Jardines

Caminé hacia la clase, ya llegaba algo tarde, pero me senté allí al lado de un chico y comencé a escuchar todo. Me aburría mucho hasta que me perdí en mi mirada a las estrellas. Eran muy brillantes y esa noche estaban que resaltaban muchísimo, eran realmente bellas. Ya, volví a la clase, escuché lo que llegué a prestarle atención y cuando las dos arpías de las profesoras terminaron su larga y aburrida charla, dijeron que debíamos juntarnos en pareja y hacer una predicción. Me dirigí al primero que vi, pero me aseguré de que su aspecto fuera cool. Le pregunté si quería ser mi pareja y me respondió que sí. Comenzamos a hacer la predicción, y él me dijo que era del signo Aries, le dije - Serás afortunado con el dinero, pero cuidado con el amor que no te va a ir de lo mejor este mes. - hice una pausa, - Ten cuidado contigo ya que parece que te pasaran accidentes pero mínimos - hice otra pausa - parece que tu familia estará muy buena los próximos días - , dije terminando mi predicción. Cuando la clase terminó, me volví a mi dormitorio con un pilón de tarea acumulada.

Llegué temprano a clase, y me senté al lado de Charlie. - Hola, Charlie - saludé sonriente. Luego la clase comenzó, escuché muy atenta y presté mucha atención para comprender la mayor cantidad de cosas posibles. Las profesoras nos mostraban muchas cosas, este tema se me daba bien y lo había entendido muy bien aunque algunas cosas no me cerraban del todo, no eran muy importantes. Comencé a copiar lo que podía, solo lo que más importante me parecía sin perderme en las palabras de las profesoras. Luego nos dijeron que hagamos una predicción en parejas, Charlie me miró y le sonreí ya que sabía que estaríamos juntas. Comenzó a hacer mi predicción la cual escuché atentamente, luego hice la suya, yo sabía su fecha de cumpleños tambiñen así que comencé, - En el amor, no te irá de lo mejor. Tendrás algunas que otras peleas, pero encontrarás a las personas que realmente se interesan en ti. - le dije apenada por lo de su romance. - En la salud, te irá muy bien. Nada de que preocuparse y por lo visto, estarás a salvo por un largo tiempo - pausé. - Estudiarás mucho y alcanzarás logros pero tropesarás con alguna piedra en los examenes, sin embargo, podrás levantarte - le dije sonriendo. - Con la amistad y familia, conocerás gente nueva y te harás más afectuosa con tus seres queridos. La familia, te tratará muy bien como siempre has dicho y al parecer no tendrás incovenientes con ella - terminé mi predicción. - Listo - solté una risa. Al terminar la clase, me fui charlando con Charlie con los temas bastantes bien entendidos.

Comenzó la clase y yo todavía no llegaba, hasta que finalmente aparecí, muchas personas se habían quedado mirándome pero no me importó. Me senté aislada de todo y comencé a distraerme con palitos y hojas. El pasto también quería jugar, así que... ¿Por qué no aceptarlo?, me puse a jugar con el pasto de allí aunque me sentía una loca, tampoco me importó. Luego recapitulé en que no podría volver a repetir, así que mejor prestaba un poco de atención, comencé a escuchar pero distraerme era algo muy difícil de evitar, siempre que quería escuchar o estudiar, las cosas se volvían más interesantes. En fin, presté atención mediante un esfuerzo y luego la profesora de adivinación abrió su bocota. Al finalizar su estúpida clase, dijo que formáramos parejas y hagamos una predicción, Gran cosa pensé sarcástica hundiéndome en mi aburrimiento. No quería terminar con un nerd fracasado entonces rápidamente me fije en alguien que parezca cool o como yo, y encontré a Katherine y le dije - Pareja - como si estuviese preguntándole si quería ser mi pareja.

Mirando el reloj vi que eran la 1 de la madrugada por lo cual decidí finalizar la clase es por eso que dije -Queridos alumnos, veo que todos se han esforzado en quedarse hasta altas horas de la noche y participar lo cual les agradezco, no quiero alargar más la clase porque veo que algunos empiezan a dormirse así que deberán regresar al castillo, las notas de las tareas serán informadas a la brevedad- al finalizar de decir esto último esperé a que todos los alumnos hubieran regresado al castillo, agradecí a la profesora Emily por su participación y apoyo y regresé a mi despacho para descansar.

Clase especiál finalizada, aviso: no me ha llegado ninguna tarea correspondiente a astronomía por lo cual extiendo el plazo hasta el 30 de Abril 2012

Los jardines, que lugar más bonito era. Últimamente, estaba muy nervioso y no sabía por qué era. Estaba algo inseguro también y preocupado. Seguro era que extrañaba a mi mamá. Un dolor agudo me apretó el corazón con fuerza al pensar en ella. Estaba sola en casa. Era eso lo que me preocupaba, dejarla sola. No podía vivir sabiendo que estaba allá, en Noruega con tantos locos sueltos y sin que yo pudiera defenderla. Desde esa noche, la peor de mi vida, sentía la necesidad de cuidarla como si fuera una niña pequeña. Para ella fue difícil también toda la situación, y eso me entristecía ya que ella también sufría como yo.
Me senté en un banco, algo acalorado. Me llevé la mano al cabello y lo desordené, no quería empezar a sudar. Clavé mi mirada en unos arbustos, no había nadie cerca de mí y eso me daba seguridad. Justamente, en esos días mi autoestima no estaba como siempre solía estar. Aunque seguro que si me tomaban el pelo me irritaría mucho. Pensar en eso me hizo fruncir el entrecejo. Bravucones, se creían muy rudos pero no sabían nada de la vida. Deseaba que a todos ellos la vida les diera una sacudida para que se enteraran que todo el dolor que esparcen les volverá contra ellos.

Llegué a los jardines, no había absolutamente nadie, una paz rondaba por el lugar. Vi a lo lejos, colocando mi mano en la frente así no me daba el sol en la cara, el frío ya empezaba a irse, pues ese día estaba bastante acalorado.
Creía que estaba sola por el lugar, pero divisé a un chico sentado en una banca. Sin tener más que hacer, decidí presentarme, amaba hacer amigos y me dio curiosidad conocerlo. Me acerqué a él, me paré en frente de él y le sonreí, un chico de tez pálida, pelo morocho y ojos azules. Tenía ojos como los de Matt, muy encantadores. Sin más que esperar, lo saludé amablemente. - ¡Hola! - dije feliz, - ¿Cómo te llamas? - le pregunté sin sacar mi sonrisa de mi rostro. Parecía un gran chico, jamás lo había visto por el lugar, ya quería averiguar como era en realidad. Esperé a escuchar su respuesta.

Levanté la mirada al escuchar una dulce voz femenina, muy delicada de hecho. Tuve que pestañear varias veces para poder reaccionar. Esos ojos, tan tiernos hacían que mi corazón latiese rápido, bombeando mucha sangre através de mis venas. Creo que me ruboricé un poco, ya que esos ojos habían despertado algo nuevo en mí, tenía curiosidad de saber sobre ella. Tan interesante, era una incógnita. Agradecía cada segundo que pasaba mirándome, ya que eran segundos en los que su mente pensaba en mí. Esa sonrisa, que creía no era falsa en absoluto, descongelaba el hielo que envolvía mi corazón, tan roto y tan solo. Esos sentimientos tan dulces que ahora sentía gracias a ella y por ella, me asustaron por un momento en el cual titubeé al pensar en qué quería ella de mí. La gente no se me acercaba, ya que casi nadie querría hablarme, tan solitario y rodeado de esa atmósfera de tensión. Pero, ella era la excepción a todo, lo sentí y deseé que fuera así, más allá de si podría decepcionarme o no con las cosas que sucederían luego.
-Tanner Andersen- respondí, pensé que mi voz se escuchaba fea y que seguro parecía un idiota pensando tantas cosas sobre ella, y que era más idiota por ilusionarme. –¿Y tú?- pregunté con curiosidad y hasta yo me sorprendí devolviéndole la sonrisa.

Levantó la mirada y me vio, parecía un chico tímido pero dulce. Ya quería saber todo sobre él. Dijo que se llamaba Tanner Anderson, un nombre muy original, no tenía idea de que el nombre "Tanner" existiera, jamás lo había oído. - ¿Tanner?, ¡que original! - exclamé con una sonrisa aún más grande, quería que seamos amigos aunque fuera apresurado, pero parecía un buen chico. Me preguntó cómo me llamaba yo, - Mi nombre es Alice White - respondí extendiendo mi mano, - Un placer. - dije amable. Vi que era de Ravenclaw, - ¿Así que águila, eh? dicen que son los intelectuales - le conté y dejé escapar una risa. - Jamás te había visto por el castillo - admití curiosa, - Tal vez es apresurado, pero amo hacer amigos y conocer gente, así que... cuéntame algo sobre ti - le dije para sacar tema. Parecía un chico original y quería conocer su personalidad ya que como su nombre era tan original me dio mas curiosidad todavía conocerlo.

Esperé nervioso su respuesta, sabía que con unas simples palabras ella podría tirarme abajo todo eso que sentía. Sólo tenía ojos para ella, para su cabello rubio que con el Sol brillaba más que el mismísimo oro, que no vale tanto como su mirada. Estaba perdido, como si mi corazón hubiese sido cosido al suyo con tanza negra. Estaba comenzando a preocuparme cuando exclamó algo así como que mi nombre era original. Y reí, mostrando los dientes blancos. Me preguntaba dónde había estado ella todos esos años en los que sufrí, ya que ahora tenía una razón más para sonreír en la corta lista. Su nombre era Alice White, el cual se grabó más que en mi memoria en mi corazón. No sólo porque me había hablado, si no, porque a través de sus ojos veía un alma pura. Me extendió su mano, la cual con inseguridad estreché, disfrutando el contacto entre su suave piel y la mía. Más mi corazón latió con más rapidez al decir una simple frase ‘un placer’. Ella no se imaginaba como disfrutaba de cada sencillo acto que hacía, cada gesto, cada palabra que salía de sus labios, tan irresistibles. –El placer es mío, Alice- respondí bajando la mirada, para que no me ruborizara al instante. Dijo que las águilas éramos intelectuales. Solté una carcajada –Deberías averiguarlo tú misma- respondí, dándome cuenta al instante que con ella mi instinto dominaba mi vergüenza. Ella comentó que no me había visto por el castillo, sonreí con felicidad, que comentario más dulce. Porque significaba que si lo hubiera hecho lo recordaría. Luego dijo que quizás era apresurado pero que le gustaba hacer amigos y conocer gente. Asentí con la cabeza –Diría lo mismo pero la verdad es que no ando haciendo amigos muy seguido, es más, tengo unos pocos- bajo la mirada, avergonzado. Seguro ella era una chica popular, repleta de amigos y hablando con un chico al cual apenas le hablaban por la tarea o cosas peores como ¿Dónde se encuentra la Sala de Aritmancia?. Volví mi mirada a sus ojos, esperanzado, cuando me pidió que le contara algo sobre mí. Dudé por unos segundos, historias tenía de sobra pero me centraría en contar cosas más tribales. –Soy de Noruega- le conté –Y aún vivo allá, en Bergen junto a mi madre- esto último me quebró un poco pero la presencia de Alice me mantenía fuerte –Mi banda favorita es Crystal Castles y tengo todos sus CD’s- la miró y vuelvo a sonreír, era tan hermosa –Pero no tuve la oportunidad de escuchar su música en vivo- le cuento –Y no sé si te interesará pero tengo algunos tatuajes alrededor del cuerpo, me fascinan- sonreí con alegría verdadera. Ahora que escuchaba esas cosas de mí, me daba confianza. Iba a preguntarle si quería verlos, pero me retracté ya que quizás no le gustaba la idea. La miré por unos segundos mientras mis ojos memorizaban cada línea, cada curva, los colores y las formas de ella, para que me acompañara en todo momento, invadiendo mi mente de calor.

Estrechamos las manos y me dijo que el placer era suyo, reí un poco. Cuando le dije lo de que las águilas eran intelectuales, me respondió que debía averiguarlo yo misma, reí y dije - Espero hacerlo, ojalá seamos amigos y compartamos cosas juntos. - esperancé ya que me parecía un gran chico o al menos la parte que había conocido de él. Cuando le dije que me gustaba hacer amigos, el dijo que no andaba haciendo amigos muy seguido y que la verdad tenía pocos - Bueno, considerame una de ellos. Me estas cayendo bien, Tanner. Aunque suene rápido, pareces un chico bueno y me encantaría que seamos amigos. - le dije con una gran sonrisa. Tanner me iba cayendo mejor a cada palabra que decía, no me cansaba de pensarlo, parecía un chico genial. Luego, comenzó a contarme sobre él. Me dijo que era de Noruega, sonreí. Después agregó que vivía allí con su madre, no había nombrado a su padre y eso me dio intriga pero no iba a preguntarle que había pasado, no iba a ser tan metida o apresurada. Dijo que su banda favorita era Crystal Castles y tenía sus CD's, mi hermano Jackson los escuchaba, era una banda de las que más escuchaba no sé si de las que más le gustaban pero si las escuchaba mucho. A mi la electrónica no me gustaba mucho, prefería el rock o el pop, pero gustos son gustos y no me molestaba ni nada que le guste ese tipo de cosas, no iba a discriminarlo ni nada. En realidad, me parecía genial tener amigos que no sean iguales a mi en personalidad, porque te cansas de que alguien sea igual a ti, era interesante que alguien sea tu amigo y tengan diferencias y aún así se lleven bien. - Mi hermano los escucha, los conozco pero no los escucho ni nada por el estilo, solo que mi hermano es de poner el volumen en alto y lo escucho por él - dije y reí. Dijo que no había tenido oportunidad de escucharlos en vivo, - Pues espero que para tu cumpleaños pueda regalarte entradas - dije y reí, me gustaba hacer feliz a mis amigos.
Después agregó que no sabía si me interesaba pero tenía tatuajes en su cuerpo, - ¡Claro que me interesa! me gusta conocer a la gente te repito. - dije y sonreí con una gran sonrisa. - Yo quiero hacerme uno, no soy una rebelde que me quiero tatuar toda, pero me gustaría 1 o 2 tatuajes. Uno que diga "Little Lamb" y el otro tal vez el signo de la paz o algo así - le conté interesada en el tema.

Ella rió por lo que había dicho, me hacía sentir importante y feliz el poder sacarle una risa a ella. Cuando dijo que esperaba averiguarlo, y agregó que quería que fuéramos amigos y compartiéramos cosas juntos, pestañeé sin poder creerlo. Mientras más hablaba, sus palabras cada vez me gustaban más. Podía quedarme horas escuchándola o tan sólo mirándola. Supe que su presencia era una bendición, quizás alguien había escuchado mis plegarias y me habían enviado a ella, tan especial. Cada frase que decía, provocaba sentimientos secretos, cosas que nunca antes había sentido. Sentí que estaba confiando en mí, y eso significó mucho en mi corazón, un acto muy hermoso que no me solían dedicar seguido. En cuanto a los amigos, ella dijo que la considerara una de ellos, una amiga. Me confesó que le estaba cayendo bien, que parecía un buen chico y que le encantaría que fuéramos amigos. Fue una especie de shock por unos segundos. No entendía cómo había pasado todo, pero ahora sabía que estaba enamorado, como en las películas y los libros. Sabía que esas cosas no se exageraban, que de verdad se sentía esa conexión sentimental con la persona. Aunque ella no lo supiera, le había dejado una parte de mi corazón con ella. Y su sonrisa me transmitía calor, era tan agradable. Le sonreí con todos esos sentimientos mezclados reflejados en mis ojos –Ya te considero una amiga- dije, no pudiendo explicarle exactamente todo lo que sentía cuando la veía –Siento que seremos buenos amigos, Alice- le sonreí –Y tú también me caes bien, con tan sólo verte pude descifrarte- confesé –Pero eso no significa que te conozca- bajé mi mirada –Esto último me gustaría hacerlo, conocerte con más detalle- creí que había dicho mucho, por eso titubeé antes de volver a bajar la mirada, esperando que dijera algo.
Me contó que su hermano escuchaba Crystal Castles, no fue su culpa pero cuando mencionó la palabra ‘hermano’ el corazón se me achicó, escurriendo los buenos sentimientos, dejándolo seco de cosas buenas. Pero volver a escuchar su voz, reanimó esa parte de mí que aún seguía atento por ella. Dijo que su hermano ponía la música fuerte y que por eso escuchaba seguido. Solté una carcajada, pensando que cada vez ella me gustaba más aunque creía que fuese imposible amar tanto a alguien. Quedé atónito cuando mencionó que para mi cumpleaños me regalaría entradas. Eran demasiadas cosas buenas para un día, quizás para una vida entera y sin que ella recibiera nada a cambio, eso se llamaba bondad. –Eres tan especial- logré decir, mirándola con esa expresión de no creer lo que ves ni escuchas. Agradecido no describe mis sentimientos en ese momento. Y en cuanto a los tatuajes, dijo que le interesaban. La miré, sorprendido y divertido, con ese brillo de típico enamorado en la mirada. Admirando la belleza y la personalidad de Alice, me di cuenta que no la dejaría ir nunca. Me contó que quería hacerse uno o dos tatuajes, uno que dijera ‘Little Lamb’ y otro con el símbolo de la paz. Me reí un poco y decidí mostrarle mis tatuajes, los que podía mostrarle sin quitarme la ropa. –Si quieres te los enseño- dije con una sonrisa sincera antes de empezar a mostrarlos. El primero que le mostré fue el del cuello, la ‘&’ en negro que llevaría para siempre. Era el que más se veía y el más fácil de mostrar. Luego fui con lo de los antebrazos, arremangándome y mostrando esos cuatro tatuajes. Uno del brazo izquierdo y los otros tres del otro. Le muestro los dedos, el nombre ‘Luke’ estaba escrito imborrable. –Es el nombre de mi mejor amigo- sonreí nostálgico, extrañándolo –Me enseñó a usar los puños- le cuento –Pero no te preocupes que no golpeo a nadie- me reí un poco. Le mostré el ‘Lovely’ en mi muñeca, pensando que ella misma merecía ese adjetivo. –Y bueno, esos son los que puedo mostrarte- le sonrío –Después tengo otro aquí- me toco la parte superior del brazo –Y un corazón rojo aquí- me toqué el otro brazo, hacia el medio de este. –También el de la pierna- me arremangué el pantalón, mostrando una estrella con bordes negros. –Tengo unos cuantos- me río un poco –Y si quieres, puedo acompañarte a hacerte tu primer tatuaje- la miré, muriendo de ternura por dentro, derritiéndome de a poco sin poder creer lo suertudo que era. Obviamente deseaba acompañarla, no importaba para qué si no su presencia, que era lo que más me importaba en ese momento, como si lo demás no fuera nada.

A lo que dije, respondió que ya me consideraba una amiga. - Genial - le dije con una sonrisa. No podía sacarla, siempre me pasaba que al conocer a una persona nueva aparecía una sonrisa en mi rostro, pero con Tanner esa sonrisa se notaba aún más, era un chico tan noble. Luego agregó que sentía que íbamos a ser buenos amigos, - Yo lo creo también, Tanner. Espero que así sea - lo miré a los ojos. Me dijo que yo también le caía bien y que con tan solo verme podía descifrarme. Solté una risa, - ¿Si? ¡Que bien! de verdad espero poder compartir cosas contigo, sé que seremos buenos amigos. - le dije riendo. Luego agregó que no significaba que me conozca pero deseaba hacerlo con más detalle. - Pues claro, yo también quiero conocerte bien. Tal vez tengamos cosas en común ¿quién sabe? igualmente, si no las llegamos a tener, seguiremos siendo buenos amigos igual. Tener amigos diferentes es una oportunidad genial o al menos para mi - le dije sonriendo amable, tenía miedo de que pensara que si no teníamos cosas en común, no seríamos amigos pero era todo lo contrario. Después pasamos tiempo y me dijo que era "tan especial", al instante me ruboricé pues era muy tierno y cariñoso. - Gracias, que tierno. - le dije soltando una risa. - Tú también lo eres. Me pareces un chico muy original y amable, Tanner. - confesé devolviendo el cumplido.
Luego, cambiando de tema, comenzamos a hablar sobre los tatuajes. Comenzó a enseñarme sus tatuajes, unos muy lindos y originales. En un momento, puso el nombre de su mejor amigo que le había enseñado a usar sus "puños" al segundo creí que era violento por que había dicho eso pero luego me dijo que él no golpeaba y me relajé, solté una carcajada. - Menos mal - pausé para reír, - Odio las peleas - confesé aliviada de que él no fuera violento. Sus tatuajes eran bellísimos, no dudé en decircelo - La verdad que son hermosos, me gustaron mucho y sí que tienes bastantes. Me gusta esa moda - reí. Más tarde, agregó que si quería podía acompañarme a hacerme mi primer tatuaje, tenía muchas ganas, sería genial. - ¡Seguro! veo que tienes buen gusto así que me darías ideas para grabar en mi cuerpo - reí. - Me encantaría que fueras tú el que me acompañe, parece que tienes bastante experiencia. - le dije y reí. - ¿Puedo sentarme? - le pregunté ya que me estaba cansando de estar parada.

Miré su sonrisa, como pronunciaba cada palabra. Me dijo que ella también esperaba que fuéramos buenos amigos. Mi mirada se tornó muy dulce, casi empalagosa y las cejas se acomodaron para mostrar una expresión de enternecimiento. La observé mientras se reía, lo que me hacía sentir feliz. Cada palabra que decía, cada acto lo apreciaba como si fuera único e irrepetible. Dijo que esperaba compartir cosas conmigo. Ella dijo que también quería conocerme mejor, sé que me ruboricé un poco haciendo que mi piel pálida se vea algo rosada. Luego comentó que quizás teníamos cosas en común pero que si no era así igualmente podríamos ser amigos. Sonreí con emoción, lo peor que me podía pasar era que ella no me apreciara por lo que era. Aún así, tenía miedo de que no le gustara mi personalidad. Ella era tan amable, parecía una princesa sacada de un libro para niños. De esas que tienen gracia de sobra, belleza, carisma y que son completamente perfectas, que hasta con lupa es imposible encontrarles algún defecto. Sus mejillas se tornaron rosadas cuando le dije que era especial, solté una risa corta mientras la miraba divertido ante su reacción, tan adorable. Me llamó tierno lo que hizo crecer esa sensación dentro de mí, ahora descifraba un poco de lo que quería. Quería abrazarla, tenerla entre mis brazos pegada a mi pecho y que escuchara los latidos de mi corazón desesperado por ella. Me dijo que era original y amable. –Gracias Al- dije y le sonreí con una mirada obvia que reflejaba lo que sentía.
Cuando empecé a mostrarle los tatuajes, no pude evitar notar su expresión ante mis palabras. Noté como juzgaba por dentro mis palabras. Pero ¿Cómo no iba a horrorizarse si esos mismos puños habían sido empapados en sangre? Esos mismos puños habían acabo con la vida de alguien, de alguien que se lo merecía. Me helé al pensar en eso, no sabía que pensaría ella cuando se enterara. No, no se enteraría nunca. Es más, no merecía hablarle. Yo, uno de los peores pecadores, un asesino hablando a un ser tan dulce, tan puro. La miré sorprendido cuando comenzó a reírse y toda la rigidez que me había poseído se transformó en una sonrisa, relajando todos mis músculos al escuchar esa risa tan angelical. Dijo odiar las peleas. Mi mirada se tornó fría y seria –Algunas peleas son necesarias- me defendí con la voz seria, sin ningún sentimiento. Algunas personas merecían una paliza, todos ellos que hacían sufrir a otros merecían ser castigados. Pero sacudí la cabeza, ese otro yo, el serio había tomado mi cuerpo por unos segundos, pero no iba a arruinar el momento y por eso lo olvidé con sólo un movimiento de cabeza, un sacudón.
En cuanto a mis tatuajes, dijo que eran hermosos, que le habían gustado mucho, que le gustaba esa moda y que eran bastantes. Los ojos me relucían de cariño, pues había apreciado el arte que estaría permanente en mí, pintado para siempre, imborrable. Le gustó la idea de que la acompañara a hacerse el tatuaje, es más, me halagó diciendo que tenía buen gusto, dijo que parecía tener experiencia. Sonreí con dulzura, que hermosa era –Claro, te podría recomendar buenos sitios, pero te tiene que gustar ese tipo de juntas. El ambiente de los tatuajes no es fácil- le expliqué volviendo un poco a ese tipo serio que solía ser siempre pero que con Alice se escondía bajo un Tanner dulce y sensible. Preguntó si podía sentarse. –Claro- respondí agradecido de que quisiera sentarse a mi lado, sin importarle que nos vieran juntos. Me puse nervioso cuando se sentó, su presencia tan cercana, su aroma, era encantador. Incentivaba lo que sentía por ella, algo tan fuerte, un lazo. La miré de reojo con la cabeza algo gacha, tan linda también, tan hermosa que apostaría era la mujer más linda de toda la tierra. Y sus ojos oscuros, tan intensos, marrones. -¿En qué curso estás?- le pregunté interesado tratando de no parecer grosero. No la había visto nunca, y era normal ya que andaba con la cabeza gacha todo el día sin mirar a nadie. Nadie me importaba realmente, sólo mi madre y mi hermana, y ahora, Alice. De lo único que me arrepentía era de no haberla conocido antes, porque las clases terminaban en pocos días y no tenía mucho tiempo para observarla ¿Quizás en el expreso? Podría ser, tenía la esperanza de verla fuera de Hogwarts también, de no esperar todas las vacaciones para verla de nuevo. Igualmente, su imagen estaba tatuada en mi memoria, era imborrable e inolvidable. Debía atreverme, debía hacerlo y así lo hice, su belleza me obligó a hacerlo, la necesidad física de volverla a ver. -¿Crees que podríamos vernos fuera de Hogwarts? Me refiero a en las vacaciones- le sonreí –Quizás podrías venirte a Noruega conmigo para enseñarte el paisaje, las tiendas de tatuajes, el océano tan azul y mi familia- hago una pausa y el corazón se me cae al piso –Es pequeña, muy pequeña- la miro con los ojos tristes y continuo –Pero muy unida- hago una pausa. No sabía que me respondería pero ya lo había dicho y nada podía hacer para cambiarlo. Desee que aceptara, con todas mis fuerzas. Luego, recordé que debía hacer las maletas y eso me descolocó totalmente. No quería alejarme de ella, pero debía. –Alice, debo irme- dije parándome del banco –Un placer conocerte, el mayor placer que tuve en años- la miro con los ojos relucientes –Espero volverte a ver- dije antes de alejarme, sintiendo como si ambos fuéramos imanes y tendríamos que ser separados a la fuerza, una especie de magnetismo. Y así me fui, sintiendo como dejaba atrás a lo que más me importaba en ese momento, y sentía además, como me deprimía de a poco, como mi expresión cambiaba y como bajaba la mirada ante los demás.

Cuando le dije un cumplido, el me agradeció. Le sonreí amablemente. Que lástima que nos hayamos conocido recién ahora, a poco tiempo de tener que irnos por las vacaciones. Hubiera deseado haberlo conocido en más tiempo y llegar a ser buenos amigos. Cuando sacamos el tema de las peleas, el se tornó algo frío y dijo que algunas de ellas eran necesarias. Lo miré algo raro, pero solo por un segundo, no quería que pensara que lo creía un loco, al contrario, seguramente él experimentó alguna fea o al menos eso parecía por su comentario, pero no iba a preguntarselo ya que seguro no querría decirme. - Claro, por supuesto es decir, cuando una persona está muy enojada con otra por un motivo X la gente se pelea - dije algo confundida y nerviosa. Nunca había experimentado una pelea muy grave y sentía que lo que decía me hacía quedar patética.
Luego, cuando hablamos sobre los tatuajes, él me dijo que me podía recomendar sitios y que el ambiente no era fácil. - En absoluto. No creo que sea algo fácil, debe ser un tema complicado. Y creo que más la primera vez, ya sabes, manejar los nervios y las dudas no es nada fácil, hay que pensar que es algo que quedará gravado en la piel por siempre. Me gustaría gravarme los nombres de mis mejores amigos, se que es algo arriesgado por si te peleas pero, un mejor amigo nunca se pelearía y cortaría su amistad así que ya sabes, hay que estar muy seguro de quien es tu mejor amigo en realidad. - opiné. - Me gustaría que tu nombre estuviera entre ellos - confesé con una sonrisa dulce, ojalá fueramos muy buenos amigos. Cuando me senté me preguntó en que curso estaba. - Quinto, ¿y tú? - pregunté interesada. Él me preguntó si creía que nos podamos ver fuera de Hogwarts, ojalá así fuera. Quería que vaya a Noruega a visitarlo y mostrarme los paisajes y conocer a su familia. - ¡Pues me encantaría! sería genial, espero hacerlo. - respondí con entusiasmo. Luego agregó que su familia era pequeña pero unida. Me enterneció su comentario y me llenó de pena. - Oye, no hay problema. Si alguna vez debes desahogarte solo búscame. Que una familia sea pequeña no significa que no sea unida o que sea fea. No te preocupes. - le dije tratando de levantarle el ánimo. Debió irse, lo saludé y le devolví el placer. - Envíame una carta y arreglaremos para vernos alguna vez, te quiero. - dije despidiéndome de mi nuevo amigo.

Un nuevo curso. Nuevos alumnos, nuevos profesores, nuevos calcetines. Como dice mi madre ‘’Año nuevo, vida nueva’’ pero tampoco para exagerar así. Mi vida estaba tranquila un año atrás, aunque había ciertas personas a las cuales extrañaba bastante y otras que simplemente desaparecieron. Un ejemplo vendría a ser Nicky, mi novia, la cual estaba más desaparecida que las cosas que ‘accidentalmente’ van a parar debajo de mi cama. Eh, sí, es un mundo perdido allá abajo. Quizás Nicky estaba allí también. La imagen me hizo soltar una carcajada.
Recordé que había dejado a John, el cual venía a mi lado caminando, hablando solo. Yo estaba vagando por mi imaginación descarrilada y apenas lo escuchaba al pobre. –John Querido ¿Puedes repetirlo?- le pedí usando un apodo en chiste. ¿Cómo lo había conocido? Simplemente se nos ocurrió la mejor fiesta del año, y cuando nos vinieron a reprender le echamos la culpa a Fabo. Eso me hacía recordar al teletubbie de mi mejor amigo, que no tenía idea de donde estaba tampoco.
Ya, seguro debajo de mi cama junto a Nicky. Solté una risa.

Extrañar a mi madre era poco. Me la pasaba las tardes tapado hasta los ojos pensando en todas las cosas que hice mal, en todas las cosas que podría haber evitado, en mis pecados imperdonables. Era fácil deprimirse y echarse atrás, darse por vencido de una vez por todas. Pero no podría nunca suicidarme. El suicidio no podría ser nunca un escape, no podría dejar nunca a mi madre sola en la fría Bengen, de colores chillones y frío nórdico.
Pero a pesar de mi humor alicaído me puse los auriculares y me eché a correr en los jardines. Nunca se me había dado mal la resistencia, además de que con el frío calentar los músculos era una excelente idea. Seleccioné una de mis canciones favoritas de Crystal Castles y comencé a trotar a un buen ritmo. No demasiado exigente, de hecho.
Luego de unos veinte minutos de trote estaba transpirando y sentía como las piernas y los pulmones me ardían calientes. Fui parando de a poco hasta llegar frente al lago. Me quité todo mi abrigo, quedando sólo en musculosa. No porque quisiera presumir o algo, si no porque estaba incómodo con tanta ropa puesta además de que mi temperatura era bastante alta. Frené la música y escuché el sonido del silencio. Respiré hondo e intenté llenarme de paz. Había gastado todas mis energías en el ejercicio y poco me quedaba de qué quejarme, mi mente había olvidado todas las tristezas y remordimientos.
Fue en ese momento cuando capté otra presencia cerca de la mía. Vi a Kath, la chica del expreso de Hogwarts. Recordaba a la chica por su simpatía y buen sentido del humor.
-Hola Kath- la saludé con timidez mientras me sentaba a su lado. Observé lo que hacía con curiosidad casi infantil -¿Andas bien?- le pregunté preocupado al verla tan seria y apoyé cuidadosamente mi mano en su hombro.

Al parecer Kath andaba muy bien según ella. Podría haber jurado que no se encontraba perfectamente en paz, parecía confundida o nublada aunque capaz mi percepción de sus sentimientos había fallado en ese momento. –Ando bien, gracias por preguntar Kath- le sonreí casi de forma insagura. La gente en Hogwarts solía ser agresiva conmigo, sobretodo los chicos de Slytherin pero Kath era distinta. Tenía esa picardía típica de su casa pero me resultaba de cierta forma cálida y comprensiva. Me costaba muchísimo abrirme con la gente pero con Kath tenía un poco más de confianza así que descartando algún que otro titubeo podía ser quizás una de las versiones más fieles a mi mismo. Lo cual tampoco significa que podía ser libremente yo, ya que ese ‘yo’ que creía el original se fue distorcionando llegado el punto que se bifurcó mi personalidad, creando una doble personalidad. Lo cual significa que tenía dos personalidades totalmente distintas, casi los dos extremos, siendo yo reacio hacia la personalidad más extrovertida y directa, preferiendo al tímido e infantil Tanner que hasta podría llegar a ruborizarse ante un exceso de confianza.
Noté como tapaba su remera de Babbity Rabbity y percibí un grado de pena en sus movimientos, como si la incomodara llevarla puesta. Le dediqué una sonrisa de confianza para que no se sintiera mal de usarla es más me atreví a halagarla –Bonita camiseta, te sienta bien- le dije sincero. Más que nadie sabía que estaba mal avergonzarse de sí mismo, pero justamente era también yo mismo el que se escondía de los demás o que prefería alejarse a los demás que abrirse y liberarse de su carga de estrés. No era un chico muy hablador, así que me quedé en silencio mirando el lago.

Kath se paró y me hizo un gesto para que la acompañara. No tenía idea de qué era lo que buscaba o hacía dónde tenía pensado ir pero me dejé llevar y la seguí. No creía que nada malo sucediera, eso sería paranóico y absurdo, por eso mismo la acompañé hasta los jardines dónde ella hizo derretir la nieve y se sentó en el pasto mojado.Me senté a su lado, pero a diferencia de ella a mí sí me molestaba estar mojado, era algo que soportaba muy poco pero aún así hice el esfuerzo de ponerme lo más cómodo posible. Me agradeció por el comentario de la remera y le sonreí levemente como respuesta, al parecer ahora no se sentía tan avergonzada por su pijama.
Me pareció dulce y considerado de su parte que me preguntara por qué tenía yo esa cara. La miré unos segundos sin saber qué contestar, sin saber si podía o no decirle los varios problemas que rondaban en mi cabeza, esos mismos que no me dejaban dormir por las noches. Al final decidí que podía confiar en Katherine –Bueno, Kath. Nadie de Hogwarts sabe éstas cosas sobre mí… son cosas muy profundas, que me duelen. Es como cargar con una mochila llena de pesas todos los días. Además de que me siento solo en el colegio, ya que mi circulo de amigos incluye a dos personas como mucho, incluyéndote, también está el dolor agonizante que siento ante la pérdida de mi hermana pequeña, que murió hace un par de años a manos de el alcohólico de Nils, que lamentablemente fue mi padre y el de mi hermana. No te imaginas lo difícil que es vivir sabiendo que nunca más volveré a trenzarle el cabello por las mañanas, que nunca más volveré a escuchar su tan melódica risa, ni podré jugar con ella en los columpios… Era lo más preciado que tenía y me la arrebató ese hijo de puta. Ahí no termina la historia… lo maté. Sí, con mis propias manos. Lo golpeé hasta que sus pulmones se llenaron de sangre y se ahogo. Soy un asesino, cometí el peor de los pecados. Y eso hace que me odie a mi mismo, que tenga esa pelea constante conmigo mismo sobre quién soy y por qué fui así. Si estuvo bien o mal lo que hice- hice una pausa. Nunca había hablado tanto en mi vida, ni tampoco le había dicho esas cosas a nadie. Increíblemente después de decir esas cosas, me sentí mucho mejor. Como si me liberara de un gran peso..