Calle

- Sí, luego de darles la tarea les dejo hacer lo que quieran, porque de todas formas a la clase siguiente la deben entregar. También pueden entregarla esa misma clase, claro, pero casi nadie lo hace - le dije y reí - Gracias - repliqué - Ah, ¿eres nueva? ¿De qué trabajabas antes? - me interesé - ¿Sí? ¿Reír? Seguro es porque son completamente absurdos, ¿verdad? - comenté - Entonces, si hace poco entraste a trabajar, ¿es porque te mudaste o porque renunciaste al otro trabajo? ¿O te despidieron? - le pregunté. Me pareció que eran muchas preguntas por el momento así que me callé un rato para dejarla hablar a ella - Muchas gracias, aunque es un poco mucho atrasado - dije y le sonreí - Yo también soy de Londres, del centro, pero vivo en Hogwarts la mayor parte del tiempo durante el año, ya sabes. Igualmente la considero una ciudad hermosa y muy interesante.

Me explicó su técnica de para dar clases y realmente parecía buena y efectiva; Me agradeció por el cumplido que le había hecho anteriormente y me encogí de hombros. Luego empezó a llenarme de preguntas cerca de mi trabajo. - Wow, tranquilo. - Reí un poco por su interés. - Una pregunta a la vez. - Bromeé - Bueno, antes trabaja como Profesora de Encantamientos en Beauxbatons pero renuncié porque mi trabajo no terminaba de convencerme, además de que, al igual que tu, debía vivir en el colegio y no me gustaba mucho. También, quería probar fortuna con algo un poco más grande y no me fue tan mal. - Reí un poquito. – Y sí, hay caos que te hacen reír, son tan… idiotas, que incluso te da lástima castigarlos por tal tontería. - Reí - ¿Y que hay de ti? ¿Hace mucho que eres profesor? - Me agradeció por desearle feliz cumpleaños aunque dijo que ya era un poco tarde - Lo sé, solo jugaba. - Sonreí. Me contó que el también era de Londres, pero que vivía en Hogwarts durante la mayor parte del año - Si, a mi también me parece una ciudad increíble. –Convine con su opinión acerca de Londres.

Asentí con una carcajada, ya que me había pedido que hiciera una pregunta a la vez - De paso recupero el aliento - le dije en broma y le guiñé un ojo. Escuché con interés lo que me contaba sobre su anterior trabajo, y me sorprendió un poco que hubiera sido profesora, aunque no le sentaba mal. Tenía aspecto de profesora jovial - Sí, hay que tener vocación - reí - A mí particularmente me encanta y como soy soltero, no me molesta vivir allí. En realidad es muy bello el lugar - expliqué - Espero que te siga yendo así de bien, si tanto te gusta. Lo mejor es trabajar de algo que nos agrade, lo hace más ameno. A mí las horas de clase se me pasan volando - comenté - Debe de ser duro, la compasión en esos empleos juega un poco en contra, ¿no? - le dije, ya que siempre me lo había parecido así - Somos afortunados de vivir allí - bromeé por su comentario sobre Londres - En realidad yo soy de Estados Unidos, pero me gustaba tanto aquí que me mudé.

Me reí con su comentario y luego noté que volvía a guiñarme un ojo. ¿Se te metió alguna basura?, pensaba decirle pero quedaría demasiado desubicado y no querría volver a hablarme, así que lo ignoré.
Seguimos charlando del trabajo. Me dijo que le gustaba lo que hacía y que no le molestaba vivir en el castillo ya que era un bello lugar. Me deseo que me fuera bien en lo que estaba haciendo – Gracias. – Dije con una sonrisa. También dijo que era bueno trabajar en cosas que nos gustaran y que en su caso, las horas de clase se le pasaban volando. – Me alegra que te guste tanto, se nota que lo disfrutas. – Dije honestamente. – Como ya dije, es acuerdo al caso, no todos merecen compasión. - Sonreí. Luego me contó que nació en Estados unidos. - ¿De Estados Unidos? ¡Genial!, ¿De qué parte? - Me entró interés - ¿Por qué te mudaste? ¿Por tu trabajo? - Ahora era yo quien lo abarrotaba de preguntas. - Yo tampoco soy de Londres, nací en Escocia. – Dije finalmente. - Esta conversación se está poniendo bastante... interesante, por ser el primer encuentro, ¿A que no? - Bromeé.

- Sí, en cualquier aspecto de la vida hay gente que no merece compasión - añadí. Se asombró porque era de Estados Unidos y yo le sonreí por todas las preguntas que me hizo al respecto. Ahora era ella la que bombardeaba con interrogantes - Sí, soy de la ciudad de Nueva York - contesté. Eso me hizo recordar a aquel lugar y me entraron ganas de visitarlo, y de paso ver a mis padres - Es medio raro, pero te lo explicaré - le dije y solté una carcajada breve - Yo vine a estudiar a Hogwarts porque mis padres lo consideraban el mejor colegio de magia, y volvía todos los veranos a Norteamérica. Me gustaba mucho Historia de la Magia, por lo que decidí convertirme en profesor. También me agradaba enseñar, claro. Y bueno, aunque Nueva York siempre será una de las mejores y más bellas ciudades y es muy especial para mí, Inglaterra me encanta también así que no tuve tanto problema en mudarme - relaté - Y de paso me alejé de mis padres - bromeé - Chiste, no te preocupes - reí - ¡Qué lindo! ¿Y tú por qué te mudaste? - me interesé - Muy - acordé con una risotada.

Luego de mi cuestionario, comenzó a contarme de su vida en los Estados Unidos - ¿De Nueva York? ¡Impresionante! Nunca visité la ciudad pero me gustaría hacerlo. - Dije con una sonrisa. Me contó un poco acerca de su vida en Hogwarts donde descubrió su amor por la Historia de la Magia. Ahí fue donde decidió convertirse en profesor y quedarse a vivir en Londres. Luego hizo un pequeño chiste sobre sus padres y reí un poco por él. - Estando tan lejos, ¿No los extrañas un poco? - Me preguntó porque me había mudado. – Bueno, lo mío es un poco más complejo. Pero, digamos que mientras vivía en Edimburgo mi padre conoció y se casó con otra mujer que era londinense. Así fue como llegue aquí. Una vez que terminé el colegio, decidí quedarme. – Me pareció un tema delicado el de la muerte de mi madre, así que preferí no tocarlo – De todas formas viajo seguido a Escocia para visitar a mi familia además de que me encanta. - Agregué con melancolía.

Reí un poco sobre su comentario acerca de su ciudad natal. Luego me contó que a veces extrañaba su madre, especialmente en la cocina, pero que de vez en cuando iba a visitarla. Reí en el énfasis de: De vez en cuando. - Eso quiere decir que tu madre es actriz, ¿Verdad? - Dije con entusiasmo, tal vez la conocía. Quería saber más de su vida así que pregunté: - ¿Y tu padre? ¿A qué se dedica?
Luego me preguntó por Edimburgo. - Supongo que ya debes conocer un poco el paisaje, Hogwarts está en Escocia. - Dije en tono burlón. - Digamos Edimburgo que tiene un aire de Londres, pero cuenta con más verde. Tal vez esa es la razón por la que me quede aquí. - Bromeé.

- Sí, es actriz, bailarina y cantante. Podríamos decir que hace comedias musicales en los teatros de Broadway, le va muy bien - le conté - Aunque si nunca has estado en Nueva York, no creo que la conozcas. Emma Clawson - Me hizo otra pregunta y yo le sonreí, ahora era ella la curiosa - Es un funcionario de muy alto rango en el Ministerio de allá - respondí - ¿Los tuyos? - pregunté yo esta vez - Sí, ya sé que queda en Escocia, pero yo quería saber de Edimburgo - reí - Tan tonto no soy - le aseguré - Entonces, ¿no te gusta el verde? ¿O es porque Londres es más céntrico? - me interesé. Miré la hora y al ver que era bastante tarde, sonreí - ¿Te parece ir a cenar a Las Tres Escobas? Porque ya son más de las ocho - le ofrecí, extendiendo la mano en dirección al pub.

- Wow, es impresionante. - ¿Actuaba en Broadway? Debía de ser muy buena. Me dijo que se llamaba Emma Clawson. - Creo que la oí nombrar pero no la conozco. - Dije haciendo memoria. Luego me contó que su padre estaba en un rango alto del Ministerio y me preguntó por los míos. – Mi padre también es un funcionario del Ministerio y mi madre era Profesora de Runas Antiguas. – Contesté finalmente. -Tranquilo, era solo una broma, lo siento. - Dije con naturalidad cuando pensó que lo había tratado como un idiota. Luego me preguntó la razón por la cual me había mudado a Londres. – En realidad quise decirte que lo que me atrajo fue el parecido entre ambas ciudades, la parte “verde” no influye demasiado. – Dije sonriendo levemente. Luego me ofreció para ir a cenar a Las tres Escobas ya que se estaba haciendo tarde. – Claro, me encantaría.

Llegué primero que Emmeline por lo que la esperé aquí, donde habíamos acordado encontrarnos. Estaba nervioso de pies a cabeza, no sabía muy bien a donde llevarla, si prefería las cosas elegantes o divertidas. Estaba espantado por la idea de decir algo malo o hacer algo estúpido y que ella se alejara. Me había vestido con la ropa más linda que tenía, me preparé muchísimo .Llevaba puesto una remera celeste con un pantalón de jean oscuro y un buso rojo. Yo creía que estaba combinado pero eso sería un problema ya que tengo muy mal gusto para combinar cosas, y siempre que creo que lo que me pongo está bien, la gente se ríe y me dice que soy el peor vestido de todos. ¿Qué mas daba? no sabía hacerlo de otra forma. Miré mi reloj, había llegado demasiado puntual, antes de lo debido diría yo, por lo que esperé a Emmeline mientras pensaba qué le diría. Hola hermosa pensé Hola que linda estás Te ves preciosa ¿A quién engañaba? no me animaría a decirle eso ni aunque me pagaran toda la fortuna del mundo. Supongo que sería yo mismo, sin rodeos ni pensamientos. Diría lo que saldría de mi boca, aunque eso me podría poner en problemas ya que cuando estoy nervioso suelo decir mas estupideces de lo normal. Me acomodé el cabello, probé mi aliento y me acomodé el buso. Todo estaba en orden.

Me dirigí a las cuatro en punto a las puertas del castillo, donde había acordado encontrarme con Malcolm. Había excursión a Hogsmeade aquel día y le había propuesto pasarla juntos, para divertirnos un rato. Yo ya había ido todas las veces anteriores con mis amigos, por lo que creía que podía perderme aquella ocasión. Siempre la pasaba genial con ellos, pero no dudaba que también lo haría con Malcolm. Él ya estaba allí cuando llegué, a pesar de que no se me había hecho tarde. Le sonreí.
- ¡Hola! - saludé. Me alisé el abrigo con las manos de forma nerviosa. Llevaba uno largo, que pasaba la cadera, y unos jeans al cuerpo con botas. No faltaban tampoco mi bufanda y mi gorrito, aunque en esta ocasión no eran los de Ravenclaw. Tenía el pelo rubio, completamente lacio y por los hombros, los ojos azules y la piel tan pálida como siempre - ¿Qué tal? - dije, por costumbre - ¿Te parece si vamos? - le pregunté, comenzando a caminar con lentitud - ¿Qué lugar te apetecería visitar? - quise saber, mientras lo observaba con atención - Lindo atuendo - bromeé, aunque en realidad no iba tan mal vestido. Los colores quizás eran un poco fuertes, pero me parecía que eso era más efecto del contraste con la nieve. Revisé una vez más en mi bolso que no me faltaran galeones, por si quería comprar cualquier cosa en alguna de las tiendas. Era una cartera pequeña, pero todo estaba perfectamente ordenado. Llevaba también mi varita en un bolsillo interno del abrigo.

Esperaba a Emmeline en las calles, estaba muy nervioso y temía que no viniera, aunque no era propio de ella hacer esas cosas y además era temprano todavía, aunque sabía perfectamente que Emmeline era muy puntual. A lo lejos la vi caminando hacia mi, y una sonrisa se asomó por mis labios. Ella saludó amable y alegremente, por lo que le devolví el saludo dándole un pequeño abrazo. Mi sonrisa se ensanchó aún más. Me preguntó que tal, - Todo bien, ¿y tú? - le dije mientras echaba un vistazo a su atuendo, y estaba muy linda, se vestía bastante bien. Me preguntó si quería ir ya, por lo que asentí mientras no dejaba de ver su cabello alisado, me encantaba cómo le quedaba a ella, era increíble como le todo le sentía bien y como yo me ponía loco por cada estupidez que hacía. Emmeline pestañeaba y a mi ya me bajaba la presión, lo que me encantaba era muchísimo, indescriptible el amor que sentía por ella. Me preguntó a qué lugar me apetecería ir, pero a mi me daba lo mismo. - Si quieres divertirte, podemos ir a Zonko. Pero si tienes ganas de charlar, podemos ir a Madame Tudipié - pausé y sonreí - Como te parezca mejor - pensé un segundo y me animé a decirle - Te ves muy bien - fue lo único que me salió. No pude ser más romántico, aunque quisiera serlo, pero algo era algo. Que me haya animado a decirle algo acerca de como estaba ya era un progreso, ya que antes me costaba hasta saludarla. Hizo un chiste diciendo que mi atuendo era lindo, por un segundo me preocupé ya que yo creía que estaba bien, pero se ve que me equivocaba. Igualmente olvidé toda preocupación y reí con ella.

- Todo perfecto - respondí, sonriente, mientras recibía su abrazo. Lo acepté sin ningún problema y luego intentamos decidir a dónde ir. Torcí los labios hacia un lado con gesto pensativo; no estaba segura de lo que quería hacer. Sin embargo, las bajas temperaturas me ayudaron a decidirme. Me arrebujé en la bufanda, dejándola perfectamente enroscada alrededor de mi cuello - Me parece que me inclino más por la idea de ir a tomar un té calentito. ¿No te parece? - propuse, no tenía demasiadas ganas de dar vueltas por allí y helarme hasta los huesos. Emprendí el camino al pueblo, pues para cuando llegáramos ya estaríamos lo suficientemente congelados como para añadirle tiempo extra - Oh, gracias - agradecí su cumplido, dedicándole una sonrisa - Ya te dije que me gusta ir variando - añadí con una risita - ¿Te asustarías si un día me aparezco con arrugas y piel de color verde? - pregunté bromeando, mientras caminaba. Hogsmeade no estaba inmediatamente al lado de Hogwarts, por lo que había que recorrer cierto trayecto antes de llegar a la calle principal. Sin embargo, aquello siempre formaba parte de la salida porque podías ir hablando y riendo con amigos - Me encantan las salidas a Hogsmeade - comenté, distraída - Sean en la época que sean, tomarse un respiro del castillo y obtener algo de aire nuevo, además de divertirse con nuestros compañeros, no viene nada mal en mi opinión. Aunque no me malentiendas, yo amo el colegio y sus terrenos, pero creo que entiendes a lo que me refiero - arriesgó, esperando que él sintiera lo mismo y no malentendiera la situación, pensando que ella se sentía encerrada o algo por el estilo.

Todo estaba perfecto según ella, así que sonreí. Si ella estaba bien, yo también. La noté pensativa mientras decidíamos a donde ir. Se inclinó más por la idea de ir a tomar un té calentito, no había pensando en el frío ya que estaba muy ocupado observando su cabello que me atrapaba cada vez que la miraba. Tenía razón, por lo que asentí con la cabeza - De acuerdo - dije feliz. Cuando le hice aquel cumplido un poco pobre de mi parte, me agradeció y le sonreí de un lado. Volvió a decirme que le gustaba ir variando sus estilos, luego agregó un chiste sobre si me asustaría si aparecía con la piel verde y toda arrugada. La verdad no terminaba de entender como podía hacer eso, me hubiese fascinado haber nacido con esa característica, sería muy divertido. - Bueno... - dije soltando una risita pero pensativo - Creo que si te apareces de repente te noquearía de un golpe creyendo que eres una criatura maligna - reí - pero me resultaría sorprendente observar como te conviertes en esa cosa - finalicé con una sonrisa mostrando mis dientes. Con arrugas, la piel verde, pelada o con manchas me iba a seguir pareciendo la mujer más bella solo por ser Emmeline. Comenzó a hablarme sobre qué le parecían las salidas a Hogsmeade, que le gustaba dar un respiro a pesar de que le encantaba estar en el castillo - Si te entiendo - le dije ya que no se veía convencida de que estuviera entendiendo lo que me decía, pero en realidad si la comprendía y estaba totalmente de acuerdo.

Sopesé por unos segundos la idea de cambiar mi apariencia allí mismo, pero luego decidí que Malcolm todavía no estaba lo suficiente acostumbrado a mí como para tomárselo con normalidad. Por Merlín, estaba segura de que me vería tan horrible con la piel verde y arrugas que probablemente saldría corriendo del espanto - Algún día quizás lo veas - respondí con una sonrisa algo traviesa - Lo que sí, si en alguna ocasión necesitas espiar a alguien, no dudes en llamarme. Nunca me reconocerán, te lo aseguro - añadí con voz seria, pero en chiste, y luego solté una carcajada.
- Bueno, cuéntame más de tu familia - le pedí en un momento, mientras continuábamos nuestro camino en dirección al pueblo. ¿Cómo serían los padres irlandeses? ¿Estrictos, despreocupados? También me había interesado siempre por la relación que llevaban con sus padres, ya que yo no lo podía experimentar por mí misma. A veces tenía pequeñas discusiones con mi abuela, pero no eran para nada habituales y estaba segura de que no eran en absoluto iguales a las que se tienen con una madre. También pedía a mis amigas que me hablaran de ello, claro, pero por alguna extraña razón tenía muchas ganas de ver el punto de vista de Malcolm respecto al tema - Es extraño que no seas pelirrojo - comenté repentinamente, con una risita - Ya sabes, siempre me imaginé a los irlandeses con el cabello de un fuerte color naranja, aunque suene algo estúpido, pero tú no lo tienes así - me expliqué, mordiéndome el labio inferior. Luego de haber soltado el comentario, me había preocupado que se lo tomara a mal, cuando en realidad yo sólo quería compartir un tonto pensamiento y reír un rato. Por ello, preferí no añadir nada que pudiera empeorar las cosas y lo observé con atención, temerosa de ver su reacción.

- Intenta no infartarme cuando lo haga - le dije y solté una risa, al responderle su comentario. - Buena idea, lo tendré en cuenta. Aunque no creo que necesite espiar a nadie - dije y reí un poco. Me pidió que le contara más acerca de su familia, la verdad es que no sabía muy bien que decirle, no eramos nada extraordinarios y no había nada de anormal en nosotros que pudiera explicar. - Bueno... veamos... - dije pensativo, mirando hacia abajo y frunciendo mis labios - Tengo una mascota en mi casa, ¿de eso quieres saber? - la miré y reí - Se llama Scooty y es el mejor perro de la vida - agregué recordándolo, lo extrañaba muchísimo. - Mi padre se llama Benjamin y mi madre Anne - Lise. - pausé y la miré a los ojos - ¿Cómo se llaman los tuyos? - pregunté interesado, ya que esa parte no me la sabía y obviamente quería saber el nombre de mis suegros. Reí en mi mente por aquel pensamiento. Dijo algo que me llamó la atención, y hasta me pareció algo estúpido pero dulce. - ¿Pelirrojo? - fruncí el ceño y solté una risa - Que tonta eres - dije en chiste, ya que sabía que no era tonta, era adorable y hermosa, la mejor chica del mundo, la amaba cada vez más y de a poco iba perdiendo la timidez y vergüenza, igualmente seguía estando allí pero ya no tanto como antes, me gustaba acostumbrarme a esto, es una tremenda pena que éste sea nuestro último año. - Soy castaño, pero puedo teñírmelo de ese color si es lo que quieres - me delaté un poco, pero en fin, si ella quería que me tiñera hasta de azul eléctrico, lo hacía, solo porque la adoraba. - ¿Crees que me quedaría bien? - dije e hice una cara de asco, ya que imaginándome me quedaría espantoso.

- Nunca se sabe lo que puedes llegar a necesitar en algún punto de la vida - respondí misteriosamente, entrecerrando los ojos con un deje de perspicacia, y luego reí un poco. Estar con Malcolm me agradaba mucho, hacía comentarios graciosos y sentía que me escuchaba con atención, así como yo a él. Me parecía que llegaríamos a ser grandes amigos. Mi otro grupo de amigos no estaba muy seguro de qué pensar acerca de mi relación con él, lo cual yo había deducido por comentarios que habían hecho en los últimos días. Sospechaba que estaba relacionado a que Malcolm no era precisamente uno de los chicos más populares del colegio, pero no por eso menos interesante. En absoluto.
Accedió a contarme más de su familia, y yo lo miré expectante. Temía que en mis ojos brillara demasiada curiosidad, pero bueno, qué va, en algún momento se terminaría enterando. Reí cuando me preguntó si quería saber sobre su mascota y asentí - Qué bonitos - mencioné en referencia a los nombres de sus padres. Cuando preguntó por los míos, no pude evitar que la expresión alegre desapareciera de mi cara. Sin embargo, me esforcé por no parecer triste o demasiado seria - Mmm... Se llamaban Anthony y Alyse - respondí, un tanto vacilante. Traté de cambiar el tema lo más rápido posible y continuamos con el del cabello - No sé, es que siempre imaginé a los irlandeses así - intenté excusarme con una risita. Me sentía un poco tonta al haber dicho eso, lo cual no me gustaba demasiado, pero estaba casi segura de que él no pensaría de mí de ese modo - Vale, mañana mismo te quiero teñido de pelirrojo - bromeé, pensando lo dulce que había sido su comentario - ¿Sí, por qué no? - respondí a su pregunta inmediatamente, pero luego reflexioné un poco - Aunque, pensándolo bien, prefiero mil veces el castaño. Te sienta perfecto - lo halagué un poco, sonriendo.