Gran Salón

- ¡Sí! Seguro que nos cruzamos - le dediqué una ancha sonrisa - Mis asignaturas optativas son Cuidado de Criaturas Mágicas y Estudios Muggles, ¿las tuyas? - pregunté con interés para saber si nos encontraríamos en alguna o no. Me recomendó una comida que sonaba muy bien - Dado que eres Ravenclaw y por lo tanto inteligente, seguiré tu consejo - bromeé y solté una breve carcajada. Pedí el estofado con puré de calabaza. Cuando preguntó por el Quidditch, levanté inmediatamente la vista del menú con un entusiasmo muy notorio - ¡Por supuesto! Ya quiero que empiecen los entrenamientos, va a ser genial. Tú supongo que también te habras anotado, ¿verdad? Lo digo porque me lo preguntaste - expliqué y me encogí de hombros, sonriente - Entonces, ¿es tan sola como un honguito en el baile igual que yo? - pregunté y reí. Ese hecho no me molestaba en absoluto.

Ya había llegado la mayor parte de la gente y había pasado el tiempo suficiente para que todos hubieran comido cuanto querían. Ahora las mesas estaban llenas de diferentes postres que la gente podía tomar, y la música había empezado a sonar más fuerte que antes, dando así inicio al baile. Me puse de pie de inmediato - Queridos alumnos y profesores, los postres están servidos, así como el baile ha comenzado. Ya no los molestaré más por el resto de la noche y todo permanecerá tal cual ahora. Por favor, disfruten de la velada - sonreí y volví a sentarme, para seguir charlando con mis compañeros de trabajo. La orquesta tocó una suave melodía y luego una conocida mundialmente, El Cascanueces. Después de esas dos piezas tranquilas la música se transformó en algo más actual.*

- Oh, que mal - hice una mueca y luego me encogí de hombros - Espero que Alice haya elegido alguna de las mías, sino estaré solita. Aunque tal vez pueda conocer a alguien nuevo... - dije, más para mí que para ella. Me perdí en mis pensamientos unos minutos - Bueno, ya veremos quien gana - bromeé y le di un golpecito con el puño en el hombro. Rompí a reír. Escuché las breves palabras de McGonagall con atención y luego cerré los ojos para disfrutar de la bella música. Los abrí al instante pues no soportaba estar quieta. Me giré hacia mi compañera y esbocé una enorme sonrisa - Bueno, a mí tampoco me molesta. Pero claro, tendremos que esperar a que pasen estas canciones que son para bailar algo como el vals - dije divertida. En cuanto el Vals de las Flores de la obra El Cascanueces concluyó, me puse en pie. Sabía exactamente cual era la canción que había pasado porque era una de las favoritas de mis padres. Esperé a que mi compañera se levantara conmigo y me dirigí rápidamente a la pista de baile. Comencé a moverme al compás de la melodía mientras le sonreía a mi compañera - Mmm... Creo que los chicos han huido despavoridos de todo lo referente al baile, hay varias chicas sin nadie a su lado - me hice oír por arriba de la música, pero sólo lo suficiente para que mi compañera lo oyera - ¿Qué dices, la soledad nos agobia sólo a nosotras ó a todos? - pregunté, a pesar de que no me molestaba en lo más absoluto mi situación.

- Eso dices tú - esbocé una media sonrisa - ¿Alguien más te lo ha dicho? - pregunté divertida, aunque de todas formas solo importaba su opinión, porque yo era su novia.
Se quedó boquiabierto al oír mi pregunta. Lo miré malévolamente, en broma, y solté una risita nerviosa. ¿Por qué le molestaba tanto contármelo? Si ya no significaban nada para él... Reprimí los celos cuando dijo que eran siete. Me pareció extraño, ya que eran muchas y no habían pasado tantos años desde que se había divorciado. Escuché la historia con atención, pero disimulándola muy bien. Él no se daría ni cuenta de lo que yo sentía.
- ¿El pasado Enero? - interrumpí. Había pasado bastante tiempo - ¿Hace ya casi un año que no estás con nadie? - cuestioné, escéptica. ¿Cómo había tenido tantas novias en tan poco tiempo? Parecía como si a los meses se hartara de ellas. El hecho me preocupó un poco, ya que yo no era justamente de ese tipo. Mi única relación aparte de esta había sido mucho más seria - ¿Y el resto? - demandé saber. De paso, agregué - ¿Cuál fue el máximo de tiempo que estuviste con una persona?
Entonces, me preguntó por los míos y no pude evitar poner los ojos en blanco. ¿Cuántas veces tendría que decirle que esta era mi segunda relación de pareja seria?
- Es una larga historia - respondí. Me aproveché un poco de la situación para ver su reacción, y sin poder resistirme, finalmente conté - No salí con nadie en serio después de Ivan. No porque hubiera quedado herida ni nada por el estilo, sino que sencillamente no encontré a la persona correcta. Y no es que no tuviera opciones - sonreí - Pero sabes que no hago amigos con mucha facilidad y es todavía más difícil conquistarme - me encogí de hombros - Soy así y no puedo hacer nada con ello. Igualmente no me molestaba tanto estar soltera, ya sabes, después de unos pocos años te acostumbras a ello, aunque me gustaría casarme algún día - volví a sonreír. Todo lo que le estaba diciendo eran trivialidades que seguro no le importaban - Debo de estarte aburriendo, así que, ¿qué te parece si vamos a bailar? - ofrecí mientras me ponía en pie y le tendía la mano. Vislumbré a Emily, sentada a la mesa junto a una mujer que no conocía. Asentí con la cabeza en señal de saludo - Feliz Navidad, Emily - le deseé y luego me dirigí a la pista de baile sin muchos rodeos.

El salón fue vaciándose a medida que avanzaba la noche y ya estaba casi vacío cuando me pareció que ya era demasiado tarde y me puse de pie. La música era suave nuevamente, por lo que golpeé suavemente mi copa con una cucharita para hacerme oír - Mis queridos alumnos y profesores, debo pedirles que se retiren, ya que el baile ha concluido. Espero que lo hayan disfrutado.
Esperé a que todos se fueran y luego ayudé un poco a los elfos domésticos a sacar la decoración.

Off-Rol: ¡El baile ha llegado a su fin!

FdR: Procuren despedirse en los próximos roles y no tardar mucho en publicar. De todas formas el Gran Salón quedará inhabilitado para futuros roles hasta que yo dé aviso en la parte de Informaciones de este curso. Por favor no incumplan esto o me veré obligada a borrar los posts sin avisar nada.

- Es cierto - acepté y sonreí. Sabino tenía aspecto de ser soñador e irrealista.
- Bueno, algún día lograré probarlo - afirmé en broma y prorrumpí en carcajadas. La música comenzó a sonar y como yo ya había terminado mi comida y no andaba con ganas de postre en aquellos momentos, le ofrecí a mi compañero ir a por un poco de ponche y luego bailar un rato. Me puse de pie y me dirigí a una de las mesas con la bebida, serví un poco en dos vasos y le tendí uno. Tomé del mío rápidamente y luego me dirigí a la pista de baile. Los lentos ya habían pasado y las canciones eran más movidas. Comencé a bailar. Pasaron los minutos velozmente y me divertí muchísimo. Me di cuenta de que era tarde cuando ya casi no quedaba nadie más, por lo que sonreí y sugerí a Sabino que fuéramos a la Sala Común, pues ya estaba cansada y me dolían los pies. Apenas subí me metí en la cama y me sumí en un sueño profundo.

- Mmm... habiendo tenido siete novias en tan pocos años, me sorprende que no te hayas encontrado con nadie que te llamara la atención ni tampoco haberla buscado. ¿Ó es que te habías hartado de tantos amoríos? - dije, en broma, y reí. Cuando mencionó la primera vez que nos vimos me picó la curiosidad y, mirándolo a los ojos, pregunté - ¿Cuál fue tu primera opinión de mí? - A diferencia del día en que nos conocimos, ahora me reía al recordar que Elliot me había invitado un trago sin apenas conocerme, pues conocía mejor su personalidad. Antes de seguir contándome de sus ex-parejas, se rio solo y sin razón aparente. Me pareció raro por lo que le pregunté que le daba gracia con el entrecejo fruncido. Escuché lo que fue contando de sus ex-novias y me sentí mal por él, ya que además de su antigua esposa también había habido otras mujeres que lo habían lastimado. Probablemente esta era una de las primeras veces que sentía compasión por alguien y al darme cuenta, reí entre dientes. No pude evitar estallar en carcajadas por lo último que mencionó sobre sus novias. Parecía aterrado con la idea, por lo que con mucho esfuerzo dejé de reír y le dije, dándole palmaditas en el hombro - Tranquilo, al menos no a simple vista - me burlé con delicadeza y solté una risotada - Además, si lo fueras, no pasarían por tu mente algunas cosas... - dejé la frase incompleta sabiendo que él lo entendería, o al menos lo creía así.
- ¡Eso es un montón! - exclamé sorprendida, no porque hubiera durado tanto, sino por el desenlace que había tenido. De todas formas, habiéndome enterado de todo, ya no sentía celos en absoluto pues sabía que ninguna de ellas significaba nada para él. Me pregunté que hubiera hecho de ser así y supuse que probablemente mi objetivo para la venganza si me dejaba por ella sería probablemente ella, aunque también me enojaría con él. Reí para mis adentros por tan malévolos pensamientos y me di cuenta de que mi personalidad había cambiado muy poco desde la escuela. No comentó nada sobre mi monólogo, pero no me molestó pues había hablado más para mí misma que para él. En la pista de baile sonaba una canción lenta por lo que apoyé mi mano en su hombro y le tomé la otra, y me dejé llevar por el ritmo de la música. Al término de la canción, comenzaron a pasar melodías más movidas, por lo que lo solté. Estuvimos bailando un largo rato hasta que finalmente le ofrecí ir a tomar algo a la mesa de ponche. Bebí con rapidez y al mirar la hora descubrí que era tardísimo. El tiempo había pasado volando.
- Bueno, creo que ya debería irme... - inicié la despedida - Me divertí mucho. ¡Nos vemos! - dije mientras me daba media vuelta para alejarme.

La estaba pasando muy bien charlando con Anne, y por eso me apenó que la directora diera por finalizada la gala. Puse cara triste pero rápidamente recuperé mi sonrisa habitual mientras me ponía de pie - ¡Nos vemos! Seguro que nos cruzamos por los pasillos - comenté esperanzada y la abracé a modo de despedida. Sabía que a los británicos no solía gustarles mucho aquello pero al parecer yo no había salido como los demás y mi instinto de dar abrazos me sobrepasaba a menudo. En realidad, a menudo sería demasiado poco, ya que ocurría siempre. Seguí a mi nueva amiga en dirección a la salida, pero tomé una dirección diferente pues ella tenía que subir las escaleras para llegar a la Sala Común y en cambio yo tenía que doblar y meterme por una puerta que llevaba a los sótanos para ir a la mía.

- Tal vez era porque iban muy rápido, y por eso no funcionaban. Ni siquiera estaban enamorados y salían - sugerí, intentando entender como era su forma de pensar sobre aquel tema, y me encogí de hombros - De todas formas es lo que yo supongo, no puedo decir que sea verdad porque no lo viví - dije, por si se tomaba mal el comentario, y me sorprendí a mí misma hablando con mucha calma del tema de sus ex, más que la que había tenido hacía unos cuantos minutos. Escuché divertida su primera opinión de mí y sonreí con suficiencia, notoriamente halagada y algo pagada de mí misma. Resoplé cuando mencionó el secreto del chocolate - Ni me lo menciones - lo corté molesta. Odiaba que me guardara esos secretos algo tontos que sin embargo me tenían muy intrigada. Entonces, una idea brillante cruzó mi mente y los ojos se me iluminaron con malicia - ¿Qué tal si hacemos un trato? - comencé, y me mordí la lengua para no sonreír - Si algún día nos casamos, el primer día completo que pasemos como marido y mujer me contarás ambos secretos - propuse, expectante por su respuesta. Rogué porque aceptara.
Bailamos un rato largo, en el cual me divertí mucho. Cuando era adolescente solía salir mucho por las noches a fiestas junto con Amy y recordaba que nos la pasábamos genial. El recuerdo de ella me hizo sentir una opresión en el pecho, por lo que me distraje pensando en otras cosas. Entre ellas, tomé el ponche de una y me retiré, y tuve la satisfacción de ver como Elliot corría atrás mío para darme un beso de despedida. Se lo devolví animadamente y volví a darle otro, esta vez más dulce, cuando dijo que me quería.
- Increíblemete, yo también - dije y reí, aún cerca de su rostro, porque aún me asombraba que nos lleváramos tan bien siendo tan distintos. Me fui del lugar con la sonrisa aún en los labios.