Apartamento Parker

Me sorprendieron la amabilidad de Ivan y la formalidad de Elliot. Era como si hubieran intercambiado personalidades. Supuse que Elliot estaría nervioso, por lo que tomé su mano disimuladamented y le di un apretón cariñoso para calmarlo.
Intenté no inmutarme cuando Ivan comenzó a decir la palabra 'asesinato', además de estar agradecida porque se hubiera dado cuenta de lo que iba a decir y hubiera dejado la palabra inconclusa. Me pareció un buen gesto de su parte.
- ¿Qué tal si tú largas varias preguntas a la vez y nosotros las respondemos todas juntas? Así hacemos más rápido - propuse. Quería que todo ese rollo terminara cuanto antes, para así dormir un poco y calmarme. La primera pregunta me afectó bastante, pero hice mi mayor esfuerzo por continuar impasible. Busqué en mi memoria el recuerdo de la última vez que habíamos hablado - Fue esta misma mañana, antes de que ambas partiéramos para el trabajo. Ella era auror, al igual que tú. ¿Crees que eso pudo haber sido decisivo a la hora de... esto... elegirla como... mmm... víctima? - pregunté sin poder refrenar mi curiosidad. Intenté que mi voz sonara fuerte para que no tuvieran problemas en oírme. No pude evitar notar que era la primera vez en mucho tiempo que me trababa al hablar, ya que no era un rasgo muy propio de mí, a menos que dudara, pero no era el caso. La tristeza me impedía pensar con total claridad.

Una chica bastante bonita llegó mientras esperábamos que Ivan nos hiciera más preguntas. Le dijo a éste que lo necesitaban en otro lado y que ella se haría cargo. Me sorprendió, pero la verdad es que cualquiera me daba lo mismo. Tal vez hasta fuera incluso mejor que nos atendiera ella, ya que estaríamos todos, y por sobre todo Elliot, más cómodos con la situación.
- Buenas tardes - saludé, impasible. Se presentó como Lindsay, por lo que me pareció apropiado decirle mi nombre también - Yo soy Margaret Parker, y él es mi novio Elliot Camberlain. - Seguí sus consejos, entré a la casa y me senté a la mesa. Inspiré hondo e intenté relajarme, a pesar de que sabía que no sería del todo posible. Vi como tres tazas salían del lugar donde estaban guardadas, se llenaban de café y se apoyaban en la mesa. Me sentí aliviada de no tener que ofrecerlo yo y agredecí internamente ese gesto a la nueva auror. Tomé un sorbo y volví a respirar tranquilamente, preparándome para responder a las preguntas que nos haría - Yo era su amiga más cercana y él la conocía. Sus padres y toda su familia viven en Italia. Ella vivía provisionalmente conmigo hasta que encontrara otro hogar - De repente, una idea me iluminó la mente y no me lo pensé dos veces antes de decirlo - No tenía a nadie en contra, a menos que yo sepa, pero justo hoy iba a ir a Gringotts en busca del préstamo para comprarse una casa. Escuchamos un ruido, que fue su cuerpo al caer, y salimos a ver que pasaba. Él se dio cuenta de que estaba... esto, muerta - dije y miré a Elliot a los ojos. No pude soportarlo más y prorrumpí en sollozos nuevamente, pese a que había derramado tantas lágrimas antes que me escocían los ojos. No veía la hora de irme a dormir. Preguntó sobre sus conocidos y tuve que esforzarme para hacer memoria y, además, hablar con voz clara para que me entendiera - Bueno, como ya dije, sus familiares viven lejos de aquí y probablemente anotó algún teléfono en este cuadernito de llamadas - indiqué mientras se lo tendía, ya que estaba al lado mío - Si es que tienen teléfono, no lo sé. También podríamos enviarles una lechuza. Me contó también que tenía una amiga llamada Emily, es profesora en Hogwarts. Supongo que tú podrías avisarle, ¿no? - me dirigí a Elliot. Seguía llorando sin poder contenerme, pero ya me había calmado un poco y el llanto era más tranquilo.

No soportaba más el estar allí sentada, quería irme a dormir. Miré el reloj para cerciorarme de la hora y me di cuenta de que era más tarde de lo que creía, las dos de la madrugada. Al cansancio habitual de un día laboral se sumaba esta tragedia y todo lo que tuve que pensar para responder las preguntas, por lo que no daba más. Luchaba porque mis párpados permanecieran abiertos. Controlé los sollozos pues tampoco me gustaba que una desconocida me viera llorar. Preguntó por el apellido de Emily, algo para lo que yo no tenía respuesta - ¿Tú lo sabes, Elliot? Porque yo apenas la conozco. La vi una vez en un baile y no hablamos demasiado - expliqué a la auror - Muchas gracias por todo, Lindsay, te deseo suerte - dije mientras esbozaba una fingida y tensa sonrisa.
Me puse de pie y la acompañé hasta la puerta, a pesar de que las piernas casi no me respondían. Le pedí que por favor cerrara la puerta de abajo del edificio al salir y luego me volví hacia Elliot - ¿Qué piensas hacer? ¿Volver a tu casa o prefieres quedarte aquí? Puedo prepararte el sofá si así lo quieres, ó puedo dejarte mi cama y yo dormiré en el sillón - ofrecí, cada vez más dormida. Tomé las tazas de café y las llevé al fregadero. Ya las lavaría otro día. Volví sobre mis pasos y esperé la respuesta de Elliot mientras me tapaba la boca para bostezar.

[Viene de St. James' Park]

Llegué a casa muy cansada, a pesar de que era mediodía. La había pasado bien con Bonnie, e incluso creía que ya la consideraba una amiga, pero ahora volvía a estar sola y tener tiempo para pensar. Me lavé las manos y refresqué la cara, ya que hacía muchísimo calor. Me senté en el borde de la cama e intenté relajar la mente para poder concentrarme bien. Inspiré hondo y exhalé varias veces.
- Bien, ¿qué hago ahora? - dije en susurros, ya que sabía que me ayudaría. Seguir con mi vida. Pero, ¿qué significaba eso? No sentía que tuviera nada que hacer. Había tenido la mala suerte de que el 24 de Marzo había sido viernes, pero yo no era de esas personas que se lamentaban que las cosas no salieran a su gusto. Y no pensaba serlo. Todo el tiempo que había estado con Elliot, mi humor había estado mejor que nunca. Incluso quizás le había sonreído a alguien en la calle, cosa que no acostumbraba. Pero ahora todo volvía a la normalidad, y no tenía que ser un problema. Puede que mis planes para el futuro ya no fueran iguales, pues no iba a casarme ni mudarme. ¿Qué tenía eso de malo? Podía volver a mis antiguas ambiciones, cómo seguir siendo jefa de mi departamento y seguir ahorrando dinero para poder viajar y conocer el mundo. Especialmente Grecia. ¡Bien! ¡Creo que ya he tomado una decisión!, pensé, más contenta que unos segundos atrás. Entonces, disfrutaré de mi fin de semana como cualquier otro día., decidí. Me hice el almuerzo y lo comí en la cama, mirando una película. Era entretenida y bastante interesante, tal cual las que me gustaban a mí. No de esas que eran todo efectos especiales sin historia. Cuando terminó, comenzó otra que me fascinaba, por lo que prácticamente fue una tarde de películas. A la noche pedí comida china, para variar un poco. Me gustaba pero no la comía seguido, a diferencia de muchos otros neoyorquinos. Puse música y disfruté de la comida. La única variante fue que me dormí temprano, alrededor de las 9 de la noche.
Al otro día desperté y como seguía estando tan soleado como el día anterior, decidí dar un paseo. Estuve fuera toda la mañana, e incluso almorcé en la calle también. Por la tarde me di una vuelta por Central Park, ya que con el sólo hecho de pisarlo me ponía de buen humor. Pasé varias horas allí, caminando, y apreciando la belleza del lugar. Volví a casa exhausta, y me quedé dormida incluso con la ropa puesta.