Gran Salón

- ¿Viendo de mí o viniendo de mí? - bromee ante su error - Bueno, deberías dejar de dudar... porque es así - continué con la broma, estaba decidido a seguirla hasta el final.
- Podrías, pero no creo que tengas el tiempo - expliqué mientras me servía unas papas fritas - Y sí lo tienes, ¡por favor comparte un poco! - reí divertido. Si a mí, que sólo daba una materia, no me sobraba el tiempo, no podía imaginarme a ella que enseñaba dos - No pasa nada, está genial.
Terminé de comer y miré a Elisabeth mientras ella me hablaba.
- ¿Eh? No, no. La verdad es que no me tomé el tiempo de buscar una. Supongo que tendré que encontrarla aquí - respondí a su pregunta - ¿Y tú? - pregunté con curiosidad, estaba pensando en invitarla si contestaba negativamente.
En ese momento se acercaron dos chicas, una vestida de ángel y la otra de una especie de faraona egipcia. Ambos trajes estaban muy buenos y juveniles.
- Yo tampoco las había visto nunca. Un placer, chicas - comenté y luego me presenté - Yo soy William Franklin, profesor de Historia de la Magia y mortífago de primera clase - dije y le guiñé disimuladamente un ojo a Elisabeth. Pensé que tal vez podría invitar a alguna de ellas al baile, pero luego me di cuenta de que podría ofenderse la otra, así que preferí quedarme con Elisabeth, que aunque era mayor que yo, era muy... lo que los adolescentes muggles llamarían como buena onda.

[Viene del Vestíbulo]

Entré al Gran Salón con la sensación de que llegábamos algo tarde. Ya había mucha gente allí, todos con disfraces muy buenos. Me dirigí a la Mesa de Profesores, suponiendo que sería el mejor lugar para sentarnos puesto que Elliot era profesor. Allí había una dama antigua, un mortífago, un ángel y una faraona... que al acercarme más descubrí que era Amy. Me senté al lado de ella y le di un beso en la mejilla a modo de saludo. Luego me giré hacia Elliot e hice las presentaciones:
- Elliot, ella es Amy, mi mejor amiga. Amy, él es Elliot, mi... - dudó en decir novio, ya que Elliot aún no se lo había pedido oficialmente, por lo que completó la frase de la mejor manera que se le ocurrió - pareja para el baile.
- ¿Y qué haces aquí? - pregunté extrañada a Amy, porque recién caía en la cuenta de que ella no debería estar allí, a menos que la hubieran invitado... - ¿Alguien te invitó? - pregunté, la curiosidad estaba sobrepasando los límites de mi control, a medida de que surgían ideas en mi mente.

Entré al Gran Salón y me encontré con un caos terrible ya que todos estaban sentados en la mesa que querían. Recorrí los pasillos en busca de Fabian y finalmente encontré a Sabino, que tenía sentado al lado a un dementor que supuse sería Fabian ya que estaba hablando con él. Me dirigí a ellos y tomé asiento frente a mi pareja de baile. Les sonreí a ambos.
- Buenas - saludé - ¡Qué buen disfraz, Fab! - alabé su traje. Estaba muy espectacular y daba miedo de verdad - Ten cuidado, a ver si mi madre te lanza un Patronus - bromee - ¿Y tú, Sabino? ¿De qué te disfrazaste? - quise saber, medio burlándome de él ya que sabía que no se había disfrazado. En ese momento noté que al lado mío estaba sentada una chica. Pensé que podría ser la pareja de Sabino, por lo que decidí presentarme - Mary Jane Whilmore, alumna de 6° curso de Gryffindor - preferí darle todos los datos antes de esperar a que me los preguntara. Le tendí la mano para que me la estrechara.
Recordé que mi madre estaba allí, por lo que pedí que me esperaran unos segundos para ir a saludarla. Me acerqué a ella.
- Salut maman, beau costume! - dije mientras le daba un fugaz beso en cada mejilla - Est-ce que tu as un partenaire pour la danse? - pregunté curiosa, ya que había venido muy producida a la fiesta de aquella noche, y estaba muy bella. Miré hacia la mesa donde estaban sentados mis amigos y quise volver, por lo que me despedí y me fui a mi lugar. Me serví un poco de comida y comencé a comer, estaba deliciosa y yo muy hambrienta.
- ¿Y... qué tal? ¿Todo bien? - dije para iniciar la conversación.

El lugar estaba tan bullicioso que apenas podía escuchar lo que Amy me decía. Pero si capté muy bien lo que hablaba con Elliot. La fulminé con la mirada por su comentario y me prometí que me las pagaría. Pero me distrajo con lo siguiente que me contó.
- ¿Qué tú eres la nueva profesora? ¿¡En serio!? - pregunté sorprendida, abriendo desmesuradamente los ojos - ¡No me habías dicho nada! ¡Qué mala amiga! ¿Desde cuándo no me cuentas tus planes? ¡Podría haberte acompañado a solicitar el empleo y hasta dar fe de que eres trabajadora, constante y honesta! - me indigné, aunque este fue uno de los pocos casos en mi vida en que la alegría superó a la indignación y me vi instada a felicitar a Amy - De todas formas, felicitaciones. ¡Es genial que hayas conseguido el puesto! Sé que te encantan las criaturas mágicas.
Una chica castaña vestida de ángel a quien no conocía me habló de repente y me quedé escudriñando su rostro unos cuantos minutos antes de contestarle. Estaba segura de que no la había visto en ningún lado, y pensé que tal vez me hablaba tan sólo por cortesía.
- Soy Margaret Parker, ¿y tú? - pregunté. Al oír sus otras preguntas me extrañé muchísimo, ya que apenas nos habíamos conocido y ya me preguntaba sobre mi vida. Es del estilo de Elliot, muy abierta a los amigos, pensé - Soy la Jefa del Departamento de Cooperación Mágica Internacional del Ministerio - contesté orgullosa. Debía admitir que me encantaba decirlo ya que había trabajado duro para lograr mi ambición - ¿Tú eres profesora, no? Digo, como estás aquí sentada con todos ellos - dije mientras hacía un gesto con la cabeza que englobaba a todos los presentes en la mesa. Me dijo que espere y aproveché para hablar con otra mujer, rubia y disfrazada de dama antigua, que se presentaba.
- Un placer, Elisabeth. Yo soy Margaret Parker, y él es Elliot Camberlain - dije indicando con la cabeza a mi compañero - ¿Usted también es profesora, verdad?

- No hay problema, a todos nos pasa - dije guiñándole el ojo. Escuché atentamente lo que me dijo a continuación - Bueno, si a mi me falta el tiempo, no me imagino a ti - argumenté, avergonzado porque yo apenas pudiera con una asignatura y ella, más grande y por lo tanto más cansada que yo, pudiera con dos. Continuó hablando y me dediqué a escucharla para poder contestarle - No lo creas, eres lo que los muggles llaman "buena onda" - dije haciendo unas comillas imaginarias con los dedos - Yo, así y todo, tampoco tuve ninguna proposición que digamos...
En ese momento apareció una alumna, Mary Jane Whilmore, y Elisabeth y ella comenzaron a hablar en francés, el cual yo no entendía pero sí sabía reconocer. En mi mente comenzó a resonar el himno francés que tanto me había costado estudiar cuando estaba en la universidad estudiando la historia del mundo muggle. No la recordaba completa ya que no era el ámbito que yo me dedicaba a enseñar. Recordaba sólo pequeñas partes de la canción, estaba seguro de que empezaba algo así como Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé! y el estribillo era Aux armes, citoyens. Formez vos bataillons. Marchons, marchons! Qu'un sang impur. Abreuve nos sillons! Me sorprendí ya que me acordaba bastante. Para el momento en que volví a prestar atención a la realidad, la hija de Elisabeth ya se había ido y ella se puso a hablar con la nueva profesora que si no había entendido mal se llamaba Emily. A mí se dirigió su amiga, Amy.
- ¡Qué mal! Habrá alguien que me lo crea - afirmé, y luego agregué - Es más, creo que tu amiga lo ha hecho - reí. Amy me parecía muy familiar y pensé que tal vez había sido mi alumna, no parecía tener más de veinte años - ¿Estudiabas aquí en el 2008? - pregunté. Ese había sido el año en que yo había ingresado como profesor.
Emily se puso en cuclillas al lado mío, sobresaltándome ya que no la había visto venir. Me dijo que quería hacerme una pregunta, pero al parecer por lo que dijo a continuación, se arrepintió o se la respondió ella sola y se levantó como para irse.
- ¿Qué es lo que querías preguntarme? - la miré extrañado y la insté a decírmelo - ¡Pregunta, no tengo ningún problema! - La verdad es que no tenía problema en me lo preguntara, pero tampoco me moría de ganas por saber de que quería hablarme.
Escuché de paso que Elliot había llegado a la mesa, y venía acompañado de Margaret. Hacía mucho que no hablábamos por lo que le sonreí y me prometí charlar con él algún día en la Sala de Profesores. Luego de eso me quedé en silencio, ya que estaban demasiado lejos como para hablarles.