Gran Salón

Off-Rol: A partir de este momento, ¡comienza el Baile de Navidad!

Llegué un poco antes para comprobar que todo estuviera listo y entonces se abrieron las puertas para los alumnos. Todos vestían de forma elegante, incluida la directora y los profesores. La estancia estaba irreconocible. Adornada en tonos fríos, muy propios del invierno. Detrás de la pista de baile había varios pinos enormes con nieve sobre ellos, las cuatro mesas de las casas habían desaparecido y dado lugar a unas redondas con manteles largos hasta el piso que rodeaban parte de la pista de baile. Los alumnos debían ubicarse en ellas a su antojo, al igual que los profesores tenían una sección particular con las mismas características. En una de las esquinas había una mesa con una gran fuente en el centro y muchas copas alrededor, donde los invitados podían servirse ponche. La pista de baile era un área despejada y lisa. Cerca de allí había un pequeño escenario donde en aquellos momentos el coro del colegio cantaba y la orquesta tocaba música, un sonido lento y bajo como música de fondo. Una vez que todos estuvieron acomodados, me puse de pie y comencé a hablar - Les doy la bienvenida al Baile de Navidad, espero que lo disfruten. Frente a ustedes encontraron un menú, del cual deberán elegir una comida y pedirla en voz alta - anuncié - Damos comienzo al banquete - Tomé asiento y rápidamente pedí - ¡Ratatouille!
La comida apareció en mi plato en el acto y me dediqué a comer mientras charlaba con mis compañeros. Mi túnica de gala era sencilla, de color verde, y llevaba un sombrero de bruja (imagen)

FdR: Aquí tienen esta imagen para darse una idea del aspecto del lugar y esta otra de la mesa de ponche. En cualquier caso, el Gran Salón está decorado exactamente igual que en la película Harry Potter y el Cáliz de Fuego.

Llegué al baile temprano y que no había mucha gente aún. Ingresé en el Gran Salón, cada vez que entraba allí me sentía extraña, recordaba los días de cuando yo era alumna. Recorrí el lugar con la vista en busca de mi pareja pero no la hallé, por lo que suspiré y me quedé cerca de la entrada esperando. Ese día llevaba puesto un vestido de color dorado claro, muy parecido a un crema, con brillitos en una especie de tiras. Tenía unas mangas apenas visibles ya que la tela era prácticamente transparentes, y traía el pelo recogido en una media colita. Unos zapatos de taco hacían juego con el vestido, pero apenas se veían. No traía demasiado maquillaje, pero sí más de lo habitual*. Me quedé allí mientras aguardaba a que acudiera Elliot y rogaba porque no llegara nadie antes que él, ya que no conocía demasiada gente y no tendría con quien hablar.

*NdA: Foto del vestido. Aclaro que aunque la actriz está muy delgada en la foto, excesivamente, Maggie no tanto. Tiene un delgado más esbelto y no tan desgarbado.

Sentí a alguien agarrarme por detrás. Volteé el rostro en busca del suyo y le di un beso en la mejilla. Estaba muy guapo.
- ¡Elliot! - me burlé con una sonrisita de suficiencia al reconocer su voz - Muy bien. Ansiosa por el baile. Hasta el último minuto no sabía bien que ponerme* y cuando lo decidí, no quedé del todo convencida - hice una mueca de disgusto - Nueva York se había quedado sin vestidos - bromeé - No quería acudir a Carolina Herrera y vender mi casa para pagarlo - solté una carcajada y luego pregunté - ¿Dónde nos sentamos? Ya está empezando a llegar la gente - Aguardé sus indicaciones mientras observaba con atención el decorado. Era precioso.

*FdR: Eso es más real de lo que crees

Arribé al lugar antes de lo deseado, no había demasiada gente allí aún. Como no había conseguido pareja, o más bien ni lo había intentado ocupada en otras cosas, no tenía nadie a quien aguardar. Tomé asiento en una de las mesas para alumnos. Una vez allí, me dediqué a observar el Gran Salón con atención. Estaba irreconocible, pero no le sentaba nada mal. Los colores que habían elegido para el decorado eran los indicados ya que estábamos en invierno. La gran pista de baile que había en el centro me deprimió ya que no tenía con quien bailar, pero luego decidí que ya conseguiría a alguien luego o bailaría sola. También podía bailar con una amiga, y eso me recordó que tenía que prestar atención a cuando llegara Alice, para ofrecerle que se sentara a mi lado. Si aquello no podría ser, probablemente me aburriría ya que estaría sola como un hongo a menos de que hiciera algún nuevo amigo. Para la ocasión llevaba un vestido corto de un color que mediaba entre el marrón y el crema, sin mangas y con una especie de volados en la falda. También me había puesto tacones, algo raro en mí, pero es que combinaban a la perfección. Y claro, para una amante de la moda como yo, hubiera sido imperdonable no usarlos sólo por una mera costumbre. Sonreí para mis adentros. Me había recogido un par de mechones por detrás de la cabeza, dejando al resto sueltos y con ondas. Me había puesto aros y apenas un poco de maquillaje. Había partido hacia el baile recién cuando me había parecido que tenía un aspecto aceptable.

Increíblemente, cuando entré en el Gran Salón Sabino aún no había llegado. Me sorprendió ya que él probablemente se arreglaría menos que yo, pero también estaba el hecho de que yo había empezado a prepararme antes. Unas cuantas horas antes. Me había hecho una especie de rodete bajo en el cabello, por lo que algunos mechones de pelo caían a ambos lados de mi cara, completamente sueltos. Este peinado dejaba ver las ondas que mi cabello tenía normalmente. Llevaba algo de maquillaje, en especial en los ojos. Era mucho más del que solía llevar. El vestido que había elegido era uno o dos tonos más oscuros que el rosa pálido y las mangas se agarraban a los hombros. Del lado izquierdo tenía una especie de flor. Se achicaba un poco en la cintura y luego se abría, siendo más suelto y largo hasta el piso. Tenía un poco de cola, pero no demasiada. (NdA: Definitivamente menos cola de la que ven en la foto, y tampoco tiene esa abertura en la rodilla) Traía unos tacones rosas más claros que el vestido y con plataforma en la parte de adelante del zapato. Me gustaba el resultado que había alcanzado tras más o menos dos horas de preparación, por lo que no me molestó esperar a mi pareja de baile en la entrada. Me dediqué a observar el Gran Salón, completamente transformado. Habían hecho un muy buen trabajo. Una vez que Sabino llegó, me dirigí a una de las mesas alrededor de la pista de baile y me senté, esperando que él hiciera lo mismo. Guardé silencio mientras la profesora McGonagall hablaba y en cuanto terminó, revisé el menú y pedí Costillas de Cerdo. Sabía que no terminaría el plato, pero me pareció que era la mejor que había.

NdA: Vestido de Jane Se ven algo irreales el pelo y la cara ya que al primero tuve que teñirlo para que pareciera de su color y a la segunda pegarla. El vestido lo usó Anna Kendrick en los premios Oscar.

Me dejé arrastrar por Elliot hasta una mesa y me senté - Elliot, ¡por favor! No comiences con esos apodos locos - sonreí, pero aún así prefería que me llamara de otras formas, ya que al parecer le costaba decir Maggie. Tal vez es alguna clase de enfermedad mental de la que no me ha contado, pensé divertida. SRLGN. Síndrome de renuencia a llamar a la gente por su nombre, estallé en carcajadas sin poder contenerme, a la vez que pensaba que ya me estaba transmitiendo su locura. ¿Tanta atención prestaba a detalles tan insignificantes? Era preocupante, aunque no podía dejar de darme risa. Cuando terminé, contesté a su pregunta con una sonrisa radiante - Y claro que bailaré contigo, tontín. ¿Si no para que he venido? Creí que serías tú el que rehuiría el bailar conmigo - admití. Para entonces, ya estaba bastante lleno y la profesora McGonagall nos anunció que podíamos empezar a comer, además de explicar como hacerlo. Sonreí y miré el menú. Era muy largo, pero me decidí por algo de pasta para variar un poco y porque hacía algo de frío, a pesar de que no se notaba allí dentro.

- Uf, ya me di cuenta - me burlé delicadamente. Tampoco me molestaba tanto que me llamara así, salvo cuando eran extraños de verdad, y en lugar de enfadarme me reía - ¿Ah, sí? Pues yo creía que ninfa era tu favorito - bromeé. Reí brevemente, a la vez que me extrañaba de su expresión y de que no me hubiera preguntado por qué me reía sin razón aparente. Preferí no contarle mi locura, aunque no podía decir que parecería más loco, si lo que había pensado, o que me riera de la nada. Aparté el tema de mi mente cuando me hizo una nueva pregunta.
- Mmmm... Ravioli de setas. Tengo ganas de comer algo caliente, pese a que no hace mucho frío - dije mientras mis ojos revoloteaban por el menú, sin encontrar nada más atractivo - ¿Y tú?- Sin esperar a que me contestara, recorrí nuevamente el lugar con la mirada - ¿Los profesores nos están rehuyendo? Creo que es la primera vez que estamos solos en la mesa en un lugar donde hay más gente - observé sorprendida y agregué entre risas - O tal vez es que ésta vez tienen una excusa, a diferencia de las otras, ya que pueden sentarse en cualquiera de las mesas de profesores - Entrecerré los ojos de manera suspicaz en forma de broma - ¿Te hablan mucho por lo general? Tal vez soy yo la que los espanta - sonreí con malicia.

- Oh, hola, Sabino - saludé sobresaltada - No, llegué hace unos pocos minutos - Escuché su explicación y reí suavemente - Bueno, eso lo explica. De todas formas estás guapo - sonreí. No vestía para nada mal, aunque a su lado sentí como que yo estaba demasiado formal. Es Sabino, pensé, es un chico y además, es su estilo. En eso tenía razón. El resto de las chicas del lugar estaban igual que yo. No había demasiados hombres tampoco para comparar, tal vez le habían huido al baile. Me extrañó no ver a Fabian, pero supuse que todavía no había llegado. Me senté y volví a quedarme sorprendida por su falta de apetito - De acuerdo - acepté sin comentar nada y me uní a sus risas - ¡Gracias! En realidad, no sabía bien como venir, y dejé que el azar decidiera. Al parecer, no me ha ido mal, viendo como se han vestido el resto de las chicas - conté divertida. No agregué detalles pues sabía que a él no le interesarían. Probablemente a ningún chico
- No, no. Estás muy bien - le aseguré. No desentonaba en absoluto, pese a no haberse súper producido. Asentí con curiosidad cuando quiso preguntarme algo, y esperé curiosa su pregunta. No tenía idea de que podía ser - Ah, eso - dije quitándole importancia - Ninguna razón en particular. Sólo que no me lo pidió y yo tampoco a él. Además, sólo somos amigos, Sabino. Muy buenos amigos - expliqué firme. No sabía que él pensaba que éramos algo más - ¿Y tú por qué no has venido con Anne? - pregunté yo a mi vez.

- Lo sabía - repuse con tono de suficiencia y me eché a reír - De todas formas, esos no están tan mal. Me acostumbré - concedí. Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa al oír que pediría lo mismo que yo - ¿Ya entró dentro de tus tradiciones? ¿Copiar mi comida? - bromeé - Mmm... parece que fue hace tanto... pero sólo son dos meses. Más o menos - discrepé. Intenté hacer la cuenta mentalmente, pero no tenía ganas de números, por lo que me limité a hacerlo generalizado - Nos conocimos el 18 de Octubre, y creo que la cena fue dos días después, así que van dos meses y algo. De noviazgo no podría decirte, ya que no me lo pediste - sonreí con picardía y lo miré a los ojos.
- Seguro, deben de amarme, me vieron tantas veces - dije burlona - Y no soy de los que hacen amigos con facilidad, ya sabes - reí brevemente. Para cambiar de tema, ya que el anterior estaba agotado, pregunté - ¿Y quién es tu alumno favorito?

- Lo sé, lo sé - le aseguré, pero aún así - ¿Sabes? Aunque parezca imposible, tengo mi lado romántico. Oculto y pequeño, pero está. Y a veces se hace notar - comenté con una sonrisa. Era en broma, pero en parte verdad. No pude evitar darle un corto beso, porque había alumnos presentes, cuando confesó que me amaba desde el primer momento en que me había visto - Eso no lo dudo, tiendes a ser apasionado. ¿Invitarle un whisky de fuego a una mujer que ni conoces? ¡Sólo se te ocurriría a ti! - sonreí burlona y luego reí - Por suerte - agregué con ternura.
- Bueno, bueno. A ellos los vi dos veces. ¡Nos conocemos de toda la vida! - mi voz destilaba ironía - Sé que no soy una de esas personas con las que todo siempre va de maravilla, no necesitas cubrirlo - dije con la cabeza bien alta y ningún arrepentimiento - ¿Por algo soy Slytherin, no? Los malos de la película - recité orgullosa. Al cambiar el rumbo de la conversación, entrecerré los ojos en broma - Sus edades - exigí seria, pero mi voz denotaba que no era de verdad todo esto. Rompí a reír cuando me calificó como alumna favorita - Pero en eso eres único. Tus gustos son raros - confesé y lo imité, dándole un beso en la nariz también.

Elliot rio por todos y cada uno de los comentarios que dije, lo que me hizo gracia y me uní a sus risas, pero por poco tiempo.
- Mmm... ¡Ya están terminando Hogwarts! Lo más conveniente para ti sería elegirte a alguien más pequeño, ya que una de ellas se te va este año - le aconsejé. Sacudí la cabeza divertida cuando mencionó lo celos y bufé - Sí, claro. Como si yo fuera a sentir celos por alguien que tiene seis años menos que yo. Pensé que me conocías mejor - bromeé. Comí un par de bocados más de mi comida, estaba deliciosa, y tomé un poco de zumo de calabaza. Casi me atraganto de la risa cuando mencionó a mi jefe - Eso sería algo difícil, dado que mi jefe es el Ministro de Magia. ¿Soy Jefa de Departamento, recuerdas? - comenté con la cabeza bien alta y reí - Si tanto quieres que sea alumna, podría hacerme pasar por alguien de diecisiete - bromeé - Aunque el único problema es que sería una falta de respeto y ética estar enamorada de mi profesor, ¿no crees?

Una chica de pelo negro y muy bonita se sentó a mi lado. Quise saludarla pero McGonagall comenzó a hablar, por lo que esperé a que terminara su discurso para llevar a cabo mis planes, pero ella me ganó de mano.
- ¡Hola! Soy Charlotte Brandon, pero puedes decirme Charlie - me presenté y sonreí ampliamente - Soy de Hufflepuff, ¿y tú? - contesté y pregunté a mi vez - ¡Gracias! El tuyo también es muy lindo. Y te sienta verdaderamente bien - la halagué con una sonrisa radiante - Por cierto, ¿cómo te llamas y a qué curso vas? ¡Nunca antes te había visto! Y es un placer conocerte, por supuesto - le di un beso en la mejilla a modo de saludo, a pesar de que aquí no era muy usual hacerlo. Mientras aguardaba su respuesta, recorrí el menú con la vista y al no encontrar nada que me llamara la atención, consulté - ¿Qué vas a pedir? Es que no sé que comer, y tal vez podrías darme alguna idea.

- ¿Romántico? - pregunté extrañada - No podría estar sentada aquí hablando contigo, no podríamos bailar, no podría hacer esto - dije en voz baja mientras le daba un largo beso. Cuando me separé de él y oí lo de William, me carcajeé y asentí con la cabeza - Seguro. Tal vez no quiso venir al baile con esmoquin para no dejarlas a todas desmayadas - bromeé, aún con el rostro cerca del suyo. Lo miré a los ojos y entonces se me ocurrió una pregunta brillante que hacerle, y de vital importancia. Sería imperdonable que me olvidara de su cumpleaños, especialmente porque él había festejado el mío - Hablando de otra cosa... ¿Cuándo naciste? ¡Tenemos que hacerte una fiesta a ti también! - sonreí. Me aparté de él para terminar de comer y tomar algo más de jugo.