Apartamento Parker

Estaba tomando el desayuno sola en casa, ya que Nicky estaba en Hogwarts dando clases, como siempre. No tenía problema en estar sin compañía, ya que a veces me dejaba tiempo para pensar.
Absorta en mis pensamientos, me llevé el jugo por delante y lo derramé por toda la mesa. Demonios, pensé y fui a buscar unas servilletas para limpiarlo.
Una vez terminado el desayuno, salí afuera a revisar el correo, como hacía cada mañana para ver las facturas que los muggles me enviaban por el gas y otras cosas. Al hacerlo, vi una carta que iba dirigida especialmente a mí. ¿De quién será?  pregunté a mis adentros, y la recogí. Bruce Miller. No sabía quién era. Era todo muy extraño, ¿un desconocido enviándome una carta a mí? La abrí y la leí detenidamente. Era el chico del accidente. ¿Qué accidente? me pregunté, y luego recordé. El que había derramado el Capuccino en mi blusa. Sí, era él. Ya habían pasado meses desde ese día. Reí acerca de lo que dijo sobre la lavandería. Fui muy mala con él ese día. Había adjuntado una dirección, y supuse que era la suya, para que le responda. No entendía mucho al cartero muggle, pero suponía que debía dejar la carta en algún lado. Me senté y comencé a responderle.

Carta:

Había recibido su carta, y ella me había invitado a merendar a su departamento hoy. Me había alistado con la mejor ropa que tenía, me había puesto unas bermudas color marrón claro, mi remera manga corta azul oscura, y mi buzo de Bon Jovi. Amaba a aquella banda, tal vez si tenía suerte a Hannah también le guste. Primero, olí mi aliento, me eché un poco de spray de menta en la boca. Luego, las axilas. No tenía olor a transpiración ya que me había bañado y puesto mi desodorante. Y por último, me había echado perfume del bueno. Saqué mi celular y me fije como estaba mi cabello, lo arreglé un poco, y luego toqué la puerta tres veces, rápido. Esperé a que ella saliera. No sabía por qué, pero sentía algo de nervios. Me aclaré la garganta y apreté mis labios. Tenía también algo de vergüenza. Estaba en la casa de una chica linda y sexy, no acostumbraba a hacer este tipo de cosas. Había tenido una sola novia en toda mi vida, lo había hecho una sola vez en mi vida, y tenía 21 años. Que fracasado. Quería conocer a Hannah ya que parecía, en realidad, ser una persona agradable y esperaba que me perdone por lo del capuccino. Yo le llamo "el Incidente del Capuccino". Me daba risa. Siempre me reía, me gustaba reír y hacer que los demás también lo hagan. En fin, esperé a que abriera la puerta para saludarla y poder charlar con ella.

Me estaba preparando en mi habitación para cuando Bruce llegara. Revisé el reloj y vi que apenas eran las cuatro pm, y habíamos arreglado para las cinco. Todavía tenía algo de tiempo, además no creía que llegara muy puntual. Ya me había bañado, y estaba con la bata y una toalla en la cabeza decidiendo qué ponerme para hoy. No tenía ropa, y eso era claro. No había tenido tiempo de traerme todo lo de Nueva York, por la mudanza, y había conseguido algunos conjuntos en Tiros Largos Moda, pero no los suficientes. No sabía que ponerme. Tal vez no tendría que ser algo muy lindo ya que tal vez volvía a derramar algo en mi remera, y ahí sí que lo mataría. Al final elegí un conjunto de un jean blanco, una musculosa negra y arriba un swetter azul marino con una bufandita. Hacía mucho frío en el apartamento ya que todavía no había comprado un calefactor muggle, ni tenía chimenea. Cuando me estaba poniendo unas botas, oí unos golpecitos en la puerta y supuse que sería él. Me apuré un poco, fui al baño corriendo a maquillarme, al tiempo que gritaba - YA VOYY.- El chico seguro estaba pensando que había muerto o algo así, porque me tardé como veinte minutos en abrir la puerta. Antes revisé que no haya nada mágico en la casa, ya que era muggle. Me costaba acostumbrarme a eso, mi familia me mataría si se enterara que invité un muggle a mi casa.
Abrí la puerta, y lo vi. Estaba algo apuesto. - Hola - saludé con la mano - ¿Cómo estás? Pasa, si queres - lo invité.

Esperaba a que me abriera la puerta. Cuando toqué, escuché un grito suyo diciéndome que ya me abriría. Bueno... no me quedó otra alternativa que esperar. Se había tomado como 20 minutos en abrir. - ¿No huiste por el balcón, cierto? - pregunté aún afuera soltando una risa. Luego, apareció. Me saludó con la mano. Hice lo mismo. Me preguntó como estaba - Bien, ¿y tú? - devolví la pregunta con una sonrisa sin mostrar los dientes, a la vez con mis labios fruncidos, era signo de vergüenza. Luego dijo "pasa si quieres" - No, me quedaré aquí - le dije serio. Luego me reí del chiste. - ¿"Si quiero"? ¿Qué pensabas? ¿Que no pasaría? - dije entre risas. Me había resultado rara su expresión, es decir, quien le dice a su invitado "si quieres" cuando está a punto de pasar a la casa. La chica era graciosa. - Bueno... ¿qué tal todo? - le pregunté con una sonrisa. Estaba parado, pues había pensado en sentarme pero no quería que ella creyera que era un desubicado que me sentía como en mi casa, no la conocía demasiado y no teníamos mucha confianza como para hacerlo, por lo que esperé a que ella me diera la orden de sentarme. Creí que atravesando la puerta sentiría un aliviante calor, pero el departamento se encontraba con la misma temperatura que afuera. Noté que no tenía ninguna estufa como para calentar el lugar. - ¿No tienes calefacción? - pregunté extrañado. - Bueno... ¡ya sabemos cual será tu próximo regalo de cumpleaños! - dije con mis brazos abiertos y una sonrisa mostrando mis dientes.

Pobre chico, seguro se congeló afuera, aunque se iba a llevar una sorpresa porque adentro hacía solo unos grados más que afuera. Necesitaba una chimenea ahora mismo. Fue un poco incómodo abrir la puerta pues no sabía qué rayos decir. - Muy bien, gracias. - le respondí. Una sonrisa se asomó por la comisura de mis labios, al igual que él, y me aparté de la puerta para dejarlo pasar. Bromeó sobre mi expresión y yo no entendía muy bien qué era lo que estaba mal, pero igualmente reí. - Bueno, tal vez preferías ir al parque, o quedarte afuera. No puedo leer la mente de los demás, sabes. - solté una carcajada. Me preguntó cómo iba todo, a lo que yo respondí; -Bien, aquí haciendo cosas mug... comunes. - le dije y forcé una sonrisa incómoda. Debo controlar mi vocabulario, ya que él no sabe que soy bruja. Esto me resultaba extraño. - ¿Y tú? ¿Le derramaste alguna bebida a otra chica? - le cuestioné entre risas. Me dirigí al comedor y le hice una seña para que me siguiera. No había tenido tiempo de preparar nada, pero estaba segura de que había comprado unas galletitas en el mecardo muggle. Me senté en la mesa y le ofrecí sentarse. - ¿Qué quieres comer? Tengo algunas galletas y unas ranas de chocol... - volví a callarme. ¿Qué me pasaba? No le podía dar una de esas porque se espantaría al ver que se mueven y saltan de verdad. Se suponía que yo tenía que poner excusas contra los muggles, pero la realidad era que no podía hablar con uno sin decir cosas referidas a la magia. Recordé mi varita, ¿dónde la había dejado? Recorrí la sala con la vista y pude ver que estaba arriba de la mesada de la cocina. Esperé que no la notara, sino no sabría qué excusa decir acerca de que tenía un palo tallado en mi casa.

Me dejó pasar y luego observé como de a poco sonreía. Era como si le costara hacerlo. Rió sobre mi expresión, y luego dijo que no sabía si quería ir al parque o cosas así. - Nah, está bien. Hace mucho frío para esas cosas - dije frotando mis manos para aumentar un poco el calor al menos en mi cuerpo. Cuando le pregunté sobre que andaba haciendo estos días, dijo que hacía "cosas comunes". Esta chica tenía expresiones rarísimas. - Si, bueno... Todos las hacemos, Hannah. - dije y solté una risa. Luego ella hizo una pregunta graciosa, sobre si le había derramado algo a otra chica. Reí al escucharlo. - Hey, comienzas a ser graciosa - sonreí - Bien por ti - dije con un tono lento y elevado, demostrando alegría, mientras apretaba un poco su cachete derecho de su rostro. Me hizo una seña para que la siguiera, y así lo hice. Me preguntó que quería comer, y comenzó a ofrecerme lo que tenía. Pero hablaba raro, era como si dijera cosas pero no terminara la oración, como si se retractara. La miré extrañado. - Está bien, gracias - apreté mis labios. Esa era una expresión muy común en mi. - Bueno... Hannah... cuéntame de ti. Estoy aquí y aún no sé ni tu apellido - dije entre risas. Era loquísimo. Es decir, estaba invitado a la casa de una chica sexy de la cual no estaba enterado de nada. De su vida, información como... su apellido. Totalmente extraño, pero igualmente agradable. - Espero que no sea una trampa para robarme pues no conseguirás mucho de mi - solté otra risa. Me había acostumbrado a hacer chistes todo el tiempo, y más cuando estaba nervioso.

- Si, lo supuse. Están haciendo como 7 grados y parece que se viene una tormeta - comenté y le pegué un vistazo a la nubes que se veían por la ventana. El swetter me cubría bastante del frío, aunque lo podía sentir filtrándose por el escote entre mi prenda y la bufanda y hacer contacto con mi cálida piel.
De seguro estaba pensando que era una demente, ya que mis oraciones no se entendían y estaban inconclusas. La razón era que estaba muy nerviosa y no sabía cómo actuar comos si fuera muggle, porque toda mi vida había vivido entre magos. Traté de actuar de la manera más natural posible. Reí nerviosa por su comentario. - Si, supongo... ¿Bruce? - no estaba del todo segura de si ese era su nombre. Eso decía en su carta, pero no tenía una letra muy bonita y entendible, así que tal vez me había confundido. A continuación hizo un comentario que me irritó un poco, pero lo tomé a broma y reí - Siempre lo soy, solo que no me conoces lo suficiente. - le dije y alcé la barbilla en forma arrogante. Lancé una carcajada. Esperaba que no se notaran mis nervios. Lo noté algo confundido, y el rubor de mis mejillas aumentó. Me pidió que le cuente algo sobre mí, pero en realidad no sabía qué. La única manera era mentirle. - Parker, mi apellido es Parker. Bueno a ver... qué te puedo contar... Tengo una gemela que es exactamente igual a mí y la mayoría de las personas nos confunden. Ella enseña en Hogwarts, por eso no está aquí - comencé a contarle. Me di cuenta de que había mencionado la escuela de magia, y me tensé. Esperé que no lo haya notado. Aunque al ser muggle, no sabía de la existencia de dicha escuela, y también era de los Estados Unidos, así que no conocía las escuelas de Londres. - ¿Qué más quieres que te cuente? - le pregunté ya que no tenía idea.

Habló sobre el clima, por lo que asentí con la cabeza. Estaba de acuerdo con mi respuesta, y me preguntó si mi nombre era Bruce. - ¡Estoy en tu casa y no sabes ni mi nombre! - dije gracioso - Bruce Miller - Asentí nuevamente apretando una vez más mis labios. Cuando le dije que comenzaba a ser graciosa, me contestó que siempre lo era, solo que yo no la conocía demasiado, mostrándose arrogante en broma. Solté una risa - Bueno, espero que así sea... - dije entre risas. La chica comenzaba a caerme mucho mejor, creo que la primera vez que la vi la había subestimado un poco. Igualmente parecía estar nerviosa y tensa, yo también me encontraba nervioso pero no de esa forma, y no era tan grave. Hablábamos sobre ella, su apellido era Parker. Dijo que tenía una gemela y eran exactamente iguales. - Parker... - pausé - Bueno, si somos novios puede que tenga problemas con eso - dije y reí. - ¿Hogwarts? no conozco esa escuela. Igualmente no sé nada de aquí. Vivo en Estados Unidos, solo vine a Londres por 2 meses de vacaciones. - le expliqué. Era una lástima que después tuviera que irme, tendría que dejar de ver a mi amiga del Incidente del Capuccino. Me preguntó qué mas quería que me contara. Me quedé mirándola pensativo. - Bueno... puedo contarte yo - dije sonriente - Tengo 21 años, soy de Ohio, Estados Unidos. Y trabajo en un videoclub. ¿Interesante, eh? - dije en broma. En realidad no era para nada interesante. - ¿Cuántos años tienes? - me quedé pensando. Yo le daba 18, 19, 20 máximo.

- Es que nunca me lo dijiste personalmente. - aclaré y reí. No quería que creyera que era una de esas chicas que invitaban a cualquiera a su casa. No, él era uno de los pocos que habían pisado este apartamento. Además, era bastante nuevo... Miller... medité su apellido. Era muy americano, al igual que su acento. Me caía bien Bruce, y admiraba su sentido del humor. Mi estómago comenzaba a rugir, y necesitaba comer algo urgentemente. Mi almuerzo había sido muy escaso ya que no tenía mucha hambre en ese instante. - Así va a ser... - le contesté con una risita. Luego dijo algo que me erizó los pelos del cuello. ¿Novios? ¡Apenas nos conocíamos! pensé avergonzada. Él ya tenía planeado nuestro futuro amoroso cuando yo sólo lo consideraba un conocido. Supuse que lo dijo de broma, de todas formas... Resultaba obvio que no había planeado ningún futuro porque eso sería algo apenante. Ni siquiera sabía si tenía novia. Decidí omitir su comentario, ya que responderlo haría las cosas un poco incómodas.
Sí había notado lo de Hogwarts, pero como había previsto, lo tomó como una escuela de Londres que no conocía. - Si, está lejos de aquí - afirmé, sintiendo a la vez alivio y nerviosismo. - Así que viniste por dos meses... - pensé en voz alta. Sólo dos meses. Y la última vez que nos habíamos visto había sido hace un mes y unas semanas, así que supuse que no le quedaba mucho tiempo aquí. Me despejé otra vez y comenzó a contarme cosas sobre él. Fue un alivio ya que no sabía qué mas contarle. - Supe que eas de Estados Unidos por tu acento. Es tan... americano. Además lo mencionaste la última vez que nos vimos, cuando me diste los dólares. Un videoclub... ¿qué rayos era eso? Mientras trataba de decifrarlo, noté que en su abrigo decía "bon jovi". No sabía lo que era, y supuse que era una marca, la marca del buso. Decidí preguntárselo. -¿Qué es Bon jovi, una marca? - señalé a su prenda con el ceño fruncido. Me preguntó acerca de mi edad, y yo le respondí la verdad, diecinueve años.

-Pero te lo escribí en la carta - respondí a su comentario sobre que nunca le había dicho mi nombre en persona. Solté una risita cuando me contestó sobre lo de que era graciosa. Dijo que la escuela donde trabajaba su hermana estaba lejos de aquí, por lo que asentí con la cabeza, dándole la razón. Meditó mis vacaciones en voz alta, venía por dos meses. Apreté mis labios - Sí, sólo me quedan dos semanas aquí - dije algo apenado. La verdad, este lugar me gustaba y no quería irme. Si alguna vez me despegaba de mis padres, claramente vendría a vivir a Londres. Ya era hora de que dejara de vivir con ellos. Comenzó a hablar de mi nacionalidad, y dijo que se daba cuenta que era Americano por el acento y por que se lo había dicho cuando le entregué aquellos insignificantes dólares. - Sí, oye... perdón por eso - le pedí disculpas. En el momento no me había molestado tanto, pero ahora conociéndola mejor, recordaba aquello y me daba algo de vergüenza. Me había comportado como un tonto, algunas veces. Me di cuenta que miraba mi buso, mi buso de Bon Jovi. Esa era mi banda preferida, amaba a Richie Sambora, me encantaba como tocaba la guitarra. Y la voz de Jon que parecía que no envejecía jamás. Ellos tocaban muy bien y realmente me fascinaba su música. Me consideraba fan de ellos. Hannah me preguntó qué era Bon Jovi, y creyó que era una marca. Quedé literalmente boquiabierto. - ¿Una marca? - pregunté con cara extrañada. Me acerqué más, quedando a medio metro de ella. - ¡¿No conoces a Bon Jovi!? - dije enloquecido. ¡Como era posible que no los conociera!. - ¡¡¡Es la mejor banda del universo!!! - le expliqué con mis brazos abiertos, mirando hacia arriba con una sonrisa en mi rostro. Me daba risa su comentario, ¿una marca? por Dios.

Me recordó que me lo escribió en la carta, cosa que ya sabía. No iba a mencionarle su horrorosa caligrafía para no hacerlo sentir mal. Suponía que este muchacho estaba acostumbrado a llamar por "teléfono", aunque todavía no entendía muy bien cómo era eso. Ay, estos muggles pensé revoleando los ojos. Ya no entendía la tecnología que éstos habían creado. Me había quedado en el pasado. Igualmente no importaba, ya que aunque mi casa esté en un barrio muggle, no necesitaba tener un teléfono, o entender los avances tecnológicos. No tenían sentido para mí. Yo con mi varita estaba contenta. A lo sumo, lo que los muggles usaban para andar, un auto. Pero había escuchado que había que tener licencia y no sé qué, y no tenía ganas de sacarla. Con aparecerme me bastaba.
Confirmó que le quedaban dos semanas, y sentí una punzada de pena. No quería que se vaya justo cuando empezaba a caerme bien. - Qué mal - comenté y lo miré a los ojos. Hasta el momento no había notado que tenía ojos bonitos. Sonreí al respecto. Me despejé de mis pensamientos cuando volvió a hablarme, y oí que se disculpaba otra vez por haberme dado dólares en vez de libras. - No importa, en serio, ya quedó en el pasado, no te preocupes - le aseguré y reí un momentito.
Lo noté algo pensativo y por un momento deseé tener el poder de leer las mentes. Así podría saber qué piensa la gente en cada momento, y saber si lo estoy aburriendo o divertiendo. Se estaba haciendo tarde y mi estómago rugió por el hambre, así que tomé unas galletas, agarré una del plato en que las puse y comencé a comerla de a pedacitos. Cuando la acabé, lo observé y noté que me estaba mirando sorprendido. ¿Dije algo mal? me pregunté, pero luego supe de qué se trataba. Había cometido un gran error en preguntarle qué era Bon Jovi. Ahora sí parecía que vivía en una burbuja. Repitió mis palabras y se me acercó, cosa que solo había unos pocos centímetros entre nosotros. - Emmm, ¡ah, si Bon Jovi! Se me había ido de la cabeza... sí, escuché algunos temas. - mentí al respecto, y sonreí para convencerlo. Al parecer a él le encantaba la banda, y no podría seguir con la mentira de que la conozco mucho más. Actualmente mi banda preferida eran Las Brujas de Macbeth y no podía comentárselo. Todo sería más fácil si él supiera que soy una bruja, pero pasaría un tiempo muy grande hasta que se lo contara. Lo vi reír, y me tranquilicé un poco. De pronto me di cuenta de que había comido esa galleta, y que tal vez tendría pedacitos de ella en todos los dientes, así que me levanté y anuncié que iba a ir al baño por un momento. - Si quieres tomar agua o algo así, los vasos están en el mueble arriba del horno. -

Se vio apenada por que me quedaba poco tiempo aquí, por lo que asentí entristeciendome también. Si tan solo nos hubiésemos conocido antes... Con respecto a los dólares, dijo que no importaba. Solté una risa, el momento había sido un fiasco, pero era un gracioso fiasco. Hablando sobre Bon Jovi, (cosa que no podía creer que no conocía), dijo que lo había recordado y que solo se le había ido de la cabeza. Igualmente, noté como me mentía, sabía que lo que decía no era cierto, se le notaba en la forma que lo decía. Solté una risa al respecto y le hice un movimiento con mi mano como que olvidara el tema. No podía creer que no había escuchado jamás a la banda, de seguro si le ponía a escuchar Livin' on a prayer sabía de que hablaba, y sino, debía quemarla en la hoguera. Me indicó donde estaban los vasos por si quería tomar algo, mientras ella iba al baño. - Bueno - le respondí y esperé. Comencé a observar algunos de los cuadros que tenía en frente a la puerta del baño, sentí girar el picaporte por lo que me dí vuelta y al hacerlo, tenía a Hannah a centímetros míos. Mi corazón latía fuerte, pues me había dado cuenta un poco más de lo hermosa que era la muchacha. No me resistí, tomé su cabeza y la besé con fuerza. Esperaba que no se enfadara conmigo, pues sería una vergüenza total y no podría hablarle jamás, y ella me caía bastante bien, aunque no conocía a Bon Jovi.

Por suerte no tuvo problema de que me ausentara un segundo para ir al baño a lavarme los dientes y peinarme o algo así. Me levanté y caminé hasta él, rogando que mis dientes estén limpios y no negros. Abrí la puerta y la cerré rápidamente, y me dirigí al espejo. Sonreí casualmente; todo en orden. Fue un gran alivio para mí ya que sería un poco incómodo descubrir que tenía algo en los dientes y volverlo a ver sin ello. Igualmente tomé mi cepillo de dientes, le puse pasta dental muggle y los comencé a cepillar rápidamente, así no tardaría mucho. De paso, decidí higienizarme un poco. Me puse desodorante, me peiné, me eché un poco de perfume en el cuello y en el pelo, me pasé hilo dental, y cuando consideré que estaba lista, salí. Me sorprendí mucho descubrir que Bruce se encontraba en frente de la puerta del baño, analizando algunos cuadros que habían en la pared. Habíamos quedado tan pegados que nuestras narices casi se rozaban. Sentí un impulso verdaderamente raro, como si quisiera besarlo. Recordé a mi último novio, que terminó siendo un desastre y que había decidido no volver a tener uno en un tiempo. Pero cuando ya estaba contrarrestando la tentación de besarlo, él tomó la delantera y lo hizo. Me quedé helada, un poco tensa. El momento era raro, pero al segundo ya me había acostumbrado y le devolví el beso. Me relajé en sus brazos, y pasé los míos alrededor de su cuello, llegando a acariciar su pelo con las manos. Ya no podía pensar en nada, ni en mi último novio ni en mi familia, mi mente había quedado enfocada en Bruce. El beso pasó de ser despacio a más movido. Cada vez nos sentíamos con más pasión. Es muggle pensé un segundo alarmada. Mi familia slytherin me odiaría si se entera que estoy involucrada románticamente con una persona no mágica. Pero no me podía separar, era como si nuestros cuerpos estuvieran atraídos por un imán. Qué me importa mi familia, me alivié y reí para mis adentros, sin poder evitar una leve sonrisa en el beso.

Estaba allí, observando los cuadros de Hannah. No eran retratos tan comúnes, no trataban de cosas tan normales como yo solía ver casi siempre. Luego, pasó algo realmente rarísimo. Hannah y yo nos besamos. Yo la besé primero, y lo más loco de todo esto, es que ella no me rechazó. Me devolvió el beso, el cual fue al principio tierno pero se tornó algo movido. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, acariciando levemente mi cabello, mientras que yo posé mis manos sobre su cintura. Luego, con mi manó derecha la tomé del cuello ya que la anterior posición me era incómoda.En la mitad del beso ella rió un poco, yo le devolví la sonrisa aunque no tenía ni la más mínima idea de por qué se reía, pero fingí saberlo todo, fingí llevar el comando del asunto. Lentamente comenzamos a caminar en dirección a su habitación y mil cosas se me pasaban por la cabeza. Los nervios me consumían entero y la adrenalina por supuesto que también. No quería cantar victoria, pero creía que ya sabía lo que continuaba después. Sin dejar de besarla, busqué el picaporte debido a que su puerta estaba cerrada, y la abrí, ingresando a su habitación. Tenía miedo, no llevaba ningún anticonceptivo conmigo, lo último que me imaginaba era esto. Y tenía aún más miedo de que llegara su hermana y nos encontrara... haciéndolo. No quería suponer todo, no quería darlo por sabido pero vamos... ¿quién se besa yendo a la habitación y no ocurre nada? era demasiado obvio. No podía creerlo, y luego un par de dudas se me cruzaron por la cabeza. ¿Hannah era así como pensaba antes de todo esto? ¿O era una de esas que invita a alguien a su casa para sacarse las ganas? pero yo no creía que ella fuera así, era tan agradable. Parker era hermosa, y de a poco le iba sacando la simpatía de adentro ya que la primera vez que nos conocíamos no le agradaba mucho y era algo malvada conmigo... pero ahora, todo lo contrario. Comencé a sacarle lentamente el sweeter que llevaba puesto, y las cosas se volvían más alocadas todavía. ¡Que sensación! increíble lo nervioso que estaba.

No podía creer que me estaba besando con un extraño que solo había conocido hace unas dos semanas o menos. Y lo peor de lo peor, era muggle. Si mi hermana Margaret o mis padres se hubieran enterarado de esto me habrían matado. Y Nicky también me mataría si sabe que estoy besuqueándome con un tipo que conocí hace poco tiempo, aunque claro, ella con Sabino no había estado meses. Aunque yo creía que un poco de diversión algunos días no hacía mal.
Sentí la calidez que transmitía la mano de Bruce en mi cintura y un cosquilleo me recorrió el cuerpo. Nos fuimos moviendo por el apartamento hasta llegar a mi cuarto, que por cierto estaba algo desordenado, aunque la cama estaba hecha. Pero por lo poco que había divisado al entrar vi una pila de ropa en un costado. Odiaba ordenar el cuarto, pero ese día lo había hecho ya que Bruce venía, aunque no demasiado porque nunca se me habría ocurrido que llegaríamos a mi cuarto. Rogaba porque no vea la remera y el sostén negro hechos una bola en una esquina. Rogaba porque no piense que era toda una atrevida que se dejaba besar por cualquiera, pero en realidad, él había empezado el beso, así que en todo caso él era el que se le tiraba a todas las mujeres que veía. Aunque no tenía cara de ser muy afortunado con las damas.La cosa se fue poniendo más movida ya cuando entramos en mi habitación. No podía parar de besarlo, era como si un imán nos uniera. Lo que sabía era que había invitado a un buen chico a mi casa y no a cualquier loco. Era muy tierno, de hecho. Sentí como tiraba de mi suéter hacia arriba y yo levanté los brazos para ayudarlo a terminar la tarea. Abajo tenía una remera con una musculosa debajo. Le saqué a él el buzo de Jon Bovi o como se llamara la banda. Empezaba a sentir un calor que recorría mi cuerpo, aislándome del frío exterior.

Ya en la habitación, la cosa se ponía más... candente. Hannah y yo no parábamos de besarnos, y ya le había sacado su sweeter. Seguimos besándonos y ella comenzó a sacarme a mí el buso de la mejor banda del mundo; Bon Jovi. Estaba sintiendo cada vez más nervios. Después de haberme desabrigado, noté que ella no llevaba una remera, sino dos. Maldita sea, las mujeres eran difíciles hasta para eso. Empecé a sacarle la primer remera, y luego iba por la segunda. Ya quería que comenzara la acción, esto no era usual en mí, solo lo había hecho una vez y hacía como 2 años. Estaba alegrado de que esta chica fuese Hannah, ya que me parecía increíblemente linda, era muy buena y comenzaba a ser graciosa conmigo ya que antes me trataba como a un perro, de a poco me ganaba su simpatía. ¿Qué sabía yo? tal vez después de esto podría haber un paso más grande, como comenzar a salir, no me molestaría en lo absoluto, me encantaría conocerla más a fondo. Si todo iba bien podría llegar a invitarla, con coraje, ya que no creía que ella me fuera a rechazar, después de todo estábamos por... eso. Y no creo que ella lo hiciera con cualquiera, eso me daba puntos a mi favor. Yo, igualmente, había cambiado bastante desde la secundaria, yo era el patito feo antes, y ahora algunas chicas se me habían tirado, chicas feas y muy pocas lo hacían, pero algo era algo. Igual, yo seguía siendo el tonto al que le iba mal en las relaciones.

El beso fue de calmo a intenso. Era como si nuestros cuerpos estuvieran en otro mundo, en otra galaxia; que sólo existíamos nosotros dos. Me había olvidado completamente del mundo, y librado de las preocupaciones del trabajo. La verdad era que no me resultaba difícil ejercer mi empleo, pero a veces se me dificultaba pensar una excusa buena y original para los muggles, y no decirles a todos lo mismo. Pero ahora mi cabeza se había despejado completamente, y no podía pensar en nada ni nadie más que Bruce. Reflexioné acerca  de su nombre, y me parecía muy bonito. Era como si nunca lo hubiera escuchado y ahora podía notar su belleza. Lo mismo me pasó con el Bruce mismo. En esta situación me di cuenta de que tal vez sentía algo por él, por lo más mínimo que fuera.
Una vez que su buzo estuvo afuera, él fue a por mi primera remera, y luego por la segunda. Sentí como el frío se escurría por mi pecho casi desnudo. Para no ser la única con el torso al descubierto, le saqué la remera a él mientras que seguíamos besándonos. Esperaba que no se sienta decepcionado con mi escaso busto, pero en realidad, así era yo y no me podía cambiar. Se me puso la piel de gallina ya que mi cuarto, al igual que toda la casa, estaba helado. Hacían un par de grados más que afuera, obviamente, pero no para sentirse cálido y cómodo. Bruce se debía de estar congelando con el pecho totalmente al descubierto. No obstante, con la adrenalina del momento no se podían sentir muchas cosas. Estaba completamente tranquila porque sabía que nadie vendría a casa, y menos sin antes tocar el timbre. Además, usualmente no solía recibir visitas, y mi hermana Nicky con la que compartía la casa estaba en Hogwarts y no volvería hasta que termine el curso allí.

Al terminar de sacarle sus dos remeras, ella me desnudó el torso, reboliando mi playera para cualquier lado. En eso, debería confesar que mi cuerpo entró en calor al ver como Hannah quedaba en corpiño. No tenía tantos... atributos, pero no me importaba, ya que tampoco iba a estar con alguien por su busto o algo así, sino por el rostro y la personalidad y en eso, Hannah le ganaba a todas. No sabía si me pasaba algo con ella, pero yo era de enamorarme rápido y Hannah me atraía bastante. Nuestros cuerpos se complotaban en el amor, y todo se transformaba en lo más candente. Dejé de besarla porque veía que venía la parte más difícil al menos para mí; desatar el sostén. Nunca los había entendido, tan difíciles de descifrar, eran como lograr hacer el cubo mágico. No quería imaginarme lo que tardarían para ponérselo por las mañanas. Imaginemoslo, estas apurado y debes ponerte eso, ¡qué desesperación! yo no me lo pondría y al diablo todo. En fin, el sostén de Hannah era rarísimo, no encontraba por donde se desabrochaba y me había puesto realmente nervioso. ¡Iba a quedar como un idiota! quería descifrarlo rápido, pero ese maldito no se dignaba a soltarse.

Me sentí extrañada conmigo misma ya que no me sentía para nada incómoda. Era como si conociera a Bruce desde hace años, aunque realmente esta era la segunda vez que lo veía. Tal vez estaba cometiendo un error al hacer esto, y hasta consideré frenarlo, ya que la cosa se ponía más enserio. Titubeé unos segundos, hasta que decidí que no podía cortarlo a la mitad porque además de que no quería hacerlo, no sería bueno de mi parte. Cada vez que miraba a Bruce me daba cuenta de que en verdad era muy buen mozo, y que comenzaba a gustarme enserio. También era muy dulce y un poco torpe, pero eso lo único que hacía era provocarme más ternura.
Bruce me dejó de besar y por un momento temí que hubiera leído la expresión de mi cara por mis pensamientos, aunque traté de mantenerme neutral. O tal vez algo iba mal. Pero no pude reprimir la risita cuando me di cuenta de que Bruce trataba de desabrocharme el sujetador y no lo lograba. No entendía por qué, llevaba uno completamente normal, o al menos eso me acordaba. Luego entendí el error, claro, era normal para mí, pero no para él. Mi corpiño se desabrochaba de en frente. No sabía cómo decírselo sin quedar mal, o sin hacer la situación incómoda. Tampoco sabía cómo contener la risotada que estaba por salirse de mi garganta. Su cara de concentración lo único que hacía era causarme más risa. Tomé sus manos que estaba en mi espalda tirándome del corpiño y las puse en el lugar correcto. - Bruce, se desabrocha en el frente- aclaré y sonreí. Luego acerqué mi cara a la suya para continuar con el beso.

Estábamos a punto de ir a lo más alto de la colina pero yo seguía sin poder desabrochar aquel bendito corpiño. El nivel de mis nervios sobrepasaba lo normal. Escuché la dulce voz de Hannah cuando me indicaba de donde se desabrochaba su sostén. Ella puso mis manos en donde en realidad se hacía, lo cual hizo que la zona se calentara aún más. Solté una risa y luego le devolví el beso que ella había comenzado nuevamente al decirme eso. Me había parecido tierno de su parte. Ella quedó con el torso desnudo, por lo que le saqué lo último que quedaba; su pantalón y su ropa interior inferior... Yo me desabroché mi cinturón sacándome el pantalón. Bueno... estábamos desnudos. La acción había comenzado. Debo admitir que estaba pasando el mejor momento de mi vida, y con una muchacha realmente linda.

Me desperté con el mejor humor de todos, miré a mi izquierda y estaba Hannah, dormida. Era demasiado angelical, me daban ganas de abrazarla y despertarla a besos, pero se veía tan tierna durmiendo que no la quise despertar. Me levanté y agarré mi ropa, (la cual se encontraba tirada por todas partes de la habitación) y fui rápidamente a la cocina siendo muy sigiloso en puntitas de pie. Habían quedado unas galletitas que ella me había ofrecido de ayer sobre la mesa, por lo que las comí. Recordaba lo que había pasado aquella noche y me reía solo. Había sido la mejor noche de mi vida. Fui hasta el salón y comencé a vestirme allí, por lo que me di cuenta que la cortina estaba corrida y notaba como un señor observaba mi cuerpo desnudo. Rápidamente corrí hacia la ventana y cerré la persiana. Continué con mis asuntos.

Ya está, logró desabrochármelo y luego continuamos con las últimas prendas que teníamos hasta quedar completamente unidos, sin nada que se interpusiera entre nosotros. La noche se pasó rápida, llena de emociones y calidez, hasta terminar completamente sumida en el sueño. Había dormido muy cómodamente, y esperaba que Bruce también la haya pasado de maravillas.
Unos rayos de luz entraban por la ventaba, que estaba por supuesto con las cortinas cerradas, pero el sol se filtraba logrando entrar en la habitación y despertarme. No sabía qué hora era, y no me importaba de hecho. Era sábado y no tenía que trabajar, por suerte. Estaba un poco congelada ya que hacía un frío tremendo y yo estaba solamente tapada con las sábanas y unas frazadas. Pero mis brazos se encontraban afuera y estaban entumecidos por el frío. Me vendría bien una ducha caliente, pensé. Miré para el otro lado, esperando encontrarme a Bruce dormido, pero lo único que me encontré fue la cama vacía. Miré para el otro lado y tampoco estaba. Me senté en la cama para buscarlo en la habitación pero no aparecía. También noté que su ropa no estaba. Seguro se había ido ya que tenía que hacer un tour por Londres, o planeaba irse a otro país para poder seguir recorriendo. Ninguna de sus cosas estaban aquí, así que confirmé mis pensamientos. Una idea nada linda asaltó mi mente; tal vez había venido nada más para hacerlo y luego se iría con otra. Aunque no tenía cara de ser así, además, por lo visto ayer, no tenía mucha experiencia como para alardear. Esperaba que Bruce no sea uno de esos chicos. Daba igual, ya se había ido, así que decidí darme la ducha que tanto ansiaba. Me sentía toda pegajosa a pesar del frío. Me levanté y me puse una remera vieja y grande que usaba de camisón para no andar desnuda por la casa, y de paso recogí toda la ropa que había quedado tirada por el piso. Lo puse todo sobre la cama, junto con el montón de ropa que ya estaba de antes y me hice una nota mental para lavarlo más tarde. Me dirigí al baño algo somnolienta ya que todavía no me había terminado de despertar del todo, y prendí la ducha.
Luego de un baño calentito, salí del baño envuelta en una toalla y fui a la cocina a comer algo. Me llevé el susto de mi vida al ver que Bruce se encontraba allí, comiendo una galleta vieja de ayer. Ahogué un gritito y mis ojos se abrieron como platos. A continuación, por tener los pies mojados de la ducha, resbalé hacia atrás y caí contra el piso. No esperaba para nada verlo ahí, y me daba algo de vergüenza que me vea después de bañarme, con el pelo todavía chorreando agua.

Comía las pocas galletitas que quedaba, tenía mucha sed pero pensaba esperar a que Hannah se despertara para pedirle algo de tomar, ya que sería muy descortés de mi parte robarle bebida como si fuese mi casa. Además si encontraba alcohol, tendríamos un gran problema. Igualmente, estaba realmente sediento por lo que no tuve más remedio que tomar agua de la canilla, y si no era potable... al menos moría en la casa de una chica linda con mi buso de Bon Jovi. Escuchaba algunos ruidos pero no le di importancia. Luego, Hannah salió envuelta en una toalla, se había duchado. Soltó un gritito y sus ojos se pusieron como si hubiese visto un fantasma. Resbaló para atrás, con una caída realmente fea, esperaba que se encontrara bien. Abrí bien grande mis ojos y corrí hacia ella, la ayudé a levantarse y rápidamente traje una silla para que se pudiera sentar y sentirse mejor. - ¿Estás bien? - le pregunté algo preocupado, el golpe que se había dado había sido bastante duro. Estaba linda hasta con los pelos mojados pegados a la cabeza, enserio creía que estaba comenzando a sentir algo por ella. Me fascinaban los ojos verdes que tenían y el rubio de su cabello ondulado casi con rulos aunque cuando la conocí tenía el pelo planchado y también le quedaba de lo mejor. Tal vez lo de anoche era un gran paso, y no dudaba en preguntarle si quería cenar conmigo algún día antes de volverme a mi país, cosa que me entristecía pero de seguro me vendría a vivir a Londres ya que el lugar me encantaba, y la tenía a Hannah aquí.

Sentía como si mil agujas se estuvieran clavando en mi cabeza a la vez. Era un dolor punzante y eterno. Me mareé un poco también. No podía aclarar mis pensamientos. Era como si me acabara de despertar, y no entendiera nada. Qué estúpida era, ¡claro que se podría haber levantado e irse a otro lado! Por suerte estaba en la cocina y no en el baño justo cuando yo entraba. Entrecerré los ojos para tratar de poner mi cabeza en orden, cuando Bruce se me acercó corriendo para ver cómo estaba. Mire hacia abajo y me aseguré de que mi toalla siguiera en su lugar, y le alegré al comprobar que así era, aunque se había bajado un poco. Automáticamente cuando se acercó la levanté un poco más solo por razones de seguridad. Era un poco ridículo teniendo en cuenta lo que había pasado ayer, pero igualmente me preocupaba. Trajo una silla en la que traté de sentarme, pero estaba tan mareada que me tambaleé un poco hacia atrás. - Br... Bruce... creí que.... tú... - balbuceé, pero las palabras se iban de mi cabeza. Estaba sin camisa y de verdad se veía muy apuesto, y yo estaba ridícula con el pelo mojado y las ondas tratando de tomar forma. Cerré los ojos para poder aclararme y continué con la oración; - No me di cuenta que estaba en casa. Creí que te habías ido. - le dije ya un poco más despierta. - Lo siento yo... es que... estaba algo dormida y cuando me di cuenta de que no estaban tú y tu ropa creí que tal vez tú... no sé... tenías que hacer algo a la mañana, un tour o algo así. - expliqué entre titubeos. La habitación ya había vuelto a enfocarse y mi estómago rugía por el hambre. Ayer no había cenado y merendado nada, y ahora también me había perdido el desayuno. Aunque era soportable. Ahora que podía pensar, ¡qué suerte que me había agarrado bien la toalla? Sino hubiera sido algo incómodo.