Apartamento Parker

Me hizo preguntas acerca de lo del chocolate, no pensaba contestarle. Sólo le sonreí y le dije
-Tú tienes que adivinar- para luego mirar el hermoso salón.
Además, en su habitación, me pidió la razón verdadera. Al final le contesté con la verdad
-No sé, es una casualidad- comenté y reí, seguro no lo creería.
Ya en la cocina, sacó unos champiñones y dos pedazos de lomo. Me pidió que los descongelara mientras ella cortaba una cebolla. Las lágrimas comenzaron a caer por sus rodillas por lo que me acerqué y las limpié con una suave caricia. Le sonreí y volví a mi trabajo de descongelación, claro que tardó muy poco ya que lo hice con un encantamiento. Inmediatamente, a mi mente llegó un tema de conversación
-¿Dónde está Amy?- pregunté curioso. -o ¿Dónde crees que está?- pregunté al segundo.
Ojalá esté bien, pensé. Era una amiga cercana de Maggie y si algo le pasaba afectaría completamente a mi querida ardillita.

Se notaba enojada porque no quería contarle, comencé a reír y le dije
-No te enojes, cariño- y le sonreí tiernamente.
No que menos quería en el mundo era que Margaret Parker se enojara conmigo aunque nunca la había conocido enojada pensaba que era mejor evitar esa situación.
Ante mi caricia, sonrió.
-Te quiero- solté con voz dulce. No sabía como reaccionaría.
Había preparado una cena grandiosa.
-Estoy impresionado, Magg- le dije admirado por la salsa de champiñones.
Le sonreí y al hacerme una seña para que me sentara así lo hice. Me senté junto a ella y escuché sus respuestas a mis preguntas. Intentó llamar a Amy pero no contestó, Maggie comentó que seguro estaba con una amiga.
-Espero que sea así- comenté esperanzado.
También me preguntó si me gustaba la comida, exclamé con sinceridad
-Está buenísima, tienes que pasarme la receta- y reí. La estaba pasando muy bien.

Ella me dijo que también me quería. Le sonreí con amor y orgulloso de que ella me quisiera. Se quedó callada mientras hablábamos de Amy, me pareció que estaba preocupada. La miré mientras pensaba, se veía muy adorable, luego retomó la charla. Me prometió que me pasaría la receta, además. Me preguntó si tenía sobrinos por lo que comencé a contarle del hijo de mi hermano.
-Si, mi hermano Gary es diez años mayor que yo, tiene un hijo que se llama Cody que tiene doce años y es muy buena persona, es de esos niños que perciben los sentimientos de los otros- comenté.
Luego, cambió el tema de la conversación, preguntándome si tenía hijos. La miré extrañado y sorprendido, hice una pausa de pocos segundos de duración para darle intriga y solté
-No, no tengo hijos, Maggie- y reí
-Ya sé que te asustaste- comenté y me burlé de su temor a que yo fuera padre.
-Mi ex esposa no quería tener niños- comenté pensativo y le pregunté
-Será que tú … ¿Tienes hijos?- pregunté con sorpresa fingida y comencé a reír, pero al instante paré de reír al imaginarme a mí siendo padrastro algún día.

Pareció impresionada por la diferencia de edad entre mi hermano y yo, y hasta lo comentó en voz alta. La miré chistoso por su reacción ya que para mí era algo completamente común. Comentó que mi sobrinito era tierno. La miré enternecido y le dije
-Algún día te lo presentaré, es un niño muy bueno- con cierta nota de nostalgia y tristeza. Hacía mucho que no veía a mi familia, ni a mi padre, ni a mi madre, ni a mi hermano y menos a mi sobrinito y a su madre. –Hace mucho que no lo veo- comenté algo entristecido. Pero rápidamente se me ocurrió una idea. –Oye, Maggie ¿Quisieras ir conmigo a mi casa a conocer a toda mi familia?- expuse mi idea emocionado. Esperaba que Magg no me cortara el rostro.
Se le notó el alivio en la cara al saber que yo no tenía hijos. Le sonreí burlón ante su miedo. Además , también me preguntó si mi anterior comentario era sobre el tiempo que había tomado en contestarle, afirmé con la cabeza y sonreí.
Hablando del tema, Margaret develó que no tenía hijos y que sólo había tenido una relación seria además de la que tenía conmigo. Fingí sorpresa ante su anterior relación, igualmente estaba muy interesado en ése tema pero la exageré un poco.
-Apuesto cualquier cosa a que era más feo que yo- comenté chistoso –Soy insuperable, Maggie- dije con el ego un poco alto, igualmente era todo una exageración. –Pero cuéntame … ¿Qué fue lo que no funcionó?- pregunté comprensivo luego de unos segundos. Quería que me contestara y no pude esperar con más intriga la respuesta de mi querida Magg.

Aceptó conocer a mi familia, le sonreí y le dije
-Estoy seguro que te amaran cuando te conozcan bien- tranquilo, estaba seguro que la querrían. Aunque tenía una cierta duda, no sabría si de verdad confiarían en ella al principio por mi anterior matrimonio que falló rotundamente. Me preguntó donde vivían, respondí casi sin pensarlo
-Aquí en los Estados Unidos de América- y sonreí –En Carolina del Norte- continué con la sonrisa todavía en mi rostro.
Noté que se enojó por mi burla hacia su miedo de mis hijos que en realidad no tenía. Inmediatamente, una especie de visión me llegó a la mente… yo de padre. Sin duda era un tema que no había tocado mucho y de pensar en eso me daba escalofríos. Pensar que debía cuidar de un pequeño yo era extraño. Dejé de pensar en aquello cuando Margaret volvió a hablarme pero ésta vez sobre su antigua relación. Dijo que dejaríamos la conversación en que yo era guapo, un gran halago aunque me esperaba uno mejor. No me importó y seguí escuchándola. Comenzó a contarme su problema con ‘ese australiano’. Según ella, se pelearon en un viaje que habían decidido hacer juntos. Además, agregó que era un Gryffindor presuntuoso y creído. Comencé a reír.
-¿Hace cuánto fue eso?- pregunté intrigado y luego se me ocurrió una pregunta mejor -¿Cuántos años tienes?- pasados unos segundos concluí –Nunca me contaste, sólo me dijiste que ‘eso no se le preguntaba a las mujeres’- Al repetir lo que ella me había dicho, lo hice con tono burlón y le sonreí bobamente. No tenía porqué acusarme de idiota, total, los hombres maduramos después, ¿No?

Me hizo una serie de preguntas en cuanto al viaje. Razoné las respuestas y las comenté en voz alta
-No tengo una fecha exacta para ir, pero seguro para Navidad- paré y observé su rostro para descifrar lo que pensaba. Luego, continué –Unos pocos días- finalicé. Esperé a que ella dijera algo al respecto.
También, me dijo que algún día yo conocería la suya, le sonreí.
-Me encantaría- comenté todavía con la sonrisa en mi rostro.
Contestándome acerca de hace cuanto ella había salido con ése tal australiano, ella dijo que fue hacia unos cuantos años, dos o tres. No fue hace tanto, pensé razonándolo un poco, igualmente no era que yo estuviera sintiendo celos o algo… bueno, sí, tenía celos ¿Algún problema? Igualmente ella se veía divertida por el tema, por lo que no me preocupé mucho. Me limité a sonreírle.
Me preguntó si el tema de la edad era importante.
-Sí- le contesté mientras afirmaba con la cabeza y cerraba los ojos. Cuando continuó con la frase supe que era mi fin. ¿Adivinarla? ¿Yo?. Esa frase es la que destroza a todo hombre. Ya que si fallas y le dices aunque sea un año o medio año más de lo que tienen, se ven ofendidas completamente. Entonces, usamos 'el truco'. Sí, justamente ése… decirle una edad mucho más baja de la que pensamos. Por suerte, Maggie me dio una pista. Ella dijo que no era mucho más joven que yo. Yo tenía veintitres… entonces… ella tendría 22,21, o quizás 20. ¿O eso era mucho más joven?. Bueno, me arriesgué y dije
-Tienes… ¿Veintiuno?- pregunté con miedo. No sabía como reaccionaría.

Ella dijo algo sobre Nueva York en Navidad, no tenía nada que ver con lo que estábamos hablando. Comentó que arreglaría con el trabajo y me preguntó sobre si yo tenía vacaciones, le dije
-No lo sé, pero igualmente pediré unos días- tranquilo. Haría lo que fuera por ver a mis padres y a mi hermano, además de a Cody. Me pidió que le avisara cuando reservara el traslador y supiera la fecha exacta. Sonreí
-Obviamente, mi vida- le dije, estaba seguro de que le avisaría en cuanto supiera.
En cuanto a mi intento de adivinar su edad, ella no pudo evitar exclamar que era demasiada la diferencia entre la edad que yo había dicho y la real. Tenía veintidós años y según ella hasta pasados unos días. La miré asombrado.
-¿Cómo? ¿Cuándo cumples?- pregunté totalmente emocionado por su cumpleaños. Debía regalarle algo muy hermoso pero no sabía qué cosa justamente. Algo brillante, algo que le daría elegancia o quizás que resaltara su gran belleza.
Se levantó a juntar los platos, la ayudé en lo que pude. Inmediatamente, Maggie se agachó y recogió algo del piso. Me lo extendió hacia mí. Era un hermoso gatito completamente blanco a excepción de sus orejas y su trompita que eran de color oscuro; sus ojos eran celestes y hermosos. Me derretí por dentro. Margaret dijo que se llamaba Adara y que era su gatita. La recogí como se lo haría a un bebé humano. Le di caricias alrededor de la mandíbula luego de tocarle un poco el pelo de la espalda. Era hermosa y pequeña. Me enternecí completamente. Le sonreí a Maggie y luego se la devolví pensando en que estaría extrañando a su pequeña mascotita.

Tomé el traslador, me costó ya que tuve que correr, pero finalmente llegué al supuesto punto en el que debía arrebatar el dinero de Rebecca. Me encontraba frente a un edificio de muchos pisos con aspecto de caro, en cuestión de dinero. Eso me hizo abrir los ojos, si ella vivía en una habitación de ése edificio, seguro tenía dinero de sobra. Saqué mi varita con brusquedad y la dejé escondida en mi mano. La presioné con fuerza esperando el momento correcto para conseguir dinero. Al verla tan indefensa me entraron ganas de más, no me bastaba con galeones, quería verla sufrir. Le apunté con mi varita y antes de que se diera cuenta ya la había matado silenciosamente. Su cuerpo yacía en el frío piso, junto a la escalera. Me sentí poderoso y malvado, casi insuperable. Me acerqué al cuerpo sin vida y robé su cartera de un tirón. Pero... quería un poco más de venganza por todo lo que tuve que hacer, todas las ganas que me tuve que bancar de robar y hasta la familia que tuve que inventar, así que antes de irme y le di una patada a esa inútil de Rebecca. Reí por la estupidez de su cuerpo inmóvil. Noté rápidamente que dentro de la casa había más gente, sus siluetas se veían a través de la cortina de una de las ventanas, por lo que me llené de maldad y toqué el timbre. Me eché a correr a toda velocidad hasta la esquina y di unos pasos más hacia dentro, perdiendo de vista la casa. Abrí la cartera y revoleé todo lo que no me interesaba. Al final encontré una bolsa. Mi corazón empezó a latir rápido, mi dinero, era mi sueldo, y lo merecía más que cualquier otra cosa en el mundo. La abrí con suavidad y deslumbré cuatrocientos cuarenta galeones. Abracé el dinero con fuerza y me eché a correr hacia el traslador para luego volver a aparecer en el Callejón. Imaginé la cara de esos idiotas al ver a Rebecca muerta y comencé a reír mientras caminaba por las calles del Callejón.

(Viene de McMagos)

[He muerto]

Escuché a Maggie decirme que cumplía el 6 de Diciembre, una fecha muy cercana al día en el que me encontraba. Le sonreí pensando justamente en hacerle una fiesta. Todo transcurrió pacíficamente mientras ella lavaba los platos y yo la miraba, sentado junto a la mesa.
-No te imaginaba lavando platos- comenté chistoso, nunca imaginaría a Maggie haciendo trabajos hogareños, no era, ni es, su estilo.
Estaba completamente distraído pero el ver a Magg sobresaltarse me trajo de vuelta a su apartamento. Inmediatamente, se asomó por la ventana. Margaret corrió hasta la puerta y salió con prisa. Me paré de mi asiento por la sorpresa y miré todo, sin entender lo que ocurría realmente. Mi corazón empezó a latir más rápido, sabía que algo andaba mal, pero no tenía idea de de que se trataba. El silencio se apoderó de la habitación a penas Magg salió de ella, pero logré entender un grito de ella, llamándome. No entendía nada en absoluto y completamente aterrado salí a ver que pasaba.
Amy yacía sobre la fría vereda, estaba inconsciente por lo que pude observar a primera vista. Me acerqué corriendo y ante la desesperación zarandeé un poco a la amiga de Maggie. No reaccionó para nada, por lo que comencé a preocuparme más, al principio había pensado en algún desmayo pero al ver que no reaccionaba temí algo peor.
Acerqué mi oreja a donde, supuestamente, todos los humanos tenemos el corazón. El mío, dio un vuelco al notar que el de ella nunca más daría uno. El corazón de Amy no respondía, no latía. Me bajó de golpe la presión ( fdr: tengo presión baja… para más información, leer mi ficha.). Empalidecí completamente y mi visión se nubló por las lágrimas. ¿Cómo se lo explicaría a Maggie? Ellas habían sido amigas desde siempre y la muer… el fallecimiento de su amiga seguro le dolería hasta en la parte más profunda y pequeña de su alma. Giré mi cabeza y miré a Maggie con el corazón destrozado, debía buscar las palabras más dulces y suaves para decírselo. Dios, acompáñame, pensé entristecido.
-Mag..gie- empecé entrecortadamente con los ojos llorosos. No sabía como decírselo. Pasados unos pocos segundos, continué –Emm… verás … no sé como explicarlo- volví a parar de hablar para continuar de nuevo –Amy… Amy… ya no… su cora… zón ya no late- comenté finalmente y abracé con muchísima fuerza a Maggie mientras dejaba que las lágrimas comenzaran a resbalar por mis mejillas. Me quedé callado por unos largos segundos sin soltarla. Pobrecita, pensé en referencia a Mag. Además no pude evitar pensar como había muerto Amy.

Al abrazarla, ella hundió su cabeza en mi hombro y comenzó a llorar desconsoladamente, no sabía que hacer. Presioné mis labios contra su pelo con suavidad. Realmente amaba a Margaret y me destrozaba el no poder hacer nada por ella en ese momento tan difícil. Abracé con más fuerza aún pero aflojé al pensar que quizás le dolía. Sentía frío donde las lágrimas de Maggie me habían mojado la ropa pero no me importó en lo más mínimo. Pasados unos minutos, se paró temblorosa y dijo que iba a llamar a la policía. Asentí con calma, pero luego me preguntó algo que me dejó desconcertado. La miré atónito, ¿Qué haríamos con el cuerpo? No tenía idea, pero se me ocurrió algo
-dejémoslo aquí y esperemos a que venga la policía, ellos sabrán que hacer- traté de sonreírle para darle confianza pero simplemente mis comisuras no se movieron.
Así que así esperamos hasta que la policía finalmente llegó.

Margaret, con los ojos rojizos por tanto llorar, me pidió que yo bajara a atender a la policía. Haría cualquier cosa por Maggie, hasta tirarme desde un noveno piso si era necesario, bueno, no de un noveno piso justamente... de un séptimo piso. Le dije
-Por ti, cualquier cosa, hermosura mía- con la voz más dulce que pude. Ella necesitaba contención con lo que cuando volviera de atender a los policías, le daría un gran abrazo.
Bajé por las escaleras, ya que adoraba hacerlo por ahí, igualmente no pude disfrutar mientras lo hacía, ya que mi mente estaba perturbada por lo sucedido hacia unos instantes. Finalmente, llegué frente a la puerta y les di paso a los policías.
Luego, volví a subir por las escaleras nuevamente y al llegar hasta Maggie, la abracé por la cintura y le besé la frente.

Margaret lloró sobre mi hombro hasta que llegó el policía. Luego de esto, comenzó a responder a las primeras preguntas del oficial. Cuando ella terminó, yo las respondí
-Bueno, yo soy Elliot Chendler Camberlain- paré unos segundos y continué –Soy novio de Margaret- le sonreí a ella y continué –Apenas conocía a Amy, la había visto sólo una vez antes de que ella falleciera y fue como hace un mes- concluí finalmente.
Cuando pidió que contara todo lo sucedido, al escuchar que Magg lo contó, no agregué ningún comentario al respecto. Inmediatamente, Maggie comenzó a llorar por lo que le pasé el brazo por el hombro y la acerqué firmemente hacia mí, mientras apoyaba mi mejilla en su cabeza.
-Todo va a estar bien- le susurré para luego besarle la oreja, un acto extraño.
Luego de que Margaret contara sobre la vida de Amy, ella comentó que quería que el funeral sea el viernes, esperamos ansiosos la respuesta del oficial.