Calles del centro

Siempre abarrotadas de gente, hay que moverse con cuidado para no chocarse con nadie. Rebosan tiendas, cafés, pubs y restaurantes.

Recibí una llamada telefónica muggle de Sabino. Me pedía que me junte con él. Decidí hacerlo. Así que caminé hasta el centro londinense ya que no sabía cómo conducir el auto, debería sacar permiso, pensé, aunque luego recordé que todavía no tenía la edad, ¿o sí?, volví a cuestionarme. Daba igual. Caminé hasta el centro y ahí vi a Sabino. Estaba un poco raro. No pude evitar reírme al verlo, ya que parecía un loco ahora que me daba cuenta. Estaba sentado en un banco, riendo solo. Me acerqué a él por detrás y lo asusté. -Hola Saba - le dije contento de verlo. - ¿Por qué querías que viniera? - le pregunté luego. Hacía un clima muy lindo; estaba soleado y no hacía ni mucho frío ni mucho calor, estaba agradable. Decidí sentarme junto a él en el banco. - ¿De qué te reías? - volví a preguntar.

Cuando me preguntó sobre mi identidad, me sentí un poco extraño, ya que creí que habría reconocido mi voz. No le contesté. Luego dijo algo que me hizo partirme de la risa. Me di cuenta de que si me había reconocido porque sino no hubiera dicho eso, bah, puedo esperar cualquier cosa de Sabi, pensé y reí a continuación. Al menos no hubiera reído después de decirlo, de éso estaba seguro. El caso es que descubrió. Luego me preguntó algo y me llamó "salamandra"; casi muero de risa en ese instante. La gente debía de pensar que éramos dos locos riéndonos a carcajadas. Miré al rededor, y comprobé que nadie nos prestaba atención, a excepción de una anciana que estaba sentaba en un café de por ahí. Volví la vista a Sabino. - Muy bien, aunque tengo un poco de hambre. - reí ya que vivíamos juntos y me extrañaba que me preguntara cómo estaba ya que nos habíamos visto esta misma mañana. - ¿Y a tí? - le devolví la pregunta.
Me quedé en duda con lo que me dijo. Comencé a pensar, y pensar.... No se me ocurría nada. Lo miré extrañado, no sabía de qué me estaba hablando, hasta que reaccioné. Ahogué un gritito y exclamé: - ¡El cumpleaños de Jane! -. Tenía que comprarle un regalo, aunque no sabía qué, ya que no entendía  mucho a las chicas...
Reí con el comentario que me hizo Sabino. Era cómico que me dijera eso, ya que yo también era hombre y cuando estaba solo no hacía cosas raras, o al menos eso creía. Volví a reír. - Seguro que sigue dando pociones, parece que le gusta mucho esa materia a Borton.

- Ah, genial, porque tenía miedo que mi club de admiradoras me siguiera... - bromeé con respecto a lo que me dijo Sabino. No podía parar de reír; es más, me estaban empezando a doler las costillas. También me estaba muriendo de hambre. Carcajeé demasiado cuando Sabino me contó que había revisado mi ropa interior. Sabía que era broma, no podía hacerlo de verdad... Aunque claro, de Sabino se puede esperar cualquier cosa, razoné. Miré al hombre que había señalado Sabino... nos miraba de forma extraña, como diciendo ¿qué onda? Desvié la mirada rápidamente para no hacer sentir incómodo al hombre. -¡Si! A McMagos. Estoy famélico - me alegré. Reí con lo que dijo Sabino a continuación. Parecíamos dos drogados. Reíamos por todo. La estaba pasando bien.
Me desternillé de la risa cuando Sabino me dijo que quería "apretar mis cachetitos de bebé". No sabía a qué venía la cosa. Propuso un par de ideas que me parecían fantásticas, así que se lo dije y luego me puse a pensar... ¿qué más le puedo regalar? me estrujé el cerebro pensando, mientras que Sabino me decía algunas cosas a las que no presté tanta atención. Estaba mirando hacia el frente, meditando. Mi amigo me salvó. Me dio una idea genial. -¡Buena idea! Aunque no sé... sería un poco obvio...- razoné. Lo que estaba seguro era que no podía escribirle un poema porque, como dijo Saba, sería muy cursi, cosa que no me gustaba y por segundo lugar, y más importante aún, no sabía cómo escribir uno. Era difícil para mí expresarme en palabras. Le conté que descarté esa parte de la idea, pero que las flores me parecían geniales. Me pregunto qué flores le gustarían a Jane... reflexioné. Luego pensé que en realidad, podía hacer aparecer unas flores con magia, pero como no sabía cómo hacerlo, compraría unas.
Sabino me hizo reír de nuevo con su expresión filosófica. Me paré y le indiqué con un gesto que me siga hacia el puesto de flores. Eran todas muy exóticas, y muy bonitas, pero elegí las que más me gustaban y las que creí que más gustarían a Jane y las compré. - ¿Crees que le gustarán? - le pregunté a Sabino y le mostré las flores.