirigí a dicho lugar con rapidez y una vez dentro, me puse frente al espejo. Por suerte para mí, no se notaba en lo más mínimo que tenía los ojos llenos de lágrimas. Agradecía que fuera así, no quería que Elliot se diera cuenta de este infortunio. Reprimí las lágrimas, logrando que no se desbordaran más que una o dos.
Margaret, me dije, seria. Todos están reunidos aquí para festejarte a ti, a tu cumpleaños, así que ni se te ocurra largarte a llorar. Todos pusieron mucho esfuerzo en preparar esto, así que sonríe a todo el mundo y diviértete como nunca. Ya te lamentarás en casa.
Dicho esto, comencé a reír en voz baja para que nadie me oyera. Había llegado a tal punto de locura que me hablaba a mí misma. Al menos, pensé, todavía tengo el suficiente autocontrol como para llevar a cabo lo que me digo, o más bien, ordeno.
Volví a la fiesta con más entusiasmo que con el que me había ido, me lancé arriba de Elliot, quedando a caballito en su espalda, lo abracé con fuerza y lo besé en la mejilla. Esperaba que eso lo hiciera feliz.
- Bueno, entonces, ¿qué tienes preparado para hoy? ¿Vamos a comer? - le pregunté sonriendo.

Esperé unos instantes en la puerta a que me atendieran. De repente, el chico de pelo alocado, Elliot, vino a atenderme. Me saludo muy amablemente.
-Hola Elliot, es un gusto volver a verte. Hermosa casa. – Dije con un tono alegre.
Me invito a pasar. Me dijo que Margaret y William ya estaban allí. Al llegar a la sala anuncio mi llegada. En ese instante volvió a sonar el timbre, debía de ser alguien más. Me preguntó quien, pensé. Mientras que Elliot fue a ver quién era decidí saludar a la cumpleañera.
-Margaret, cariño, feliz cumpleaños – Dije mientras caminaba para darle un pequeño abrazo. – Como pasa el tiempo. –Dije dando por sentado que la última vez que la vi, y conocí, había sido hace un mes. Cuando me aleje de ella, a William quien había quedado fuera de la conversación.
- Hola William, ¿Cómo estás? – Dije con una leve sonrisa en mi rostro.
Elliot volvió a aparecer con Emily a su lado quien se abalanzo sobre Margaret con un gran beso deseándole el mejor de los cumpleaños. Me hizo sentir un poco incomoda ya que no había mostrado demasiado cariño con Margaret, pero luego lo reconsideré y no estaba tan mal. Solo la había visto una vez. Estaba bien para un segundo encuentro. Cuando Emily termino de entregarle el regalo a Maggie, decidí que era mi turno de hacerlo.
-Espero que te guste Maggie. Se me hizo bastante difícil encontrar un regalo para ti porque no conocía demasiado tus gustos. Feliz cumpleaños. – Dije con una sonrisa. Le entregué el regalo y rogué por que le gustara.

Spoiler:

Luego de esto Magaret agradeció el hecho de haber ido por su cumpleaños a pesar de que no nos conocíamos demasiado. Después de dar estas palabras, se retiro por unos momentos. William dijo que le gustaría conocer la casa de Elliot, era una buena idea.
-Si no soy entrometida, a mí también me gustaría conocer tu casa.

- Sé a que te refieres - bromee y le guiñé un ojo a Margaret en señal de complicidad.
Al parecer, Elliot no tenía nada planeado. Pensé en un par de cosas que podríamos hacer, pero no se me ocurrió nada. De momento, podíamos preparar la cena y ya veríamos que haríamos luego. Capté enseguida el doble sentido de las palabras de Elliot y no pude evitar reír entre dientes.
- Bueno, yo quisiera tomar cerveza, bien fría si es posible.
En ese momento llegaron Elisabeth y Emily, una después de la otra. Ambas saludaron a Maggie y luego Elisabeth se dirigió a mí mientras Emily le entregaba su regalo a Maggie. Le sonreí.
- ¡Hola! Muy bien, ¿y tú? Hace mucho que no nos vemos - me quedé pensativo, intentando recordar cuando había sido la última vez que nos habíamos visto. Me parecía que había sido hacía un largo tiempo - Lo raro es que no nos hayamos cruzado por los pasillos - razoné y me encogí de hombros.
Reí a carcajadas con el comentario que Elliot había hecho por lo bajini.
- Tenías razón, Margaret, es increíble - susurré para que sólo ella y Elliot me oyeran.
Entonces Elisabeth también le mostró a Margaret su regalo, por lo que me vi obligado a dárselo yo también, pese a que pensaba hacerlo luego de que soplara las velas del pastel. Me acerqué a ella con una sonrisa de disculpa.
- Siento no haberte dado el regalo cuando llegué, es que planeaba dártelo más tarde, pero ellas dos se me adelantaron - le tendí una bolsa con la inscripción Twilfitt y Tatting en ella - Espero que te guste.
Ella desapareció por unos minutos luego y cuando volvió, me sorprendió con una amplia demostración de cariño hacia Elliot. Nunca hubiera pensado que era capaz de hacer algo así. Reí y seguí a mi amigo en su recorrido por la casa.
- Muy linda casa - lo felicité en cuanto volvimos al living - Bueno, ¿qué les parece si hacemos unas hamburguesas a la parrilla para cenar? Ó al horno, depende de sí tienes o no parrilla, amigo - dije, mientras frotaba mis manos como si las estuviera preparando para cocinar. Era un gesto tonto, pero muy usual en la gente. Esperaba que tuviera parrilla, ya que quedaban más ricas, pero no podía estar seguro porque no habíamos salido al jardín.

Reí brevemente con el comentario de Will y luego me mordí el labio inferior, mirando pícaramente a Elliot.
- ¿Y qué si yo quiero nadar en un mar transparente junto a los delfines? ¿Lo haremos? - me mofé con tono mordaz. No lo decía de verdad, sino que quería molestar un poco a Elliot aprovechándome de las lagunas que había en las frases que decía. Sabía que no le molestaría y que se limitaría a reírse.
- A mí me da lo mismo cualquier cosa. Tráeme lo que tú vayas a beber - le sonreí. En realidad, no entendía porque decía que tenía de todo. Por la respuesta de William, supuse que se refería a bebidas alcohólicas, pero no podía estar segura. Nunca había visto a Elliot tomar algo por el estilo.
Reí con el chiste de Elliot, pero luego fingí estar ofendida y le pegué un leve puñetazo en el antebrazo, tal como había hecho Will hacía unos cuantos minutos.
- ¡Ey! ¡Hay damas presentes! - murmuré para que sólo ellos me oyeran.
Luego de que Emily me entregara su regalo, quise dirigirme al baño pero Elisabeth me lo impidió momentáneamente, ya que me entregó también su regalo.
- ¡Qué lindo vestido! Muchas gracias, Elisabeth - sonreí. Era bello en verdad - Espero poder usarlo el próximo verano. No creo que vaya a engordar - bromeé.
William también me entregó su regalo, era una túnica para brujas muy bella.
- ¡Otro vestido de verano para la colección! - reí - Me encanta, muchas gracias.
Cuando volví del baño Elliot inició un tour por su casa. Yo ya la conocía pero no me molestaba volverla a ver. La recorrió entera conmigo encima sin dar ningún signo de cansancio. Debía de estar en muy buena forma.
- Por mí no hay problema - acepté la propuesta de Will, sonriente. Me bajé de la espalda de Elliot, riendo por la aparente locura que me había dominado y me había impulsado a subirme arriba suyo - ¿En qué los ayudo? ¿Necesitan que ponga la mesa mientras ustedes cocinan? ¿Ó que prepare el resto de las hamburguesas para que así estén listas para cuando la carne se cocine? - pregunté con entusiasmo. No es que ayudar fuera mi actividad preferida en el mundo, pero tampoco podía dejar que lo hicieran todo ellos dos solos. Después de todo, salvo Elliot que era el anfitrión, el resto eran todos invitados. A mí me correspondía, como cumpleañera y novia del anfitrión, ayudar más que a Will o a cualquier otro.

- Bueno, eso sería algo complicado, Margaret, ya que estamos en Reino Unido y aquí no hay delfines, o eso creo. Tal vez puedan ir de luna de miel al Caribe y así cumplirás tu sueño - continué la broma. Pero al escuchar la respuesta de Elliot fingí estar serio como si estuviera dando un consejo importante, aunque sabía que se darían cuenta de que no era así en realidad - Amigo, tienes que hacerte valer o Margaret te pasará por encima - reí. Elliot, o como a mí me gustaba llamarlo, el alcohólico, aprobó entusiasmado mi idea - Y bueno, es uno de los países donde hay más tipos de cerveza, es imperdonable no tomarla - dije y me encogí de hombros. No es que yo fuera muy fan de las bebidas con alcohol, pero esta era una de las que más me gustaban. Elliot fue a buscar las cervezas y volvió enseguida, pero su actitud había cambiado por completo. Atajé mi cerveza, la abrí y bebí un largo sorbo. Mientras, Elliot hizo de las suyas con las otras dos. Parecía como si ya estuviera borracho antes incluso de probarla. Brindé por Margaret y sonreí. Elliot le contó finalmente a su novia su adicción al alcohol y demostró lo loco que lo ponía comentando algo sobre su nariz, lo cual no era un halago muy común que digamos. No pude hacer más que reír.
- No hay de qué, señorita - dije a Margaret cuando me agradeció por el regalo y le guiñé un ojo.
Luego del tour por la casa Elliot anunció que tenía parrilla, lo cual fue un alivio. Seguí a Elliot en dirección al jardín y encendí la parrilla mientras él iba en busca de las hamburguesas. Negué con la cabeza ante el ofrecimiento de Margaret - Elliot, yo sé que prefieres su compañía antes que la mía, pero deja que disfrute un rato - dije mientras le sonreía. Escuché lo que dijo Emily, asentí en señal de aprobación y empujé un poco a Margaret en la dirección en la que se había ido Emily para que siguiera sus pasos - Eso es, ayuda a Emily a encontrar los platos- Una vez que se fueron, me volví hacia Elisabeth y dije - Creo que deberías ir con ellas para que no hagan un desastre en la cocina - y reí.

Reí ante lo que dijo Will, el chico era muy imaginativo, y le sonreí a Elliot cuando dijo que me lo conseguiría.
- Uno no, tres - bromeé y le rocé con el dedo índice una de las comisuras de los labios, simulando que le limpiaba la baba. Intenté no reír para que no se arruinara el sentido de la broma, pero se me escapó una débil y corta risita.
Cuando Elliot volvió con las cervezas parecía una persona completamente distinta. Le lanzó la cerveza a Will en un intento de parecer cool, la mía me la entregó ya abierta como todo un caballero y luego abrió la suya con los dientes, de un modo tan poco civilizado que me hizo reír. Pero no pude hacerlo por mucho rato, ya que primero vino el brindis en mi honor y luego me besó, era la primera vez que lo hacía. Le devolví el beso con entusiasmo. Me sorprendí con lo que dijo a continuación y mi cara lo demostró por unos instantes, hasta que me dio un beso en la nariz y comentó que era muy bonita, algo extraño.
- Eso lo explica todo - dije con tono mordaz y reí entre dientes.
Después de la llegada de Elisabeth y Emily y de que todos me dieran sus regalos, excepto Elliot, fuimos al jardín. Una vez allí William casi nos echó a Emily y a mí en dirección a la cocina, al parecer no quería que yo cocinara. Me encogí de hombros y me encaminé en la dirección que me indicaba. Mas antes de entrar en la casa, me volteé.
- No me responsabilizo de los desastres que puedan tener lugar en la cocina. ¡No tengo ni idea de donde están las cosas! - grité bien fuerte para que me oyeran y solté una carcajada. Me di nuevamente la vuelta y seguí a Emily hasta la cocina.
Una vez allí, comencé a abrir todos los cajones en busca de un cuchillo y una tabla donde cortar.
- La verdad es que no tengo la más pálida idea de donde puede estar, pero supongo que no pueden estar muy lejos - admití con una sonrisa mientras continuaba revolviendo los cajones y alacenas. Sacudí la cabeza y suspiré cuando vi donde todos los vinos que tenía - Al menos, la verdura solo puede estar en un solo lugar - dije mientras me dirigía a la heladera, la abría y sacaba tomates, cebollas y lechuga, luego de haber encontrado los elementos que necesitábamos para cortarlos.
- Lo que sí, lamento informarte que soy de las que lloran cuando cortan la cebolla - comenté, irónica, para entablar conversación.
Me estaba divirtiendo tanto que el tema de Amy mi mente lo había archivado en mi memoria, haciendo que lo olvidé por el momento. Probablemente era un acto reflejo de mi cuerpo para evitar el dolor y la tristeza.

- Eso no me lo digas a mí, ¡díselo a tu novia! Es con ella con quien tienes que arreglarlo - dije, y les guiñé un ojo - Lo que sí, yo lo pagaré - ofrecí, sería mi regalo de bodas, aunque ni siquiera estábamos hablando de algo que fuera a suceder pronto. Luego me di cuenta de que no disponía de tanto dinero, por lo que agregué riendo - Bueno, o al menos todo lo que pueda, pero no sé si mis ingresos darán para todo. Después de todo, sólo es sueldo de profesor.
Margaret quería tres delfines, y rompí a reír cuando ella simuló que le limpiaba la baba, un gesto que Elliot no había entendido y que había tomado para bien, pero yo sí porque miraba muchas series norteamericanas por la televisión. Tal vez ella también lo hiciera.
- ¿Pero sabes cocinar bien o apenas puedes prepararte tu propia comida? No es que sea de importancia, claro, tenemos la magia, que ayuda bastante.
- ¡Eso, Margaret! Los adultos trabajaremos - grité desde afuera y reí entre dientes, aunque no sabía como se lo tomaría ella. A pesar de que ellos estuvieran dentro, podía oírlos ya que la parrilla no se hallaba muy lejos.
Cuando Elliot vino con las hamburguesas, yo ya había encendido el fuego, por lo que las puse en la parrilla. Después de un rato ya estaban listas para sacarlas - Ell, yo voy a preguntarles a las chicas si ya está todo listo. Tú cuida de que las hamburguesas no se pasen - pedí mientras me dirigía dentro. Una vez allí, pregunté - ¿Ya está todo, chicas? Para traer ya la carne y comer - Me giré y grité bien fuerte para que Elliot me escuchara claramente - ¿Qué vas a tomar, amigo?

-Puede ser, aunque me paso la mayor parte de mi tiempo en mi despacho planeando mis clases – Respondí a William.
Luego de entregarle los regalos a Margaret, Elliot nos hizo un pequeño recorrido por su casa. Era encantadora. Al terminar e recorrido William pregunto si queríamos comer hamburguesas a la parrilla si Elliot tenía. ¡Qué rico!, pensé. Emily dijo que se encargaría de cortar los vegetales y le pidió ayuda a Magaret para encontrar algunas cosas. Elliot pareció decepcionado por la idea de dejarla por unos minutos pero al final cedió.
-Con gusto te ayudo Emily –Le dije.
Antes de que los chicos se fueran hacia la parrilla William dijo algo de que las ayudara para que no hicieran un lio.
-Con gusto – dije – Aunque me sorprendería si estas grandulonas se cortaran un dedo con un tomate, ¿no te parece? – Dije en un susurro para que solo él pudiera oírme.
Reí ante el comentario de Margaret para los chicos. Margaret comenzó abrí los cajones e busca de cuchillos. No importa cuántos cajones abriera los cuchillos no estaban.
-Maggie, de veras, no te preocupes por nada. No creo que Emily prenda fuego la cocina con un cuchillo. – Reí un poco el comentario y mira a Emily expectante por su respuesta. Luego, abrí un pequeño cajón y encontré una tabla y un cuchillo. Vi que Emily ya había terminado con la lechuga y el tomate, seguía la cebolla. Emily empezó a cortarla pero las lagrimas aparecieron.
-Déjamelo a mí, cariño. Créeme que tengo experiencia. – Dije amablemente.
Unos momentos mas tarde apareció William preguntando si todo estaba listo.
-Listo – Respondí.

- Será cuando tenga que ser - recité poéticamente en respuesta al comentario de Elliot y me eché a reír. Era obvio que eso no podía venir seriamente de mí, nunca diría algo así - No necesitamos que lo pagues, William, además de que ni siquiera tenemos planeado nada aún - dije, esta vez un poco más seria. Heriría mi orgullo el que él lo pagara, gastando su sueldo en nosotros. Además, Elliot y yo ni siquiera habíamos hablado nunca sobre el matrimonio.
Se rio con mi gesto, lo cual me pareció raro. Yo pensaba que reaccionaría de otra forma, alegando algo en su defensa o haciéndose el ofendido. Entrecerré los ojos, evaluando si parecía que lo había entendido o no. Decidí que tal vez no había sido así.
- Mmm... no lo sé - bromeé, en respuesta a su pregunta - Los delfines nadan - añadí, mordaz y luego puse los ojos en blanco por lo que comentó a continuación.
- Cualquiera sabe cocinar. Aunque... eres original - admití.
Me quedé boquiabierta con lo que dijo a continuación Elliot, aunque no era que estuviera sorprendida de verdad, sino que estaba fingiendo. Al parecer, todas nuestras charlas de ese día iban a circular alrededor de bromas.Era algo infantil, pero al menos, era divertido.
- Entonces, si soy un niño, tienes que cuidar de mí y comprarme muchos dulces - comenté mientras sonreía de forma angelical para parecer una niña pequeña.
- ¡No me refería exactamente a cortarnos los dedos! - expliqué a Will, divertida - Sino más bien al desorden que haremos.
Me apoyé contra la mesada mientras veía como Emily cortaba y le sonreí a Elisabeth. Me había extrañado muchísimo que se hubiera puesto a revolver los cajones. Quería no prestarle atención al asunto, pero en mi mente no podía parar de hacer preguntas. ¿Tanta confianza tenían? Los celos me invadieron, pero intenté reprimirlos. Además, no admitiría ese sentimiento ni muerta. Sacudí la cabeza despacio para que no se notara, ahuyentado esos pensamientos. No soportaba más el estar quieta allí, sin nada que hacer, por lo que puse la mesa en la cocina. Cuando Will llegó, eché un vistazo al trabajo de Emily y al ver que estaba terminado, asentí con la cabeza.
Esperé atenta a que Elliot contestara para saber que iba a tomar y ponerlo en la mesa. De paso, saqué el jugo de la heladera, por si alguien quería tomar.
- Ya puedes venir, Elliot - anuncié. Me senté a la mesa y esperé a que vinieran los demás para empezar a comer.