Pasillo Principal

Caminaba por el pasillo, un día fresco pero no tanto como los anteriores, el clima de a poco comenzaba a mejorar. Iba con mis manos en los bolsillos, caminando sin ningún apuro alguno, mi cabeza agachada mirando al piso, como siempre. Pensaba en la escuela, en mis amigos y obviamente; en Emmeline Graves. Desde aquella vez que habíamos hablado en la clase de pociones comenzaba a pensar en ella el doble de lo que lo hacía usualmente. Pero injustamente, no hablamos más y ese día pasó hace unas semanas, las clases seguían igual de aburridas y solo hablaba con unos amigos, pero ella no me había dirigido la palabra nunca más. ¿Le habrá molestado que no le dije que tenía el ingrediente de más? ¿creyó que quise hacer que se sintiera culpable o incómoda? bueno, si era así estaba muy errada, yo solo quería que evitara problemas con las clases y los profesores. Pero ella era una buena chica, y se había disculpado, no era seguro que había pensado eso. Recuerdo como se presentaba, pequeña ingenua, como si no supiera quién era. Sé hasta donde nació, nunca más iba a olvidar como explicaba su historia el primer día de clases hace 2 años, el profesor Elliot Camberlain nos había pedido que nos presentáramos un poco para conocernos, y al llegar su turno recuerdo que abrí mis orejas como Dumbo, hasta si mal no recuerdo, había comenzado a tomar nota de su vida, solo para saber un poco de ella. Cuando me habló, me di cuenta que su personalidad era tal cual yo pensaba, linda, inteligente, delicada y ordenada. Obsesionada con el orden, eso no me agradaba tanto, pero... ¿qué mas daba? era Emmeline. Doblé a la esquina rápidamente con algo de fuerza ya que comenzaba a refrescar un poco más.

Me dirigía apurada a la entrada de la Sala Común de Ravenclaw, ya que era viernes y lo único que quería era llegar allí y descansar un poco. Mi mente había estado colapsada las últimas semanas, había épocas en que las clases me estresaban un poco, por lo que la perspectiva de sentarme en un cómodo sillón frente al fuego y charlar con amigas se me hacía más que apetecible.
Recorría los corredores a un paso rápido, frotándome cada cinco segundos las manos en un intento por darles algo de calor. Aquellos días había hecho un frío increíble y si bien había habido días peores, yo lo seguía sufriendo bastante, a pesar de que llevaba bastante ropa de abrigo. Mi cuello estaba envuelto en una bufanda, que también cubría mi rostro hasta la altura de la nariz, y tenía puesto un gorrito sobre mi cabello, procurando dejar la menor cantidad de piel posible al descubierto. Aquel día había decidido llevar el pelo pelirrojo*, y había dejado aparecer las pecas en la zona de la nariz y los pómulos que había tenido durante mi infancia. A veces me gustaba llevar ese aspecto porque lo asociaba con todos los momentos felices de mi infancia, pues los días que habían sido especialmente tristes, mi cabello se había convertido de inmediato en un color negro azabache. Perdida en mis pensamientos di vuelta a la esquina del pasillo principal con demasiada brusquedad, y choqué contra algo sólido. Caí hacia atrás, sintiendo dolor en la parte de la espalda baja, y luego miré hacia adelante para ver con quién me había cruzado. Era un muchacho de cabello castaño, de la casa Hufflepuff.

*Sería de un tono como el de la firma.

Seguía caminando hasta doblar con algo de brutalidad en la esquina del pasillo. En eso, sentí un impacto contra mi que ni siquiera logré ver qué era lo que se había estampado contra mi cuerpo. Caí al suelo, al igual que la persona que me había chocado, o que yo había chocado. Mi caída fue dura, pero la suya peor. Me arrodillé y no pude verle bien el rostro a aquella persona debido a que estaba toda cubierta de abrigo, no la reconocía. Hasta que su bufanda se corrió y mi corazón dejó de latir. Era Emmeline Graves. Lo que era el destino, ¿eh?. Me acomodé la garganta y rápidamente agarré su gorrito que se había caído al suelo durante el impacto. Luego, tomé su mano y la ayudé a levantarse. Una vez que estábamos de pie, tomé coraje y le dije - ¿Te encuentras bi - bien? - Mientras le devolvía su gorrito. Me costaba hablar, todavía no había superado el miedo a dirigirle la palabra. Emmeline llevaba un look distinto al que estaba acostumbrado a ver, estaba peliroja con algunas pecas, aunque me gustaba más rubia con su piel totalmente blanca y delicada, le quedaba muy bien. - Lo siento, no fue mi intención golpearte - dije con mis ojos como platos, abiertos como un bebé al ver la papilla. La rica papilla. Hacía mucho frío y eso no le favoreció a mi golpe. Me había golpeado la cabeza, y creo que ella la espalda, debido a que se frotaba un poco la parte de la espalda baja, me sentía muy mal al respecto, no había sido a propósito el choque, y menos con ella, a ella nunca le haría daño. - ¿Quieres ir a la enfermería? podría acompañarte - pausé y tragué el nudo que tenía en la garganta - Si quieres - esbocé una sonrisa. Tal vez ni recordaba quien era yo, pero mi memoria no podía olvidarla a ella. Que bronca me daba, pero que lindo recuerdo guardaba.

El chico también había caído al suelo, pero se puso en pie rápidamente y me ayudó a levantarme a mí también - Gracias - dije al tiempo que lo observaba con más atención. Lo reconocí al instante, era el chico que estaba en mi clase y me había prestado las escamas de dragón unas semanas atrás - Oh, eres Malcolm, ¿verdad? El chico de la clase de Pociones del otro día - mascullé, con una expresión afable. Luego asentí en respuesta a su pregunta - Sí, me encuentro bien, ¿y tú? - me interesé. Esperaba no haberlo lastimado, ya que todo había sido mi culpa. Venía tan apurada y ensimismada en mis pensamientos que no lo había visto aparecer. Se disculpó, pero yo hice un gesto con la mano quitándole importancia al asunto - No te preocupes, ha sido culpa mía, así que yo te pido perdón - respondí, dedicándole una pequeña sonrisa de arrepentimiento, al tiempo que me frotaba un poco la zona del cuerpo que me dolía. Me ofreció ir a la enfermería - No creo que sea necesario, ha sido tan sólo un golpe fuerte. ¿Tú necesitas ir? ¿Te has lastimado? - quise saber, deseando que la respuesta fuera negativa. Me sentiría muy culpable si le había pasado algo grave, aunque no era demasiado probable. Me quedé unos minutos en silencio, observándolo, y luego sonreí - ¿Tu apellido es Gallagher no? ¿De dónde vienes? - pregunté entonces con curiosidad. Lo había recordado mientras pensaba en lo poco que sabía de él a pesar de que nos conocíamos hacía bastantes años.

Me agradeció al haberla ayudado a levantarse. Mi rostro se enterneció más aún de lo que ya estaba. Que linda era, y que dulzura con su gorrito. Me daban ganas de abrazarla y no soltarla jamás. Luego, preguntó si era Malcolm, el chico de la clase de pociones. Se había acordado de mí. Mi corazón latía con gran rapidez. Me quedé boquiabierto, callado por unos segundos, sin decir nada. No porque no quería, sino porque no podía. No sabía ni qué decir. - Sí sí, ese mismo - fue lo único que me salió de la boca luego de haberme quedado como un estúpido por unos segundos. Me respondió a mi pregunta cuando me preocupé por si se encontraba bien. Dijo que sí y luego me lo preguntó a mí. - De maravilla - ahora que estoy contigo... pensé. Cuando le pedí disculpas, dijo que había sido todo su culpa y me pidió perdón. Negué con la cabeza - Olvídalo - sonreí como un tonto, eso me hacía causar ella, una sonrisa tan estúpida que no se me podía borrar, que aunque ella se fuera seguía allí y duraba como 2 horas más. Tan incómoda y molesta. Yo le pregunté si no quería ir a la enfermería, quedaba algo lejos y quería ir solo para poder charlar en el camino con ella, y cuando se negó quería obligarla a ir. ¿Qué podía hacer yo para que fueramos juntos y poder charlar y conocernos más en el camino? no se me ocurría nada. Ella me preguntó si yo necesitaba ir, quería decirle que sí, solamente por tal motivo; quería que habláramos más. Pero no quería aceptar ya que iba a quedar como un debilucho. - No no, estoy bien. ¿Pero segura que no quieres ir? por - por - tartamudeaba de nuevo - Porque no me molestaría acompañarte - me costó decírselo pero al fin pude. Después, pude notar como me miraba, se le notaba algo pensativa, y luego ella solo sonrió. Que nervios me había hecho sentir, no sabía en que estaba pensando, si era malo o bueno, si algo de mi rostro le había dado risa. Que desconfiado era de mi mismo. Me preguntó si mi apellido era Gallagher y de dónde venía. Dios mío, me estaba por orinar en mis pantalones de la emoción.  ¿Realmente le importaba toda esa información? Por la barba de Dumbledore, ¡que hermoso! me estaba volviendo loco. - Sí, mi apellido es Gallagher. Vengo de Limerick, Irlanda. ¿Y tú? Sé que tu apellido es Graves - dios mío, había sonado como un interesado, que no olvidaba nada de lo que me decía. Qué estúpido, no sabía disimular nada. Debí haberme hecho el tonto, el que no recordaba nada de ella, para simular que no me importaba demasiado, pero mis sentimientos eran aún más fuertes que lo que debía hacer. - ¿Pero de dónde vienes? - sabía perfectamente que venía de Sydney, Australia. Lo había dicho el primer día de clases que la conocí, y nunca jamás pude olvidarlo, pero fingí no tener idea de su vida. Esperé atento su respuesta.

Al parecer, ninguno de los dos había sufrido ningún daño gravo. Asentí con una sonrisa, aliviada cuando dijo que estaba perfecto. Temía haberlo lastimado - Estoy segura. No me duele nada lo suficiente como para ir - respondí, zanjando el tema. Reprimí una risita por su tartamudeo, me daba ternura que hablara así. Quizás le sucedía porque era tímido y no muy dado a charlar con la gente. Pobre de él si ese era el caso, pues yo siempre fui de las que no se quedaban jamás sin tema de conversación.
Comencé a indagar sobre él, algunos de sus datos personales - Oh, ¿de Limerick? ¡No tenía idea! Es increíble que compartamos clases desde que llegamos a Hogwarts y no supiera eso, aunque ahora recuerdo que había oído que venías de Irlanda. Debe de ser un lugar precioso - comenté - De pequeña visité dos veces Dublín con mi abuelo, por cuestiones de su trabajo muggle - le conté, sonriendo. Él preguntó de dónde venía yo - Aunque suene extraño, casi de la otra punta del mundo. Sydney, Australia. De todas formas ahora vivo en Londres - le dije, soltando una breve carcajada por la rareza de los lugares de los que proveníamos - Imagínate si alguna vez tu familia tuviera que conocer a la mía, tendrían que hacer un viaje bastante largo, ¿no crees? - bromeé, riendo - Igual mi apellido no es australiano, que yo sepa. Me parece que es de Gales o algo así - fruncí el ceño, todas las veces que había intentado averiguar su proveniencia no había encontrado más que unas suposiciones vagas.

Dijo que estaba segura de que no quería ir ya que no le dolía nada como para hacerlo. En mi mente, estaba por llorar. Dios santo si tan sólo hubiese dicho que sí. En fin, ya tendríamos oportunidad para hablar más, tal vez no necesitábamos ir a la enfermería para poder platicar, tal vez podríamos hacerlo ahí, en ese momento. No podía creerlo cuando le dije que venía de Limerick, dijo que no recordaba haber oído eso. Perfecto, Emmeline ni me notaba. Me había hecho sentir muy mal oír eso, pero luego la cosa mejoró cuando dijo que recordaba que venía que de Irlanda. Dijo que de seguro era hermoso. - Lo es - sonreí. Me contó que había visitado Dublín dos veces, por el trabajo de su abuelo. - Bueno Dublín es un lugar muy lindo, solo que muchísimo más moderno que Limerick. Mis padres planeaban mudarse allí antes de que me llegara la carta de Hogwarts. - expliqué sin ningún tartamudeo. Comenzaba a actúar como una persona normal y me sentía orgulloso de ello. Me respondió diciendo que venía de Australia, de la otra parte del mundo. Reí levemente porque ya lo sabía todo. Aunque sonara psicópata, sabía todo lo que ella me decía, es decir, de donde venía y donde vivía, obviamente. - Interesante, seguro es un lugar precioso. Nunca he ido. - contesté sonriente. Soltó un comentario de que si nuestros padres debían conocerse, sería un viaje realmente largo por la distancia que teníamos. Mi corazón dejó de latir. Me acomodé la garganta. ¿Insinuaba algo? seguro no. Pero que hermoso, me imagino a nosotros dos de novios, conociendo los padres de cada uno, que linda vida, quería que todo eso pasara. Solté una risa - Muy loco, sí. - algo inseguro. Agregó que su apellido no era australiano, si no Galés, pero no estaba segura. - El mío no sé de donde viene, creo que es Irlandés, pero tampoco estoy seguro. Nunca me había interesado. - confesé sincero. Que bella se veía, con su piel delicada y pálida, estos días de frío hacían que reluciera aún más y que se viera cien vece más linda de lo que ya era.

- Qué suerte que no se mudaron, se dice que las ciudades pequeñas de Irlanda son de las más lindas. O al menos eso he oído yo - dije con una carcajada. Comenzaba a caerme bien Malcolm. Nunca le había prestado demasiada atención en clase, siempre inmersa en mi grupo de amigos. De todas formas, nunca se me había dado por burlarlo o molestarlo. Simplemente me había pasado desapercibido, y ahora estaba descubriendo que en realidad era un buen chico, interesante para conversar - Casi nadie ha estado por allí. Es muy bello, sí, y además da al mar, que tiene un color alucinante. Es como celeste y turquesa al mismo tiempo, dependiendo de como le dé el sol - repliqué con una sonrisa. Un millar de recuerdos bombardearon mi mente, todas las tardes pasadas en aquellas playas con mis abuelos. Mi sonrisa se ensanchó aún más - He pensado en volver allí cuando termine el colegio, pero no estoy segura. Ya estamos instalados aquí... - comenté. No estoy segura de que le hubiera hablado puntualmente a Malcolm, sino que más bien lo dicho salió de mis labios sin que me diera cuenta - Demasiado - respondí a su comentario de que sería muy loco, aún riendo un poco - ¿No te interesa? Yo siempre he sido muy curiosa en esos aspectos, no sé por qué - me asombré - En todo, en realidad - corregí con una risita y me encogí de hombros. Me acomodé la bufanda, bajándola un poco para dejar mi boca totalmente al descubierto y así hablar con mayor facilidad. Entrar en contacto con el aire frío me hizo estremecer - Pues sí que está helado el clima, ¿eh? Por Merlín, creo que voy a morir congelada si no sube unos cuantos grados en los próximos días - bromeé.

- Sí, es realmente lindo - dije con una sonrisa de un lado sin mostrar mis dientes. Quería que fuera a Irlanda y así podría venir a mi casa, conocer a mi familia, casarnos y tener tres hijos. Pero de verdad, quería enseñarle los mejores y más bonitos lugares de Irlanda. - Sí, las playas de allí son las que más me gustan - pausé - No es que haya visitado muchas - agregué para no sonar como un niño egocéntrico y rico. Me froté mi cuello, no sé por qué estaba incómodo, tal vez porque no estaba acostumbrado a que habláramos. Todo esto era un tal acto del destino, no estaba para nada planeado. Dijo que quería volver a Australia al terminar la escuela, pero no estaba segura. Mi pequeña sonrisa desapareció automáticamente al oír aquel comentario. Me ponía triste el hecho de que volviera allí ya que eso significaba que probablemente no la viera más. Pero si fuera así, sin dudas planearía irme de viaje allí solo para verla, avisarle que voy, que me muestre los hermosos lugares de aquel lugar. Nos imaginaba juntos, con el hermoso paisaje de allí, sería tan romántico. Moría de ganas de vivir aquella idea. Pero obviamente no pasaría jamás, y debía convencerme de ello. - Bueno, si alguna día vas, avísame, podría enseñarte bellisimos lugares - pausé - Si quieres - soné algo tímido a lo último (otra vez). - Nosotros vamos a pasar tiempo allá en vacaciones - agregué algo de información, aunque, ¿de qué servía? seguro ni le importaba. Sinceramente no entendía por qué seguía hablándome, por qué estábamos charlando. Cuando estábamos hablando de lo extraño que sería que nuestros padres se conozcan, asintió diciendo que era DEMASIADO raro. Confirmado; ella no quería que eso suceda. Todas mis dudas estaban ahora contestadas, con una sola respuesta, una sola palabra, mi mundo se había venido abajo. Odiaba ser así de desconfiado, pero era extremadamente obvio que ella no sentía lo mismo, seguramente estaba hablando por cortesía. Tal vez ella solo quería largarse, tal vez solo quería que la dejara en paz. - No me llama la atención en realidad - respondí a su comentario acerca del origen de nuestros apellidos. Nunca me había fijado en eso y tampoco me interesaba hacerlo. Dijo que era curiosa en esos aspectos, y luego agregó que lo era en todo. Solté una risa junto a ella. Me encantaba verla sonreír, y más si lo hacía conmigo. Me daba paz interior. Hacía que me enamorara cada vez más, era increíble lo que una persona podía llegar a causar en mí sin tener la menor idea ni la menor intención. Dijo algo sobre el clima, no lo escuché bien. Estaba ocupado enamorándome cada vez más de ella. Iba a sobrepasar el límite. Me iba a convertir en un completo lunático. No tuve más opción que asentir a lo que decía sin tener ni la menor idea de qué estaba diciendo. - Sí sí - respondí abobado y perdido.

Continuamos hablando de las playas, los lugares y nuestros hogares. Al parecer a él también le parecían hermosos. Le sonreí, me estaba empezando a caer realmente bien. Se ofreció a mostrarme los diferentes lugares si algún día iba a las costas de Irlanda -¿En serio? ¡Muchas gracias! Te avisaré si voy por allí en algún momento - respondí, con una sonrisa. Era muy amable de su parte ofrecerse a aquello. Me dijo que él iba allí de vacaciones con su familia - ¿Vas todos los años al mismo lugares? ¿Dónde queda? - me interesé, si iban era porque seguro las playas eran lindas.
No me sorprendió cuando dijo que no le interesaba el origen de su apellido, a la mayor parte de mis amigos tampoco les interesaba en lo más mínimo - Entonces debo ser yo la rara - reí. Respondió distraídamente a mi comentario sobre el clima, pero tampoco presté demasiada atención, no era algo demasiado importante. Permanecí unos segundos más en silencio, a la espera de que dijera algo más, pero al ver que no parecía propenso a hacerlo, decidí hablar yo nuevamente - Bueno, dime, ¿tienes hermanos? - pregunté, curiosa. No sabía mucho acerca de su vida, así como él tampoco sabía demasiado de la mía. Me estremecí de frío y deseé que Malcolm fuera de mi misma casa, para poder ir a charlar a la Sala Común frente al fuego, ya que me gustaba conversar con él. Froté mis manos nuevamente intentando darles calor por un rato más.

Hablábamos sobre los hermosos lugares de donde proveníamos. Cuando le dije que podría mostrarle los hermosos lugares de Irlanda, me agradeció, diciéndome que me avisaría si iba. ¿Mi corazón? explotando. Creo que éste había dejado de bombear sangre, pues ya no sentía los latidos. Me encantaría visitar aquellos lugares con ella, románticos e interesantes, podía mostrarle el mundo si me dejara, podía entregarle todo lo que ella quisiera. Cuando le conté que iba a Limerick en las vacaciones, se mostró interesada. No podía creer que estábamos teniendo una conversación, y no era aquella odiosa conversación de... "¿Me prestarías una pluma?" "¿Has sacado el libro que nos pidió la profesora Parker de la biblioteca?". Aquellas preguntas sobre la escuela que solo las hacía porque le convenía, mientras que yo lo haría solo para poder escuchar su voz, para poder contemplar su mirada en mis ojos, para verla dirigirme la palabra al menos por unos insignificantes segundos en su vida, pero que en la mía lo eran todo. Lo que estaba ocurriendo era totalmente extraño, pero encantador. Todo había sido un acto del destino, Hogwarts al fin estaba ayudándome en algo, y era conocer a la mujer de mi vida. Sabía que lo que sentía por Emmeline no lo sentiría por nadie nunca, sabía que ella era la chica de mi vida, la que quería tener a mi lado siempre, que no cambiaría por nada. Mataría por solo tener una cita con ella, por ser su novio, tener nuestra propia relación amorosa, que conozcamos a nuestros respectivos padres, casas, y lugares de origen, viajar con ella, y construir nuestras vidas juntos. Sonaba cursi pero así era como yo lo sentía. Me preguntó dónde quedaba Limerick. - Está al sur de Irlanda, tiene bonitas playas. - respondí con una sonrisa sin mostrar mis dientes. Sobre el tema del origen de los apellidos, dijo que ella sería la rara entonces, debido a que era la única que se curioseaba por aquel misterio. - No, no es ser rara. - solté una corta risita - Me parece adorable que seas así de curiosa - dije aquel comentario, totalmente inútil. Explíquenme, ¿por qué lo había dicho? que estúpido. Debía decir algo que lo disimulara, no quería exponer mis sentimientos. - Es que me recuerda a... - tartamudeé y pensé - Mi madre - mis ojos se tornaron como platos, era lo primero que se me había venido a la cabeza - Sí, ella es... muy curiosa, deberías verla preguntando infinidad de cosas al vendedor sobre las flores que le gustan cuando va al vivero - Genial idiota, ella te recuerda a tu madre, seguro anotas esta noche imbécil pensé. Me estaba odiando en aquel momento. Hubo unos segundos incómodos ya que habíamos quedado en silencio hasta que ella me preguntó si tenía hermanos. - Sí, tengo un hermano, su nombre es Noah. Él es 3 años menor que yo. - pausé - ¿Y tú? - pregunté interesado en su familia ya que no sabía nada sobre ello, o al menos no recordaba, pero de seguro nunca lo había mencionado porque de ser así, obviamente me acordaría.

Comentó que era adorable que yo fuera tan curiosa, lo cual me pilló por sorpresa. Lo miré con una expresión levemente extrañada, aunque agradecida. Me sentía halagada en cierta forma. Lo que dijo a continuación me pareció aún más raro, pero me hizo reír. Ni siquiera él parecía estar seguro de lo que había dicho - ¿Entonces tu madre también es curiosa? - repetí, aún entre risas - Estoy segura de que es una mujer increíble - agregué después. En parte en broma, ya que se parecía a mí, y en parte porque de verdad lo creía. Después de todo, había criado muy bien a su hijo, ¿no? Me sentí algo acongojada por hablar de las madres, pero rápidamente me repuse. Después de tanto tiempo, ya estaba bastante acostumbrada.
- ¿Tienes 17, verdad? O sea que él tiene... ¿14? - calculé, frunciendo levemente el ceño al principio mientras hacía las cuentas y luego alcé las cejas al decir la respuesta - ¿Te llevas bien con él? - quise saber a continuación, con una cálida sonrisa - No, no tengo hermanos. Supongo que me hubiera gustado tenerlos, pero me siento bien como estoy. Quizás de niña lo deseaba más, para no sentirme sola, ¿sabes? - contesté, y luego me arrepentí de haberle dado una respuesta tan extensa. No quería aburrirlo con detalles que podían parecer tristes. La realidad es que no había tenido hermanos porque mis padres habían fallecido antes de tener algún otro hijo. Miré a través de una de las ventanas mientras pensaba aquello. Dejé escapar un grito ahogado al descubrir que ya estaba anocheciendo - ¡Mira, es tardísimo! No puedo creer lo rápido que se pasó el tiempo - comenté, desviando la mirada hacia abajo y soltando una risita.

Estábamos hablando sobre... mi madre. Creo que habría preferido exponer mis sentimientos un poco, en vez de haber dicho eso sobre mi madre, ¿qué tan estúpido era? quería que me hicieran un avada kedavra en ese instante. O simplemente besarla. Hizo una pregunta chistosa repitiendo lo que yo había dicho, me sentí tan avergonzado. Asentí con la cabeza frunciendo los labios. Me estaba muriendo de vergüenza. No pude evitar soltar una carcajada, y luego la miré a los ojos de nuevo, levantando una ceja siguiendo con mi sonrisa. Luego agregó que de seguro mi madre es una mujer increíble. - Lo es - y de nuevo, quería matarme. Estaba sonando como un niño de mamá. Calculó la edad de mi hermano, había acertado. Noah ahora tenía 14 años, tal como ella había dicho. - Así es - sonreí de un lado. Me preguntó si me llevaba bien con él, y así era. - Sí... es decir, tenemos peleas porque a veces usa mi ropa o cosas así, pero sí nos llevamos bien. - respondí. Ella me contó que le hubiese gustado tener un hermano, para no sentirse tan sola. Me había roto el corazón. Quería que supiera que nunca estaría sola ya que cada vez que lo necesitara, yo estaría allí para ella. Tenía tantas ganas de decírselo, pero no sabía como. Supuse que la mejor manera era decirlo, pero de manera sutil, amistosamente, aunque no fuera exactamente así como quería que fuesen las cosas. - Bueno... - pausé para pensar bien lo que iba a decir, no quería que se repitiera una situación como la de recién con mi madre - No estarás sola. Es decir, si necesitas algo, puedes pedirme ayuda a mí - sonreí sin mostrar los dientes. Era tan linda, tenía ganas de abrazarla todo el tiempo. La noté algo triste, como recordando cosas, pero no entendía bien por qué. Al instante soltó un comentario del tiempo, que era tardísimo. Pude darme cuenta de que estaba algo afligida, me dio muchísima pena. Bueno... era hora de despedirse. - Sí, ¿quieres ir? - le pregunté algo serio, con mis cejas levantadas, me había quedado pensativo después de haber visto como se había puesto, hablando de la familia.

Asentí cuando me contó sobre su hermano. Era tan típico pelearse por aquellas cosas... Al menos para los que tenían hermanos - Varias amigas me han contado que tienen los mismos problemas con sus hermanas menores - le dije con una risita - ¿Viene a Hogwarts? ¿De qué casa es? - pregunté intrigada. Quizás me lo había cruzado en algún momento por los pasillos o algo así. Continuamos hablando del tema, y pareció prestar mucha atención al comentario de sentirme sola. Aunque yo me refería sobre todo a mi infancia, pues ahora tenía un grupo de amigos bastante formado y pasaba mucho tiempo lejos de casa, me enterneció muchísimo su ofrecimiento y no quise desmerecer su oferta comentándole aquellos hechos - Oh, muchas gracias, Malcolm - le dije con una sonrisa - Es muy lindo de tu parte. Sabes que tú también puedes pedírmelo a mí - le dije a mí vez. Si él podía hacer eso por mí, ¿por qué no podría yo hacerlo por él?
Al darme cuenta de lo tarde que era, comencé a preocuparme un poco. De seguro mis amigas me reclamarían que había llegado a la Sala Común muy tarde, por lo que tendría que explicarles que me había encontrado con un compañero de clase y nos habíamos quedado charlando. No había nada de malo en ello, ¿verdad? Aunque existía la posibilidad de que comenzaran a acusarme de que tenía un novio secreto o alguna locura del estilo. Qué más daba, no podía saberlo hasta encontrarme con ellas - Creo que es lo mejor - respondí a su pregunta. Me gustaba charlar con él, pero ya se hacía tarde - Además, ya en un rato tendremos que ir a cenar y tengo que dejar las cosas en mi dormitorio antes- reí - Fue un placer charlar contigo, Malcolm. Me divertí mucho - le sonreí - Ojalá nos crucemos algún otro día, podríamos dar una vuelta por los jardines o algo así - propuse y luego comencé a alejarme - ¡Adiós! ¡Que termines bien el día! - le dije, saludándolo con la mano, mientras me daba media vuelta para irme en dirección a la torre de Ravenclaw.

Dijo que varias amigas suyas tenían los mismos problemas que yo con los hermanos. Me preguntó si Noah venía a Hogwarts. - No, él es muggle - contesté. Al principio sentí algo de incomodidad al decírselo ya que habían varios en Hogwarts a los que no les agradaba la gente de sangre impura, pero luego me di cuenta de que obviamente Emmeline no era una de ellos. Cuando le dije que no estaría sola por mi presencia, me agradeció y agregó que ella estaría para mí también. Sentí un gran calor en mi rostro, era increíble lo que estaba oyendo, mejor que escuchar cualquier otra cosa. Creo que estábamos empezando una amistad, y aunque no era exactamente lo que yo quería, sería una buena iniciativa. - Gracias - dije y sonreí mostrando mis dientes. Le pregunté si quería irse, ya que había dicho que era tarde, y ella aceptó. Me sentí un poco triste, pero casi nada, ya que de seguro hablaríamos otro día, y además... ¿cómo estar triste si había mantenido una buena conversación con la chica de mis sueños? nada podía arruinarme este día. Me explicó por qué debía irse. - Está bien - volví a sonreirle. Agregó luego que le gustaría volver a charlar conmigo, y que sería buena idea dar una vuelta por los jardines. No sabía como no me había desmayado en aquel instante. Fue lo mejor que me podría haber dicho. - Estaría encantado - dije y acaricié levemente su hombro. Se despidió mientras se alejaba, por lo que le sonreí de lado apretando mis labios, no quería que esto terminara pero obviamente iba a pasar en algún momento, así que alcé mi mano haciendo un gesto de despedida.