El Caldero Chorreante

Con intenciones de relajarme un poco, después de varias compras y horas de trabajo, entré al Caldero Chorreante para tomar algo. Sin embargo, para mi sorpresa, había una multitud dentro del lugar. Tuve que esperar un rato largo para que me atendieran pero cuando lo conseguí pedí un chocolate caliente. Para mi suerte, encontré un lugar donde sentarme, al lado de un hombre que estaba sonriendo sin razón alguna. Reí levemente por el gesto de su cara. - ¿Puedo sentarme o está ocupado? - Pregunté con una sonrisa en mi rostro.

Como no había problema, me senté al lado del hombre desconocido quien aún tenía esa sonrisa graciosa de su rostro. Parecía muy simpático. No puede evitar soltar una pequeña risita. De repente el hombre se presentó y extendió su mano para que la estrechara. - ¿Ushna? Es la primera vez que escucho ese nombre, es muy original. - Dije con una sonrisa - Soy Bonnie Warwick Blake - Dije estrechando su mano. Parecía un tipo agradable, no tenia porque temer de él. Mientras tomaba un sorbo de mi chocolate caliente, Ushna soltó una risa, lo que me tomó por sorpresa. Lo miré con cara extrañada pero divertida la vez. No me dio tiempo de preguntarle a que iba la gracia que me preguntó si hacía mucho que vivía por allí. Agregó que él vivía desde hacía unos meses y no tenía muchos amigos por dedicarse tanto al trabajo. - Hace unos años. - Contesté finalmente. - Descuida, yo tampoco tengo muchos amigos, la mayoría son muggles. - solté una risita. - Pero podríamos ser amigos, ¿No? - Dije sonriendo. Últimamente se me daba muy bien eso de hacer nuevas amistades. - Así que... ¿Cuántos años tienes? - Pregunté intrigada ya que parecía mayor que yo.

Me agradeció por mi halago - De nada - Respondí y nos estrechamos la mano. Cuando lo miré de manera extraña él dijo que no debía preocuparme, que cuando estaba aburrido le venía la alegría de golpe - ¿O sea que te aburres conmigo? - Bromeé. - Es una buena manera de canalizar tu alegría. – Dije entre risas. Soltó una carcajada cuando le conté que mis amigos era muggles y agregó que él ni eso tenía. Reí un poco. La verdad, comenzaba a darme un poco de lástima. Además parecía un tipo bastante simpático como para no tener amigos. Luego aceptó que fuéramos "camaradas". - Genial - Dije con una sonrisa. Con respecto a la edad me dijo que tenía veintitrés. Me sentí un poco avergonzada al pensar que tenia más. - Yo también tengo veintitrés - Contesté a su pregunta. Tomé otro sorbo de mi chocolate caliente, ya había tomado media taza. - Y bien, como tú amiga, quiero saber un poco de ti. Mmm... No sé. ¿Dónde estudiaste? Por ejemplo. O... ¿Tienes hermanos? O... ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? Puedes empezar a responder por donde quieras. - Dije riendo.

Una vez que me senté comenzamos a charlar un poco. Hablamos sobre como canalizar nuestra energía. Él me preguntó mi método. - Cocinando y comiendo lo que hago, es un desgaste de energía bárbaro. - Respondí riendo. - Me encanta comer. - Dije finalmente.
Luego de mi preguntas empezó a contarme sobre él. De su vida en Hogwarts, de sus pasatiempos, y me contó que era hijo único. Ahora era mi turno, me preguntó si había estudiado en su colegio. - No, en Beauxbatons. - Contesté con una sonrisa. - Es una buena escuela, pero me hubiese gustado ir a Hogwarts. He oído que es el mejor. Seguro que son muy exigentes, ¿A que no? - Pregunté ya que había escuchado rumores de que así era. - Con respecto a mis pasatiempos me gusta leer, ir al cine, salir con amigos, aunque no tengo demasiados. - Dije un poco apenada - Es que no hace mucho me mudé desde Escocia y eso de hacer nuevas amistades está difícil. - Bromeé. Ahora mis hermanos. - Si, tengo un medio hermano por parte del segundo matrimonio mi papá. - Tomé el ultimo sorbo de mi chocolate caliente antes de que terminara de enfriarse. Ahora la conversación se tornaba un poco más interesante. - Y...¿Vives por aquí? - Pregunté con curiosidad.
A la distancia miré un reloj que había en una de las paredes. Tenía que ir a casa a hacer mis quehaceres, muy divertido - Ushna, me gustaría seguir hablando pero debo irme a casa. Espero verte muy pronto. - Le dí un abrazo - ¡Nos vemos! - Dije sonriendo y me fui.

[Viene de las calles de las afueras]

Finalmente, luego de un largo rato, llegué al Caldero Chorreante. Mi viaje hasta aquí había tenido una pequeña interrupción: un encuentro con mi ladrón personal. Era la tercera vez que me lo cruzaba, tanto que ya comenzaba a considerarlo normal. Decidí apartar el tema de mi mente e irme a dormir lo más rápido posible. Alquilé la habitación y subí las escaleras. Había traído mi pijama pues no había pensado que volvería a mi casa, sino que me quedaría en lo de Elliot. Me lo puse y me cepillé los dientes, para luego meterme bajo la sábana. Calentita, concilié el sueño enseguida. Había sido un día agotador.
A la mañana siguiente desperté y me quedé unos minutos más con los ojos cerrados, descansando, pero sin llegar a dormirme. La relajación que me producía el hecho de que fuera sábado era muy agradable dado lo que había ocurrido la noche anterior. Aun estaba triste, probablemente más de lo que había estado en toda mi vida. Había sido una relación en la que había creído ciegamente, y por primera vez en mi vida había sido tan ingenua como para creer que duraría, aunque ya una vez se había besado con otra. ¿Desde cuándo me había vuelto tan indulgente? No lo sabía, pero tampoco era hora de averiguarlo. Lo pasado ya no tiene vuelta atrás. Me cambié y bajé a desayunar al bar del Caldero Chorreante. Me senté en la barra, ya que no planeaba quedarme mucho tiempo.

Era un bello sábado por la mañana. El clima estaba templado y soleado, no faltaba mucho para el verano y comenzaba a notarse en el aire. Me había levantando temprano y había aprovechado el día para salir a caminar un rato y hacer unas compras. Sin embargo, me había olvidado de tomar el desayuno y mi estómago empezaba reclamar por él. Así que entré en El Caldero Chorreante. Recordé la última vez que estuve allí. Había hecho un nuevo amigo, Ushna. Me pareció un tipo súper guay aunque algo tímido, pero eso no importaba. Tal vez tenía suerte y lo volvía a ver, ya que vivía cerca de aquí y, seguramente, frecuentaba en el lugar. Al entrar lo busqué entre la poca gente que había pero no lo encontré. Eso me deprimió un poco. Avancé hasta la barra donde le pedí un café. Cuando fui a sacar mi dinero, sentí que había golpeado algo con mi codo derecho y me giré en esa dirección para comprobar que fue. A mi derecha una chica rubia, podría decir que de la misma edad que yo, se encontraba sentada sobre un taburete de la barra. - Lo siento, ¿Te golpeé? - Dije a modo de disculpa. Estaba tomando su desayuno y esperaba no haberla manchado o, peor aún, lastimado.

Pedí un café para despertarme un poco y así poder pensar qué hacer durante el día. Tal vez podría pasear por el Callejón, o incluso conocer algún sitio turístico de Londres. Hacía años que trabajaba aquí pero nunca me había tomado el tiempo de recorrer un poco la ciudad. Fui tomando de a sorbos mi bebida, ya que estaba extremadamente caliente y además, no quería que se terminara. Mientras disfrutaba de un momento de tranquilidad, una chica castaña se sentó a mi lado y me golpeó con el codo sin querer. Fue lo suficientemente educada como para pedirme perdón y yo, increíblemente, le sonreí. Me estaba volviendo demasiado blanda con las personas, pero no podía hacer nada al respecto. Tal vez incluso fuera mejor, porque tratarlos amigablemente no significaba que tuviera que confiarles todos mis secretos ni nada por el estilo - No te preocupes, estoy bien - le aseguré a la desconocida - ¿Tú no te has lastimado? - pregunté a mi vez, pensando que quizá podría haberle dolido, pese a que era improbable.

Cuando me disculpé, la chica me sonrió y me dijo que se encontraba bien. Le devolví la sonrisa al oír eso. - Me alegro. - Luego preguntó por mí. - Yo estoy bien, gracias. - Dije amablemente. Pagué a la mujer que me atendió por mi bebida y me senté junto a la chica rubia. Parecía simpática, pero un poco intimidante. Me dio una primera buena impresión. - Por cierto, me llamo Bonnie. Bonnie Warwick Blake. - Dije extendiendo mi mano para que la estrechara. Había algo en su expresión que no parecía bien. No sabía si se trataba de cansancio o si era algo más serio. Pero no era asunto mío, después de todo era una completa desconocida, aunque realmente quería preguntarle si estaba bien. - Y...¿Te hospedas aquí? - Pregunté para sacar un tema.

Asentí con la cabeza cuando me dijo que ella también estaba bien. Me lo imaginaba, el codazo no había sido tan fuerte como para lastimarla, ya que ni siquiera me había hecho nada a mí, que había recibido el impacto. Di otro sorbo a mi café y mi acompañante se presentó - Margaret Parker. Un placer - le dije con una sonrisa. Le estreché la mano. La chica me había causado una muy buena impresión, y extrañamente sentía que podía confiar en ella. Pero reprimí ese sentimiento, recordando cómo había salido todo con Elliot. Por un lado necesitaba una amiga, pero por otro mejor era conocerla bien primero. En momentos como aquel era cuando más extrañaba a Amy, la necesitaba muchísimo. Ella había sido prácticamente la única amiga que había tenido, o al menos la única con la que me había mantenido más o menos en contacto. Ella hubiera sabido qué hacer. Pero no está aquí, así que mejor lo aceptas y sigues adelante, me dije. Me di cuenta de que Bonnie me decía algo, por lo que me dispuse a responderle - Sí, me hospedé solo por anoche. ¿Y tú? - le pregunté con curiosidad. No la había visto el día anterior, pero también me había ido directamente a mi cuarto apenas me habían otorgado habitación.

La joven sentada a mi lado se presentó. - Igualmente - Contesté. Margaret Parker. Ese nombre me resultaba familiar. Tal vez me había cruzado con ella con antelación pero no lo recordaba, aunque no creía que fuera así. - Tu nombre me resultada conocido, ¿Nos hemos visto anteriormente? - Pregunté. quién dice que no la había conocido en algún momento en el trabajo o en la calle... Me devuelve el apretón de manos y le sonrío. Por un instante pienso que tener una amiga no seria nada malo. Desde hacia mucho tiempo me venía faltando una y tenía la impresión de que Margaret podía ser la persona indicada. Pero al igual que había sucedido con Ushan, e incluso con William, no iba a precipitarme. Después de todo, era una extraña y nunca se sabe con lo que podría terminar encontrándome. Había aprendido que a veces las apariencias engañan. Unos momentos más tarde responde mi pregunta y me dice que se hospedaba por esa noche. - Yo sólo estoy de pasada. Aprovecho a tomar algo antes de seguir con mi paseo.- Digo tomando un sorbo de mi bebida. Tal vez era una "intuición femenina", pero no parecía muy animada. Tal vez la interrumpí en algo importante o podía haberle pasado algo que se encontraba así. Sin embargo, me limito a callar.

Di un sorbo de mi café y la miré con curiosidad cuando preguntó si nos conocíamos. No tenía idea de haberla visto en ninguna parte, y dudaba que fuera probable ya que yo vivía en Nueva York, no en Reino Unido. Aun así, tal vez me había visto alguna vez en la calle y por alguna razón le había quedado en la mente - Mmm... No, al menos que yo sepa. ¿Crees recordarme de algún lado? - pregunté, extrañada. Me cuenta que está de paseo, y solo paró aquí para beber algo antes de continuar - Oh, ¿eres turista? - me interesé, sorprendida. Aunque, ahora que lo pensaba, su acento no era igual al de los ingleses. Igualmente tampoco era como el mío. Yo había nacido y vivido hasta los 17 años en Estados Unidos, por lo que tendría que hablar con acento norteamericano, pero los años que había pasado estudiando en Hogwarts me habían ayudado a suavizarlo un poco. No era completamente inglés, pero tampoco desentonaba tanto como otros de mi país - ¿Qué lugares estás visitando? - dije, para entablar un poco de conversación. Por primera vez en mi vida, me sentía algo sola.

Cuando le dije que me parecía conocerla, me examinó y finalmente respondió que no lo creía. Pero me preguntó si yo la recordaba de algún lado. - No lo sé, - Respondí - sólo que tu nombre me resultó familiar. - Sonrío. No recordaba su cara, ni si quiera me parecía haberla visto en algún momento. Por ahí, ella me sonaba del trabajo. Había demasiado personal en el Ministerio. Alguna vez pudieron haberla nombrado; Cuando le cuento de mi paseo, me pregunta si soy turista. Mi acento me delata, pensé. - No, no soy turista - Dije sonriente - De hecho no vivo muy lejos de aquí. - Dar información sobre mi ciudad natal, era mucho para un primer encuentro, al menos por ahora. Sin embargo, algo tenía en su forma de hablar que no la hacía parecer inglesa. Luego, me preguntó que lugares estaba recorriendo. - Sólo estaba rondando por El Callejón y pensaba hacer un par de compras. ¿Tú tienes alguna idea para el día de hoy? - Preguntó para seguir el tema, pero también estaba curiosa por saber.

- Bueno, no es poco común. Debe haber mucha gente llamada Margaret en el mundo - reí brevemente. Tal vez no era mi mejor día, pero tampoco pensaba estar llorando todo el día. De hecho, estaba decidida a seguir adelante y no derramar ni una lágrima más. Encontraría la forma de ser feliz sin él. Su respuesta a mi pregunta me sorprendió, ya que yo hubiera dado por sentado que no era de aquí - Pero, ¿naciste aquí? - pregunté con curiosidad. Me pareció que no era una dato de vital importancia, y que por eso podía preguntárselo sin problemas. No era nada muy personal sobre su vida, ni siquiera involucraba sentimientos. Escuché sus planes y me lo pensé unos segundos cuando me preguntó los míos - Supongo que ir a casa y pasar un sábado como cualquier otro - Al menos, como cualquier otro antes de que tuvieras novio, añadió una vocecilla en mi cabeza. La sacudí levemente para ahuyentar ese pensamiento - Ya sabes, mirar televisión, o algo. Quizá incluso vaya de paseo - respondí. Le había contado bastante de mis planes, más de lo que hubiera contado a cualquiera, pero por alguna extraña razón no sentía que ella fuera alguien de quien debiera desconfiar, cosa que sí me sucedía con casi todo el resto del mundo. Sin embargo, me repetí que las apariencias engañaban, y en ocasiones dolorosamente.

-Si, sólo que tu apellido también me resultó familiar. Como sea, creo que no te conozco de antes. - Bromeé un poco y compartí mi risa con ella. Seguramente la había confundido con alguien. Cuando le cuento que vivo en Londres reacciona como si le estuviera escondiendo algún detalle que hacia que mi historia no terminara de cerrarle. Me preguntó si había nacido aquí. - No, exactamente. Nací en Escocia y hace unos años, cuando termine la escuela, me mudé a Londres. - Respondí - ¿Y que hay de ti? - No creía que así fuera, sino no estaría hospedándose en este lugar... Aunque podría haberle pasado algo que hizo que terminara aquí. Como si pudiera leer mi mente, me contó sus planes que se basaban en pasar un típico sábado en su casa. Mirar la televisión, salir de paseo y no mucho más. - Bueno, espero que te diviertas. - ¿Pero porqué se hospeda aquí? ¿Y por qué no está en su casa?, pensé. Mis sospechas de que algo le había ocurrido comenzaban a ser mayores, además de que su expresión era un indicio. No parecía estar en sus mejores días. - Sólo por curiosidad, ¿Cuántos años tienes? - No quería terminar con la conversación y fue lo primero que se me vino a la cabeza.

- La verdad es que es extraño, pero supongo que podríamos habernos cruzado en algún momento. ¿Estudiaste en Hogwarts? - pregunté, pensando que quizá era de allí de dónde nos conocíamos. Bonnie respondió a mi pregunta y todas las fichas encajaron en su lugar. ¡Eso era! Venía de Escocia, y, ahora que lo decía, no podía entender cómo no me había dado cuenta antes por su forma de hablar. Aunque no era tan notorio como había oído en otras personas - ¡Qué interesante! - le sonreí cortésmente. A diferencia de otras personas, con las que tal vez en ocasiones era falsa por conveniencia, mi acompañante me caía especialmente bien y sentía que podía confiar en ella. Mis instintos no solían fallarme, pero aun así me mantenía algo reservada aunque amable. Por ahora estaba yendo todo genial, así que no tenía intención de cambiar de postura - En realidad, soy de Nueva York pero trabajo aquí - le expliqué. La realidad era que había conseguido un empleo aquí porque me gustaba mucho el país (aunque no quería abandonar el mío) y además, al salir de Hogwarts era lo que tenía más cerca. Hablamos de nuestros paseos - Muchas gracias - respondí. Di otro sorbo más a mi café, que ya se estaba enfriando, y escuché la próxima pregunta de Bonnie - 23 años, ¿y tú?

-No, en Beauxbatons. ¿Tú si? ¿De qué casa eras? -Pregunté con curiosidad. Siempre me había gustado Hogwarts. Sus reglas, sus profesores, sus métodos de estudio, la gente que estudiaba allí. Pero en mi adolescencia preferí quedarme con Beauxbatons. - Tal vez si te crucé en algún momento pudo ser en el trabajo...- El Ministerio era demasiado grande. Estaba la probabilidad de haberla encontrado ahí. Con lo de mi nacionalidad ahora todo parece tener sentido para ella y me dice que es muy interesante. Luego, me cuenta que nació en Nueva York. - ¡Qué lindo! Nunca estuve allí, pero me han dicho que es una ciudad hermosa. - Había viajado a algunos lugares en el mundo, pero nunca a Estados Unidos. - Y... ¿No extrañas un poco América? - Comenté. La idea de que fuera extrajera la hacia una persona interesante y me llenaba de curiosidad. En cierta forma me hacia acordar a mí. Después de todo, estábamos en la misma situación. - De nada - Respondí con respecto a lo del paseo y tomé un sorbo de mi bebida. Resultó que Margaret tenía la misma edad que yo. - También veintitrés. - Ya teníamos algo en común.

- Siempre me han dicho que Beauxbatons es un muy lindo lugar, y que la calidad educativa muy alta. De hecho, Hogwarts, Dursmtrang y Beauxbatons son los tres mejores colegios de magia de toda Europa, según los libros - comenté - Sí, estudié en Hogwarts. Pertenecía a Slytherin - Esperaba que no fuera de aquellas personas que tenían prejuicios por las casas, puesto que parecía muy buena y probablemente si los tenía serían contra Slytherin. La casa de los 'codiciosos, malos, traicioneros' según el resto de las casas. Para mí, solo éramos muy calculadores y sólo leales a quienes considerábamos amigos verdaderos - Podría ser, soy Jefa del Departamento de Cooperación Mágica Internacional en el Ministerio, por lo que si trabajas allí podríamos habernos visto - respondí. Aunque no desconfiaba tanto de la chica, sólo le daba datos de menor importancia - Sí, es una ciudad preciosa. De noche es increíble. Y no, no extraño, pues aun vivo allí - reí. No fue una carcajada demasiado larga, pero tampoco fue un intento de risa pobre - ¡Qué coincidencia! - exclamé por lo de la edad. Había estado encontrándome con mucha gente de mi misma edad estos últimos meses, algo un poco extraño.

- Si, es un lugar precioso y su nivel de educación es muy bueno. - Concordé - ¿De Slytherin? Genial. He oído rumores acerca de ustedes, pero en caso de que sean ciertos, la regla no parece aplicarse contigo. - Dije. Los egoístas, soberbios, fríos. Margaret no parecía así, tal vez por momentos daba la impresión de ser algo seria, pero nada más. Por un instante me pregunté en que casa hubiese quedado de haber estudiado en Hogwarts. Seguramente en Hufflepuff, pensé. Continuamos buscando lugares en los que podíamos habernos conocido con antelación. Sale el Ministerio y me cuenta que ella trabaja allí. Es la Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional. - Probablemente. Yo trabajo en la Oficina Contra El Uso Indebido De La Magia. - Contesté. Hablamos un poco de Nueva York. - Ya lo creo - Acordé con respecto a la belleza de la ciudad. - Oh, tomé por sentado que también vivías aquí. - Dije un poco avergonzada, pero reí por mi error. Tal vez era por eso que había pasado la noche aquí. Aunque pensándolo bien... Usando la Red Flu habría llegado a su hogar en un santiamén. - La verdad. - Respondí sonriente. Hasta ahora sólo había conocido gente de mi edad. Si mal no me acordaba el pobre de Ushna también tenía veintitrés, al cual le había calculado pésimamente los años.

Asentí en referencia a lo que Bonnie dijo sobre Beauxbatons, hasta donde sabía era tal cual ella lo había descrito. Reí brevemente por su comentario sobre Slytherin, y me alegró saber que realmente no estaba demostrando mi verdadera personalidad a Bonnie, sino estaba segura de que no hubiera hecho aquel comentario. Aunque, quizás, en algún momento ella sí llegara a conocerme y vería que soy bastante fiel al estilo de la que era mi casa - Bueno, supongo que me lo tomaré como un cumplido - bromeé. Realmente, no me molestaba mi personalidad en lo más absoluto - Mmm... no tengo mucha comunicación con tu oficina, aunque sí con el departamento. Tal vez me hayas visto cruzar, o puede que mi nombre escrito en algún lado. ¿Hace mucho que trabajas allí? - pregunté. Luego continuamos hablando sobre Nueva York, y ella confesó que su suposición había sido errada - Ya sé es extraño trabajar tan lejos de dónde vives, pero me gusta aquí. Supongo que en algún momento terminaré mudándome - admití - ¿Desde cuándo dijiste que vivías aquí?

Margaret rió con el comentario de los de Slytherin y le devolví una sonrisa. Cada vez me caía mejor. Parecía una chica sincera y muy amigable, además de que algo me decía que podía confiar en ella sin problema. Reí un poco por su broma. Luego comentó algo más con respecto al trabajo y me preguntó desde cuando trabajaba en el Ministerio. - Hace apenas unos meses, ¿Y tú? - Suponía que hacía bastante. Era sorprendente como desde tan joven ya era Jefa de uno de los Departamentos del Ministerio. ¡Qué sería de ella dentro de diez años! Me habló acerca de lo extraño que era trabajar lejos de su hogar y agregó que en un futuro podría llegar a mudarse aquí. - Puede ser, pero con el tiempo lo irás viendo. - Comenté - ¿Tienes algún pariente viviendo aquí? - Pregunté sólo por curiosidad. Tal vez ese fue el primer impulso que la hizo venir a trabajar aquí. - Prácticamente un año. - Respondí a su pregunta.

- Hace bastantes más años que tú, podríamos decir que unos cuantos meses después de graduarme de Hogwarts. Serían... - dudé un segundo, haciendo los cálculos mentales - Seis años - dije - ¿Es interesante tu trabajo? Siempre me pregunté de qué tipo de cosas se encargaban allí - comenté - Nunca pensé en cambiar de trabajo, es por eso que no conozco mucho de los otros. Siempre quise el mío - expliqué.
Hablamos sobre el hecho de que yo viviera en Nueva York y trabajara en Reino Unido, y me dijo que ya vería luego el tema de mudarme - Sí... Un par de meses atrás estaba segura que lo haría, ahora no tanto - dije secamente. No quería hablar del tema - No, nadie de mi familia vive aquí. Todos en Estados Unidos - respondí, luego de decidir que no era un dato importante de mi vida. El pensar en mi familia me recordó la última visita a la casa de mis padres, y lo mal que había salido. Bueno, parte del viaje había ido pésimo, la otra no - Ah, bueno, no es mucho. ¿Te gusta el ambiente londinense?