Apartamento Franklin

Llegué al edificio en el que vivía Willie saltando de alegría como en esas películas viejas en las que los hombres de traje bailar sin parar al ritmo de un buen jazz o quizás un clásico blues. Toqué el timbre con esa típica sensación que tenes cuando sabes que va a ser LA noche y que van a pasar doscientas cosas dignas de mencionar. Revisé mi vestimenta y sí, estaba perfecto con esa camisa blanca y saco rojo, jean y converse negras. El detalle era que en el bolsillo del saco se asomaba un pañuelo de color verde, formando así el conjunto más ridículo y navideño del siglo. Me faltaba la barba postiza y ¡BOOM! Fracasado total. La espera me dio tiempo de ponerme un poco más de mi perfume sensual y de fijarme si mi aliento seguía oliendo a menta. Y así era, estaba hecho un primor de los primores, un sexy a punto de hacer explotar varios ovarios por los cielos con tan sólo guiñear un ojo.
Willie abrió la puerta y salté encima de él como siempre hacía. –Fiera, león feroz de la savana africana- lo abracé como si no hubiera un mañana. –Te extrañé, amigo. Mis días sin ti son grises y monótonos- le di un beso en la frente antes de pasar dentro. -¡Qué hermosos adornos! Tienes tan buen gusto, Willie. Me cuesta creer que haya gente que sea tan perfecta cómo lo eres tu…- lo abracé de vuelta antes de lanzarme contra las bebidas alcohólicas y gritar un -¡WILLIE TE AMO!- mientras me tragaba el whiskey de fuego del pico de la botella. Estaba un poco, desenfrenado… bueno así estaba hasta que divisé a Margaret y ahí fue cuando mi corazón se paró por completo y creí que iba a morirme de un ataque cardíaco. ¿Cómo es que estaba ella? Y mejor aún ¿Por qué se veía tan hermosa en ese seductor conjunto de ropa? Estaba a punto de acercarme a hablarle cuando una duda enorme me hizo parar en seco ¿ESTARÍA MARGARET EN UNA RELACIÓN? La emoción del principio cayó en picada. Al afortunado lo golpearía hasta que quedara irreconocible y lo tiraría a los lobos para que lo destrozaran vivo. CON MI NINFA NADIE SE METE

De repente, mientras hablaba con mi desagradable hermana, un chico entró a la fiesta algo alocaado. Primero, se colgó del muchacho que había organizado la fiesta, supongo que eran muy amigos. Luego, se dirigió a la mesa donde estaba todo el alcohol y gritó "Willie te amo" supongo que ese tal "willie" era el hombre de la fiesta. La verdad, me reí mucho con sus locuras, pero luego... algo ocurrió. El chico que gritaba, logró divisar a Margaret y los ojos se le pusieron como platos, podías ver como se sorprendía y se ponía algo nervioso de a poco. Miré a mi hermana y ella también estaba muy nerviosa, ahí pude darme cuenta que el chico en realidad era su ex-novio. Muy bonito, parecía un árbol de navidad con su atuendo, parecía gracioso. En eso, mi hermana me preguntó sobre la relación con Sabino - Bueno... antes no nos separábamos, cuando yo era alumna. Pero desde que soy profesora no nos vemos mucho, solo en las salidas a Hogsmeade o en algunos tiempos libres, nada de besos, tal vez algunos cortos, pero no quiero que piensen que es inapropiado y perder mi trabajo. - expliqué sin ganas. - Bueno, creo que me voy... hacia allá - dije intentando alejarme, solo para que Margaret esté sola y se sienta incómoda. Ojalá el ex-novio la saludara, sería lo mas gracioso del mundo. Me fui a la otra esquina intentando hablar con alguien tomando algo de whisky.

( Will )
Willie me dijo que él también me había extrañado, le dediqué mi sonrisa más briillante y encantadora -Creo que no puedo quererte más porque eso ya sería gay- solté una carcajada mientras le daba unas palmaditas en la espalda -Will, eres de mi tipo- bromeé un poco -Irrisistible tanto para mujeres como para hombres- dije como si fuese algún tipo de eslogan o propaganda de un producto. Solté una larga carcajada cuando él me preguntó si me había disfrazado de duende de papa noel -Claro, amigo. Hay que sentir las fiestas lo más posible, tanto es así que estuve a punto de comprarte un reno pero recordé que no puedes tener mascotas en tu apartamento- volví a bromear y reí un poco.
( Maggie y ¿Hannah? Ah no, es Nicole )
Mientras bebía cual sediento en el desierto no paraba de pensar en Margaret. Esa mujer me había marcado para bien, a final del desastroso desenlace que tuvo nuestra relación. Y fue así de malo por mi culpa, vale aclarar. Sí, saboteé el mejor noviazgo que Dios me dió. No fui idiota, fui super archi mega hiper ultra duper recontra estúpido y palurdo. Quizás un poco más que eso... Encima haber recordado el triste final me había dado más ganas de beber así que bebí mucho más, llegado el punto que se me borroneaba la vista y el piso se me movía ligeramente. Entonces algo muy malo pasó. Divisé a un fantasma del pasado... No era ni Napoleón ni Michael Jackson era alguien mucho peor. Hannah... y cuando digo Hannah no me refiero a Miley Cyrus si no a la hermanita de Margaret. La muchachita a la cual había besado un día enfrente de mi ninfa del bosque. La mandíbula se me desencajó y creo haber puesto la cara más estúpida del universo, una cara que era un poco más ridícula que las canciones de Rebecca Black lo cual pensaba que era imposible hasta ese momento. Por suerte la muchachita se alejó, dejando a mi Marga tranquila. ERA MI MOMENTO. Debía acercarme... Y no podía acercarme de una forma formal, sabía que eso no funcionaría con mi bebita Maggie. Entonces se me ocurrió:
-¡QUE PLACER DE LOS DIOSES ENCONTRARME A LA MUJER DE MIS SUEÑOS! A LA MUJER QUE ME HIZO FELIZ EN LA MEJOR RELACIÓN QUE TUVE. LA ÚNICA MUJER EN EL MUNDO QUE ME VOLVERÁ A HACER FELIZ Y QUE CREO QUE NO ME MEREZCO PERO AÚN ASÍ INTENTARÉ RECONQUISTAR-Todo lo grité a puro pulmón, tanto así que escuché a un perro aullar en la calle en el medio del silencio, lo cual me resultó demasiado gracioso y solté una carcajada. Acorté la distancia entre Maggie y yo arrodillándome enfrente de ella -Sólo le pido una oportunidad más, sé que te he pedido, señorita, demasiadas cosas y que te he devuelto pocas pero déjame decirte que nada ni nadie me ha hecho olvidarte. Que me marcaste hasta lo más profundo, tanto es así que una vez corrí a una mujer tres cuadras pensando que eras tú- para esta parte del discurso sonreí divertido -Pero no, no eras tú. Digamos que tú eres muchísimo más hermosa y tienes una mejor delantera- levanté las cejas y solté una carcajada mientras me levantaba -No hace falta que me digas nada por hoy, lo único que quería que sepas es lo especial que fuiste para mí. Además de advertirte que intentaré fervilmente reconquistarte y no pararé hasta lograrlo- finalicé mi discurso con una reverencia -Ahora, con su permiso bella ninfa del bosque, iré a beber hasta el hartazgo-

(Maggie)
La vi sonrojarse por unos segundos y me pareció lo más tierno del mundo. No entendía como a veces Maggie podía ser una dulce niña y otras una vívora venenosa… Y fugazmente su mirada se volvió fría como el hielo y me traspasó el alma dolorosamente como la lanza de un caníval. Se cruzó de brazos y sentí como si el caníval anteriormente mencionado me atacara de nuevo, con más fuerza y pasión. Quizás había hecho el ridículo en proporciones catastróficas. Me escuchó hasta mi última palabra con atención y mientras me daba la vuelta para irme a beber me pidió que espere.
Su voz gélida me heló el corazón que se congeló y achicharró cual pasa de uva, cual Cerberus comiendo un limón.. Me preguntó acerca de Ainhoa, dijo que no queríamos que sucediera dos veces lo mismo. Justo Maggie empezó con el tema que NO quería tocar. Tenía la habilidad de hacerte retorcer de la agonía y de derretirte con una sonrisa. –Mira Maggie, Ainhoa es un pasado oscurísimo que ya olvidé en todos éstos meses. Fui injusto contigo, por eso dije lo de mis errores imperdonables. Tomé miles de malas decisiones pero la peor de toda mi vida fue haberme ido con ella, no por como terminó todo ( me robó todo mi dinero ) si no por haber arriesgado la relación que tenía contigo- suspiré bajoneado –Ainhoa me dejó vacío, fue como una de las plagas de la Biblia antes del final de los tiempos- me encogí de hombros antes de echarle una última mirada triste a Maggie y continuar con mi camino hacia la bebida. Alcohol, oh dulce elixir sagrado..

Bebí de distintos alcoholes o como yo les digo: elíxires. Sí, su composición era la gloria. La mezcla de sabores amargos y esa sensación de alegría que me envolvía al saborear las notas de hierbas y saborizantes. Claro que cuando Margaret se me acercó no pude hacer más que temblar de miedo ya que imaginaba que iba a abofetearme de la manera más brutal y quebranta cuellos existente. Pero para mi sorpresa no fue así, me preguntó de una forma casi dulce en qué quedábamos. No parecía para nada resentida, ni fría ni mucho menos. Titubeé ya que no estaba seguro de que debía responder, no sabía que era lo que ella quería tampoco. –Todo queda en ti, Maggie. Ya sabes que voy a estar acá para cuando te decidas. Tú tienes la última palabra. Nunca voy a dejar de amarte- le sonreí ligeramente mientras le daba otro sorbo a mi bebida. Ella habló sobre que los dos estábamos solteros y qué íbamos a hacer con ello –No creo que vuelva a estar con ninguna mujer en algo si no eres tú, estoy casi seguro. No valen la pena las otras mujeres, aunque sean bellas y simpáticas no serán ni por asomo parecidas a ti- la miré con detenimiento unos instantes antes de volver medio deprimido a beber del whiskey de fuego. Creo que acababa de deprimirme

Observé a Margaret un instante antes de volver a concentrarme en la bebida. Estaba nervioso, tenía que admitirlo. Era uno de esos momentos decisivos en los que sabes que todo va a cambiar pero aún no sabes si es para bien o para mal. Los cambios me ponían intranquilo y el no saber si estaba a punto de caer de cabeza desde un quinto piso o tocar el cielo con las manos en la más pura alegría me estremecía. Todas esas cosas pensaba cuando escuché su voz anunciando que había tomado su decisión.
Quedé casi congelado, expectante, a punto de morir de un paro cardíaco por la gran aceleración de mi corazón. Y en ese momento pronunció las palabras mágicas… No, no eran ‘gracias, de nada, por favor’ eran ‘Quiero volver a estar contigo’. Y así fui coronado el hombre más feliz del mundo. Recuerdo que levanté las cejas hasta que me tocaban el nacimiento del cabello y que mis ojos se volvieron dos huevos duros, rechonchos y blancos. Y obviamente, mi sonrisa se parecía más a la del Guasón que a la de Brad Pitt en estado ganador. Lo cual en resúmen significa que mi cara daba miedo, y que me parecía más a un psicópata a punto de violar gente que a un hombre encantador. La felicidad invadía mis venas y me recorría entero. Lo único que quería hacer era saltar por todos lados, gritando y festejando como si mi equipo de fútbol favorito hubiese ganado un partido con una goleada inédita, nunca antes vista. Para explayarme un poco más, me sentía como el jugador que mete en penal decisivo. Me sentía como cuando le anuncian a la Miss Universo que es la más hermosa del mundo. Sólo que me faltaba el pintalabios rojo pasión y los tacos de pasarela. Detuve mis pensamientos cuando la escuché preguntarme ‘Entendido?’ y sin saber a que se refería le dije:
-Perfectamente entendido, mi amor. Serás la mujer más feliz sobre la tierra, lo prometo, y si no es así que me queme en el infierno de la forma más brutal y dolorosa.- Me tiró una casi reprimenda, hablando de que me tenía que ganar su confianza de a poquito y otras cosas de mujeres. Así que la tomé de la mano, me incliné y la besé como un caballero medieval y dedicándole mi mejor sonrisa le dije:-Concédame este baile, preciosa ninfa del bosque- podía notar como mis ojos se iluminaban, brillando emocionados. Ella era perfecta y sabía que estábamos destinados, si no, no volveríamos a estar juntos después de todas las cosas que pasamos.

( Sexy Mag )

Margaret me conocía como a su propia mano, o como sea que se dice, nunca recuerdo cómo es el refrán ese de las manos y la gente. No se me dan bien las metáforas o lo que sea que fuese tal comparación.
Me pareció ver indicios de una leve sonrisa en su rostro, esa noche se veía increíble. Opacaba a toda mujer sobre la faz de la tierra, incluyendo quizás a Jenny McCarthy que siempre será, en mi opinión, una de las mujeres más hermosas del mundo tanto por su físico espléndido como por su hermoso rostro. Ambas son rubias y sensuales. Sonreí para mí mismo mientras me imaginaba sentado en un sillón como todo un gángster, Maggie a mi derecha y Jenny a mi izquierda. No podría faltar nunca en ese cuadro imaginario el habano en mis labios y una magnum 357 en el bolsillo, asomando el cañon plateado y recién lustrado con esmero.
Bueno, pero volviendo a la realidad. El comentario de Margaret de ‘yo que tu no apostaría’ me hizo el día, solté una carcajada casi maniática. Fue un comentario rápido e inteligente, digno de un ser superior como es Maggie. Y en ese momento ¡CHAN! Recordé el refrán: ‘’Me conocía como a la palma de su mano’’ al final no era tan complicado para recordar como parecía. Es más, era estúpido ya que ni yo mismo conozco mi mano. Nadie mira sus manos tanto tiempo como para poder recordarlas fielmente. Y para empeorar las cosas, todas las manos a simple vista son idénticas. Hice una mueca al pensar en todo aquello. –Sólo un idiota podría haberlo inventado. Eso, o un psicópata con fetiches extraños- exclamé e inmediatamente caí en la cuenta de que lo había dicho en voz alta. Le eché una miradita rápida a Margaret y le susurré –No estoy loco, amor. Son sólo comentarios mentales que se me escapan- y le dediqué un guiño de ojo.
Bailamos un rato, y como el alcohol corría por mis venas no podía parar de hacer payasadas, agregar pasos ridículos que obligaba a Maggie a imitar y que me hacía reír mucho. En un momento hice una replica exacta del ‘moonwalk’ de Michael Jackson, que en paz descanse. Yo nunca fui el mejor bailarín del mundo, pero las imitaciones de MJ se me daban realmente bien. Con eso solía conquistar a las chicas en mis años de oro, bueno, en realidad nunca conquisté a nadie con mis bailes y menos con una imitación del rey del pop.
Aunque Maggie era una persona muy seria en ocasiones, a veces dejaba entrever su niña interior ( hablando de Michael Jackson, que se decía que era un niño en el cuerpo de un adulto. Después se dijo que MJ era pedófilo ). Vale aclarar que no estoy diciendo que Maggie sea pedófila, si no que tenía un alma alegre e infantil en su interior y amaba eso de ella. Bueno, amo todo de ella.

Ante mi comentario mental, ella se apartó y me miró extrañada. Se veía adorable con esa expresión en su rostro, si no la conocería mejor me hubiera hecho sentir estúpido. Luego, sonrió y la duda de su rostro desapareció.
Ella parecía estar pasándola bien con mis bailes, ya que se reía y los ojos le brillaban divertidos. Yo también la estaba pasando bien, con sólo ver a Margaret todo había cambiado, y más por la sorpresa de que todo estuviera bien de nuevo. Nunca hubiera imaginado que me perdonaría, y menos tan facilmente. Tenía que admitir que estaba de buen humor, ya que estaba muy buena. ¡No lo malpiensen! No hablo en el sentido entusiasmador de la palabra, si no en el referente al comportamiento. Aunque de las formas es aplicable a Maggie.
En un momento dado, mientras reíamos, me preguntó si sabía algo sobre mí. Me quedé callado, ya que era de ese tipo de comentarios que sabes que la otra persona va a contestar por tí, algo así como una pregunta retórica. Contestó que siempre le hacía tomar la iniciativa a ella, algo no entendí para nada. La miré extrañado, sin entender de que hablaba. Y me besó, cosa que le correspondí con interés mientras rodeaba su cintura con un brazo. Lo más raro, fue que nunca terminé de entender a qué se refería. Así que, continué besándola pero luego recordé algo, y frené en seco. -Linda, tú vives en Nueva York ¿No es así?- esperé su respuesta ya que no estaba seguro al cien por ciento, últimamente algunos hechos se me olvidaban -No tienes dónde quedarte- respondí preocupado. -Claro que si quieres, puedes venir a mi casa- comenté intentando no sonar pervertido, cosa que resultó imposible. -Sabes que mi casa es tu casa- le sonreí sincero.