Jardines

Cinco minutos atrás estaba en la Sala Común. El clima estaba fresco pero necesitaba despejarme y tomar un poco de aire fresco. Pensé que el mejor lugar para hacerlo seria los jardines. Lentamente hice una pequeña caminata, sin ningún tipo de apuro por la orilla del lago negro. Miraba como el sol se iba ocultando en el horizonte cada vez más con cada paso que daba. Saque mi vista de ese hermoso crepúsculo. En su lugar mi vista fue a parar a un árbol. Bajo ese árbol pude ver una melena flameante de pelo rubio. Me acerque un poco mas y pude comprobar mis dudas. Era Alice. Al reconocerla no pude en acercarme a hablar con ella.
- ¿Leyendo? - Pregunté una vez que estuve a unos pocos pasos de ella. - ¿Cómo has estado? - Sonreí.
La verdad me dio mucha lastima interrumpirla, estaba tan concentrada...
- ¿Te importa si me siento? - Pregunté expectante.

Al escuchar mi voz me reconoció rápidamente y sonreí ante eso. Me conto que estaba practicando su lectura. Entendí a lo que iba con eso. Su dislexia.
-¿Y qué tal va la practica? - Pregunté. Me dijo también que estaba muy bien. Me pregunto como estaba yo. - De maravilla, ahora que te veo. - Se me había escapado la ultima parte, puse los ojos como platos. Me aclare la garganta.
Momentos más tarde Alice aceptó a que me sentará junto a ella. Dijo que estaba encantada. Me acomodé donde ella me indicó, a su lado. La mire a los ojos. Sentía que el corazón se me iba a salir.
- Vas a pensar que soy una niña, pero no me mires de esa manera. Me haces ruborizar. - Reí ante mi estúpido comentario. Luego de esto desvié mi mirada que fue a parar al bello atardecer que se ocultaba ante mis ojos. Sin desviar mi mirada dije: - Al - Hice una breve pausa para tomar aire - ¿Tienes novio? - Por un momento quise deshacer los últimos 30 segundos. Me ruborice al terminar de preguntar eso. Tengo de saberlo, pensé, necesito saberlo. La miré. Al encontrarme con sus ojos todo cambio. No tenía las ideas claras, no podía pensar. Salvo en una cosa. Eres tan hermosa.

Cuando llegué a los jardines, ya había llegado otra chica. Era flaca y alta, de pelo reluciente de color marrón. No la conocía. La señorita Emilio, como le digo yo, estaba parada frente a ella, y supuse que estaba esperando a que llegara más gente a esta bendita reunión. No tenía ganas de venir, pero como iban a venir muchos estudiantes, tal vez podía causar un caos con las bengalas del señor Fillibuster que traía en el bolsillo. Ojalá Kelly estuviera aquí, me lamenté en mi conciencia, esto sería más divertido si él estuviera aquí, volví a lamentarme. En fin miré al lado opuesto de la profesora y observé el castillo, ¡qué grande!, pensé. Estaba tan aburrida, que lo único que tenía para hacer era sentarme y jugar con el pasto, como si fuera una chica de 6 años. Decidí ni hacerlo. Lo único que hice fue sentarme y quedarme con la boca cerrada, contemplando al gran castillo.

Traspasé las puertas del colegio y me acerqué a toda velocidad a donde habían ubicado la reunión, ya que era noche cerrada y tenía que admitir que no me sentía del todo cómoda caminando sola en la oscuridad de los jardines. Cuando por fin llegué, di un saltito hacia delante y doblé las piernas para sentarme como indio, a la vez que saludaba.
- ¡Buenas noches! Está muy lindo, aunque hace algo de frío - opiné. Llevaba bufanda y la capa de invierno, pero aún así podía sentir el viento gélido en mi rostro. Enterré mis manos en la túnica para que no se me congelaran y miré alrededor. Sólo había dos chicas allí, y no parecían muy dispuestas a entablar conversación. Afortunadamente estaba sentada cerca de ellas por lo que les hablé - Yo soy Charlotte Brandon, voy a 5° curso y soy de Hufflepuff - Adelanté la información ya que era la que normalmente se preguntaba - ¿Y ustedes?

- Un placer, Holly- dije, y le estreché la mano.
No me di cuenta que había llegado alguien más hasta que este se sentó a mi lado. Me eché a reír ante su saludo en susurros y comprobé que nadie más que yo lo había escuchado, por lo que paré al instante para no delatarlo. No sabía si él quería que el resto se enterara o no, y por esa razón en consideración suya me había callado - Muy bien, gracias - dije en voz alta, respondiendo a su segundo saludo - ¿Y tú? - pregunté con amabilidad - Yo soy Charlotte Brandon, Hufflepuff, 5°curso - me presenté y le tendí la mano. Lo vi frotarse los hombros por el frío - ¿Tienes frío? - quise saber, extrañada. Tal vez no tiene mucho abrigo debajo de la capa, pensé. Era lo único que se me ocurría, ya que al menos yo no sentía en absoluto la baja temperatura que estaba haciendo, calentita como estaba dentro de la túnica.

Ya habían llegado más alumnos, y pude reconocer a Ethan entre ellos. A la mayoría de los estudiantes que estaban no los conocía, pero al haber un amigo entre ellos podría hablar con él mientras que comenzaba el aburrido fogón. -Claro, siéntate.- le dije a la chica Slytherin que tenía al lado. -Si, ambas estamos en Slytherin- le respondí a su comentario. La chica por algún motivo no me caía muy bien, debe ser porque apenas la conozco, pensé. -Voy a cuarto curso, ¿y tu?- le pregunté y sonreí falsamente. Me quedé parada esperándo a que Ethan se acercara a mi y pudieramos hablar tranquilos.
Emily estaba prendiendo el gran fogón con unos hechizos de los cuales no tengo idea de cómo conjurarlos. Me gustaría aprender esos hechizos, me pueden servir para alguna travesura, ideé en mi mente. Estaba tan aburrida, que mi mente se había quedado en blanco, y no sabía que hacer. Tenía frío, entonces comencé a abrazarme para quitarmelo. El frío se fue en el instante que el gran fogón se prendió, parece mágia, pensé de bromista y reí entre dientes.

El calor del fogón me encantaba, era como si hubiera una estufa mágica que me persiguiera. Tenía ganas de hacer algo loco, tal vez con mi varita, o tal vez con las bengalas que me dio mi "querida" primita por Navidad. También tenía hambre, se me antojaban costillas de cerdo, ojalá hubiera un hechizo para hacer aparecer comida, pensé.
En fin, la chica extraña de Slytherin que no conocía, sabía mi nombre, tal vez lo escuchó, me expliqué en la mente. Pude escuchar que nombre era Holly cuando se lo decía a una chica Hufflepaff que tampoco conocía. -Si, creo.- sonreí con malicia -¿Estás pensado en comer costillas de cerdo?- le pregunté a la tal "Holly" que aún no me caía bien.
Me sentía rara, como si tuviera ganas de jugarle una broma a la anciana de Minerva, esas ganas las tenía desde hace un tiempo. Tal vez lo haga con las otras cosas que me dio Mary Jane, planeé en mi cabeza. Hay, recuerdo cuando era chica, mis bromas eran tan simples... como cuando le tiré a mi tía una bomba fétida en el cuarto, ella me castigó por tres días, recordé mi pasado.

Salí del castillo presuroso, llegaba tarde a la reunión que había organizado Emily. Supuse que me había invitado porque necesitaba que hubiera otro profesor para controlar la situación. Yo había accedido de buena gana, me divertía estar con los chicos. Me pregunté si algún profesor más iría, pero al llegar al lugar no había ninguno más que la profe de Adivinación - ¡Eh! ¡Buenas noches! - sonreí ampliamente mientras abría los brazos como indicando que finalmente había llegado - ¿Cómo están todos? ¿Disfrutando? - pregunté, a pesar de que eran pocos alumnos. Me acerqué a mi amiga y consulté, en voz más baja para que sólo ella me oyera, si eran los únicos a quienes había invitado o sí los demás llegarían de un momento para el otro - ¿Te ayudo en algo? - pregunté, de paso, para empezar a serle útil.

- Muy bien, ¿y tú? - respondí a Emily - Oh, y yo que pensaba que llegaba tarde. Aunque Elliot siempre anda muy ocupado con su novia, no creo que venga - dije burlón y reí. Para mí, que lo conocía desde antes de que estuvieran juntos, era muy divertido ver lo pegado a ella que era - Mmm... nunca hablé con la profesora Ashwin y con Cerberus hablé por primera vez hace unos días - Como ya estaba toda la comida, no necesitaba ayuda para nada más. Me senté a su lado, pero en lugar de tomar un malvadisco, tomé primero una salchicha con pan, le puse aderesos y un vaso de Coca-Cola. Yo conocía mejor que Emily la tradición de los malvadiscos ya que provenían de mi país, Estados Unidos, y sabía que se comían de postres, por eso me extrañó que ella los tomara. Pensando que tal vez no fuera a cenar, le pregunté - ¿No piensas comer nada? Porque te has saltado directamente al postre - reí.

Alice me conto que su práctica estaba yendo bastante bien. Me alegre al escuchar la noticia y no dude en decírselo: - Me alegro mucho que así sea.
Al parecer mi frase no paso desapercibida y pudo escuchar mi alago. Mi cara se puso blanca como la cal, aunque no dijo nada al respecto. En su lugar hizo un lindo pestañeó, lo que genero una terrible cara de baboso por mi parte.
Después de mi comentario acerca de mi timidez con su mirada, Alice me dijo que según ella tenía una mirada concentrada. - No lo dudo. - Le aseguré con una sonrisa en el rostro. Volví a mirarla solo para comprobarlo. Su mirada era... era... no tenia palabras para describirla. Era una sensación extraña pero muy placentera. Era como si ya no importara nada más. El mundo podría haberse venido abajo, pero no importaba. Eran solo sus bellos ojos azules lo que me importaba y el hecho de estar con ella, en una bella tarde observando como el crepúsculo daba paso a la fría noche.
Note como mi cara cambiaba constantemente de tonalidad, por momentos estaba pálido, tan blanco como la nieve, en otros momentos estaba rojo como un tomate. Alice respondió a mi pregunta. No tenia novio, lo que fue un gran alivio que sentí que se desprendía de mi cuerpo. Sin embargo agrego que le vendría bien un acompañante, ya que a veces se sentía sola. También me conto una historia triste, acerca de como otras niñas no la aceptaban debido a su enfermedad. - No te conozco demasiado, - dije después de un breve silencio - pero puedes estar segura de que siempre vas a contar conmigo. Después de todo somos amigos, ¿No? - Dije con una sonrisa picara en mi rostro.
Luego agrego que era un gran amigo. Me dio un vuelco en el corazón. También dijo que había que juntarnos más. - Claro que sí. Tu también eres una gran amiga, Al. -Sonreí.
Por último, me invito a ir al fogón. No lo recordaba, simplemente se me había pasado. Lo organizaba la profesora de Adivinación y podría ir quien quisiera. - Me encantaría ir. - Sin más me levante y le tendí una mano a Alice para ayudarla a ella también. Comencé a caminar en dirección al fogón.